ENLACE 2962 A PINTO
Nadie apareció y retomamos el track hacia la próxima, que ahora casi pasaba por el casco de “El Colorado”. Por suerte en realidad entramos por la puerta trasera; si lo hubiéramos hecho al revés tendríamos que haber ido a pedir permiso ya que atravesamos la tranquera principal. A diferencia de nuestro ingreso, este acceso estaba bastante embarrado y las zanjas de los laterales obligaban a conducir con cuidado.
Al salir de nuevo a la RN98, aparecieron las tres opciones planeadas y decidimos encarar por la más corta, debido a la sed de barrear. Tomamos un camino rural antes de llegar a BANDERA, muy patinoso y embarrado que en LOS TABLEROS cruzaría con la ruta a MALBRÁN, empalmando con otra “ruta” hacia PINTO. En el GPS sólo se veía la ruta 43 BANDERA-MALBRÁN y algunas otras que en la realidad no existían, aunque tenían número de ruta y todo. Los campos hasta ahora eran sembradíos de soja donde alguna vez supo haber monte.
Hugo tomó la punta y en uno de los tantos pozos y huellones perdió una de las “orejas” de su Toyota Mickey Mouse y por suerte veníamos atrás para encontrarla (Aclaro: las orejas son las ruedas de auxilios sobre la jaula antivuelco).
Antes cruzar el río Salado el camino se hizo muy complicado por el barro y el abovedado y algunos se cayeron en las cunetas requiriendo en algunos casos el uso de malacates para zafar. Era como “chorizo en fuente loza”.
Una parada a comer algo enfrente de una estancia arbolada y algunos lugareños que se acercaron a ver que cuerno hacíamos por allí.
Luego seguimos adelante cruzando el río Salado, aunque el camino se puso bueno ya que estaba enripiado hasta llegar a PINTO.
ENLACE DESDE PINTO A 2963
De nuevo aparecieron las opciones y elegimos la más corta, que era seguir la traza del Canal MIQUILO-PINTO, por el sur de la confluencia. este canal desvía agua desde el río Utis a la localidad de PINTO y sus alrededores. La opción norte era un poco más larga, pero con algo de asfalto vía CASARES y con menos kilómetros de barro, pero la sed de aventura pudo más.
Costó encontrar la punta del ovillo, perdiendo valioso tiempo, debido a que la traza del ferrocarril no nos dejó ver enseguida el camino y encima cuando lo encontramos Pablo se cayó en una cuneta lateral y tardamos bastante en sacarlo.
El camino estaba bastante pesado pero milagrosamente un tractor había pasado antes que nosotros y nos facilitó la tarea. Todo venía bien hasta que el track se metió a través de una tranquera cerrada y tuvimos que empezar a inventar. Seguimos derecho al oeste por una bifurcación que en forma sesgada nos acercaba igual a la 29°S 63°O. Un poco antes del paralelo 63 doblamos hacia el norte y al cabo de unos kilómetros volvimos a encontrar nuestro track teórico, que venía siguiendo el canal.
El canal ahora teníamos que volver a cruzarlo y resulta que ofrecía un precario de durmientes a medio atar que tableteaban como las teclas de un piano. En una de las pasadas uno de los durmientes se nos fue al agua…
Allí nos pareció ver una huella por su lado norte que debía ser nuestro track imaginado en Earth Google y en forma entusiasta la encaramos.El entusiasmo nos hizo perder de vista que la huella se fue convirtiendo en un huella de herradura que se iba metiendo más y más en espesa vegetación. Como los espejos no cedían al paso de la misma, concluimos que era vegetación “amigable” (¿?) y tozudamente seguimos con arbustos del alto de las chatas, hasta que la incauta dueña de la SW4 nuevita le agarró un “panic attack” y cortamos el avance: si seguíamos la dejaba lista para pintar…..
Estábamos a 8 kilómetros de la confluencia pero realmente era más para un “bulldozer” que para chatas. El lugar era increíble ya que estábamos metido en el medio de la selva al lado de un canal con mucha agua, así que los pájaros y el bicherío era infernal.
Volvimos al puente y seguimos hacia el norte a buscar el track descartado por “largo” (el que entraba desde CASARES), que a esta altura del partido hubiera sido indudablemente más rápido, pero no nos habríamos metido a costear el canal y a rayar las chatas.
Este track norte nos fue arrimando a la confluencia que a priori era la más difícil, porque las fotos satelitales la ubicaban a más de 2 kilómetros de las huellas sobre monte inaccesible.
Nos metimos en una estancia con tranquera abierta y los primeros encontraron una huella no relevada que iba derechito a la confluencia. Los últimos fuimos atajados por un puestero, Jesús, que bastante enojado porque no le habíamos pedido permiso para ingresar, nos pidió que no nos metiéramos porque arruinábamos los caminos y que el patrón se iba a molestar con él. Tenía razón pero la verdad que no habíamos visto el puesto. Avisamos por radio a los demás que se volvieran (aunque Tonga y Flopy ya habían alcanzado la confluencia) y nos la ingeniamos para hacer las paces con Jesús, mérito de Pablo Anastasio.
Al final nos dijo que si salíamos del campo y hacíamos unos 500 metros sobre un camino vecinal, podríamos ir caminando por un cortafuego hasta la zona de la confluencia y que en ese caso nos dejaba pasar.
Eso hicimos y los 500 metros fueron en realidad 1000 y el cortafuego estaba un poco desalineado, pero se podía acceder. La adicción a las confluencias hizo que todos quisieran caminar los casi 2 kilómetros que nos separaban pese a que ya teníamos pruebas de la captura. Nadie quería nada de regalo pese a la fugaz visita previa de Tonga y Flopy.