PRÓLOGO
Curiosamente esta travesía nació en la misma latitud 29, aunque mucho más al oeste y mucho más alto. En la oportunidad que nos fuimos al Cuerno, el premio consuelo de aquella expedición con objetivo frustrado fue visitar la confluencia 29°S 69°O. Para muchos de los que participaron fue su primera vez y como suele ocurrir, alguno le sintió el gustito y se pasó al bando de los locos cazadores de quimeras.
Hugo Perret quedó enganchado con el tema y en la primera de cambio se mandó a capturar dos vírgenes en el Chaco, lo cual lejos de aplacar su sed de captura, lo único que logró fue que se quedara con más ganas.
Así, sobre el fin del año, Hugo nos tiró la idea de armar un viaje a capturar cuatro invictas en el paralelo 29, lo cual sonaba muy atractivo excepto porque ir a Santiago del Estero en verano sólo se le puede ocurrir a trastornados de cierta gravedad.
Pero como el stock de trastornados es muy alto, en pocos días se conformó un grupo de cinco vehículos y once personas dispuestas a disfrutar el calor, la humedad, el polvo, el barro, las espinas, los insectos y las alimañas del monte santiagueño.
Dos de Bahía Blanca, un servidor desde Buenos Aires y ocho rosarinos “confluimos” para la loca aventura de recorrer en un fin de semana más 2000 kilómetros (algunos más de 3500…) para capturar cuatro confluencias vírgenes del paralelo 29 entre los meridianos 62 y 65.
LOS PARTICIPANTES Y LAS CHATAS
La zona es “free of maps”, es decir que los mapas de GPS tradicionales (Mapear, Conosur, Viajeros) solo muestran hermosas áreas en blanco con muy pocas huellas, la mayoría inconexas. Las fotos satelitales de Earth Google muestran zonas de monte espeso con muchos riachos y algunas huellas de dudosa transitabilidad. Los viejos mapas del IGM muestran algunas huellas que no siempre coinciden con las del Earth Google.
Entre las fiestas de fin de año armamos nuestra propia cartografía para atravesar más de 300 km en línea recta enlazando las cuatro confluencias. Suponiendo que siempre pudiéramos usar las aproximaciones y enlaces más cortos, de movida, de una punta a la otra, teníamos alrededor de 550 km, la mayoría de tierra. Y con pronóstico de lluvias…
El viernes 7 por la tardecita los forasteros caímos por Rosario, donde nos esperaba el grueso del grupo. Durante una improvisada cena con pizzas y cervezas en la casa de Pablo Di Lorenzo (Flopy), nos vimos las caras muchos por primera vez y acordamos arrancar a las 5 de la mañana del sábado.
En mi caso esta vez iría de copiloto, dejando la Pampa 01 en casa de Pablo, ya que su nuevo look urbano le imposibilita bajarse mucho del asfalto y menos embarrarse hasta los zócalos, aunque ganas no me faltaban.
A las cinco en punto de la mañana del sábado, el grupo estaba listo para salir en Circunvalación y Autopista a Santa Fe, con cielo nublado y caluroso, preanunciando lo que vendría.
Largo enlace de 488 km hasta TOSTADO, eludiendo la peligrosa RP34 usando las RP04 y RP02. En TOSTADO, donde había muestras de haber llovido mucho el día anterior, reaprovisionamos combustible y comenzamos a ver carteles de “Prohibido transitar en días de lluvia” que nos introdujeron alguna duda respecto a las chances de meternos por los campos.
Algo que me llamó la atención en las calles de la periferia del pueblo fueron las cadenas en las bocacalles de tierra para impedir el paso en caso de lluvias. Menos mal que pasábamos a Santiago del Estero en pocos kilómetros y tal vez las reglas fuesen otras….
CONFLUENCIA 29°S 62°O
Seguimos hacia el NO por la RN98 hasta las inmediaciones de POZO DULCE, ya en Santiago del Estero y después de algunas dudas por huellas de Mapear inexistentes que confundían, nos mandamos siguiendo nuestro derrotero teórico hacia la 29°S 62°O, que prometía pocas dificultades en los papeles. Y así fue, un serpenteante camino con poco barro y tranqueras abiertas nos metió en un campo recién cosechado y costeando un alambrado estacionamos a unos 200 metros de la confluencia.
