LATIÓ LATITUD 50
Doce confluencias de un saque en el interior profundo de Santa Cruz
28 de Octubre al 06 de Noviembre de 2011
El texto de este informe lo tenía escrito hace muchísimo tiempo tiempo, pero por una cosa o por otra se vino postergando el trabajo de edición de las fotos y la revisión final: el laburo, cosas que hay que arreglar en casa, otros viajes, etc. eran la excusa para no terminarlo nunca.
Siempre lo veía en la lista de pendientes pero estos últimos meses además lo esquivaba por el doloroso recuerdo de mi querido amigo Sebastian Calvi, asesinado en su casa por delincuentes en Octubre del año pasado cuando le entraron a robar. Sebastian había sido mi copiloto en este viaje y por eso me costaba más ponerme a ver las fotos sin que se me cayese un lagrimón.
Pero alguna vez hay que dar vuelta la página y entonces me decidí a terminarlo. Vaya como un homenaje a mi querido amigo, que se lo disfrutará desde allá arriba.
PRÓLOGO
Si existe un viaje que es continuación natural de otro, Latitud 50 fue el del recordado Latitud 48. No sólo por compartir el espacio geográfico sino que porque se inició en el preciso momento que terminó el anterior.
Tan satisfechos habíamos quedado de ese increíble viaje que habíamos hecho en Octubre del 2009 que mientras hacíamos el largo viaje de vuelta ya estábamos planeando como continuarlo. Nos llevó dos años volver porque, claro está, no es una empresa menor que un grupo heterogéneo de amigos disponga de una larga semana de vacaciones exactamente en el mismo momento además de las complicaciones familiares, económicas y laborales que trae aparejadas un viaje como el que les voy a contar.
La vez pasada, el “leit motiv” del viaje fue capturar todas las confluencias del paralelo 48 y alguna que otra más a la pasada. Esta vez el objetivo fue parecido aunque por cuestiones logísticas no le podíamos apuntar a completar del todo un paralelo; entonces el recorrido se armó pensando en visitar todas las confluencias pendientes del viaje anterior sumando las de los paralelos 49 y 50 con excepción de las dos que están más al oeste que requerían si o sí varios días de trekking. (Ya hay materia para otro viaje…)
Así nos propusimos visitar quince confluencias, tres de las cuales no eran vírgenes pero las haríamos para cerrar el “breve” recorrido y de paso apreciar que podía haber cambiado después de algunos años en esos sitios. Si bien no estábamos centrados exclusivamente en la Latitud 50, la expedición tomó ese nombre ya que la mayor cantidad de confluencias estaban sobre el mismo.
Las estimaciones rondaban que en nueve días tendríamos que rodar alrededor de 6500 km: una locura, pero con antecedentes….
En principio la planeamos los mismos que habíamos realizado el viaje anterior pero la realidad nos diezmó y quedamos reducidos a la mitad, es decir sólo tres chatas y seis viajeros, ya que Marcelo Moscaritolo (Atzaro), Miguel Lindner y el Holantino Pierre se bajaron a último momento sumándose al team Carnotauro que se bajó de entrada. En resumen quedamos:
Guillermo Loza y Eduardo Cinícola en Toyota Hilux
Christian Germain y Pablo Anastasio en Toyota Land Cruiser Prado
Pampa y Sebastián Calvi en Suzuki Vitara Pampa 02
Nos llevó un par de meses estudiar todos los posibles accesos a las confluencias, imaginando variantes sobre pobres imágenes del Earth Google, y para colmo, en algunos casos, nevadas. No obstante después de varias pestañas quemadas teníamos un set de tracks y waypoints para cada una de ellas, que generosamente, el gran Eduardovolcó sobre la última versión de Viajeros Mapas, facilitando su tratamiento en los GPS.
El grado de dificultad era variado: teníamos algunas al lado de los caminos, otras metidas en plenas zonas petroleras de potencial acceso restringido y el resto otras con diferentes grados de offroad; una de ellas con pronóstico reservado….
Como imaginarán todo estaba muy apretado de tiempo pese a que habíamos dispuesto un día de neutralización en el lago Cardiel para que los pescadores (debido a la deserción de Miguel y Marcelo, a la postre sólo Sebastian) se pudieran sacar el gusto y de paso comernos alguna truchita a la parrilla. Acoto que finalmente eso no ocurrió y fue el único punto de discordia del viaje.
VIERNES 28: LARGOS ENLACES A COMODORO RIVADAVIA
El punto de encuentro se estableció en Comodoro Rivadavia para el viernes por la noche, con la premisa de arrancar el tour el sábado bien temprano.
La llegada al punto de encuentro, el Hotel LUQUE en Comodoro Rivadavia fue heterogénea: Sebastian y yo salimos a las 2:00 am del viernes desde Buenos Aires y manejamos sin parar hasta destino. Pablo y Christian, si bien salieron de Bahía Blanca, tuvieron que hacer escala en General Roca para dejar a la familia de Christian y se unieron a nosotros en San Antonio Oeste puntualmente a la hora acordada. Eduardo se desdobló en su persona y su bolso: él viajó en micro hasta Comodoro saliendo la noche del jueves y su bolso nos acompañó en la Pampa 02. Guillermo, en solitario, se vino desde El Bolsón por la cordillera vía Sarmiento y casi no llega a tiempo por un piquete... de ovejas.
Todos llegamos muy cansados pero finalmente nos reunimos a cenar cerca de medianoche para iniciar formalmente la aventura. Mi saga de inconvenientes comenzó allí ya que se me declaró una insonora afonía que apenas me permitía comunicarme, casi necesito a la traductora sordomuda de la cadena nacional.
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SÁBADO 29: UNA CACERÍA LLENA DE ADRENALINA PARA EMPEZAR
Desayunamos bastante temprano y aprovechamos para llenar todos los bidones y equilibrar cargas directamente en Comodoro Rivadavia. No parecía que hubiera problemas de abastecimiento de combustible, pero todas las precauciones son pocas en esta zona. Si bien podíamos no necesitar bidones extra teníamos que asegurar una autonomía de 900 km por las dudas, por si fallaban dos de los abastecimientos previstos consecutivos.
Antes de las 9:30 la caravana estaba en marcha empezando por una incursión a la restringida zona del Yacimiento El Tordillo, para continuar casi 100 km por la traza de una línea de Alta Tensión hasta interceptar al río Deseado.
Tomamos la RP26 que se dirige a Sarmiento con la vista puesta en el arranque de cada uno de los tracks estudiados dado que las restricciones de paso no podían verse en el Earth Google. Para llegar a la primer confluencia debíamos sortear los campos “minados” de pozos petroleros en actividad lo cual no podíamos asegurar y nos ponía frente a la posibilidad de fracasar de movida.
