LATIÓ LATITUD 50
Doce confluencias de un saque en el interior profundo de Santa Cruz
28 de Octubre al 06 de Noviembre de 2011
PRÓLOGO
Si existe un viaje que es continuación natural de otro, Latitud 50 fue el del recordado Latitud 48. No sólo por compartir el espacio geográfico sino que porque se inició en el preciso momento que terminó el anterior.
Tan satisfechos habíamos quedado de ese increíble viaje que habíamos hecho en Octubre del 2009 que mientras hacíamos el largo viaje de vuelta ya estábamos planeando como continuarlo. Nos llevó dos años volver porque, claro está, no es una empresa menor que un grupo heterogéneo de amigos disponga de una larga semana de vacaciones exactamente en el mismo momento además de las complicaciones familiares, económicas y laborales que trae aparejadas un viaje como el que les voy a contar.
La vez pasada, el “leit motiv” del viaje fue capturar todas las confluencias del paralelo 48 y alguna que otra más a la pasada. Esta vez el objetivo fue parecido aunque por cuestiones logísticas no le podíamos apuntar a completar del todo un paralelo; entonces el recorrido se armó pensando en visitar todas las confluencias pendientes del viaje anterior sumando las de los paralelos 49 y 50 con excepción de las dos que están más al oeste que requerían si o sí varios días de trekking. (Ya hay materia para otro viaje…)
Así nos propusimos visitar quince confluencias, tres de las cuales no eran vírgenes pero las haríamos para cerrar el “breve” recorrido y de paso apreciar que podía haber cambiado después de algunos años en esos sitios. Si bien no estábamos centrados exclusivamente en la Latitud 50, la expedición tomó ese nombre ya que la mayor cantidad de confluencias estaban sobre el mismo.
Las estimaciones rondaban que en nueve días tendríamos que rodar alrededor de 6500 km: una locura, pero con antecedentes….
En principio la planeamos los mismos que habíamos realizado el viaje anterior pero la realidad nos diezmó y quedamos reducidos a la mitad, es decir sólo tres chatas y seis viajeros, ya que Marcelo Moscaritolo (Atzaro), Miguel Lindner y el Holantino Pierre se bajaron a último momento sumándose al team Carnotauro que se bajó de entrada. En resumen quedamos:
Guillermo Loza y Eduardo Cinícola en Toyota Hilux
Christian Germain y Pablo Anastasio en Toyota Land Cruiser Prado
Pampa y Sebastián Calvi en Suzuki Vitara Pampa 02
Nos llevó un par de meses estudiar todos los posibles accesos a las confluencias, imaginando variantes sobre pobres imágenes del Earth Google, y para colmo, en algunos casos, nevadas. No obstante después de varias pestañas quemadas teníamos un set de tracks y waypoints para cada una de ellas, que generosamente, el gran Eduardo volcó sobre la última versión de Viajeros Mapas, facilitando su tratamiento en los GPS.
El grado de dificultad era variado: teníamos algunas al lado de los caminos, otras metidas en plenas zonas petroleras de potencial acceso restringido y el resto otras con diferentes grados de offroad; una de ellas con pronóstico reservado….
Como imaginarán todo estaba muy apretado de tiempo pese a que habíamos dispuesto un día de neutralización en el lago Cardiel para que los pescadores (debido a la deserción de Miguel y Marcelo, a la postre sólo Sebastian) se pudieran sacar el gusto y de paso comernos alguna truchita a la parrilla. Acoto que finalmente eso no ocurrió y fue el único punto de discordia del viaje.
VIERNES 28: LARGOS ENLACES A COMODORO RIVADAVIA
El punto de encuentro se estableció en Comodoro Rivadavia para el viernes por la noche, con la premisa de arrancar el tour el sábado bien temprano.
La llegada al punto de encuentro, el Hotel LUQUE en Comodoro Rivadavia fue heterogénea: Sebastian y yo salimos a las 2:00 am del viernes desde Buenos Aires y manejamos sin parar hasta destino. Pablo y Christian, si bien salieron de Bahía Blanca, tuvieron que hacer escala en General Roca para dejar a la familia de Christian y se unieron a nosotros en San Antonio Oeste puntualmente a la hora acordada. Eduardo se desdobló en su persona y su bolso: él viajó en micro hasta Comodoro saliendo la noche del jueves y su bolso nos acompañó en la Pampa 02. Guillermo, en solitario, se vino desde El Bolsón por la cordillera vía Sarmiento y casi no llega a tiempo por un piquete... de ovejas.
