Agarré la mochila con un par de botellas de agua y bajo el sol abrasador me voy en busca de la confluencia. El monte cerrado y el pasto no sólo dificultan el paso sino que me hacen extremar los cuidados por eventual aparición de víboras, sobre todo porque estoy solo. Después de largos 20 minutos alcanzo el círculo mágico de los 100 metros de diámetro, el terreno se limpia y consigo clavar todos los ceros con exactitud. Misión cumplida. La 30°S 64°O ya era mía.
Armo una pequeña pirca para señalar el sitio, saco las fotos de práctica y me retiro presuroso, disfrutando el éxito y el paisaje serrano. Son más de las cuatro de la tarde y en vez de estar más cerca de casa, me había alejado todo lo posible.
Desando el camino a Cerros Colorados y Santa Helena, aprovechando para sacar fotos con el sol favorable. La fugaz visita a la zona fue ampliamente satisfactoria. Es zona para volver con más tiempo en paseo familiar.
Al llegar a Santa Helena, la duda de qué hacer. Para variar me propongo volver visitando más confluencias a la pasada. Con ese criterio me toca la 31°S 63°O cercana a La Para. Le pido al GPS “ruta más corta” y allá voy, por muy polvorientos y solitarios caminos de tierra que rodean la laguna Mar Chiquita.
Paso por pueblos de nombres “raros” a la vera de un ferrocarril clausurado con las vías oxidadas pero listas para recibir un tren: Sebastian Elcano, Las Arrías, La Posta y Obispo Trejo.
En Sebastian Elcano (que tendrá que ver el marino portugués con esta árida zona?), mientras saco fotos de la estación ferroviaria, una chata de la Policía se acerca y me piden no muy amablemente documentos y me preguntan que ando haciendo por acá.
Quien corno podría venir a pasear por estos páramos? El Pampa, por supuesto. Explico que colecciono fotos ferroviarias y se quedan tranquilos, creo. Al menos no me detienen…
Salgo al asfalto en Obispo Trejo con el atardecer corriéndome. En La Para cargo combustible y veo que la 31°S 63°O está al sur del pueblo, pero el GPS no muestra caminos. Recuerdo haber leído que el “descubridor” llegó con un auto de calle, así que me largo a buscar por dónde en el sur del pueblo. Elijo una opción por el oeste que parece acercarse pero al cabo de unos kilómetros empieza a alejarse en forma irreversible mientras el GPS me anuncia que anocheció, cambiando de color.
Tengo pocos minutos de luz para llegar. Me vuelvo y encuentro la variante este y viajo a toda velocidad. Cruzo el río Suquía y el camino me pone a sólo 250 metros de la confluencia, enfrente a una tranquera abierta que lleva a una casa y unos galpones. Me meto y estaciono frente a la casa a 70 metros de la confluencia.
Listo, pido permiso y caso cerrado. Nadie aparece. Otra vez sopa?
Pero esta vez, la poca luz no me dejó dudar. Dejé la llave puesta y la chata abierta para mostrar buena voluntad y me fui a buscar el punto exacto, el cual logré con facilidad y precisión . Saqué las fotos y volví a la chata. No apareció nadie y me fui silbando bajito a la confluencia 31°S 63°O.
Ya era de noche y como no tenía planes seguí confiándome al GPS en modo “camino más corto”. Adonde? A la próxima confluencia, la 31°S 62°O. Obviamente no iba a capturarla de noche, pero me arrimaría lo más que pueda para ir a buscarla a la mañana bien temprano. El GPS me mandó por caminos rurales fuera de uso y después de algunas idas y vueltas termine saliendo a la RP 17 cerca de Marull.
Adonde iba a dormir?: tenía mi carpa y demás elementos de campamento, así que iba a buscar algún lugar adecuado para acampar. Como estaba cerca de la laguna Mar Chiquita supuse que habría campings, así que consulté el GPS y efectivamente había varios en Miramar, uno de ellos cerca del mítico Hotel Viena, el de los nazi alemanes que inundó la laguna. Hacia allí me dirigí, dejando la RP 17 en Balnearia y después de atravesar el centro de Miramar llegué al mismísimo hotel que está un poco en las afueras.