La presunción se comenzó a confirmar con los dos primeros accesos: en un caso una profusión de carteles de “Prohibida la Entrada”, “No entre, Vigilancia satelital”, “Propiedad privada” y cosas por el estilo y en el otro tranqueras con gruesos candados o barreras con guardias. Iba tomando forma el sentimiento “Por acá, no!”. Pero claro era la primera confluencia, así que no íbamos a aflojar tan sencillamente, así que sin violar carteleria alguna, encontramos un hueco y nos metimos dentro del yacimiento El Tordillo pasando frente a una barrera abierta, saludando al Controlador de turno como si nada. Ya habíamos concretado la invasión….
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En alguna Sala de Control imaginaria llena de monitores que rastrean todo el movimiento de las petroleras y las mineras en Santa Cruz y Chubut, un operador le comenta a otro, mate de por medio:
- Te acordás esas tres chatas sobre la ruta 26 que paraban en cada acceso como buscando por donde entrar al yacimiento El Tordillo?
- Si, ¿que pasó?
- Pasaron frente a la barrera de control UTP-02 como si nada, saludando a los guardias. Seguro los deben conocer, deben ser lugareños con amigos, ya que a alguna de las chatas no las conozco. Los sábados suele pasar que se juntan a comer asado. Prestémosles atención, por las dudas...
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Por los intrincados caminos del yacimiento íbamos guiados por nuestros propios tracks y empezábamos a respirar el aire de la profunda Patagonia mientras atravesábamos infinidad de pozos petroleros y alguna que otra planta de procesamiento sin ningún llamado de atención.
El paisaje está lleno de cicatrices generadas por los caminos a los pozos y las infinitas picadas sísmicas de exploración aunque dentro de todo parece que cierto cuidado ecológico hay ya que no se ven derrames ni las barbaridades que uno se imagina.
Un profundo cañadón parece delimitar la explotación petrolera y al adentrarnos en él aparecen las torres metálicas de la línea de alta tensión que pasa cerca de la primera confluencia.
Encontramos el camino de servicio de la línea y comenzamos a transitar por él. Se ve que mucho no la mantienen porque está bastante descuidado. Pasamos una tranquerita de alambres sin candado y más adelante cruzamos un vehículo de frente que nos saluda. Íbamos por el buen camino.
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De nuevo en la Sala de Control imaginaria:
- Che, seguro son gente de la zona y van hacia a algún campo vecino ya que siguieron de largo sin parar en el yacimiento. Podrían habernos avisado, si no les cuesta mas que un SMS, así no nos preocupamos…
- Los voy a seguir un poco más por las dudas. Si se alejan de El Tordillo ya no son problema nuestro.
- Mirá, recién se cruzaron una chata del campo de los Delorto y los saludaron amablemente. Es gente conocida, olvídalos, ellos son más desconfiados que nosotros, si hubieran visto algo raro son los primeros en ponernos sobre aviso.
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Llegamos a un alambrado que tenía una tranquera con gruesas cadenas cerrada por un grueso candado. Un cartel que miraba hacia el sur indicaba que estábamos en el límite entre Santa Cruz y Chubut. El “camino” de servicio continuaba pero el obstáculo era infranqueable. Estábamos sólo a 1300 metros de la confluencia, así que sin perder tiempo nos bajamos y empezamos a caminar para lograrla. Era la primera y no queríamos que se nos escape.
Los primeros salieron bordeando el alambrado en dirección a la confluencia y al cabo de unos trescientos metros de caminata, por VHF nos informan a los rezagados que encontraron una tranquera de alambre sin candados, así que se podía seguir con las chatas. La huella estaba medio borrada pero existía.
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Los de la sala de Control imaginaria petrolera ya no nos veían pero ahora en otra sala de Control imaginaria los operadores de la línea de alta tensión empezaron a notar nuestra presencia:
- Viste esas tres chatas en el paralelo 46? Que andarán haciendo por ahí? Se ve que son de la zona porque la camioneta de los Delorto los saludó por el camino y además se fueron derechito a la tranquerita que nosotros usamos cuando el candado no se quiere abrir por la mugre.
- Si, seguro que son de algún campo vecino. Capaz que se quieren evitar el rodeo por Holdich, que tiene el camino peor que la traza de la línea. Miremos por las dudas pero no creo que nos traigan problemas. ¿Quién iba a saber de esa tranquerita oculta en el medio de la nada si no son de la zona?
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Cerramos prolijamente la tranquerita y volvimos a la traza de la línea, que sin duda hacia mucho que no se usaba. Las lluvias habían hecho estragos pero para nosotros era divertido. Al pie de una torre, nos pusimos a 400 metros de la confluencia y ahora si salimos disparados a concretar la primera captura.
En pocos minutos estábamos sobre el punto exacto sacando las fotos de rigor desarrollando las extrañas contorsiones propias de la “danza de confluencias” tendientes a lograr todos los ceros. Como ya habíamos gastado bastante tiempo volvimos rápido a las chatas y siendo mediodía, no quedo otro remedio que hacer la primer picada del viaje y de paso degustar la postergada tortilla española que Sebastian nos había prometido en el viaje anterior y que no habíamos podido probar ya que le había salido demasiada revuelta (o revolcada…)
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De nuevo en la Sala de Control de la operadora de la Línea de Alta Tensión:
- Fijate, se detuvieron en el piquete 372 y salieron todos disparados hacia el norte como locos.
- Si. Y están reunidos en el medio de la nada haciendo piruetas extrañas. ¡Qué raro!
- Estemos atentos, a ver si nos hacen alguna cagada, mientras no se arrimen a una torre...
- Voy a tomar nota de las coordenadas, así cuando andemos por ahí nos fijamos que carajo hay en ese punto. Con estas cámaras pedorras no se ve nada especial… Qué raro!, registro 46°S 68°O exactos...
- Volvieron a las chatas y ahora están comiendo algo.
- No los pierdas de vista, si se arriman a la torre, llamamos a la cana que los espere a la salida.
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Después de recuperar energías, continuamos por la traza, que se puso entretenida porque comenzó a bajar de las bardas por enroscados atajos para internarse en una zona de bajos muy desolada: ni pozos de petróleo, ni animales, ni nada.
Aparecieron cada tanto algunos alambrados con tranqueras pero o estaban abiertas o los alambres estaban caídos y no impedían pasar sin hacer daños.
Cruzamos una zona con un cauce que cuando llueve debe ser complicado a tal punto que la huella tenía vadeos de hormigón, en el medio de la nada. Casi inexplicable.
Encontramos la huella transversal que habíamos visto desde la RN 3 pero seguimos de largo. Al finalizar el bajo, cerca de la estancia Los Hoyos, la huella de mantenimiento desapareció y un alambrado tenso con una tranquera inviolable nos cerró el paso. Habíamos ando unos 30 kilómetros y daba pena tener que desandar. La huella, sin cruzar el alambre torcía hacia el oeste hasta perderse de vista. Pero, adonde iba?