El entusiasmo por la primera se hizo presente y rápidamente saltamos el alambre y previa “danza de confluencias” todos pudimos poner en cero los minutos y los segundos sin dificultad, mientras de reojo mirábamos hacia el casco de la estancia cercana esperando que alguien venga a ver porque había un piquete en ese lugar.
ENLACE 2962 A PINTO
Nadie apareció y retomamos el track hacia la próxima, que ahora casi pasaba por el casco de “El Colorado”. Por suerte en realidad entramos por la puerta trasera; si lo hubiéramos hecho al revés tendríamos que haber ido a pedir permiso ya que atravesamos la tranquera principal. A diferencia de nuestro ingreso, este acceso estaba bastante embarrado y las zanjas de los laterales obligaban a conducir con cuidado.
Al salir de nuevo a la RN98, aparecieron las tres opciones planeadas y decidimos encarar por la más corta, debido a la sed de barrear. Tomamos un camino rural antes de llegar a BANDERA, muy patinoso y embarrado que en LOS TABLEROS cruzaría con la ruta a MALBRÁN, empalmando con otra “ruta” hacia PINTO. En el GPS sólo se veía la ruta 43 BANDERA-MALBRÁN y algunas otras que en la realidad no existían, aunque tenían número de ruta y todo. Los campos hasta ahora eran sembradíos de soja donde alguna vez supo haber monte.
Hugo tomó la punta y en uno de los tantos pozos y huellones perdió una de las “orejas” de su Toyota Mickey Mouse y por suerte veníamos atrás para encontrarla (Aclaro: las orejas son las ruedas de auxilios sobre la jaula antivuelco).
Antes cruzar el río Salado el camino se hizo muy complicado por el barro y el abovedado y algunos se cayeron en las cunetas requiriendo en algunos casos el uso de malacates para zafar. Era como “chorizo en fuente loza”.
Una parada a comer algo enfrente de una estancia arbolada y algunos lugareños que se acercaron a ver que cuerno hacíamos por allí.
Luego seguimos adelante cruzando el río Salado, aunque el camino se puso bueno ya que estaba enripiado hasta llegar a PINTO.
ENLACE DESDE PINTO A 2963
De nuevo aparecieron las opciones y elegimos la más corta, que era seguir la traza del Canal MIQUILO-PINTO, por el sur de la confluencia. este canal desvía agua desde el río Utis a la localidad de PINTO y sus alrededores. La opción norte era un poco más larga, pero con algo de asfalto vía CASARES y con menos kilómetros de barro, pero la sed de aventura pudo más.
Costó encontrar la punta del ovillo, perdiendo valioso tiempo, debido a que la traza del ferrocarril no nos dejó ver enseguida el camino y encima cuando lo encontramos Pablo se cayó en una cuneta lateral y tardamos bastante en sacarlo.
El camino estaba bastante pesado pero milagrosamente un tractor había pasado antes que nosotros y nos facilitó la tarea. Todo venía bien hasta que el track se metió a través de una tranquera cerrada y tuvimos que empezar a inventar. Seguimos derecho al oeste por una bifurcación que en forma sesgada nos acercaba igual a la 29°S 63°O. Un poco antes del paralelo 63 doblamos hacia el norte y al cabo de unos kilómetros volvimos a encontrar nuestro track teórico, que venía siguiendo el canal.
El canal ahora teníamos que volver a cruzarlo y resulta que ofrecía un precario de durmientes a medio atar que tableteaban como las teclas de un piano. En una de las pasadas uno de los durmientes se nos fue al agua…
Allí nos pareció ver una huella por su lado norte que debía ser nuestro track imaginado en Earth Google y en forma entusiasta la encaramos.El entusiasmo nos hizo perder de vista que la huella se fue convirtiendo en un huella de herradura que se iba metiendo más y más en espesa vegetación. Como los espejos no cedían al paso de la misma, concluimos que era vegetación “amigable” (¿?) y tozudamente seguimos con arbustos del alto de las chatas, hasta que la incauta dueña de la SW4 nuevita le agarró un “panic attack” y cortamos el avance: si seguíamos la dejaba lista para pintar…..
Estábamos a 8 kilómetros de la confluencia pero realmente era más para un “bulldozer” que para chatas. El lugar era increíble ya que estábamos metido en el medio de la selva al lado de un canal con mucha agua, así que los pájaros y el bicherío era infernal.
Volvimos al puente y seguimos hacia el norte a buscar el track descartado por “largo” (el que entraba desde CASARES), que a esta altura del partido hubiera sido indudablemente más rápido, pero no nos habríamos metido a costear el canal y a rayar las chatas.
