EXPEDICIÓN HALADA: VOLCANES EN EL OESTE PAMPEANO

08 al 10 de Diciembre de 2004

PRÓLOGO

                Como ya todos saben, el Oeste Pampeano ejerce una fuerte atracción sobre mí y por lo tanto no dejo pasar oportunidad de visitarlo cada vez más profundamente.

                Los últimos tiempos, con el prócer Nestor Queralt intercambiamos gran cantidad de mails con información variada sobre la zona con el objeto de planear alguna travesía mixta de bípedos y cuadrúpedos. Eso no llevó a juntarnos a conversar y allí conocí a Pedro Gutovnik que aportó sus experiencias sobre la zona. Nos fuimos dando cuerda día a día y si no lo pudimos concretar en conjunto fue por cuestiones de fechas y obligaciones. Un amigo local, viajero como yo, Juan Pablo Monges, me terminó de aportar los datos que nos faltaban para el rompecabezas y nos abrió las puertas a algunas de las maravillas que allí se esconden.

                El fin de semana del 8 de Diciembre se me volvió fácil de “alargar” convirtiendo el viernes en “feriado”, así que en compañía de un viejo amigo, Sebastián Calvi, y de mi hijo Pablo, decidimos largarnos solos por aquellos pagos, aunque más no sea para investigar y lo publiqué en un par de foros, invitando a quien le interese a que nos acompañe.

                Mientras cargábamos los bártulos en la chata, recibo un llamado de Pedro Gutovnik, para decirme que “si arreglo todo voy con ustedes”. Genial, tal vez tendríamos a unos de los mejores acompañantes y conocedores de la zona con nosotros.


Vista general del recorrido

ENCUENTRO EN EL PARAÍSO Y UN ÁRBOL NO TAN SOLO 

                Nos encontramos en “El Paraíso” en las afueras de Santa Rosa, sobre la ruta 14, en el campo de un amigo que gentilmente nos lo facilitó, así evitamos el armado de carpas y ganábamos algo de tiempo.

 
Estancia El Paraíso


Típicos caldenes pampeanos

                El viernes tomamos la interminable ruta 14 hacia el oeste, primero de asfalto hasta Jagüel del Monte y después con pesados arenales, como es habitual, hasta Paso de los Algarrobos.



Solitaria Ruta Provincial 14

                Teníamos el dato de un viejo y naturalmente conservado almacén de campo en Árbol Solo y allá fuimos.

                Entramos a Árbol Solo y cargamos combustible en la “YPF full” del lugar y Bartolomé Álvarez, su dueño nos acompañó hasta el puesto de Mario, descendiente del dueño del viejo almacén de “Lunaclick”. Para bien o para mal está tal cual estaba el algún día del año 1974 cuando cerró y seguramente no muy diferente de algún otro de 1924 cuando lo abrieron.

                Es notable que con el paso del tiempo nadie se haya tentado con empezar a desmantelarlo pese a que seguramente sus actuales dueños podrían necesitarlo. Es un curioso caso de respeto a la memoria, no muy frecuente en nuestro país. El riesgo es que un día su estructura de adobe y chapa se rinda y no se pueda recuperar más; creo que de todos modos es preferible así.  

                Más que contarlo, hay que verlo y sentir como uno se asoma al pasado entre medio de libros contables escritos en letra gótica, almanaques de 70 años atrás, envases de marcas tradicionales hoy desaparecidas, viejos enseres de campo, etc.

 


La estación de servicio YPF full de Arbol Solo y charla de Pedro con Bartolomé, el dueño del almacén


El mostrador


El escritorio y sus libros


Viejos envases

UN TRIANGULO DE LAS BERMUDAS AUTÓCTONO

                Dejamos el “Shopping Lunaclick” y desandamos los 8 arenosos kilómetros hasta la ruta 14 y de allí nos llegamos hasta la ruta 143, cruzamos el río Salado, muy caudaloso por estos días, y entramos en el triangulo pampeano de las Bermudas, limitado por La Reforma, 25 de Mayo y Santa Isabel. Para darle un toque autóctono lo rebautizamos Triangulo de las Bombachas, que es el pantalón típico de los hombres de campo de la zona, los gauchos, en lugar de las foráneas bermudas.

                Es una vasta zona muy plana que alguna vez supo ser el cauce de la confluencia de los ríos Salado y Atuel, cuando la vecina provincia de Mendoza dejaba pasar la mayor parte del agua de ambos en vez de destinarla a riego como ahora. Hoy rara vez tiene agua, pero aún se puede apreciar claramente que se trata de una zona inundable o humedal como escuché que le dicen por aquí. Esta situación ha generado un largo conflicto entre La Pampa y Mendoza por el derecho de aguas.