Nuestro plan era seguir la línea eléctrica pero no se podía… Optamos por seguir la huella sin rumbo. A algún lado nos llevaría. Para empezar nos condujo a otra tranquera pero ahora sin candado. Seguimos al oeste hasta que después de varios kilómetros apareció la traza del gasoducto San Martín que inevitablemente conducía a Pico Truncado. Dejamos esa huella y seguimos al gasoducto ahora hacia el sur.
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En la sala de la línea eléctrica, uno de los operadores comenta:
- Bueno, parece que se alejan de la línea sin haber hecho nada raro, deben ser pobladores locales nomás. Se están yendo para el oeste para el lado del gasoducto y ya no los veo. Menos mal.
Ahora, los comentarios se trasladaron al ámbito de una sala del gasoducto de TGS:
- Che, tres camionetas están transitando por la traza. Vos sabés algo?
- No, nadie avisó pero no te hagas drama porque hay dos chatas nuestras que salieron de Pico hace un rato y se los van a cruzar. Si hay algún problema hablamos por radio.
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Circular por la traza fue sencillo, la huella estaba bien mantenida y las tranqueras estaban abiertas así que avanzamos con facilidad. En una tranquera nos cruzamos con dos camionetas de TGS que seguro supusieron que éramos de los campos aledaños, así que nos saludamos por la ventanilla y seguimos. Lo malo fue le pusieron candado después que la cruzaron…
Seguimos y enseguida aparecieron en el horizonte los yacimientos adyacentes a Pico Truncado, es decir que casi estábamos de nuevo en zona completamente pública. Pero no, llegamos a una tranquera con candado insertada en un alambrado tensado como las cuerdas de un piano. Lo que veníamos sospechando después del último encuentro se confirmó: quedamos atrapados sin salida dentro de la estancia Las Acacias.
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Sala de Control para Móvil 23: Novedades respecto de las tres chatas que cruzaron?
Móvil 23 para sala de Control: Nada en particular, seguramente son de alguno de los campos y andan de recorrida. Por las dudas le echamos candado a la tranquera pero no se inquietaron. Seguro tienen llaves de las tranqueras sino se nos hubieran venido al humo.
Sala de control para Móvil 23: Acabamos de ver que abandonaron la traza en la última tranquera. Si llegan a volver les avisamos.
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No quedó otro remedio que recorrer el alambrado en busca de alguna escapatoria “normal”, cosa que no encontramos. Inspeccionamos prolijamente todo el frente sur y nada que no fuese hacer algo indebido. La única chance dudosa fue la tranquera de la línea de alta tensión que con un poco de paciencia tal se podría desarmar y volver armar, con el riesgo que conllevaba. Buscamos algún puesto de la estancia pero las ondulaciones del terreno no nos lo mostraron. Decidimos arriesgar por el desarme, para lo cual, lo primero fue dejar actuar el WD40 sobre la oxidada bulonería.
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Otra vez los operadores de la línea eléctrica:
- Epa, volvieron los tres chiflados a la traza. Están detenidos por la tranquera que tiene candado. Veamos que no hagan nada raro ya que parece que no pueden pasar
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Mientras preparamos unos mates durante la espera de la acción del WD40 vemos una camioneta que se arrima a nosotros: era el dueño del campo que por supuesto ya nos había visto y se vino a ver que estábamos haciendo ahí. Si caía diez minutos después nos metíamos en un kilombo.
- Qué hacen por acá? Cómo ingresaron? nos espetó. Le explicamos exactamente lo que había pasado en la última tranquera y que sin quererlo habíamos quedado atrapados ya que no podíamos salir por donde habíamos entrado. Don Elortondo, bautizado con ese nombre por razones obvias, primero estaba dubitativo pero ante nuestra buena onda nos creyó y mágicamente sacó la llave y nos abrió el candado, confirmándonos que a partir de allí no había restricciones para llegar a Pico Truncado. De contentos y aliviados hasta le regalamos una botella de vino por la gentileza.
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Otra vez los operadores de la línea:
-Parece que eran amigos del dueño, les abrió la tranquera muy amablemente. No nos preocupemos más.
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Habíamos zafado !!!!
Estábamos a sólo 10 km de Pico Truncado y atravesamos raudamente un área con una densidad muy grande de pozos petroleros hasta meternos en la ciudad, que por cierto se la ve muy activa y moderna, aunque la entrada esté “adornada” por infinitas bolsas de nylon que arrastradas por el viento se agarran a los arbustos.
En Pico Truncado hicimos dos cosas: repusimos combustible (sin problemas) y visitamos las ruinas de la estación ferroviaria que desapareció casi totalmente por un incendio.
La tarde estaba muy avanzada, así que enseguida salimos con rumbo sur para tratar de capturar la segunda confluencia.
De la varias opciones optamos por la principal, es decir a través del camino que conduce a la Estancia 25 de Mayo, el cual tenía todas las tranqueras felizmente abiertas. Podríamos haber esquivado el casco de la estancia pero preferimos anunciarnos para evitar problemas. Allí, el encargado (que luego supimos era el hijo del propietario) muy amablemente nos dijo que teníamos que venir con un permiso firmado por el dueño para poder entrar a la estancia…
Insistimos en que nos dé algún teléfono para hablar con el dueño y se ve que, desbordado por nuestro entusiasmo, se ofreció a llevarnos con su chata hasta un sitio donde había señal de celular. Mi afonía impidió ser de la partida pero Pablo tomó la posta y se fue con él. No tenemos registros fotográficos pero hubiera estado bueno verlo subido a un molino tratando de explicarle a alguien escuchando a medias que queríamos entrar al campo para llegar a un curioso punto donde no hay nada, bla, bla, bla…
La cuestión que nos dijo que sí, aunque creo que no tenía idea de dónde queríamos ir, porque nos indicó ir por una huella que se dirigía a un vado del río Deseado lejos de la confluencia separado por uno o más alambrados infranqueables, sobre todo ahora que estábamos en blanco. Nuestros tracks iban por otros rumbos pero no podíamos usarlos.
Llegamos al vado, pero amén que no era muy confiable el paso por el barro, nosotros no teníamos porqué cruzarlo, la confluencia estaba de este lado. Allí, por suerte los últimos tres metros de alambrado nos dejaron un pequeño paso y casi metidos en el agua lo evitamos sin violar nada. Estábamos a 4 km de la confluencia por lo que parecía lo que alguna vez fue el amplio cauce del Deseado. Unas pequeñas grietas, algún cauce arenoso, un poco de vegetación cerrada pero al final nos pusimos en línea recta a 3 km de la confluencia.
Casi cayendo la tarde la logramos, esta vez con las chatas directamente encima. Segundo festejo del día y del viaje.
Para salir decidimos arriesgar y salir por alguno de los tracks dibujados que subían a las abruptas bardas del río. La elección estuvo genial ya que tuvimos varias trepadas interesantes y acortamos mucha distancia ya que aparecimos en el track de inicio pero mucho antes de la estancia. Seguramente se habrán preguntado por dónde salimos, seguramente creyeron que vadeamos el río y nos fuimos.
