CANNING, UNA GRATA SORPRESA

24 de Mayo de 2015

                Domingo a la tarde, había que bajar el locro casero típico de estas fechas, así que sólo tuve que proponerle a mi incondicional amigo Coco salir a tomar aire a alguna parte y a las dos de la tarde estábamos en marcha.

                Adonde? Iríamos viendo una vez que saliésemos a la ruta y comprobásemos el estado de los caminos de tierra afectados por las lluvias del sábado a la mañana. Parecía haber llovido más que lo que suponíamos así que para empezar elegimos asfalto y pusimos la proa hacia CANNING, una estación del ramal G3 del GCBA que curiosamente nunca habíamos visitado pese a ser vecina de Buchanan.

                RP53, RP06, mucho barro en los caminos vecinales, RP58, zona de múltiples y lujosos countries y al llegar a la traza teórica de las vías, a unos 200 metros de la estación, como que nos desorientamos: ni un vestigio de la traza, un barrio en construcción dentro de lo que sería el predio del ferrocarril, una enorme iglesia a medio construir y una plaza seca parecían haber ocupado  toda la zona.


Ubicación de la estación, cercana a la RP58, escondida entre nuevas construcciones

                 Pero la estación estaba, solo que la tenían rodeada. Sin embargo resiste estoicamente con su último jefe de estación, Don Benito García (Toto) cual capitán que se hunde con su barco. El aspecto del edificio es el de un naufragio en cámara lenta, el de un barco que se va hundiendo muy lentamente y en el que solamente queda la dignidad del capitán que en modo alguno quiere abandonarlo, aún cuando ya todos se fueron.

                Apenas nos asomamos a la estación, vimos a alguien parado en el andén y como es habitual, nos acercamos a pedir permiso para curiosear de cerca. Era Don Benito, que parecía estar esperándonos y entonces entablamos una larga e interesante charla, que más bien fue un monólogo de su parte, donde nos desgranó su vida en la estación Canning.

                Toto está aquí desde 1968, cuando fue designado Jefe de Estación, luego de un tremendo accidente que sufrió su antecesor en la playa de maniobras. Fue testigo del tráfico incesante de trenes de carga y pasajeros del Ferrocarril Belgrano; recuerda cuando  llegaban multitud de cargueros con leña y carbonilla desde la lejana Altos Hornos Zapla, para alimentar los muchos hornos de ladrillo que había en la zona.

                Nos cuenta cómo enseguida se clausuraron las estaciones de Buchanan y Canning al servicio de pasajeros y luego, al ir decreciendo el tráfico de carga, terminaron clausurando el ramal completo. El último tren circuló allá por 1993. Cuando esto pasó, a Benito todavía le faltaban cinco años para la edad de jubilación pese a tener 36 años de servicio  y en forma medio increíble lo dejaron quedarse a vivir allí mientras tuvo que ir a trabajar en una fábrica de productos químicos esperando a que pasen esos largos cinco años.

                Finalmente logró la jubilación y su vida siguió transcurriendo allí hasta hoy, viendo como todo el edificio se va deteriorando sin que pueda hacer nada ya que su jubilación mínima no le permite hacer más que los imprescindibles arreglos para poder habitarlo con cierta dignidad. Igualmente su presencia ha conseguido que la mayor parte de la cosas permanezcan allí, evitando los robos y el vandalismo. Por suerte la burocracia se ha apiadado de él y ha conseguido transformarlo sin querer en el ángel guardián de este pedazo de historia del ferrocarril, aunque no le han proporcionado medio alguno para hacerlo, solamente lo hizo con su amor y pasión por los ferrocarriles. Todo un personaje.

                No habíamos ido preparados para hacerle un reportaje detallado y registrar ordenadamente todo lo que nos contó, tal vez volvamos un día de estos para hacerlo. Vale la pena.

                Hablan que en el futuro el edificio se convertirá en un museo, sería muy bueno que Don Benito siguiera siendo el encargado, sin duda sería la parte viviente del mismo.


La estación CANNING, donde fue una playa de maniobras ahora hay una plaza


Un poco más de cerca. Deteriorado por el tiempo pero se conserva todo lo inmueble original como en pocas


Don Benito García (Toto), último Jefe de Estación CANNING, junto con mi amigo Coco


Don Benito nos cuenta de cuando se hizo cargo de la estación. Imperdible


Es muy llamativo el cactus que está al costado de la estación, que pasa largamente por sobre el techo


Según Toto, el cactus ya era enorme cuando el llegó en 1968, es decir que supera largamente los 60 años


El frente de la estación que da a la calle está feo, pero fácilmente recuperable con decisión y algo de dinero


El tanque de agua desde el punto de vista mampostería está impecable


Detalles de arquitectura del viejo edificio estilo francés, típicos del Compañía General


Pese a los años y a las filtraciones de agua, el alero todavía aguanta con su elegante cielorraso de madera


La herrería artística notable del alero del andén y la Virgen de Luján que seguramente la proteje


Andén devenido en el patio de la vivienda de Toto, que hace lo que puede


Buscando encontramos uno de los nomencladores, cuya letras metálicas guarda celosamente Toto. Colado, un Torino abandonada haciendo juego


La enorme Iglesia en construcción ubicada en el predio de la estación

                Ya estábamos más que satisfechos con la grata sorpresa que nos habíamos llevado en Canning con Toto, pero cuando nos despedimos todavía teníamos algunas horas de luz como  para pasear un poco más. Otra espina que tengo clavada es poder llegar hasta la estación Goyeneche del Ferrocarril Provincial, ubicada entre Udaondo y Berra. Hace tiempo habíamos intentando por un acceso desde el norte pero una tranquera con candado nos detuvo; mirando en Earth Google detecté otros posibles accesos y era una buena oportunidad aunque sea para verificar si eran posibles.

                En vez de volver por la RP58, tomamos por la RP52, cuyos primeros kilómetros son de asfalto y extienden la zona de barrios cerrados un poco más. Luego se convierte en un camino de tierra que se va desdibujando a medida que se acerca hasta la RP06, donde apenas es una huella. Por supuesto que empezamos a andar con un poquito de barro...

                Cruzamos la RP06 y seguimos por un Camino Real que se dirige hacia Udaondo y a San Miguel del Monte, donde a mitad de recorrido encontramos sin querer el conocido Almacén de Ramos Generales "La Fortuna", impecable edificación del año 1935. A partir de acá había llovido un poco más, lo suficiente para poder andar sin problemas pero embarrando toda la chata. Tuvimos que andar más despacio y antes de llegar a la RP215 casi nos pilló la noche donde encontramos los dos potenciales accesos a Goyeneche pero ambos tenían candados, así que agotadas las opciones, no quedará otra que hacer guardia en una de las tranqueras a ver si algunos de los que acceden se apiade y nos conceda el permiso. Alguna vez entraré a Goyeneche...


Ruta Provincial 52, versión asfaltada cerca de Canning y versión huella cerca de la RP06


El Camino Real después de cruzar la RP06 rumbo a Udaondo y Monte


Una tapera en el camino


Más de la oxidada y encantadora cartelería vial del Camino Real


En una de las curvas del camino apareció una destacada edificación

 
Es el Almacén de Ramos Generales "La Fortuna", una de las perdidas reliquias del interior bonaerense

 
Llegando a San Miguel del Monte, los charcos inofensivos se sucedían

Hasta la próxima !!!!!!




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