Todos llegamos muy cansados pero finalmente nos reunimos a cenar cerca de medianoche para iniciar formalmente la aventura. Mi saga de inconvenientes comenzó allí ya que se me declaró una insonora afonía que apenas me permitía comunicarme, casi necesito a la traductora sordomuda de la cadena nacional.
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SÁBADO 29: UNA CACERÍA LLENA DE ADRENALINA PARA EMPEZAR
Desayunamos bastante temprano y aprovechamos para llenar todos los bidones y equilibrar cargas directamente en Comodoro Rivadavia. No parecía que hubiera problemas de abastecimiento de combustible, pero todas las precauciones son pocas en esta zona. Si bien podíamos no necesitar bidones extra teníamos que asegurar una autonomía de 900 km por las dudas, por si fallaban dos de los abastecimientos previstos consecutivos.
Antes de las 9:30 la caravana estaba en marcha empezando por una incursión a la restringida zona del Yacimiento El Tordillo, para continuar casi 100 km por la traza de una línea de Alta Tensión hasta interceptar al río Deseado.
Tomamos la RP26 que se dirige a Sarmiento con la vista puesta en el arranque de cada uno de los tracks estudiados dado que las restricciones de paso no podían verse en el Earth Google. Para llegar a la primer confluencia debíamos sortear los campos “minados” de pozos petroleros en actividad lo cual no podíamos asegurar y nos ponía frente a la posibilidad de fracasar de movida.
La presunción se comenzó a confirmar con los dos primeros accesos: en un caso una profusión de carteles de “Prohibida la Entrada”, “No entre, Vigilancia satelital”, “Propiedad privada” y cosas por el estilo y en el otro tranqueras con gruesos candados o barreras con guardias. Iba tomando forma el sentimiento “Por acá, no!”. Pero claro era la primera confluencia, así que no íbamos a aflojar tan sencillamente, así que sin violar carteleria alguna, encontramos un hueco y nos metimos dentro del yacimiento El Tordillo pasando frente a una barrera abierta, saludando al Controlador de turno como si nada. Ya habíamos concretado la invasión….
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En alguna Sala de Control imaginaria llena de monitores que rastrean todo el movimiento de las petroleras y las mineras en Santa Cruz y Chubut, un operador le comenta a otro, mate de por medio:
- Te acordás esas tres chatas sobre la ruta 26 que paraban en cada acceso como buscando por donde entrar al yacimiento El Tordillo?
- Si, ¿que pasó?
- Pasaron frente a la barrera de control UTP-02 como si nada, saludando a los guardias. Seguro los deben conocer, deben ser lugareños con amigos, ya que a alguna de las chatas no las conozco. Los sábados suele pasar que se juntan a comer asado. Prestémosles atención, por las dudas...
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Por los intrincados caminos del yacimiento íbamos guiados por nuestros propios tracks y empezábamos a respirar el aire de la profunda Patagonia mientras atravesábamos infinidad de pozos petroleros y alguna que otra planta de procesamiento sin ningún llamado de atención.
El paisaje está lleno de cicatrices generadas por los caminos a los pozos y las infinitas picadas sísmicas de exploración aunque dentro de todo parece que cierto cuidado ecológico hay ya que no se ven derrames ni las barbaridades que uno se imagina.
Un profundo cañadón parece delimitar la explotación petrolera y al adentrarnos en él aparecen las torres metálicas de la línea de alta tensión que pasa cerca de la primera confluencia.
Encontramos el camino de servicio de la línea y comenzamos a transitar por él. Se ve que mucho no la mantienen porque está bastante descuidado. Pasamos una tranquerita de alambres sin candado y más adelante cruzamos un vehículo de frente que nos saluda. Íbamos por el buen camino.
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De nuevo en la Sala de Control imaginaria:
- Che, seguro son gente de la zona y van hacia a algún campo vecino ya que siguieron de largo sin parar en el yacimiento. Podrían habernos avisado, si no les cuesta mas que un SMS, así no nos preocupamos…
- Los voy a seguir un poco más por las dudas. Si se alejan de El Tordillo ya no son problema nuestro.
