CAMINOS Y HUELLITAS PUNTANAS
15 al 17 de Julio de 2011
Como suele ocurrir las avanzadas que realizan los motoqueros derivan en apasionantes travesías para chatas.
El relato que Néstor Queralt posteó titulado "Sacando del olvido un antiguo camino puntano" dejó tirado el guante de ir a probar si se podía reabrir para el tránsito de camionetas. No se podía dejar ese guante tirado así nomás y entonces le propuse a Tonga ir a levantarlo cuanto antes. Un insólito feriado de la empresa donde trabajo me dejo servido el viernes 15 para hacer el viaje y después de unas cuantas idas y vueltas, quedamos en ir dos chatas de Rosario (Tonga y Tape), una de Rio IV (Gustavo LU2HC) y yo. Cuando se enteró Queralt del proyecto se sumó en su moto para atestiguar.
No sabíamos de las dificultades y el tiempo que nos demandaría, la única certeza es que tendríamos que ir ahorrando para comprar Autopolish a granel, ya que las FOTOS mostraban arbustos espinosos que se habían comido gran parte del ancho del camino.
Por las dudas que no fuera tan complicado y nos sobrase tiempo, tiramos unos cuantos tracks mirando el Earth Google para tener material para investigar un poco más la zona, que está bastante poco visitada.
Al final hubo algunos pequeños ajustes en el equipo, ya que se bajó Gustavo por problemas familiares y se sumó Kevin en un cuatriciclo; el equipo entonces quedó así:
Tonga con Bernie en la Montero IO
Tape con Gabriel en la Toyotape
Pampa con Néstor Sheen en la Pampa 02
Kevin en un cuatri Suzuki
Néstor Queralt en la Suzuki 400
Por las dudas llevamos de todo: motosierra, machetes, serruchos, planchas y fundamentalmente tapones para los oídos para evitar cierto ruido agudo que hacen las espinas al recorrer los laterales de la carrocería. También llevamos bidones por los problemas de escasez de combustible.
Quedamos en encontrarnos por la noche del viernes en el bonito Hotel del Dique La Huertita, en las afueras de Libertador General San Martín, un pueblo cuyo nombre es más largo que sus calles.
VIERNES 15: ENLACE HASTA LA HUERTITA:
Al pasar por Rio IV a saludar a Gustavo recibimos enormes muestras de hospitalidad de su parte del Grupo Imperio 4x4, que a toda costa nos querían demorar para compartir un cordero. Con todo el dolor del alma decidimos no aceptar para poder estar temprano en el teatro de operaciones. Ya habrá oportunidad. Dejamos un bidón lleno de 30 litros de nafta en casa de Gustavo por si a la vuelta teníamos problemas para reponer. Hasta aquí, con el cuidado de ir reponiendo cada 200 km no habíamos tenido problemas.
Al pasar por La Toma querer hacer lo mismo encontramos una cola como de dos cuadras y desistimos, lo que me ponía al borde de lo necesario para los recorridos previstos pero no tenía alternativa, así que a lo sumo alguno me remolcaría un poco sobre el final.
Antes de medianoche estábamos todos en el Hotel donde pudimos compartir la cena. En la sobremesa el encargado nos tiró el dato de un camino recién abierto al frente del dique para una explotación de uranio que conduce a una zona muy interesante. Ya teníamos algo más. Nos fuimos a dormir apurados para encarar la Cuesta del Chaguaral a primera luz del día.
Nos levantamos temprano y con el amanecer, que es bastante tardío, nos pusimos en marcha. El clima estaba espectacular: cielo despejado y ni mucho frío, sin viento.
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SÁBADO 16: LA CUESTA DEL CHAGUARAL Y LA PUERTA DEL SOL
Breve escala en el pueblo de Libertador General San martín para comprar algo para las picadas, nos permitió apreciar la tranquilidad y la prolijidad del mismo, algo bastante común en esta provincia.
Luego tomamos la RP2 hacia el norte, que es la que reemplazó al camino que pretendíamos reabrir. La traza es muy pintoresca y ya nos iba dando una semblanza de lo que sería nuestro día en la zona. Vimos algunos desvíos interesantes, como el que va a la Mina Los Piquillines.
La sierra de San Luis se termina abruptamente y comienza la llanura. La RP5 que corre este-oeste parece una línea que hubieran trazado para decir “hasta acá montañas”. No hay transición suave, terminan las sierras, empieza lo llano. Doblamos hacia el este a buscar el puesto donde pedir a su morador don “Dido” Castro la autorización para ingresar a su campo y recorrer la mítica “Cuesta del Chaguaral”.
