MI TERCERA EXCURSIÓN AL OJOS DEL SALADO Y OTROS VOLCANES
(LA TRAVESÍA REBELIÓN DE LOS RULEMANES Y OTRAS ROTURAS)23 al 30 de Marzo de 2013
<< Si no leíste la parte anterior, podés verla presionando el botón
DIA 4: EL LADO OSCURO DEL FRAILE...
La mañana, después del desayuno, volvió a requerir nuevos planes por nuevos imprevistos.
Las motos ya daban por terminada la travesía y nos abandonaban. Lo mismo pasaba con Andy, quien en realidad, después de la rotura de la Cherokee, confesó que sólo había venido para que Eduardo no se pierda el viaje: su chata no estaba preparada para hacer cosas muy raras y no tenía sentido que siga, un amigo de fierro el hombre. Germán se había levantado temprano para tratar de arreglar la Toyota y no daba pie con bola, así que decidió volverse a Tinogasta para ver si podía reparar y en todo caso acoplarse con nosotros en algún punto a convenir.
Había que ver cómo seguíamos para tratar de no perjudicarlo: si nos quedábamos a esperar en Cortaderas, al margen de alguna exploratoria menor, todos perdíamos un día de travesía y si nos íbamos para intentar el acceso este a Corona del Inca, era muy difícil que Germán nos pudiese encontrar en la montaña. No hacerlo era desperdiciar un día que tal vez fuese necesario para la parte final de la travesía, que sabíamos compleja.
Finalmente, y como es moneda corriente en este grupo de Viajeros4x4, encontramos una opción y entonces los cuatro “sanos” intentaríamos hacer el enlace del Paso San Francisco con el Ojos (al revés de cómo pensábamos hacer en teoría si ayer no hubiéramos decidido volver a Cortaderas) y regresar por la noche a Cortaderas. Si Germán podía sanar su chata nos encontrábamos allí y entonces continuábamos todos juntos con el plan original de encontrar el acceso este a Corona del Inca.
La realidad que lo que planteábamos como un “paseo” no teníamos la menor idea en que podía terminar, ya que eran XX de la mejor calidad “made in Pablo Anastasio”, a más de 5000 metros de altura, pero bueno…
Salimos en caravana hacia el Paso San Francisco disfrutando de la escénica RN60 donde, por la noche, las montañas que la flanquean habían sido adornadas por una tenue nevada generada por la tormenta que nos había venido pisando los talones en nuestra salida nocturna del Ojos el día anterior.
Poco antes del puesto de Gendarmería de La Gruta, giramos hacia el Sur, buscando acercarnos a la Vega de San Francisco. La fuimos rodeando por el norte, pasamos por las aguas termales y luego retomamos el rumbo sur por la costa oeste de la inmensa vega.
Más o menos a mitad de la misma giramos hacia el oeste siguiendo una huella que, rumbeando al hito limítrofe XV-13, situado en la escotadura entre los volcanes San Francisco e Incahuasi desaparece prontamente. Continuamos por lecho arenoso de un río seco buscando el camino menos tortuoso. Ascendemos lentamente y en poco más de media hora estamos en el Hito XV-13 a 4.929 msnm, pudiendo ver bien de cerca a los dos colosos volcanes limítrofes que superan ampliamente los 6000 metros.
El Incahuasi impresiona por sus varios cráteres secundarios más bajos y coloridos.
Nos sacamos las fotos de rigor. ¿Y ahora? ¿Cómo seguimos?
Eduardo, como es su costumbre, dijo las palabras justas para picanear las ansias de aventura: “A partir de acá los conductores son responsables únicos de sus actos”. Lo que fue interpretado algo así como “¿Que esperan seguir adelante por la XX-69?
En realidad ésta se adentraba solo unos cientos de metros en territorio chileno para regresar prontamente a nuestro país. Casi que caminaríamos por un trazo grueso del límite fronterizo. Una borrosa huella de moto más o menos seguía nuestra XX-69 y era sólo de ida, así que ó había quedado allí para siempre ó la salida existía.
