A SOMUNCURÁ POR LAS SIERRAS APAS

21 al 25 de mayo de 2010 – Fiestas del Bicentenario

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE SOMUNCURÁ

                Personalmente siempre quiero volver a la meseta de Somuncurá. Obsesión, masoquismo, adicción, fanatismo, irracionalidad..., no sé, pero lo concreto es que toda vez que me asomo por ahí y regreso a casa, mis ganas de volver se renuevan como las ramas de un árbol recién podado en primavera.

                Son curiosos los contrastes que genera Somuncurá en mi ánimo: vivo pensando EN cuando voy a ir y cuando estoy allí, al cabo de un par de horas de traqueteo, viento, soledad y silencio, no veo la hora de salir de la telaraña pegajosa que tejen todos esos elementos. Pero las ganas de huir cesan inmediatamente cuando comienzo a bajar de la meseta hacia el llano y entonces son reemplazadas por las recurrentes ganas de volver.

                No tiene una explicación clara de porqué me pasa, pero sé que no soy el único que lo siente así, del mismo modo que también sé en algunos la visita a la meseta genera el sentimiento de no volver nunca jamás. Tal vez sea que Somuncurá pone a prueba el ánimo y el temple como pocos lugares.


Foto satelital de la meseta de Somuncurá, cerca de Cona Niyeu

                Aunque no siempre te toma todas las bolillas, el programa de examen es intimidante por sí mismo: soledad, viento inclemente, aislamiento, frío extremo, infraestructura inexistente, caminos insoportables, entre otras. Con semejante temario, al que le gustan los desafíos, no hay modo de negarse.

                Generalmente, ya sea porque uno va mentalizado ó porque el bolillero es benigno, las complicaciones no son tantas, pero la adrenalina corre igual.

                No hay seismiles para escalar, los volcanes están extintos, es raro ver sus montañas nevadas, no hay lagos de belleza cordillerana, con suerte si llovió a veces hay agua en las pequeñas lagunas de sus oquedades, casi no hay árboles, casi no hay animales salvajes, casi no hay ganado, casi no hay habitantes. Sólo piedras y más piedras por todos lados y también por el camino.

                La inmensidad abruma y te aplasta, y entonces, después de sufrir y/o disfrutar esas rudas condiciones naturales, uno termina guareciéndose en uno mismo, lo cual es una inmensa oportunidad de conocerse internamente. Yo salgo de allí con mi alma y mi mente fortalecidas, satisfecho de haber pasado la prueba otra vez. Y con el cuello y los huesos a la miseria de tanto traqueteo también.

                Y entonces, cuando me alejo de la meseta resuena en mis oídos la letra de la canción de Tejada Gómez y Ariel Ramírez, un poco modificada para la zona por “la piedra que canta”: “Volveré, volveré, a esas viejas leyendas de piedra y silencio que guarda Somuncurá".

LA GÉNESIS DEL VIAJE

                Atento a los expuesto anteriormente, oportunidad que aparece, oportunidad que trato de aprovechar para volver a Somuncurá, con cualquier excusa.

                Mis amigos Carnotauros de Puerto Madryn, más precisamente Goofy y Julián, tiran la idea de ir a concluir un trabajo iniciado por ellos el año pasado consistente en abrir una nueva vía de acceso a la meseta a través de las ignotas Sierras Apas, una especie de contrafuerte sur de Somuncurá situadas ligeramente por debajo del paralelo 42, con unas alturas máximas de 1600 metros, elevándose uno 400/500 metros sobre Río Negro y unos 900/1000 por sobre Chubut. Nunca atravesadas por vehículos.

                La entrada sería por Sepaucal, último poblado con caminos marcados, luego rumbo norte atravesando las sierras y de ser exitoso el cruce, ir a El Caín; luego cruzar de oeste a este la meseta hasta el Cerro Corona, intentando su ascenso, y por último bajar por Arroyo Ventana hasta Sierra Grande. Desafiante, inédito, aventurero y ambicioso o sea perfecto.

                Rápidamente aparecieron varios interesados llegando a ser seis chatas en algún momento pero con el correr del tiempo el número se comenzó a reducir y en algún momento sólo quedamos dos. Al final terminamos siendo tres chatas y ocho personas.

                Curiosamente, los que impulsaron el viaje, Goofy y Julián no pudieron venir por problemas personales.

                Julián intentó evitar lo inevitable entregando track falsos, ya que no quería que le robásemos la gloria de abrir el camino que él originalmente había pergeñado. Lo lamento, Julián.

                En definitiva, aprovechando los feriados del Bicentenario, acordamos salir de Puerto Madryn el sábado bien temprano dedicando tres días completos a la expedición en si misma. En mi caso usaría el viernes anterior y el martes para enlace desde y hacia Buenos Aires.

LAS TRIPULACIONES

                Las participantes quedaron conformadas así, con un heterogéneo parque automotor:

  • Jeep Cherokee V8 Automática, al comando de Gastón


Jeep Gran Cherokee V8


Juan, Federico Vall (El_Fede) y  Gastón Domecq
  • Suzuki Vitara “Pampa 01”, por Pampa


Pampa 01


 Adrián Lentini y Sergio Zerega (Pampa)
  • Toyota Hilux, piloteado por Facundo


Toyota Hilux


 Federico Álvarez (Fedesamu), Marcos Bidinost y Facundo Zdravcoff (Drake Off),

                Destaco que a diferencia de otros viajes, esta vez a la mayoría de mis compañeros casi no los conocía de antemano, lo que agregaba un elemento más de desafío al viaje, aunque claro que con  antecedentes carnotauros no era para preocuparse, sino todo lo contrario. Se confirmó ampliamente.

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