Este track norte nos fue arrimando a la confluencia que a priori era la más difícil, porque las fotos satelitales la ubicaban a más de 2 kilómetros de las huellas sobre monte inaccesible.
Nos metimos en una estancia con tranquera abierta y los primeros encontraron una huella no relevada que iba derechito a la confluencia. Los últimos fuimos atajados por un puestero, Jesús, que bastante enojado porque no le habíamos pedido permiso para ingresar, nos pidió que no nos metiéramos porque arruinábamos los caminos y que el patrón se iba a molestar con él. Tenía razón pero la verdad que no habíamos visto el puesto. Avisamos por radio a los demás que se volvieran (aunque Tonga y Flopy ya habían alcanzado la confluencia) y nos la ingeniamos para hacer las paces con Jesús, mérito de Pablo Anastasio.
Al final nos dijo que si salíamos del campo y hacíamos unos 500 metros sobre un camino vecinal, podríamos ir caminando por un cortafuego hasta la zona de la confluencia y que en ese caso nos dejaba pasar.
Eso hicimos y los 500 metros fueron en realidad 1000 y el cortafuego estaba un poco desalineado, pero se podía acceder. La adicción a las confluencias hizo que todos quisieran caminar los casi 2 kilómetros que nos separaban pese a que ya teníamos pruebas de la captura. Nadie quería nada de regalo pese a la fugaz visita previa de Tonga y Flopy.
CONFLUENCIA 29°S 63°O
La caminata fue fácil porque milagrosamente existía el cortafuego, medio abandonado pero se pasaba bien; encima el área de la confluencia misma estaba desmontada porque seguramente estaban haciendo experimentos para sembrar soja. Si se hubiera desplazado esa zona unos 1000 metros el acceso hubiera sido bien complicado por el aspecto del monte enmarañado que nos rodeaba. Por el camino llamó la atención la cantidad de ciempiés y algunos gigantescos cactus arbóreos.
PEQUEÑOS HABITANTES DEL MONTE
CAMPAMENTO EN PLENO MONTE
Estando cerca del atardecer y lejos de algún poblado, decidimos acampar en la zona a la vera del camino y del monte, todavía con luz diurna, así podíamos hacer el asado que venía en el freezer de Hugo.
Antes dimos una vueltita hacia el extremo oeste del canal, llegando a apenas 4 kilómetros del punto donde abandonamos la lucha contra la vegetación: si hubiéramos seguido además de rayar las chatas, lográbamos el objetivo…
Nos dividimos el trabajo de armar las carpas, juntar leña y prender el fuego y al caer la noche ya estábamos saboreando el asado bajo una estrellada fenomenal y aturdidos por los ruidos del bosque. Hacía mucho calor y no les pusimos los sobretechos a las carpas para estar más frescos.
La novedad fue la aparición masiva de …garrapatas! Estaban muy flacas y a algunos los atacaron sin piedad, generando en todos la psicosis de tener alguna encima. Nos fuimos a dormir con amenaza de lluvia.
A las 5 de la mañana comenzó a llover y tuvimos que instalar de apuro los sobretechos y de paso instalar la duda de cómo salir de allí si duraba mucho el aguacero. A las 7:00, cuando aflojó la lluvia, nos levantamos y levantamos campamento a toda velocidad.
ENLACE 2963 A 2964 POR CAMINOS CON BARRO
Si bien el piso era firme, todo se había vuelto resbaloso lo que auguraba problemas ó diversión, según cómo se lo mire.
Al alejarnos de la zona de la confluencia, el monte se volvió más cerrado y el camino más zigzagueante, seguramente para ir hilvanando los antiguos puestos y esquivando algunas aguadas. Llama la atención la limpieza y prolijidad de la mayoría de los puestos perdidos en el monte: uno se imagina cosas peores pero felizmente no es así, ya que bien humildes, gran parte son de material y no exhiben el clásico descuido que conocemos.
Según los mapas nos empezábamos a adentrar en una especie de delta de los ríos Utis y Dulce; si bien no se veían zonas anegadas, eso era evidente por exhuberancia de la vegetación, a tal punto que por momentos si no fuese por la falta de montañas parecía que estábamos dentro de bosques andinos, para lo cual colaboraba el tiempo nublado y la tenue llovizna. Así después de patinar de lo lindo y hasta caernos en alguna cuneta salimos al asfalto de la RP07 que nos llevaba a LOS TELARES, donde se largó un terrible aguacero que sirvió para limpiar un poco las chatas. También sirvió para que se corte la electricidad en LOS TELARES y no pudiéramos recargar combustible, lo que complicó un poco a la Mitsu naftera de Tonga.