La verdad que era imposible sustraerse a la tentación: el terreno confirmaba lo que habíamos visto en las satelitales y era una inmensa planicie (¿?) de arena que rodeaba al Incahuasi y a El Fraile. Serían solo unos pocos minutos por Chile, con adrenalina a full y paisajes vírgenes para volver a entrar por la silleta entre El Fraile y el Nevado y si no era posible, era cuestión de volverse.
¿Adivinen qué ocurrió?
Y si, nos tiramos a la pileta por una suave bajada de arena que nos puso a los pies del Incahuasi, pero del “otro lado”. Enseguida Hugo nos avisa por radio que tenía un ruido extraño en la transmisión y que paraba a revisar. Nos detuvimos todos esperando noticias.
Y llegaron malas noticias: el rulemán central del cardán estaba hecho pelota y así no podía seguir. Nos reagrupamos en torno a Hugo y la decisión fue ayudarlo a quitar el cardán y de ese modo pudiese regresar con tracción delantera. Aldo se arremangó y se puso manos a la obra y al cabo de un rato el cardán estaba afuera. Lo malo era que Hugo se perdía, al menos, esta parte de la travesía. Los carabineros estaban actuando a distancia….
Quedamos con Hugo que si conseguían el repuesto, reparaban se juntaban con nosotros en Cortaderas, al igual que Germán. Para Hugo era el segundo rulemán del viaje, seguía la maldición del Tape…
Los tres que quedamos seguimos por el desierto de arena que subía por una larga pendiente rumbo al Fraile, rodeando el Incahuasi. Llegamos a la parte más alta del médano infinito y allí se nos cortó el aliento: el playón de arena continuaba pero había una bajada mortal sin retorno para continuar. En realidad por los costados la pendiente era un poco menor pero de todos modos era muy dudoso que se pudiera repechar. Qué hicimos? Nos tiramos…
Allá abajo los paisajes eran fascinantes. Pasamos frente al paso de Las Lozas, donde está el hito XV-12, y tenía pinta de ser remontable así que nos tranquilizamos por un eventual reingreso y seguimos. Le empezamos a pisar la sotana a El Fraile, que desde este lado tenía un aspecto irreconocible pero majestuoso. La parte baja del arenal, una especie de cauce seco por dónde veníamos dejando nuestras huellas, se cerró y dio paso a un derrumbe de grandes piedras que parecían impasables.
Como ganas de trabajar no había (nadie tiene ganas a casi 5000 msn), nos trepamos por las laderas para esquivarlas y logramos hacerlo después de ponernos en algunas situaciones comprometidas, especialmente la Bartola, ya que si bien sacamos del medio las piedras, nos compramos unas grietas y unas inclinaciones laterales intimidantes. Nacho, guiado por Eduardo casi que se trepa arriba del Fraile para pasar, pero al final tuvo que seguir nuestros pasos.
Con esfuerzo, todos sorteamos el obstáculo. Ya estábamos a 2.5 km de reingresar a Argentina con panorama halagüeño, cuando de nuevo nos sorprendió una enorme olla con otra bajada no apta para cardíacos. Estuvimos un buen rato buscando por donde acometerla y todos dudábamos qué hacer. Por ahí sugirieron que tirara a Pampa 02, de modo que si la olla no tenía salida, por ser más liviana era más fácil de izarcon los malacates. Honestamente, me temblaba el pulso, sobre todo porque cualquier problema era en Chile y no podíamos pedir ayuda a los Carabineros.
Mientras decidíamos, Diego, con los huevos del tamaño de un sifón, se tiró abajo antes que pudiéramos opinar si era lo más razonable. Su acción heroica y demente nos simplificó el problema a Nacho y a mí, que ahora nos quedamos esperando que pudiera subir al escote entre El Fraile y el Nevado y al menos instalarnos de nuevo en la legalidad.
No parecía muy complicada la trepada del escote pero para nuestra sorpresa, la Bartola empieza a dibujar unos amplios caracoles. “Lo que debe ser la trepada, que Diego no la encaró de frente!!!” – comentamos los lejanos espectadores.
Pero sin embargo seguía trepando y trepando; no sabemos si por prudencia o para hacernos sufrir no decían nada por la radio. Al llegar arriba, ahí transmitieron y comunicaron su salida de la clandestinidad.
