VACACIONES 2011- EL BOLSÓN DESCONOCIDO Y ALGO MÁS
DÍA 4: Martes 25 de enero de 2011
EL DIA QUE VIAJAMOS EN LA TROCHITAEl día amaneció bien, el tanque no perdía. Como lo de la Trochita era después de mediodía, nos dedicamos a descansar y a conocer EL PARAÍSO, acompañando a los dueños de casa en sus actividades diarias.
El predio es realmente muy hermoso y no solo está lleno de árboles de la zona sino que hay frutales de todo tipo: cerezos, guindos, manzanos, ciruelas. Los cerezos estaban a full de frutas maduras, así que nos hicimos una panzada de cerezas sacadas directamente de la planta, las más ricas.
Las cuatro cabañas para alquiler están muy buenas y la verdad es que son muy recomendables. Además hay un SUM con pileta cubierta climatizada que completa los ingredientes de este verdadero paraíso.
Al mediodía salimos hacia El Maitén con la mamá de Elcira y fuimos de nuevo por la Cuesta del Ternero, en la cual reincidí porque me gustó.
Llegamos temprano y me fui a visitar a mi amigo ferroviario Carlos Kmet, a quien le debía agradecerle personalmente la gestión que hizo para que pudiera recuperar los documentos que había perdido en El Maitén en julio de 2009. Como siempre, nos atendió en “su” taller de la Trochita y nos mostró cómo estaba restaurando por enésima vez otra locomotora a vapor.
Mientras esperábamos el horario de salida, pudimos contemplar el laborioso armado de nuestro trencito: infinitas maniobras de ida y vuelta sobre los distintos ramales a través de cambios hasta que la formación estuvo completa y ordenada.
A las 15:00 horas, con un poco de demora para no olvidar que al final son ferrocarriles argentinos, partimos del andén de la remozada El Maitén, los 108 pasajeros ( y alguno más) con el objetivo de sacarnos el gusto de viajar en el legendario Expreso Patagónico.
Primero anduvo unos kilómetros marcha atrás para posicionarse sobre el puente del río Chubut y poder sacar la clásica foto con la Bella Durmiente de fondo. A partir de allí comenzó el viaje de aproximadamente 40 km hacia el sur, hasta Bruno Thomae, un antiguo desvió que se reacondicionó como estación para ser punta de riel del recorrido turístico.
Las sensaciones durante el viaje son únicas, sobre todo cuando algunos nos sentamos en los escalones contemplando el paisaje patagónico que se va “contaminando” con el negro humo de la caldera. Se te pone la piel de gallina, cuando en los cruces con rutas y caminos, el maquinista hace sonar estrepitosamente el silbato de vapor. Parece un verdadero viaje al pasado, a la fantástica velocidad de 37 km/h medida con GPS.
Desafortunadamente el recorrido no es todo lo interesante que uno espera ya que el tramo chubutense tiene pocas curvas y pendientes, pero igual es fascinante. Es una verdadera lástima que no se hayan podido poner de acuerdo las provincias de Chubut y Rio Negro para hacer el recorrido entre El Maitén y Ñorquinco, que es montañoso, serpenteante y mucho más pintoresco.
Aclaro que cuando se cerró el ramal en la época de Menem, Chubut y Río Negro se repartieron todo (vías y material rodante) y siempre actuaron en forma independiente sin complementarse, aunque los ferroviarios genuinos a nivel informal se siguieron ayudando entre sí. Siempre los políticos pensando en la gente…
En Bruno Thomae volvimos a presenciar el desmembramiento de la formación, el giro de la locomotora a través de un ingenioso triángulo y las prolijas y ordenadas maniobras que mágicamente dieron vuelta al tren, como si hubiera girado sobre su punto medio.
El regreso fue más rápido aunque todos queríamos que durase más. El viaje al pasado de casi tres horas llegaba su fin al sonar el silbato en El Maitén. Nos habíamos sacado un gusto largamente acariciado. El regreso a El Bolsón lo hicimos por el sur, por el camino asfaltado que no conocía. Guillermo y Elcira nos esperaban a cenar con un asado para ponerle un broche de oro al “Día de La Trochita”.