Desde Los Telares a la RN09 avanzamos primero por lo que creíamos era la margen sur del río Saladillo. Sabíamos que no había que cruzarlo así que en las bifurcaciones elegimos el camino más marcado. En realidad, sin darnos cuenta lo cruzamos e íbamos por la margen norte y entonces nos empezamos a alejar del track haciendo un rodeo innecesario empujados por el excelente camino ripiado del principio. Al legar al paraje de VACA HUMAN (Cabeza de Vaca) todo cambió y el camino se volvió un barrial muy pesado que nos obligó a algunos rescates. También nos dio la posibilidad de apreciar una especie de bosques de gigantescos cactus arbóreos no muy comunes, al menos para mí.
Finalmente cruzamos el Saladillo y retomamos la ruta sur que no debimos haber dejado.
El cambio de paisaje fue abrupto: de repente el bosque y monte tropical trocó en vegetación desértica, indicando la vecindad del salar de Ambargasta.
CONFLUENCIA 29°S 64°O
Llegamos a la RN09 donde un breve trayecto hacia el sur nos puso a la altura del paralelo 29, frente a un mágico cortafuego con destino confluenciero, tal como el Earth Google nos decía. Estábamos a 3.5 kilómetros en pleno mediodía con un calor infernal, pero los once sacrificados expedicionarios no dudamos en ir todos a capturar la 29°S 64°O que casi ocho años atrás se le negó nada menos que a Eduardo Cinícola.
Alrededor de una hora de caminata, casi toda por el cortafuego costeando un alambrado y el resto atravesando monte algo raleado, nos puso encima de la tercera captura exitosa del viaje. Para la foto, armamos un monolito con ramas y con todos los GPS. El regreso nos llevó el mismo tiempo y decidimos ir hasta “El 49” para ver si conseguíamos nafta para Tonga.
ENLACE RODEANDO EL SALAR DE AMBARGASTA
“El 49” era una parada del extraño ferrocarril que se internaba en los confines del salar de Ambargasta, que pudo sobrevivir debido a su cercanía con la RN09. Todo el resto asociado al ferrocarril se murió y está desapareciendo corroído por el óxido y el abandono. Conseguimos nafta súper a 7,50 $/litro: se ve que por acá pasó el Dakar y se elevó la cotización….
A partir de aquí seguimos la traza del ferrocarril, previa detención para almorzar en las afueras del pueblo, para lo cual improvisamos un “techo” con el portón de la SW4 y una sombrilla sobre la caja de Toyota de Hugo. Había empezado a llover un poco, así que la solución fue una maravilla.
Nuestro próximo objetivo era atravesar el salar de Ambargasta , lo cual era una incógnita debido a que desconocíamos la actual situación acuática del mismo. Google Earth mostraba una huella que cruza en forma recta a la altura del km 88 del ramal ferroviario y hacia allí seguimos.
Este ramal, denominado “Seghezzo” por el nombre de la compañía que explotaba la salina, tiene la particularidad de que está construido con durmientes metálicos, una muy rara elección para un suelo salitroso. También curiosamente no ha sido levantado: el óxido ha hecho lo suyo y la vegetación lo está devorando, al más puro estilo del “Mundo sin humanos”. Esta vez el objetivo era otro, así que descartamos hacer investigaciones de arqueología ferroviaria, que sin duda hubieran estado interesantes. Les acerco un cuento de personajes de la zona de mi amigo Héctor Benedetti, "Un trato Justo"
En el Km 88 apareció el desvío que buscamos pero una tranquera con candado cortó nuestras intenciones. Había una escuela de 1920 abandonada , un casco de una estancia importante también abandonada y un montón de autos viejos a medio desarmar se veían atrás del alambrado. Si bien se notaba claramente todo deshabitado desde hacía mucho, el aspecto era bastante bueno y no se condecía con un lugar tan solitario. Alguien viene de vez en cuando por acá.
Antes de claudicar, nos metimos a pie a ver si había modo de sortear la tranquera sin violentarla y chequear que la huella seguía más adelante después del casco. Obtuvimos un NO para lo primero y un SI para lo segundo, lo que nos desanimó un poco: no quedaba otro remedio que rodear el salar por el sur, obligándonos a una vuelta enorme.