Apenas pude sacar algunas fotos porque estaba muy oscuro y enseguida encontré el camping “Los Sanavirones” donde por económicos 13$, armé mi carpa y me calenté una frugal cena.
Cuando avisé en casa por dónde andaba no podían creer que estaba en Miramar. Me tienen una paciencia….
Me fijé que amanecía a eso de las 6:00 así que puse la alarma del celular a las 5:00 para tratar de estar con la primera luz del día en la 31°S 62°O, a escasos 50 km de allí.
Me desperté tal lo previsto y rápidamente ensillé y partí, siempre guiado por el GPS en modo “camino más corto”. Obviamente me sacó por caminos de tierra que acortaban el recorrido, pero desafortunadamente en esta zona los mapas de Mapear son muy pobres e inexactos. Conclusión: varias veces me encontré con caminos que no iban a ningún lado y tuve que retroceder.
Al final pude volver a salir a la RP 17, donde me llamó la atención la enorme cantidad de pájaros que se cruzaban en bandadas sobre la ruta obligándome a bajar la velocidad bastante.
Me detuve fugazmente en la estación ferroviaria de La Paquita que me llamó la atención por llamarse diferente al poblado: Presidente Figueroa Alcorta, lo cual es poco común.
Al llegar a la RP 1, doblé hacia el sur, ya cerca de la confluencia. De nuevo la escasez de caminos en el GPS complicó el acceso llevándome por intransitadas huellas rurales con los pastos muy altos en algunos tramos.
Finalmente encontré un camino sobre el paralelo 31 que me dejó a sólo 40 metros de la confluencia separado por un alambrado. El punto esta ahora sobre un campo recién cosechado. A las 6:43 del domingo ya había atrapado una confluencia más.
Por el camino, que era inexistente para el GPS, salí derecho a la ruta, costeando el Cementerio y entré a Porteña a reponer combustible. De paso, la estación ferroviaria devenida en museo, me atrajo para tomar unas lindas fotos.
En franco regreso a Buenos Aires me propuse atrapar una más y apunté ahora a 32°S 62°O, en la provincia de Santa Fe, al sur de San Francisco.
Como la sequía de caminos en el GPS se mantenía, consulte los mapas del ACA y observe unas vías que cortaban en diagonal hacia la confluencia desde San Francisco: siempre hay caminos al costado de las vías, así que me mandé a ciegas desde Frontera (Santa Fe) hacia Esmeralda, “Fuera de carretera” según Mapear. Sabia decisión, no sólo existía el camino sino que estaba tan bueno que llegué a andar a más de 100 km/h en algunos tramos. Paré en Esmeralda a sacar alguna foto de la estación y del ramal de trocha angosta que parece ver circular trenes a juzgar por las vías brillantes.
El GPS cobró vida y empezó a marcarme caminos y los seguí. La distancia se reducía rápidamente circulando por huellas de poco tránsito con rumbo sur. A 15 km de la confluencia, a la latitud de la ciudad de Sastre, un canal artificial se metió en la única huella que iba al sur y tuve que alejarme muchos km del objetivo, llevándome a Sastre y luego a San Jorge por asfalto, donde como buen “insistidor” volví a la tierra, zigzagueando entre cuadros de campos sembrados.
Finalmente un camino rural me puso frente a una tranquera con candado a 250 metros de la confluencia 32°S 62°O. Abusando de la buena suerte de los casos anteriores me metí sin dudar en un campo con trigo bastante alto y caminé hacia el punto rogando que desde la casa nadie se preocupara por mí. Caminé por los surcos sin dañar las hermosas plantitas y rápidamente clavé la cuarta y última confluencia del viaje. Nadie apareció.
Ahora sí era hora de volver a casa. La Pampa 02 y yo nos habíamos reconciliado.
Hasta la próxima
Pampa
Agosto 2011