A la noche nos alojamos en un Hotel de Pico Truncado ya que seguir a Gregores de noche por la RP 12 nos iba a privar de apreciar sus interesantes paisajes. De todos modos el día había sido muy fructífero y con mucha suerte: valía la pena descansar un poco.
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DOMINGO 30: UN LARGO PERO ENTRETENIDO ENLACE Y UNA CONFLUENCIA MÁS
No salimos muy temprano porque el día anterior había agotador pero a eso de las 9:00 estábamos en marcha. El enlace hasta Gregores fue largo, ya que son más de 400 km de ripio, pero muy entretenido porque la RP 12 es realmente muy pintoresca, mucho más que las conocidas RN 3 y 40. Incluso su estado es excelente porque la están preparando para pavimentar en algún futuro, alguna vez será el camino natural a Calafate.
A primeras horas de la tarde paramos a comer algo al llegar a la RP25, donde decidimos intentar alterar el recorrido entrándole a la próxima confluencia, la 49°S 70°O, desde el este en lugar de ir a Gregores. Maniobra arriesgada pero si salía bien ganábamos precioso tiempo.
Subimos a la meseta por una empinada cuesta pero al llegar a al estancia 8 Hermanos el propietario no nos dejó pasar invocando que no había caminos más adelante. Huellas seguro había pero no había forma de esquivarlo, así que el ahorro de tiempo se convirtió en gasto y volvimos al plan original. De nuevo bajamos a la RP25 hasta que antes de Gregores nos desviamos hacia el sur por la margen izquierda del río Chico buscando la huella que nos volvía aponer sobre la meseta.
La encontramos pero estaba muy borrada, mucho más a medida que subíamos. Sólo la pudimos ver en Earth Google porque las fotos eran muy viejas. No obstante la seguimos con bastante precisión pero estaba extremadamente despareja, mucho más al llegar arriba, donde los guanacos la habían elegido para hacer sus dormideros. Era salir de un pozo para entrar en otro y fuera de la huella estaba lleno de piedras. Lo que sufrieron las chatas no tiene nombre, aunque luego le cabría uno.
Un par de alambrados caídos, muestra total del abandono por ahí arriba y finalmente logramos llegar a la confluencia que tal como se veía en Earth Google yacía en las orillas de una pequeña laguna. Otra vez le pusimos las chatas encima.
Nos planteamos volver por alguna de las otras variantes estudiadas por el oeste de la confluencia pero no le encontramos la punta al ovillo y nos volvimos por donde vinimos, es decir por el mismo penoso track.
De nuevo estábamos mal con el cronograma, así que decidimos arriesgar y salir a hacer la siguiente confluencia sin pasar por Gregores; acamparíamos donde pudiéramos al hacerse de noche.
Al salir de las huellas complicadas y con Gregores a tiro de señal de celular, sobrevino un inconveniente complicado: el amortiguador delantero derecho de Pampa 02 decidió separar su vástago del pistón y se desenhebró del cilindro. Imaginen qué ocurre con una suspensión parrillera en esa situación; para colmo al salirse el vástago se apoyó en el cilindro y arrancó la goma de la cazoleta. Un verdadero kilombo.
Ante el problema, que trastocó todos los planes, en primer lugar tratamos de ubicar repuestos por teléfono aprovechando a todos los patagónicos conocidos y mientras esperábamos analizamos como llegar al menos hasta Gregores, que ahora sí se había convertido en el único destino posible.
Armamos el amortigador como pudimos de un modo muy precario: volvimos a meter el silent block en la cazoleta y luego el vástago enfilado suelto en el cilindro. Andando muy despacio podíamos hacer los diez kilómetros hasta el poblado.
Mientras tanto, desde Trelew, el amigo Ruy me confirmaba que tenía un par de amortiguadores de Grand Vitara, supuestamente iguales, y que los despachaba apenas supiéramos de su equivalencia. Desde San Julián, mi amigo Lada había ubicado otro amigo en Comodoro que iba a tratar de ubicar uno por lo menos. Recordé que en casa tenía un par casi nuevos. La solución estaba en marcha. Christian y Pablo se fueron rápido a Gregores a ver si conseguían algo además de alojamiento mientras e yo, seguido de Guillermo a corta distancia, me moví lentamente a no más de 20 km/hora. Paramos varias veces a verificar y poner el silent block en su lugar, pero antes de anochecer, estábamos en Gregores en la hermosa Hostería Lago Cardiel.
Desarmé todo mientras los demás desensillaban y dejé todo listo para ver que conseguíamos al día siguiente, ya que hoy al ser domingo, no encontramos nada abierto. Tal vez el lunes...
Mientras tanto, en el Suzuki Club 4x4 se movilizaron varios a través de RoloLP para verificar si los amortiguadores de Grand Vitara servían, cosa que se confirmó. Entonces avisé a Ruy que despache el juego a San Julián y por las dudas a Eduardo Lada que compre uno en Comodoro. Faltaba ver cómo nos reuníamos con ellos.
Para despreocuparnos, cenamos y bebimos opíparamente en el hotel. Al día siguiente decidiríamos las acciones a seguir. El sufrimiento que no tenía nombre para las chatas por transitar la penosa huella de la meseta sí lo tenía: la muerte de los amortiguadores .
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LUNES 31 : OTRA CONFLUENCIA CAMINO A SAN JULIÁN POR REPARACIONES
Pablo y yo salimos temprano a ver que conseguíamos en Gregores, que para mi sorpresa se ha transformado en una pequeña ciudad, con todas sus calles asfaltadas, con manos y contramanos y hasta…. semáforos!!!!!. Nada que ver con el pequeño pueblucho que había conocido allá por 1978.
La cuestión que en Gregores parece haber de todo menos amortiguadores de Vitara, así que nos conformamos con algunas arandelas para reparar un poco mejor la cazoleta rota. No había chances de reparar definitivo aquí salvo esperar los amortiguadores, lo que llevaría un par de días, alterando totalmente los planes o bien mover como podamos a San Julián para encontrarnos con los repuestos y de ese modo “recuperar” un poco de tiempo. Tal vez hasta podíamos hacer una confluencia a la pasada.
Decidimos lo segundo ya que parecía que por la tarde podría estar en San Julián el amortiguador comodorense. Armamos prolijamente los pedazos y con un amortiguador desarmado pero enhebrado con seguridad, salimos a cubrir los 250 km a San Julián por la ripiada RP25.
Por supuesto que al salir de Gregores no quedó otro remedio que parar a fotografiar el viejo y emblemático tractor que usaron los pioneros al llegar aquí, el cual está en perfectas condiciones.