- Mirá, recién se cruzaron una chata del campo de los Delorto y los saludaron amablemente. Es gente conocida, olvídalos, ellos son más desconfiados que nosotros, si hubieran visto algo raro son los primeros en ponernos sobre aviso.
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Llegamos a un alambrado que tenía una tranquera con gruesas cadenas cerrada por un grueso candado. Un cartel que miraba hacia el sur indicaba que estábamos en el límite entre Santa Cruz y Chubut. El “camino” de servicio continuaba pero el obstáculo era infranqueable. Estábamos sólo a 1300 metros de la confluencia, así que sin perder tiempo nos bajamos y empezamos a caminar para lograrla. Era la primera y no queríamos que se nos escape.
Los primeros salieron bordeando el alambrado en dirección a la confluencia y al cabo de unos trescientos metros de caminata, por VHF nos informan a los rezagados que encontraron una tranquera de alambre sin candados, así que se podía seguir con las chatas. La huella estaba medio borrada pero existía.
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Los de la sala de Control imaginaria petrolera ya no nos veían pero ahora en otra sala de Control imaginaria los operadores de la línea de alta tensión empezaron a notar nuestra presencia:
- Viste esas tres chatas en el paralelo 46? Que andarán haciendo por ahí? Se ve que son de la zona porque la camioneta de los Delorto los saludó por el camino y además se fueron derechito a la tranquerita que nosotros usamos cuando el candado no se quiere abrir por la mugre.
- Si, seguro que son de algún campo vecino. Capaz que se quieren evitar el rodeo por Holdich, que tiene el camino peor que la traza de la línea. Miremos por las dudas pero no creo que nos traigan problemas. ¿Quién iba a saber de esa tranquerita oculta en el medio de la nada si no son de la zona?
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Cerramos prolijamente la tranquerita y volvimos a la traza de la línea, que sin duda hacia mucho que no se usaba. Las lluvias habían hecho estragos pero para nosotros era divertido. Al pie de una torre, nos pusimos a 400 metros de la confluencia y ahora si salimos disparados a concretar la primera captura.
En pocos minutos estábamos sobre el punto exacto sacando las fotos de rigor desarrollando las extrañas contorsiones propias de la “danza de confluencias” tendientes a lograr todos los ceros. Como ya habíamos gastado bastante tiempo volvimos rápido a las chatas y siendo mediodía, no quedo otro remedio que hacer la primer picada del viaje y de paso degustar la postergada tortilla española que Sebastian nos había prometido en el viaje anterior y que no habíamos podido probar ya que le había salido demasiada revuelta (o revolcada…)
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De nuevo en la Sala de Control de la operadora de la Línea de Alta Tensión:
- Fijate, se detuvieron en el piquete 372 y salieron todos disparados hacia el norte como locos.
- Si. Y están reunidos en el medio de la nada haciendo piruetas extrañas. ¡Qué raro!
- Estemos atentos, a ver si nos hacen alguna cagada, mientras no se arrimen a una torre...
- Voy a tomar nota de las coordenadas, así cuando andemos por ahí nos fijamos que carajo hay en ese punto. Con estas cámaras pedorras no se ve nada especial… Qué raro!, registro 46°S 68°O exactos...
- Volvieron a las chatas y ahora están comiendo algo.
- No los pierdas de vista, si se arriman a la torre, llamamos a la cana que los espere a la salida.
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Después de recuperar energías, continuamos por la traza, que se puso entretenida porque comenzó a bajar de las bardas por enroscados atajos para internarse en una zona de bajos muy desolada: ni pozos de petróleo, ni animales, ni nada.
Aparecieron cada tanto algunos alambrados con tranqueras pero o estaban abiertas o los alambres estaban caídos y no impedían pasar sin hacer daños.
Cruzamos una zona con un cauce que cuando llueve debe ser complicado a tal punto que la huella tenía vadeos de hormigón, en el medio de la nada. Casi inexplicable.
Encontramos la huella transversal que habíamos visto desde la RN 3 pero seguimos de largo. Al finalizar el bajo, cerca de la estancia Los Hoyos, la huella de mantenimiento desapareció y un alambrado tenso con una tranquera inviolable nos cerró el paso. Habíamos andado unos 30 kilómetros y daba pena tener que desandar. La huella, sin cruzar el alambre torcía hacia el oeste hasta perderse de vista. Pero, adonde iba?