Por supuesto que nos atendió muy amablemente y nos concedió el permiso con la sola condición que fuéramos cuidadosos, cerrando tranqueras sin molestar a los animales. Incluso no tuvo problemas cuando le dijimos que tal vez debamos desarmar un pircado para pasar las chatas. De paso nos contó un poco de la historia de ese camino de principios de siglo cuando lo transitaban mulares de veras, no humanos con cabeza dura como mulas, como ocurriría en unas horas…
A los que vengan después que nosotros, les pido encarecidamente que “pierdan” un poco de tiempo pasando a pedir permiso y charlar un rato. Además que es un placer charlar con los paisanos, tenemos que conseguir que la tranquera siempre esté abierta…
Le dejamos un par de botellitas de vino como agradecimiento (no nos pidió nada) y nos volvimos a la ruta a buscar la cimbra (rústica tranquerita de palos y alambre) que nos marcaba el inicio del track de la Cuesta del Chaguaral.
La tranquerita aparentemente no conduce a ninguna parte ya que no hay una huella visible. Parece que sólo es para meterse en el monte a atravesar espinillos y alpatacos, lo que nos mostraba cómo serían las próximas horas.
Siguiendo el track en el GPS, apareció tenuemente la huella y no mucho más adelante el pie de la cuesta, prometedora, por cierto.
Prometedora para el manejo ya que se la ve empinada, con muchas piedras y curvas cerradas; aún más prometedora para los chapistas ya que los espinosos parecían los cepillos de los lavaderos automáticos, aunque un poco menos suaves.
Uno a uno, encabezados por Néstor con la moto, seguido de la Pampa 02 la encaramos sin contemplaciones para la pintura. Como bien dijo Néstor, el trazado es una joyita vial: pese a los muchísimos años sin tránsito y sin mantenimiento el piso está razonablemente bien y el guardarail de piedras del lado del precipicio esta casi intacto en todo su recorrido. La música del autoestéreo es tapada por el agudo sonido de las espinas y arbustos rozando las chatas. Es inexplicable, pero así es la pasión por estas cosas.
Habíamos traído de todo para desmalezar y había que usarlo, así en un momento de la cuesta donde se había cerrado un poco más, pelamos la motosierra, los serruchos y los machetes y la dejamos un poco mejor. Igual ya era tarde.
Es increíble la vista que hay desde la cuesta de los llanos al norte de las sierras y más increíble aún que estando tan cerca de la ruta, la trepada ni siquiera se intuya. La vegetación a lo largo de los años hizo su perfecto trabajo de camuflaje.
Llegamos arriba a unos 800 msnm bajo un cielo espectacularmente limpio y poco más adelante apareció el primer cerco de piedra con tranquera angosta.
Cómo íbamos adelante empezamos a ver como traspasarlo desarmándolo para luego volver a armarlo. Por suerte a unos 50 metros vimos algo “raro” y resultó que parte del pircado ya había sido removido y reemplazado por un cerrado cerco de arbustos secos, prolijamente apilados. Por ahí era más fácil, así que procedimos a cruzarlo, no sin antes dejar bien marcadas las huellas hasta la tranquerita y dejar bien borrado y tapizado de grandes piedras y arbustos el desvío a la puerta mágica, la que rearmamos prolijamente para ocultarla.
Yo había estado amenazando que tenía un método especial para cruzar los pircados, sin revelarlo, así que seguimos la broma. Estacioné de cola la chata del otro lado de la tranquerita y nos quedamos esperando al resto como si hubiera pasado directamente.
Por la radio los toreamos diciendo que sin desarmar el Pampa la había cruzado limpita, sin tocarla. El método había funcionado.
Cuando llegaron quedaron perplejos por un rato, porque era evidente que no habíamos tenido tiempo de desarmar el pircado y reconstruirlo. La puerta mágica no se veía y habíamos borrado las huellas así que no entendían nada.
Empezaron a revisar por todos lados y finalmente la encontraron pero cómo nos divertimos esos minutos…
Hasta acá lo que habíamos visto y leído en el relato de Néstor era lo esperado pero nos faltaba la “bajada de terror” que no tenía FOTOS.
Y era de terror nomás. Pendiente pronunciada, larga, muy lavada por el agua, dejaba al descubierto grietas y grandes piedras, además del festoneo espinoso y algún que otro arbolito en el medio. Bajamos a pie a inspeccionar y vimos que con un poco de trabajo era posible, así que la cuadrilla vial y forestal se puso manos a la obra y acondicionamos unos 200 metros de camino. Un niño lugareño en un burro apareció subiendo y no entendía que pasaba ahí. Posiblemente con su edad nunca había visto un vehículo por ahí. Iba a hablar por teléfono buscando señal en la cima de la sierras. Nos deseó suerte.
Y me tiré con la Pampa 02, guiado magistralmente por mi copiloto Néstor Sheen y acompañado por la curiosidad de Queralt que se subió a la chata. La reductora superbaja se lució, haciendo muy fácil lo que era realmente difícil. No toqué abajo en ningún lado.
Tape después y Tonga también la negociaron sin problemas y finalmente nos agrupamos al pie de la Cuesta para festejar el logro.