Ahora estábamos jugados con el tiempo pero con fe inquebrantable para lograr la cuarta conquista.
Pablo Anastasio interrogó a un puestero el que le confirmó que la huella que cruza el salar existe pero que la mayor parte del año es intransitable porque está cubierta de agua y que esa es la situación actual, así que por suerte no insistimos.
CONFLUENCIA 29°S 65°O
Entonces empezó el alocado rodeo al salar por hermosas huellas “dakarianas”, dejando al este las estribaciones de las sierras de Ambargasta. Casi 100 kilómetros después volvimos al asfalto de la RN60 en la localidad cordobesa de Lucio v. Mansilla. Allí tomamos hacia el norte, haciendo un fugaz paso por Catamarca, donde en la ciudad de Rodeo, recargamos combustible, mientras mirábamos de reojo el reloj y la hora del atardecer en el GPS.
Seguimos raudamente hacia el norte, entrando de nuevo a Santiago del Estero, buscando alguna de las huellas traqueadas. Únicamente apareció la correspondiente a la Estación de Bombeo #6 de REFINOR (Ex YPF), la que por suerte no tenía candado. No había huellas recientes sobre el ripiado. La distancia a la confluencia se comenzó a reducir rápidamente y cuando creíamos que llegábamos antes de tiempo, otra tranquera, ahora con varios candados nos dejó a 3.5 km en línea recta del objetivo.
El entusiasmo general embarcó a todos en la caminata pese a que quedaba escasa media hora de luz y entre ida y vuelta íbamos a recorrer unos 8 km, que se sumaban a los 7 km que ya habíamos hecho en la anterior. Pero la idiosincracia de los cazadores es así.
Enseguida apareció la Estación de Bombeo, indudablemente abandonada al estilo del “Mundo sin Humanos”. Resabios del pasado estatal, un barrio completo había sido construido para los operadores: ahora no hay operadores ni operación remota siquiera.
Llegamos a la traza del oleducto, compartida por un gasoducto de TGN a 2.5 km de la confluencia y nos dirigimos raudamente hacia el sur para encontrar el paralelo 29. De no haber sido por la tranquera, era una papa hasta allí.
El monte, a los costados de la traza, era muy espeso y con la segura oscuridad íbamos a necesitar mucha suerte para poder meternos si no ocurría un milagro.
A 500 metros de la confluencia encontramos un alambrado y un mágico cortafuego prometía arrimarnos un poco más saliendo de la traza. Casi a oscuras, avanzamos por el callejón y a 130 metros el monte espeso y oscuro se interpuso.
Pusimos el bloqueo al sentido común y nos internamos como pudimos en la vegetación para al menos entrar en el círculo exitoso de los 100 metros de tolerancia. Al principio intentamos buscar huecos, pero no existían, así que la opción fue pechar lo que sea y avanzar, como en un scrum.
Digo que bloqueamos el sentido común, porque entramos todos dispersos en total oscuridad, sin saber que podíamos encontrar y con dificultades para ubicarnos si a alguno le pasaba algo. Víboras, arañas, un desmayo, un golpe, cualquier cosa hubiera sido un riesgo innecesario, pero la adrenalina pudo más y todos logramos el objetivo; en mi caso a 40 metros de la confluencia, como refleja la foto. Cómo debería ser de difícil que me conformé…
Las fotos no son muy buenas pero es lo que se podía hacer en la oscuridad. Garantizo que son fehacientes de lo que teníamos alrededor: pura vegetación por todos lados.
Sacamos la foto grupal y festejamos en el silencio del monte el éxito completo de la expedición: los cuatro objetivos del paralelo 29 conseguidos. Retornamos a los vehículos a las 22:30 del domingo, sabiendo que casi todos teníamos que estar trabajando el lunes por la mañana en Rosario y Buenos Aires., a 700 y 1000 km respectivamente.
En Recreo nos reacomodamos, comimos algo, nos despedimos de Pablo Anastasio, que se quedaba allí ya que sólo él no tenía obligaciones laborales el lunes por la mañana; y los demás nos volvimos manejando toda la noche, turnándonos entre todos para manejar un par de horas cada uno y evitar el cansancio.
A las 7:00 de la mañana estábamos en Rosario y en mi caso, a las 11:30, en el trabajo en Bs As., después de un increíble e intenso fin de semana compartido con viejos y nuevos amigos.
Sólo un grupo de locos con buena onda podía hacer este increíble viaje
Hasta la próxima