 
Un nandú con sus charitos

                Desde Paso de los Algarrobos por una pretendida Ruta 104 le apuntamos hacia Puelén pero con la idea, que si la ruta 16 se extendía hacia el este y la encontrábamos, nos desviaríamos por ello en forma directa hacia la meseta basáltica donde visitaríamos la cueva de Halada y el volcán Agua Poca.

                Al pasar sobre el meridiano 37°S, nos percatamos que estábamos a apenas 9600 metros de la confluencia con el meridiano 67°W. Si bien no podíamos invertir mucho tiempo para ir a “cazarla”, al menos sacamos las fotos necesarias para informarla como visita incompleta. Un cuadradito en blanco en mi mapa personal de confluencias seguramente me recordará que alguna vez la tendré que convertir en visita exitosa.

                La “ruta” 16 apareció de acuerdo a nuestras fotos satelitales y la tomamos derecho pa´l oeste; primero discurre por la cuenca de los ríos y después sube por las bardas, donde aparecieron los primeros vestigios de actividad volcánica. No había huellas de paso reciente en casi todo el recorrido hasta el Puesto Valle Bonito, alternando monte con pesados arenales.


Río Salado y algún lugar del oeste pampeano

SUBIENDO A LA MESETA BASÁLTICA

                Así cruzamos la ruta asfaltada 151 entre 25 de Mayo y Santa Isabel y nos adentramos de lleno en la meseta, alcanzando una altura de unos 600 msnm en forma lenta y gradual.

                Los signos de vulcanismo son evidentes: negras formaciones de roca porosa aparecen por todos lados y una gruesa arena oscura se ve donde la vegetación aún no pudo progresar. El camino se vuelve muy entretenido porque necesita ser sinuoso para esquivar las macizas formaciones de los escoriales. De vez en cuando alguna pampita verde con caballos (salvajes ?) le da una nota de color ya que se asemejan a un mar verde con negros islotes.


Imágenes de la RP16

                El acceso que teníamos previsto para la Ruta de los Manantiales (Los Carrizales, Pajaritos, Buta Ranquil y Los Ramblones) tenía un tranquera que si bien no tenía candado estaba llena de carteles que sugerían no entrar, así que seguimos de largo buscando la huella que accede directamente al volcán Agua Poca y a la Cueva de Halada, unos kilómetros más al oeste.

 
Puesto Agua Poca

                Encontramos la huella, pasamos frente al Puesto Agua Poca, rodeamos el volcán a unos 3 km por su ladera este y llegamos al Puesto Redundante es decir al Puesto “El Puesto”. Allí nos recibieron muy amablemente sus moradores, encabezados por Don Felipe Gonzalez, su dueño.


La cartelería venía medio pobre...

 
Llegando al Puesto El Puesto

                Con la mateada inevitable, les contamos qué andábamos haciendo por esos lares, es decir que queríamos conocer las cuevas de Halada, escalar el volcán Agua Poca y capturar una confluencia geográfica. Vaya a saber que pensaban de nosotros ...

 
Mateando con los Gonzalez

LA CUEVA DE HALADA

                La cueva de Halada se hallaba a 1500 metros de la casa y uno de los peones nos guió hasta la entrada, perdida en el medio del monte a nivel del piso. Es algo verdaderamente curioso; según lo que leímos en un artículo tomado de la Revista Salamanca Nº10, Grupo Espeleológico Argentino, Buenos Aires, 1998, que transcribo a continuación:

  "Descripción topográfica y geológica de la caverna Halada y su entorno”

La Caverna Halada, se halla ubicada en la Provincia de La Pampa, Departamento Puelén. El nombre de esta cavidad, alude a quien supuestamente fuera su descubridor, un antiguo poblador de la zona, Don Martín Halada.

Se halla en el paraje conocido como "El Puesto", al noroeste de los puestos Buta Ranquil, Los Pajaritos  y Martín.

Su boca de entrada es visible solo desde muy cerca pues se halla al ras del suelo; es de forma circular, de 1 m de diámetro aproximadamente.  Su ingreso debe practicarse en forma vertical a través de un conducto en forma de tubo de unos 2 metros de extensión, para alcanzar el piso de la cavidad.

Esta  presenta un desarrollo horizontal con una suave pendiente hacia el interior. Las galerías son amplias hacia los laterales, con una altura promedio de 1,60 m. Posee un conducto principal que se ramifica en tres galerías secundarias de poca longitud. Variados derrumbes impiden avanzar en ellas.

Las galerías son secas y no presentan espeleotemas tales como estalactitas, estalagmitas, columnas, etc. Muchos  sitios del cavernamiento se encuentran cubiertos por depósitos detríticos basálticos y arena fina.

Las tareas de relevamiento topográfico, permitieron determinar que la longitud total es de 369,50 m, con un desnivel máximo de 10,24 m respecto a la boca de entrada. La altura máxima es de 2,20 m y su ancho máximo es de 22,90 m.