Al principio, con miedo a no más de 40 km/h pero luego llegamos hasta andar a 70 km/h si el piso estaba bueno. Una de las chatas iba delante de mí avisando de las irregularidades midiendo con el GPS la distancia a destino:
-Ojo a 150, 3 km de San Julián , pozo en el lado derecho
-A 120,7 km pasate a la huella de la izquierda
Así se fue reduciendo la distancia a destino e íbamos tan bien que al pasar cerca de la CF 4969, decidimos ir por ella. Si en algún momento había offroad, dejábamos tirada la Pampa 02 y transbordábamos.
Entramos por una tranquera abierta y al cabo de unos 10 km nos pusimos a 1.5 km de la CF, campo traviesa mediante, sin alambrados. Allí dejamos la Pampa 02 y en las otras dos chatas buscamos el objetivo.
Sin más esfuerzo que andar medio amontonados y sortear un pequeño cañadón, logramos la cuarta captura sin dificultad: el plan seguía vigente sin saltearnos nada pese a los problemas mecánicos.
Desandamos y volvimos las tres chatas a la RP25 en las mismas condiciones que antes del desvío. El camino empeoró a la altura del viejo Hotel Bellavista lo que redujo la velocidad.
Más adelante apareció el desvió a la CF 4968 y entonados lo tomamos, pero para nuestra desazón a los pocos km, apareció una tranquera con un grueso candado. A casi 22 km de la confluencia no era para arriesgar nada ya que estábamos muy lejos, por lo que decidimos que un grupo la intentaría desde la RN 3 mientras yo reparaba la chata en San Julián.
A eso de las 5 de la tarde llegamos a San Julián, donde Eduardo Lada nos esperaba ansiosamente, pero con la noticia que el micro con el amortiguador comodorense venía demorado y que los trelewenses llegaban el martes después de mediodía.
Había que esperar nomás. Las dos chatas sanas se ocuparon de ver si se podía llegar a laCF 4968 y yo me quedé con Sebastián, con la compañía de Eduardo, con quien me puse al día después de casi dos años de no vernos personalmente.
Nos llevó a mostrarnos su San Julián, que realmente está muy lindo y moderno, recorriendo su coqueta costanera y su trazado completamente asfaltado.
Como la demora del micro era para la nochecita, fuimos a buscar un cordero al frigorífico así la espera era más llevadera. Cuando el resto del equipo llegó ya teníamos el asado en marcha y mi chata desarmada lista para recibir el amortiguador de repuesto.
Al no haber ido yo, la CF 4968 se volvió inexpugnable y entonces aprovecharon para recorrer la costa por Cabo Curioso.
Después del exquisito asado regado con buen vino, apareció mi amortiguador, lo colocamos y nos fuimos a dormir a la coqueta Posada de Ketty, con la idea de volver a tomar ritmo temprano al día siguiente.
++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++Martes:
Arrancamos bastante temprano, supuestamente ya sin problemas. Mientras fotografiamos la pista de aluminio instalada para la guerra de Malvinas, cruzamos una extensa caravana de autos antiguos que se dirigía al sur, con vehículos muy interesantes por cierto.
A poco de retomar la RN3 nos desviamos por el primer acceso previsto para la CF 5068, el cual probablemente no fuera posible, pero la curiosidad pudo más: era ir largo trecho por la aburrida RN 3 o andar vagando por la meseta costeando el mar en busca de desconocidos paisajes.
Y así fue: la tranquera por donde debíamos acceder a la estancia Darwin tenía un grueso candado a más de 40 km de la confluencia, muy lejos para entrar sin permiso.
Ya que estábamos cerca nos corrimos hasta la costa atlántica, donde los acantilados y la playa nos deslumbraron: con un poco más de tiempo y algo de conocimiento previo hubiera sido interesante ir por la playa hasta el paralelo 50 pero a ciegas no era prudente.
Volvimos a la RN3, pero antes preguntamos en al un puesto respecto a como llegar a nuestro objetivo y la clave fue la estancia Tres Lagunas, muchos km al sur.
En el mirador del Gran Bajo de San Julián paramos a sacar las fotos de práctica y luego salimos a buscar nuestro track teórico, el cual se iniciaba con una tranquera con candado. Pero al conocer la clave antes mencionado, desandamos unos kilómetros y entramos a preguntas en Tres Lagunas, donde su propietario, el Sr Manzano, ex aviador entendió enseguida nuestro propósito y nos franqueó el acceso, aconsejándonos volver a consultar en la próxima estancia “xxxxxx” al Sr Calvo para continuar, aunque creía que no tendríamos problemas.
Efectivamente, en “xxx” nos autorizaron el paso y siguiendo prolijamente nuestro elaborado track fuimos encontrándole la vuelta pata acceder a la oculta CF 5068, la primera de latitud 50. No obstante siguieron mis pequeñas desventuras: un ruido a caño de escape soltado de un soporte me hizo detener y efectivamente algo de eso había, pero no tan sencillo: lo que se había soltado el soporte de la rótula que une el diferencial trasero al chasis y por poco no se me desenchufa el cardan de la caja, lo que hubiera sido desastroso, más si ocurría en la ruta a alta velocidad.
Tres de los cuatro tornillos no estaban y el cuarto se había cortado por el esfuerzo.
Por suerte había tornillos de repuesto y por suerte lo pudimos recomponer rápidamente sin más consecuencias que la pérdida de tiempo y la malasangre. Seguimos por huellas tenues dentro de los campos, pasamos al costado de la laguna Santa Rosa y al entrar tranquera abierta mediante al campo homónimo, la huella nos puso a menos de un kilómetro a campo traviesa de la confluencia, la cual logramos sin ninguna dificultad.
Guillermo y Eduardo habían intentado por un supuesto atajo y se demoraron un rato para salir de l laberinto de la estancia Miramar pero también llegaron.
La primera de la serie 50 cayo después de un largo día de búsqueda entrada la tarde.
Sin pérdida de tiempo desandamos el camino a la RN 3 con la idea de recuperar todo el tiempo posible. Antes de cruzar el río Chico siento que el andar se vuelve extraño, atribuyéndolo a las ondulaciones del camino pero al intensificarse paro a revisar: sigue la sucesión de problemas, ahora la rueda trasera izquierda se había deformado lo suficiente para andar a los saltos….
Cambiamos por uno de los auxilios y seguimos. La verdad que parece que en este viaje la suerte me acompaña a medias. Mi copiloto se vuelve inquieto porque ve que pese a todo seguimos como si nada….
Al llegar a Piedrabuena paramos a recargar combustible y decidir que hacer. En un exceso de entusiasmo, la idea primera fue seguir y acampar donde sea para hacer el medio cordero que nos había sobrado de San Julián. Así intentamos y antes pasamos a registrar la segunda de la serie 50 en las afueras del pueblo, las cual yo había visitado en 2006. El acceso es muy fácil y la particularidad es que la zona se ha comenzado a poblar y que ahora es atravesada por la nueva línea de 500 KV que une Pico Truncado con Piedrabuena. La registramos casi sin bajarnos de las chatas pero ahí nos dimos cuenta que desde el oeste se venía una potencial tormenta que podía complicar nuestros planes de campamento y mas que nada, el cordero.
