DIA 10: Lunes 30 de Enero de 2006 –   CONOCIENDO EL PN PERITO MORENO

                Hoy nos dedicamos a recorrer todo lo posible dentro del Parque, aprovechando que el clima ahora nos acompaña.

                Salimos temprano a la zona norte, a la seccional El Rincón, donde se nos prometían un par de visitas a miradores y paseos a pie interesantes.  

                El camino estaba dominado por el monte San Lorenzo que con los reflejos del sol matinal originó una de las fotos más lindas del viaje.

                 Ahí me di cuenta que el tanque de nafta goteaba, aunque no para preocuparse. El ripio siempre te abre alguna herida.

                Fuimos a avisar al guardaparque que andábamos por el área y allí aproveché una fosa para hacer una precaria reparación con poxilina. Aparentemente se arregló pero el tema continuaría días después con algunas derivaciones.

                Primero fuimos al Mirador del Lago Volcán, donde desde un borde del valle del Río Lácteo (adivinen el porqué del nombre) se puede ver el lago Volcán enmarcado por unas montañas imponentes.  

                Llaman la atención unos carteles que rezan: "Cuidado los días de viento fuerte". Había bastante viento pero no era "fuerte" según el guardaparque. Cómo debe ser cuando lo es.  

                El camino de acceso es de lo más curioso, ya que discurre por una extensa planicie esteparia caracterizada por lo que llaman "pavimento desértico":  un archipiélago infinito de pequeñas islas verdes de líquenes y musgos en un mar de un blanco grisáceo material grueso, ausente de lima y arcilla, voladas por el viento de los carteles. El camino parece que lo hicieron "acomodando" las islitas. Es una rara sensación conducir por allí.

                Después fuimos al Sendero que lleva al Río Volcán, el cual demanda una hora de ida y otra de vuelta a pie. La caminata tiene su recompensa: se puede ver la desembocadura del Río Lácteo en el Lago Volcán y cómo su desagüe, el Río Volcán se abre paso a través de un angosto cañón en busca del Lago Belgrano. Los colores de las aguas son inusuales ya que están "contaminadas" por el material en suspensión de los glaciares cercanos: el celeste de estos lagos y ríos no tiene igual con ningún otro.

                Como todos los lugares del parque, enmarcados por un paisaje indescriptible de montañas nevadas y acarreos de material suelto de colores increíbles.  

                Nos volvimos al campamento para comer algo y después seguir. No intentamos el ascenso al Cerro León ya que no agregaría nada a las vistas que habíamos logrado ayer. Algo dejamos para alguna otra vez.

                Después de almorzar, nos fuimos a visitar la península del Lago Belgrano, para lo cual hay que pasar frente al casco de la estancia homónima, que no se dedica al turismo. Este lago tiene forma de herradura y el centro está unido a tierra firme por un angosto terraplén de no más de 10 metros de ancho y 300 metros de largo. Lo más curioso es que si bien es el mismo lago, el color de sus aguas es notoriamente diferente: de un lado recibe aportes glaciarios y del otro no, entonces de un lado es celeste y del otro, azul oscuro. No hicimos la vuelta de la península, sólo recorrimos el istmo. Otro lugar fascinante.  

                De ahí pusimos proa al Lago Burmeister, el único del parque que desagua al Atlántico; todos los demás pertenecen a la cuenca del Pacífico. El camino pasa frente al destacamento principal de los guardaparques y se desvía al oeste mostrando a su paso las Lagunas del Mié, santuario natural para las aves y el pintoresco valle del Río Roble, desagüe del Burmeister.  

       

                Justamente desde el punto panorámico de dicho valle, registramos la visita a la confluencia 48°S 72°W, la que había descartado de alcanzar desde el norte ya que hay que atravesar una zona intangible del parque vadeando el río, para lo que es necesario gestionar un permiso.

                Al acercarnos al Burmeister, empieza a aparecer la vegetación que hasta ahora sólo veíamos de lejos. Lengas achaparradas primero y frondosas después nos introducen en el bosque andino y nos conducen algo de una belleza impresionante, igual que el viento del oeste que habitualmente sopla impiadoso, como hoy.  

                Llegamos al lago, donde sólo hay una casa rodante del guardaparque y un espeso bosque a sus orillas, donde una serie de refugios construidos con ramas secas para guarecerse del viento, invitan al camping agreste. Toda la vegetación esta orientada hacia el este, como peinada por el viento.  

           

                Hace frío y hay mucho viento, de noche debe ser muy frío, pero el paisaje está tan bueno que dan ganar de quedarse a acampar. Es uno de esos lugares donde uno se puede encontrar a uno mismo. Me prometo que lo haré en algún próximo viaje.  

                Después de este breve paseo, no me quedan dudas que este lugar tiene de los mejores paisajes del país. Por suerte no es tan conocido y así tal vez la civilización tarde en modificarlo .........

                De vuelta en La Oriental, como estábamos cansados, fuimos a cenar a la estancia. Alí, en la sobremesa con los Lada, nos invitan a acompañarlos mañana a "El Tuco", una zona boscosa al sur del parque donde ellos van a cortar leña, ya que está prohibido hacerlo dentro del mismo. La idea era ir y quedarse una noche acampando libremente en el bosque, asado mediante.

                En principio, agradecimos pero desistimos de ir ya que hacía varios días que no teníamos comunicación con nuestros familiares y no podíamos dejar pasar mas tiempo. Saludamos y nos fuimos a acostar con la idea de salir temprano hacia Bajo Caracoles.

                Ya en la carpa me empezó a dar vuelta en la cabeza que no podía dejar pasar esa oportunidad y con Adriana pensamos que podríamos salir muy temprano hacia Gobernador Gregores (220 km) y luego encontrarlos por el camino y acompañarlos. Para hacer más rápido dejaríamos el campamento armado y el trailer aquí.        

                Me vestí y fui a rectificar la decisión, lo que los sorprendió y alegró a la vez:  la hija de Eduardo, Rocío, quería hacer sus primeras armas de campamento e ir en compañía era más divertido.

                El tema comunicación con nuestra casa se resolvió tecnológicamente: ellos tenían un teléfono satelital y nos lo prestaron para evitar el periplo a Gregores; no se les había ocurrido antes. 

                Los planetas se alineaban: iríamos a conocer lugares normalmente vedados al turismo en lo profundo de Santa Cruz, acompañados por conocedores de la zona. Si la propuesta era tan buena como la de ayer...................

                Mas fotos de nuestro viaje en el Album del  Parque Nacional Perito Moreno.

                Más información en el el sitio web de la Administracion de Parques Nacionales

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