Entrando por la insólita y escondida boca de tormenta de acceso a la Cueva de Halada

                Los cuatro nos metimos en su interior, no sin algo de inquietud por lo que pudiéramos encontrar. Al cabo de un rato, tomamos confianza y broma va, broma viene, nos cansamos de sacar fotos e imaginar historias y situaciones dentro de la caverna, las que seguramente Pedro se encargará de contar en alguna oportunidad, como el es caso de los escorpiones de las 18:30, que tanto preocuparon a mi hijo. Es una sensación única estar en semejante recinto subterráneo natural.

            El primer objetivo del viaje lo habíamos cumplido. El peón que nos acompañaba no quiso entrar.


Adentro de la increíble Cueva de Halada

 LA CONFLUENCIA INCOMPLETA Y UN CHIVO DE AQUELLOS

                De vuelta en el Puesto El Puesto, les pedimos permiso para acampar allí y le compramos un chivo a la parrilla para compartirlo por la noche con ellos. Dejamos a Jorge, el peón que nos guió hasta la cueva, encargado de cocinarlo y nosotros aprovechamos para intentar capturar la confluencia 37°S 68°W que estaba a menos de 10 km del puesto.

                Desandamos el sendero que nos trajo hasta aquí y mientras Pedro se encargó de visitar el ojo de agua de Agua Poca y fotografiar la caballada, nosotros, con la Vitara nos adentramos en el monte achicando la distancia a la confluencia a 3,2 km.


En algún lugar está la confluencia 37°S 68°O

                La cercanía del atardecer y el recuerdo del chivo a la parrilla nos hicieron desistir de alcanzarla caminando, ya que el regreso sería nocturno y corríamos el riesgo de no encontrar la huella por la que llegamos y de estropear cubiertas por no detectar filosos obstáculos. Además podíamos perdernos el chivo. Alguna vez volveré para capturarla, después sólo se trata de una excusa para viajar. Igual la publicaríamos como incompleta.

                Otra vez en El Puesto, el chivo y dos piches nos estaban esperando listos para ser degustados, lo que hicimos con voracidad y por supuesto regados con un buen vino, que siempre llevo en la chata para estas ocasiones. Don Felipe Gonzalez y familia lo merecían.


Que chivo nos comimos!

                Después de cenar armamos el iglú debajo de los árboles y Pedro abrió su dormitorio en planta alta unos metros más lejos. Nos acostamos y nos dormimos como troncos hasta la mañana siguiente pese a que las vacas estaban bastante conversadoras.

 EL ASALTO DESINFLADO AL AGUA POCA


Volcán Agua Poca

                Temprano en la mañana, salimos con la intención de escalar el volcán Agua Poca con las chatas; según don Earth Google, una línea de relevamiento símico debía llevarnos directo a la base del mismo. Sin embargo desde la huella que ya habíamos transitado no encontramos vestigios de la misma, pese a que sí hallamos un caño a modo de estaca en la posición estimada del arranque de la sísmica. No habiendo camino que seguir, decidimos crearlo, así que buscamos lo que nos pareció mejor y empezamos a andar a campo traviesa, esquivando filosos alpatacos y troncos quemados de jarillas.

                Avanzamos casi dos kilómetros y una cerrada formación de alpatacos nos cerró el paso.


Camino al Agua Poca

                Empezamos a practicar rodeos y cada vez estábamos más cerca pero siempre aparecían los celosos y filosos guardianes vegetales del volcán. Al ponernos a 600 metros frente a un nuevo obstáculo insalvable para las chatas, Sebastián intentó llegar caminando y mientras buscaba por dónde, encontró la línea sísmica apenas visible entre la vegetación.

 
Hasta acá llegamos

                Nos volvimos a buscarla pero al llegar a ella, pinchamos un neumático cada uno. Ahora el problema era Pedro que tenía un solo auxilio. Con todo el dolor del alma abortamos el acercamiento, ya que no tenía sentido seguir avanzando con el riesgo de quedarnos sin auxilio en un lugar tan aislado.

                Ser prudentes nos daba excusa para volver alguna otra vez y de paso traer a los bípedos de Néstor por aquí. Mientras cambiábamos las cubiertas, en un llamativo arbusto alineado con la sísmica, coloqué mi primer “geocaché” para que algún otro lo venga a buscar, iniciando una nueva actividad geográfica relacionada con los GPS ( ver www.geocaching.com).

                El regreso lo hicimos por la sísmica y resulto muy sencillo y seguro, ya que si bien la vegetación casi la cubrió completamente, los alpatacos no tenían tamaño inquietante. Efectivamente, la sísmica no es visible desde el camino de acceso, pero ahora tenemos el track para acercarnos rápidamente. Sin duda que este volcán merece algunas chatas y/o motos en el interior de su cráter. Será una foto inolvidable.