Ahí cambiamos de rumbo y fuimos a ver si podíamos alojarnos en la Isla Pavón sobre el rio Santa Cruz, lo cual fue una excelente idea ya que conseguimos a muy buen precio una cabaña para seis con parrilla disponible.
Además de poder alojarnos cómodamente, nos dio la posibilidad de comernos lo que quedaba del cordero preparado en forma exquisita por Sebastian. Todo salio tan redondo que pudimos convencer a Christian de salir bien temprano al día siguiente.
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Miércoles
Aunque parezca increíble a las 7:30 estábamos en marcha: el paralelo 50 tenía que rendirse ante nosotros. Ya teníamos dos y la idea era ir por las tres restantes y arrimarnos al Cardiel hacia la nochecita.
Nos adentramos en una zona desconocida de la meseta santacruceña a través de la RP 17 que por los primeros kilómetros parece una ruta provincial normal, pero luego se va desdibujando porque en realidad ahora conduce a la nada, como ya les contaré.
El paisaje, bien patagónico y extremadamente verde, como fue moneda corriente en este viaje, nos va mostrando introduciendo en una sucesión de inmensas estancias, casi ninguna con animales, al menos visibles.
Para la primer confluencia nos tuvimos que derivar unos 15 km de la RP17 por huellas que conducen a estancias que bajan de la meseta a través de profundo cañadones, que sorprendentemente tenían cursos de agua: hasta hubo un pequeño vadeo.
Sólo tuvimos que hacer un par de kilómetros a campo traviesa para estacionarnos fácilmente en la CF5070, sobre una superficie plana con poca vegetación, a merced del viento patagónico. Para no perder tiempo decidimos salir por donde entramos para ir a lo seguro, aunque fuera más largo.
De nuevo en la RP 17, que en esta zona hace un largo rodeo, pasamos por una serie de estancias de cierta importante y luego desviamos hacia el sur, donde se bifurca al encontrase con al ruta xx. A partir de allí la RP17 se comienza a desdibujar hasta el punto que al atravesar un escorial de unos 1500 metros de longitud se convierte en un insoportable pedrero. Luego el suelo mejora y aparecen más estancias, pero claramente deshabitadas y abandonadas hasta encontrar la RP xx en el cañadón que alberga a la conocida estancia La Australasia, que es la primera donde volvemos a ver vacas y ovejas en cantidad apreciable. Hasta ahora sólo habíamos visto gran cantidad de guanacos salvajes y nada más.
Dejamos momentáneamente la RP 17 y nos adentramos en el cañadón que sale hacia el norte que nos acercaría a la próxima confluencia, la CF 5071; está tan verde que hasta no parece patagónico.
Ya a pocos km de la CF 5071 aparece la Estancia El Cordero, la cual parece en actividad aunque no vimos gente al pasar frente a ella. Enseguida tomamos una borrosa huella que trepa a los cerros que se fue desdibujando a medida que subíamos. Apareció un alambrado que cortaba el paso pero en esas soledades lo atravesamos sin dudar usando la rebatibilidad intrínseca del mismo.
Nuestro plan era encontrar una sísmica que nos acercase del todo a la Cf, que ya la teníamos a unos 5 km. La zona se ve que fue surcada por petroleros pero sin éxito; de hecho hay terrazas abandonadas que debieron soportar algunas instalaciones de exploración.
Apareció la sísmica, que por supuesto estaba a la miseria, pero era mejor que ir a campo traviesa entre coirones y piedras. No obstante en algunos tramos tuvimos que luchar con pequeños arenales y algún mallín con barro, con encajadas incluidas.
Llegamos a un vasto bajo donde yacía la confluencia a unos 400 metros de la sísmica, pero el acercamiento final lo hicimos a pie ya que el piso era extremadamente tortuoso.
El viento era muy fuerte: medimos ráfagas de 50 km/hora mientras poníamos las coordenadas del GPS en cero, ahí en el medio de la nada.
De nuevo desandamos el camino, con la duda que en la estancia nos parasen para ver que estábamos haciendo por ahí, sobre todo por haber cruzado el alambrado Por suerte nada de eso ocurrió y nadie se percató de nosotros o directamente no les importó, total poco hay para hacer en esos lares que los pueda afectar, salvo saciar la curiosidad, si es que la tienen.
Desde la estancia El Cordero tomamos un atajo a la RP17 que resulto muy interesante por lo desolado, recorriendo otro cañadón paralelo al que ingresamos más atrás.
Encontramos la RP17 sin dificultad, la cual está claramente con casi nada de tránsito ahora con rumbo a Cóndor Cliff, el futuro asentamiento de una gran represa hidroeléctrica de tamaño similar a El Chocón, sobre el río Santa Cruz. Si bien será quien le volverá a dar impulso a esta zona, al menso durante su construcción, sin duda es la responsable de la desolación actual, ya que los establecimientos ganaderos que estaban en el valle del rio han abandonado su actividad ante la inminencia de las obras y su posterior inundación. Además antiguamente, la RP17 cruzaba el río por medio de una balsa que ahora no existe más, con lo cual ahora la ruta no conduce a ninguna parte y sólo puede ser usado por un grupo de locos como nosotros que ande cazando confluencias.
El valle del rio es muy profundo y en una curva apreció majestuoso ante nuestros ojos, con su característico celeste como el de nuestra bandera. Desde este lugar de puede apreciar porque se eligió esta zona del rio para hacer la represa: el valle se angosta un poco (igual debe tener un par de kilómetros) pero lo más notable es que lo flanquean dos paredones casi verticales de roca basáltica de unos 300 metros de altura, anclaje perfecto para un dique. Posiblemente sería la última vez contemplásemos este valle antes de la inundación.
Nos preguntamos cómo sería la bajada a la zona de la balsa que habíamos visto muy enroscada en GE. La respuesta fue que efectivamente lo era aunque milagrosamente el acantilado tenía unas fisuras que permitieron construirla sin mucha dificultad. Bajamos muy rápido desde los 475 msnm a los 145 msnm por donde discurre el río.
Atravesamos el casco abandonado de la emblemática estancia Cóndor Cliff, después de cruzar un vado bastante profundo de un arroyo tributario del Santa Cruz que en otras épocas debió ser usado para riego, a juzgar por la profusa arboleda que posee el abandonado establecimiento.
Este sitio fue bautizado por Darwin y Fitz Roy con ese nombre debido a los enormes acantilados sobrevolados por cóndores que vieron aquí cuando remontaron el río en la célebre expedición que No descubrió por pocos metros el lago Argentino allá por 18xx.