Nuestro plan era seguir la línea eléctrica pero no se podía… Optamos por seguir la huella sin rumbo. A algún lado nos llevaría. Para empezar nos condujo a otra tranquera pero ahora sin candado. Seguimos al oeste hasta que después de varios kilómetros apareció la traza del gasoducto San Martín que inevitablemente conducía a Pico Truncado. Dejamos esa huella y seguimos al gasoducto ahora hacia el sur.
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En la sala de la línea eléctrica, uno de los operadores comenta:
- Bueno, parece que se alejan de la línea sin haber hecho nada raro, deben ser pobladores locales nomás. Se están yendo para el oeste para el lado del gasoducto y ya no los veo. Menos mal.
Ahora, los comentarios se trasladaron al ámbito de una sala del gasoducto de TGS:
- Che, tres camionetas están transitando por la traza. Vos sabés algo?
- No, nadie avisó pero no te hagas drama porque hay dos chatas nuestras que salieron de Pico hace un rato y se los van a cruzar. Si hay algún problema hablamos por radio.
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Circular por la traza fue sencillo, la huella estaba bien mantenida y las tranqueras estaban abiertas así que avanzamos con facilidad. En una tranquera nos cruzamos con dos camionetas de TGS que seguro supusieron que éramos de los campos aledaños, así que nos saludamos por la ventanilla y seguimos. Lo malo fue le pusieron candado después que la cruzaron…
Seguimos y enseguida aparecieron en el horizonte los yacimientos adyacentes a Pico Truncado, es decir que casi estábamos de nuevo en zona completamente pública. Pero no, llegamos a una tranquera con candado insertada en un alambrado tensado como las cuerdas de un piano. Lo que veníamos sospechando después del último encuentro se confirmó: quedamos atrapados sin salida dentro de la estancia Las Acacias.
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Sala de Control para Móvil 23: Novedades respecto de las tres chatas que cruzaron?
Móvil 23 para sala de Control: Nada en particular, seguramente son de alguno de los campos y andan de recorrida. Por las dudas le echamos candado a la tranquera pero no se inquietaron. Seguro tienen llaves de las tranqueras sino se nos hubieran venido al humo.
Sala de control para Móvil 23: Acabamos de ver que abandonaron la traza en la última tranquera. Si llegan a volver les avisamos.
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No quedó otro remedio que recorrer el alambrado en busca de alguna escapatoria “normal”, cosa que no encontramos. Inspeccionamos prolijamente todo el frente sur y nada que no fuese hacer algo indebido. La única chance dudosa fue la tranquera de la línea de alta tensión que con un poco de paciencia tal se podría desarmar y volver armar, con el riesgo que conllevaba. Buscamos algún puesto de la estancia pero las ondulaciones del terreno no nos lo mostraron. Decidimos arriesgar por el desarme, para lo cual, lo primero fue dejar actuar el WD40 sobre la oxidada bulonería.
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Otra vez los operadores de la línea eléctrica:
- Epa, volvieron los tres chiflados a la traza. Están detenidos por la tranquera que tiene candado. Veamos que no hagan nada raro ya que parece que no pueden pasar
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Mientras preparamos unos mates durante la espera de la acción del WD40 vemos una camioneta que se arrima a nosotros: era el dueño del campo que por supuesto ya nos había visto y se vino a ver que estábamos haciendo ahí. Si caía diez minutos después nos metíamos en un kilombo.
- Qué hacen por acá? Cómo ingresaron? nos espetó. Le explicamos exactamente lo que había pasado en la última tranquera y que sin quererlo habíamos quedado atrapados ya que no podíamos salir por donde habíamos entrado. Don Elortondo, bautizado con ese nombre por razones obvias, primero estaba dubitativo pero ante nuestra buena onda nos creyó y mágicamente sacó la llave y nos abrió el candado, confirmándonos que a partir de allí no había restricciones para llegar a Pico Truncado. De contentos y aliviados hasta le regalamos una botella de vino por la gentileza.
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Otra vez los operadores de la línea:
-Parece que eran amigos del dueño, les abrió la tranquera muy amablemente. No nos preocupemos más.
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Habíamos zafado !!!!