 REMONTANDO HACIA EL NORTE HACIA CHOS MALAL PAMPEANO

                Siendo mediodía del sábado decidimos continuar hacia el norte con destino Chos Malal y La Humada. Después del puesto El Puesto (sigue la redundancia) tomamos unos senderos que varías veces se bifurcan con dirección norte. La geografía es variada: por momentos se circula por la meseta basáltica y sus escoriales, en otros por pesados arenales, en otros por huella que discurren por el monte espeso. Siempre con los altos volcanes de La Payunia vigilando nuestro paso.


Huellas en el oeste pampeano

                De repente, una formación de granito rosado aparece mágicamente frente a nosotros: estamos en el extraño paraje de Chos Malal donde además hay un salitral y un disperso asentamiento humano de origen indígena. También hay una escuela y un comedor-albergue provincial.



Curiosas afloramientos en el Chos Malal pampeano

                                Allí encontramos una comisión de topografía de la provincia haciendo relevamientos y ahí Pedro recabó datos suficientes para retomar sus investigaciones relacionados con los meridianos Quinto y Décimo, que a inicios del siglo pasado definieron los actuales límites provinciales.  Pedro sugirió ir a medir “in situ” la posición del meridiano que divide a La Pampa de Mendoza, donde muere la ruta 14 y nos pareció buena idea.


Inesperado encuentro con una Comisión de Topografía

                Los cálculos de consumo daban que el combustible nos alcanzaría para llegar a La Humada desde Mendoza si las huellas que suponíamos existían. Seguimos un poco al norte, cruzamos las tranqueras del Puesto Las Rozillas y al llegar a la ruta 14 doblamos hacia el oeste. Ésta es un anchísimo cortafuego que no discurre paralelo a los paralelos; seguro algún error topográfico cuando se trazó. Al llegar al límite interprovincial, vemos que se materializa en un alambrado y se cruza de provincia abriendo una tranquera.


Exactamente sobre el meridiano X, límite con Mendoza

                 A partir de allí el “camino” es una muy poco transitada, sinuosa y por ende divertida huella en el monte mendocino. El puesto El Piquinal aparece en el medio de la nada y preguntamos al puestero por donde nos conviene ir. Nos dice que hay una huella que sale hacia el noreste que nos lleva directamente a La Humada y le hacemos caso.


Puesto El Piquinal, en Mendoza

                Continua divertido porque es bastante sinuoso y agreste, atraviesa un par de salitrales secos y en un momento se convierte, de acuerdo a nuestras mediciones del GPS en un “camino del meridiano”.

                El puesto La Amarga nos sorprende con una colorida mata de tunas florecidas. El puestero, don Washington Saravia nos confirma que el límite era el camino que recorrimos y que volvemos a estar en La Pampa.


Puesto la Amarga

                Seguimos por una huella que bordea la laguna La Amarga, donde me tiento y me doy una vuelta en el barrito rosado que muestra en sus orillas. No me encaje de casualidad.


Jugando en un salitral

                Al cabo de 30 km entramos a La Humada , donde reponemos combustible y reparamos todas las cubiertas pinchadas. Es sábado por la tarde. Al menos para nosotros es hora de poner rumbo a Buenos Aires, ya que si Sebastián no llegaba antes de las tres de la tarde del domingo para asistir a la fiesta de fin de curso de su hija, me lo tengo que llevar a vivir a casa, según me sentenció Gabriela, su esposa. No voy a correr riesgos: otro integrante más en mi casa me va a terminar haciendo que me echen a mí. Pedro tenía más tiempo y decide quedarse: iría a conocer Agua de Torres, donde nace el acueducto que alimenta a La Humada y regresaría lentamente el día siguiente.

EPILOGO

                Nosotros pasamos a saludar a mi amigo, Don Juan Pagano, el simpático intendente de La Humada y luego nos largamos vía Santa Isabel a Santa Rosa, donde arribamos a medianoche. Como la noche estaba muy buena y éramos dos para manejar, continuamos directamente hacia Buenos Aires y las 8 de la mañana cada uno estaba en su casa.

                Fueron 2270 kilómetros en dos días y medio inolvidables. No tuvimos que hacer ninguna proeza de manejo, ni necesitamos extremar las prestaciones de las chatas, pero anduvimos por zonas aisladas, que seguramente muy pocos conocen y que encierran bellezas difíciles de encontrar. En otros países menos dotados que el nuestro serían atracciones turísticas masivas: aquí son sólo ignotos rincones que ni figuran en los mapas.  

                Conocí a un compañero de viaje entrañable como Pedro, que además es un libro abierto.      Seguramente volveremos y entiendo que esta vez Néstor y sus bípedos vendrán con nosotros (hoy, en 2020, todavía nunca volvimos con él...).

Pampa
Dicembre 2005

 

LO DEL PAMPA