MI PRIMERA INCURSIÓN AL OJOS DEL SALADO

NOTAS DE VIAJE, UNA VERSIÓN DE BUTACA DERECHA

 04 al 13 de Marzo de 2011

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JUEVES 10 DE MARZO: EL INSUFRIBLE RÍO PUNILLA


La siempre deslumbrante RN60 hacia el Paso San Francisco

                Salimos temprano pese al acostumbramiento a la comodidad, desandando la conocida RN60 hasta La Coipa y luego nos internamos en el serpenteante y empinado camino lleno de atajos que lleva a la laguna de los Aparejos, el cual anteanoche habíamos recorrido en plena oscuridad. Sin demoras llegamos a la laguna e hicimos una breve detención en el humilde complejo minero abandonado.


Los rezagados llegando al complejo minero abandonado de la laguna de Los Aparejos


Lo que queda del complejo minero. Cuantas historias se habrán desarrollado ahí dentro esas construcciones...

                    Torcimos hacia el sur hacia la laguna de Las Tunas, hasta más o menos donde todavía existen viejas huellas mineras. A partir de allí empezaba la búsqueda del paso entre el Pissis y el Bonete que nos debería depositar al oriente de Inca Pillo. Más allá de Las Tunas un ancho valle nos permite avanzar sin problemas hasta la quebrada que aloja al río Punilla y sus afluentes, hasta dónde Eduardo había llegado desde el sur tiempo atrás remontando el tortuoso río Bonete.

                    La idea era remontar por los filos hasta encontrar el escote desde donde bajar a Inca Pillo en lugar de hacerlo por el cauce del río Bonete como habían intentado antes. Igual había que bajar al Punilla para remontar los filos.


El ancho valle nos puso al borde de un profundo tajo con el río Punilla en su fondo

                El Punilla lo veíamos allá abajo desde una pendiente de lajas imposible de remontar (y también de bajar). Eduardo sabía que si lograba bajar había salida, así que se entusiasmó con tirarse por el tobogán con diodo para la subida. Como buen copi, no dudé un instante: me agarré bien de las manijas de las puertas y acompañé a Eduardo en el intento.

                El intento duró poco, porque después de los primeros 100 metros la pendiente se inclinó muuuuucho más y las lajas del piso se desplazaban en masa a la par de la chata.Seguir hubiera terminado seguro rodando de costado hasta al fondo, pese a la indiscutible pericia de Eduardo al volante.

                No saben lo que costó sacar esa chata de la última posición inferior, porque andando en marcha atrás ni soñando. Malacates, chatas eslingadas entre sí, eslingas múltiples para llegar hasta esa posición, etc… Todo eso a más de 4000 msnm es siempre complicado, pero al final la sacamos.


La foto no representa bien lo que ocurría. La Cherokee descendía sin control junto con las piedras, como un lento alud


Costó mucho traerla de nuevo a tierra firme

                Un minucioso análisis de las curvas de nivel y del Earth Google nos permitió encontrar más al este otra quebrada más suave, por supuesto mucho más larga que caía a la cuenca del Punilla. Y allá fuimos, descendiendo lentamente por la infinita garganta hasta aterrizar en los suaves mallines del Punilla, como siempre dispuesto a tragarse todo lo que lo pisa.


Bajando al Punilla por un fantástico cañadón

                El resto del día (era apenas algo después de mediodía) fue consumido para avanzar unos pocos kilómetros por los mallines del Punilla hasta el filo que teníamos seleccionado como de pendientes “potables”. Todas las chatas cayeron más de una vez en las traicioneras aguas del Punilla, las que aparentemente indefensas, paraban nuestro avance más que las patadas del tano Pernía en su mejor momento. Eslingadas, malacates de a uno o de a dos, planchas, palas, hi-lift, de todo tuvimos que usar para ir zafando y avanzar, todo a la módica altura de 3900 msnm.


Trampas del Punilla I


Trampas del Punilla II


Hermso pero traicionero cauce del Punilla

                            Al final encontramos el “suave” filo copiado del Earth Google: tenía una pendiente infernal pese a que las curvas de nivel decían otra cosa. Les recuerdo que la opción “cañadón” fue abortada por Eduardo en el viaje pasado por celosos y gigantescos coirones que atrapaban cualquier camioneta exenta de orugas….


Trepando los Andes alejándonos del Punilla

                Ya entrada la tarde hicimos el intento de subir y con mucho esfuerzo ascendimos unos 300 metros hasta una explanadita a 20 metros de la cresta, donde decidimos hacer otro campamento de altura y continuar a la mañana siguiente. Lo de campamento fue un decir, ya que la única carpa fue la mía, los demás se amontonaron en las chatas. Vagos…

                    La verdad que disfruté esa noche en la montaña. Me desperté en algún momento por el viento que sacudía la carpa, me puse los auriculares y me puse a escuchar a Serrat mientras me tomaba unos mates que me resultaron de los más placenteros que he disfrutado…

 

VIERNES 11 DE MARZO: INCA PILLO ESTUVO CERCA PERO NO PUDIMOS


Fabuloso campamento unicarpa

                Por la mañana hacía mucho frío y costó desentumecerse pero a las 8:00 estábamos en marcha, Había un largo día por delante con éxito o sin él.