Bajamos hasta el rio hasta la rampa donde estaba antiguamente la basa: todavía sobreviven los anclajes y unos oxidados cables de acero; enfrente hay uan construcción donde debía vivir el balsero. El camino hoy se sumerge en el río y emerge en su ribera sur aunque el vadeo es respetable: 700 m3/seg es el caudal medio del río.
Nos embargó la emoción al pensar que en un futuro, este preciso lugar sería el fondo de un lago de más de 100 metros de profundidad. Posiblemente nunca más lo pisaríamos con nuestras chatas.
La RP 17 sigue hacia el oeste más o menos siguiendo el valle del río hacia la RN 40 cruzando el rio La Leona cerca de la misma. Su aspecto empieza a ser simétrico respecto de Condor Cliff ya que a medida que nos alejamos de la zona inundable parece más transitada y empiezan a aparecer estancias con algo de actividad.
Cerca del meridiano 72, la dejamos por un olvidado atajo a la RP21 que paralela al la Rn40 correo por el este del rio La Leona, por sobre la meseta.. Supuestamente, esta confluencia sería un trámite, al menos adivinábamos eso a través de las pobres fotos del GE.
Así nos pareció hasta posicionarnos a unos 8 km en línea recta donde, cerca de la estancia La Meseta, dejamos los caminos. La realidad fue totalmente opuesta: la zona era muy quebrada y tuvimos sortear una serie de cañadones terribles que exigieron todas nuestras destrezas para encontrar por donde atravesarlos y sobre todo por donde subirlos una vez que alcanzamos la parte baja. Fue algo grandioso, extremadamente offroad, en la más pura patagonia, que con ráfagas de 60 km/h nos los recordaba insistentemente.
Christian se lució encontrándole la vuelta a la parte mas compleja, con habilidad y audacia.
No sólo estaba bueno para manejar, los paisajes eran grandiosos ya que desde las alturas podíamos divisar el lago Argentino e incluso un par de enormes icebergs navegándolo.
La confluencia estaba en un lugar privilegiado ya que casi se podía ver en simultaneo el lago Argentino y el lago Viedma, además de tener de telón de fondo las montañas nevadas de la cordillera.
Finalmente la logramos y con ella pudimos completar el principal objetivo del viaje que era alcanzar cinco confluencias de la latitud 50. No va ser fácil que con vehículos otros lleguen aquí y nos guardamos la satisfacción de ser los primeros en registrarla.
Como supondrán salir tampoco iba a ser fácil y para complicarlo, esta vez decidimos no desandar y buscar una salida que nos arrimara más al norte. Teníamos presente una sísmica que podía sacarnos a la RP21 en un modo más directo y nos abocamos a buscarla. Y lo logramos después un tortuoso recorrido que lentamente nos puso sobre caminos normales.
Ya era tarde y la posibilidad de llegar al lago Cardiel esa noche se esfumó. La RP21 nos depositó en el puente de la RN40 sobre el río La Leona, frente al hotel homónimo.
Con eso también se diluyó otro posible campamento ya que la comodidad de alojarnos sin esfuerzo (aunque a mayor costo$$$) nos atrapó.
Durante la cena propusimos salir temprano para que Sebastian pudiera tirar la caña un rato pero la propuesta no le gustó ya que se sintió molesto porque no le dejamos el tiempo necesario. El irrefrenable entusiasmo de los otros cinco por las confluencias, sin desearlo, lo había dejado con las manos casi vacías: tal vez pese a creer haber sido claro yo no logré transmitirle cuales serían las prioridades. Claro, que por supuesto no había considerado los inconvenientes de mi chata. Fue el único momento tenso del viaje. Cosas que pasan, nadie lo quiso perjudicar y se que se le pasará la bronca.
Lo que falta agregar que él y Guillermo dejarían por adelantado al travesía ya que así lo habían programado.
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Jueves
Desayunamos en forma estupenda en el Hotel La Leona y mientras nos aprestamos a salir, cayeron hordas de turistas extranjeros a arrasar con todo lo que podían beber, comer o comprar de recuerdo. Ahora entiendo el cartel que indica distancias a todas partes del mundo…
Salimos ya con copilotos cambiados rumbo a Tres Lagos para reponer combustible y de ahí remontar la RN 40 hasta el Lago Cardiel. Como resultado de mis percances mecánicos, recortamos parte del recorrido, dejando la CF 4972 en la zona del lago San Martín para otra oportunidad. Básicamente no íbamos a poder ir las tres chatas por el regreso anticipado y era arriesgado meterse en la cordillera, en terreno difícil, con dos vehículos solamente.
La RN40 la están pavimentando y después de múltiples desvíos llegamos al lago Cardiel, donde nos arrimamos un poco a la costa por el camino de acceso que viene de Gregores para poder apreciarlo de cerca. Allí nos separamos de Guillermo y Sebastian que comenzaban el regreso a Bs As.
Los que quedamos dudamos en ir a hacer la CF 4971 porque ya estaba visitada, aunque había sido a pata. La cercanía y las ganas de trepar nos ganaron y la encaramos.
Primero por las variantes “complicadas” directas desde la ruta, que realmente tenían pendientes temerarias y finalmente por la retaguardia, ascendiendo lentamente por un cañadón que permite llegarle desde el este. El avance fue lento y se complicó un poco sobre el final con algunas pendientes interesantes, sobre todo cuando por apurarnos nos equivocamos de cañadón.
Esta vez a diferencia e Julián que se caminó todo para llegar, nosotros le pusimos las chatas encima una vez más.
Desandamos todo el camino, nos mandamos una bruta picada en un cauce próximo a la RN 40 para cubrirnos del viento y luego nos dirigimos hacia Gregores. El plan era retomar la RP 12 hasta el Hotel Dos Manantiales y luego “por adentro” alcanzar las CF 4770 y 4769, acampando por ahí.
Todo normal hasta Gregores donde la falta de combustible nos cambió el plan: deberíamos quedarnos allí a esperar el camión que llegaría por la noche, así que de nuevo a hotel, sin campamento.
Pero no fue el único plan cambiado: al revisar los amortiguadores veo que el otro delantero iba camino de romperse igual que el primero. Y ahora? Parece que Gregores no le sienta bien a mis amortiguadores.
En rápida decisión, cambiamos de nuevo los planes y decidimos mover a San Julián, donde yo tenía dos amortiguadores de repuesto en poder de Eduardo Lada, los trelewenses facilitados por Ruy bermejo. Llamé a Eduardo y acorde ir a visitarlo de nuevo… De vuelta la aburrida RP25 a San Julián por segunda vez en tres días…
Entrada la noche llegamos a San Julián y nos volvimos a alojar en la Casa de Ketty, dejando el recambio del amortiguador para la mañana siguiente.
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Viernes:
Ya muy cancheros con el tema el cambio de amortiguador fue un breve trámite. En el taller de Lada en un ratito colocamos el nuevo y de nuevo a las pistas, mejor dicho a la RN03 con rumbo norte, al paralelo 47.