Entonces, no quedó otra que seguirlo. Y me tiré yo primero y enseguida detrás de mí hizo lo propio Nacho. La bajada era muy pronunciada y sin duda era no remontable, ya que el descenso era completamente enterrado hasta los ejes. Aún casi detenidos, se sentían pasar las piedras por debajo…
La trepada al escote efectivamente no era tan brava y la razón de los caracoles de Diego era que había seguido unos “caracoles” naturales que facilitaban la subida. Pampa 02 con el escape libre llenaba el ambiente con ruido tipo turismo carretera para deleite de los travesistas, alterando la tranquilidad de las montañas.
Finalmente todos llegamos arriba y volvimos a estar completamente en la Argentina, que habíamos dejado por algunos cientos de metros por un rato.
No llegamos solos al escote entre el Nevado y el Fraile. Unas tremendas nubes negras también se sumaron al grupo augurando una bruta tormenta de nieve. Unos tenues copitos empezaron a caer y derretirse de inmediato así que no podíamos distraernos en la búsqueda de la salida del laberinto de montañas y volcanes que teníamos por delante. Desde allí teníamos la opción de dirigirnos a la Vega de Piedra próxima la Ojos donde habíamos estado ayer o buscar el track que había hecho Nelson Benítez en el 2006 al tratar de aproximarse por primera vez al Ojos.
Lo avanzado de la hora y fundamentalmente la tormenta en ciernes nos hizo optar por lo que creíamos más sencillo, aunque en realidad era sólo una suposición. Buscar el track de Nelson implicaba ir bajando y era más corto, por lo que fue la variante elegida.
La XX-69 seguiría siendo la guía básica pero el terreno, lleno de escoriales, requería ajustes permanentes: algunas trepadas eran impracticables y otras veces aventurarse entre mares de lajas era temerario para las cubiertas así que con la furibunda tormenta en nuestros talones le fuimos buscando la vuelta para ir saliendo.
Una laguna, por suerte con bajo nivel de agua, nos dejó pasar por sus orillas y no quiero imaginar la complicación si hubiera tenido más agua. No había por donde pasar…
Pese a que la idea era ir bajando, eso era en promedio, ya que en el “camino” se nos cruzó un abra de 5500 m donde la tormenta casi nos tocó: había nieve recién caída. A partir de ahí una quebrada en bajada, llena de piedras pero transitable en descenso, nos puso finalmente sobre el track de Nelson: la salida estaba casi asegurada. Digo casi porque siete años en la montaña pueden cambiar bastante las cosas, pero un track relevado era mejor que nada.
Efectivamente el track era bueno y nos facilitó la salida a huellas conocidas. Sólo se nos complicó hacia el final en la zona del Ojo de las Lozas, cuando la oscuridad nos escondía, acechantes, las muchas piedras que hay en esa zona. Pero salvo eso, el regreso fue sin novedades hasta ponernos de nuevo sobre la RN 60. Le habíamos ganado la apuesta a los gendarmes…
Matías y yo, al transitar la RN60, paramos a ver el estado del refugio N°3 “Cazadero Grande”, porque luego de la experiencia en otro refugio, teníamos ganas de pasar otra noche de ese modo, aunque primeros iríamos hasta Cortaderas para cenar todos juntos. Su buen estado nos convenció y decidimos que volveríamos evitando el hotel.
Llegamos a Cortaderas, donde gracias al sistema de WiFi pudimos hablar con nuestras familias y nos dispusimos a cenar. Allí nos enteramos que finalmente Germán y Guillermo no habían podido resolver favorablemente sus problemas mecánicos y que se volvían a Buenos Aires y Mar del Plata pero que si habían podido remplazar el rodamiento roto los rosarinos y que estaban en camino hacia aquí. Quedábamos todavía cuatro chatas para intentar el acceso este a Corona del Inca.
Después de cenar, Matías y yo nos volvimos al refugio y quedamos en encontrarnos, listos para zarpar, a las 8:30 en Cortaderas.
Buenas noches y hasta mañana