                Los intentos por subir los escasos 20 metros que faltaban fueron en vano: roto el suelo la tarde anterior, ahora era peor. Hacer algún operativo egipcio no tenía sentido ya que no sabíamos que seguía. Y si continuaba así?

                Las curvas de nivel indicaban menos pendientes pero la realidad no coincidía, mejor dicho la escala no era la apropiada. Se nos ocurrió probar por el otro costado del filo, unos kilómetros aguas abajo del Punilla, como única y última opción.

                Rodeamos el morro insubible y entonces por el sur, apareció la pendiente buscada: no era fácil, pero ofrecía chances de éxito. Bueno, con esfuerzo y pericia de los pilotos, nos montamos sobre el filo, todavía a lejanos veinte y pico kilómetros de Inca Pillo. En lo inmediato era auspicioso, pero estábamos a 4600 msnm y debíamos alcanzar un abra de 5400 msnm para pensar en tener éxito. Seguimos prolijitos por los filos, en algunos sectores llenos de piedras complicadas, con el Pissis y el Bonete de custodia distrayéndonos con los fenomenales paisajes andinos.

                De todos modos alguien anduvo por acá ya que a veces vimos algunas incipientes huellas y además encontramos una gran alpacheta en una altura estratégica, al acercarnos a los nevados.


Esa pendiente blanca tenía la consistencia suficiente para subir al filo que nos conducía a Inca Pillo


Impresionantes paisajes andinos


Allá abajo el afluente del Punillas que Eduardo no pudo remontar, ahora el bypass por arriba


Como en cualquier parte de la cordillera, alguien siempre estuvo antes que uno


La huella hacia Inca Pillo en pleno desarrollo

                Hasta aquí podría decir que fue “fácil”, pero en adelante empezaron los problemas, finalmente insolubles. A simple vista, lo que era la parte alta del cañadón que Eduardo no pudo subir por los coirones, parecía una perfecta rampa al abra que queríamos.
 

                Sin embargo, al acercarnos todos los elementos se volvieron en contra: terreno suelto, pendientes elevadas y piedras enormes dispuestas estratégicamente para evitar el paso nos hicieron intentar por muchos lados con cero éxito. De nuevo la única chance era trabajar a 4800 msnm y mucho.

                Con todo el dolor del mundo decidimos abortar porque seguir era arriesgarnos a una penosa travesía de altura a Inca Pillo sin garantías o complicar el regreso si teníamos alguna dificultad importante.

                De todos modos ya habíamos subido la varilla de este futura huella este a Inca Pillo un poquito más…


Si subíamos a ese abra, a 5200 msnm, Inca Pillo era nuestra


Pero la naturaleza no nos hacía fácil el avance


Hasta que lo hizo imposible...  GAME OVER!!!
 

                El regreso hasta el Punilla fue muy rápido, salvo Edu que intentando un atajo  tuvo que hacer un enorme rodeo para volver al mismo lugar. Allí deliberamos si volver por el traicionero mallín con su sencilla subida posterior o usar la salida improvisada por Eduardo el viaje anterior. El recuerdo de las múltiples encajadas nos hizo decidir por la segunda aún sin saber que era peor.

                Bueno, puedo decir que fue más rápido pero no sé si mejor: primero hubo que cruzar un ancho cono de deyección con infinitas grietas, luego empezar a subir por una pedregosa quebrada donde el tamaño de las piedras era directamente proporcional al ascenso. Al llegar al filo era insufrible moverse. A la izquierda el suave cañadón por el que bajamos estaba encajonado por pendientes imposibles, aún para insanos. Seguimos arrastrándonos entre las piedras hasta que un poco porque la pendiente digamos que bajó un poco de 90° y la paciencia de los conductores se agotó.

                Primero Denis y luego Eduardo se tiraron por un empinado tobogán de piedras lajas decorado con rocas de gran tamaño. Todo se movía junto con las chatas como una inmensa cinta transportadora de piedras. Para colmo a nosotros se nos soltaron las planchas que estaban en el techo y para que tengan una idea de la inclinación, pese a que nos movíamos sobre la “cinta transportadora” volaron hacia delante y apenas rozaron el capot. No se imaginan el kilombo que fue juntarlas y volver a atarlas en el techo.

                Finalmente llegamos abajo y pudimos hacer que algunas cosas que vienen de pares bajasen de la garganta. La verdad que si me hubiera tocado bajar a mí con mi chata, me hubiera costado bastante decidirme. Lo mismo le pasó a los otros tres equipos, pero como siempre, con cuidado hubo final feliz y retomamos la buena senda.


La terrible bajada en la cinta transportadora de piedras.
La foto no refleja la dificultad

                Una vez en la rampa de bajada pero en subida, regresar a las lagunas Tunas y a los Aperejos fue un trámite. Bajar los caracoles a La Coipa de noche por segunda vez no evitó equivocarnos en algún atajo, pero lo hicimos con facilidad.

                A alguien se le ocurrió porque no alojarnos en el Complejo Cortaderas en lugar de volver de noche tarde a Fiambalá y hacia allá fuimos. Todo el complejo impecable, casi sin estrenar para nosotros fue un placer impensado para estos dos largos días por apenas 100$ por persona (estaban en promoción).

                Cenando, nos enteramos lo del terrible terremoto de Japón. Se nos ocurrió pensar que hubiera pasado si hubiera habido un temblorcito adentro de algunas de las ratoneras en que nos metimos…..


Hotel de Cortaderas

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