Nos despedimos de nuevo de Lada y salimos. Al pasar frente a la tranquera del supuesto acceso a la CF 4968 había un camión y vimos como el chofer se agachaba a dos o tres postes de la tranquera como buscando algo. Ese algo era la llave de lso candados, ya que luego se dirigió a la tranquera y…Abrete Sésamo!!!: la tranquera se abrió.
Por radio nos dijimos dejemos que entre y después nosotros hacemos lo mismo…
Sin embargo nos dio lástima que en una de esas terminábamos perjudicando al pobre camionero por haber dejado la tranquera abierta así que lo que hicimos fue dar vuelta e ir a charlar con él. Obviamente no nos podía dejar pasar pero nos dio el dato de quien era el dueño y como ubicarlo, lo que le agradecimos. Igual hasta que no nos vio partir no volvió a esconder la llave. Decidimos que no teníamos más tiempo para volver a San Julián y que quedaría esta CF para otra oportunidad…
Seguimos hacia el norte sin problemas hasta ceca de Fitz Roy, donde de nuevo empezaron los problemas de los saltitos en una rueda trasera en mi chata: evidentemente estoy meado por los perros en este viaje. A los saltos llegamos al pueblo y la cambié por el segundo auxilio. También aproveché para ajustar la bendita rótula ya que con la rueda afuera vimos que un tornillo no apretaba ya que hacia tope contra el fondo. Auxilios buenos, ya no me quedaban, así que estuve a punto de abortar la siguiente confluencia por las dudas de no seguir jodiendo a mis colegas.. Ni un segundo tardaron en decirme que me dejara de joder y que siguiera. Y por supuesto que me dejé convencer..
Cargamos nafta y enfilamos para la Cf 4769 al sur de Las Heras, donde debíamos atravesar una franja petrolera al norte del río Deseado con pronóstico reservado.
Nos propusimos ir probando todas las alternativas sin descartar ninguna a medida que aparecían. La RP43 nos pasó de nuevo por Pico Truncado y al llegar Koluel Kayke, previo paso por lo que queda de la estación ferroviaria, probamos el primer acceso por detrás del poblado.
Cruzamos alguna chata y algún camión pero no pasó nada. Al rato cruzamos el río Deseado por un precario puente y la zona petrolera se comenzó a desdibujar-, por ahora el peligro había pasado. La huella, ahora únicamente de enlace entre estancias se volvió muy entretenida y sinuosa por un buen rato. En un momento nos metió en un gran bajo, por suerte sin agua, que debe ser el fondo de la cuenca de laguna Sirven. Los profundos huellones secos muestran lo complicado que debe ser si llueve.
Salimos del bajo y apareció el cerro Silva, el cual debíamos rodear para llegar a la confluencia. En la estancia xxxx paramos a preguntar porque la huella no coincidía con el track teórico y muy amablemente nos indicaron que íbamos bien, que el camino era el que iba a la estancia Friederichstat más al sur.
Seguimos, cruzando algunos cauces secos pero evidentemente caudalosos en época de lluvias y fuimos arrimando lentamente a la confluencia por las huellas. El paisaje se volvió muy interesante y montañoso, lejos de la meseta plana que imaginábamos.
A xx kilómetros de la confluencia dejamos la huela principal y desviamos por unas muy tenues que coincidían con el track y casi a campo traviesa llegamos con exactitud nuevamente sobre una confluencia. Otra más, la undécima.
Fotos, festejos y decisiones. Había entusiasmo por ir a buscar la CF 4770 más al oeste pero nos poníamos menos que justos de tiempo para volver. Con dolor la dejamos para la próxima, considerando que el acceso interesante es por acá, no por la RP 39.
Decidimos salir derecho a Las Heras en lugar de desandar; si bien era más largo en total, buena parte sería por el asfalto de la RP43.
Pasamos al costado de la laguna y el cerro Sirven, donde nos desviamos para curiosear lo que parece ser un cráter de impacto, muy interesante. Seguimos hasta alcanzar el valle el deseado, el cual cruzamos y de nuevo a meternos con los petroleros. Anochecía.
A lo lejos vemos las luces del tránsito rápido de la RP43 y nos alegramos; sin embargo al acercarnos vemos una casilla de control con dos barreras: la de entrada levantada y la de salida baja. Y ahora? A ver si nos hacen volver, - pensamos.
A esa altura del partido la decisión fue tantear la situación: bajamos las luces y nos arrimamos lentamente al control. El guardia debía estar dormitando ya que no salió enseguida. Entonces rápidamente decidimos eludirlo: nos cruzamos de mano y cruzamos la barrera abierta sin detenernos y luego aceleramos. Por los espejos, al ratito, vimos como alguien bajaba la barrera…. Lo habíamos sorprendido, nunca pudo imaginar de dónde veníamos porque no nos había visto entrar.
Finalmente por el horario, decidimos ir a Caleta Olivia, donde llegaríamos a tiempo de cenar y alojarnos cómodamente en el Hotel Roberts, al igual que en 2009.
Sábado:
Ya en los últimos estertores del viaje, desayunamos y salimos con rumbo a casa por la RN03, la cual evidentemente no se sentaba a mis neumáticos: otra de las ruedas traseras volvió a dar síntomas de ovalización. Al llegar a Comodoro, decidí no dar más vueltas al asunto y comprar dos cubiertas nuevas ya que el riesgo era pinchar una rueda y tener que andar muy despacio hasta donde conseguir una. Tenía por delante el largo y solitario enlace hasta Trelew y no era cuestión de tentar a la mala suerte.
Con las cubierta nuevas el andar se volvió excelente y volvimos a retomar al RN03, después de espantarnos por el costo de una comida rápida en el patio de comidas de La Anónima, casi lo que cuesta comer en un restaurante bueno de Buenos Aires.
La RN03 pasa cerca de dos confluencias, que si bien fueron visitadas no dejaban de ser una tentación, así que no quedó otro remedio que desviarnos un poco….
La primera, la CF 4567 se encuentra 4 km al este de la ruta y un camino a una cantera parece acercársele. Nos metimos pero no logramos acercarnos a menos de 1.5 km alambrados de por medio y con espesa vegetación. La proximidad a una estancia y el tiempo que nos demandaría ir a pedir permiso y eventualmente acceder nos hicieron desistir y aprovechamos para tomarnos unos mates adentro un bonito cañadón.
Retomamos la ruta despreocupadamente y si se podía haríamos la CF 4466. Al llegar a sus cercanías, al no tenerla estudiada no encontrábamos por donde se entraba pese a que recordaba que era fácil. Al final había que pasarse un poco y volver para atrás.
Había que entrar por una tranquera, sin candados y la huella conducía a menos de 100 metros de la confluencia, pasando cerca de un puesto que al menos ahora estaba desierto. No nos costó nada lograrla y de ese modo obtuvimos la presea número del viaje, al igual que en el anterior.
Ahora sí cerrábamos la cacería, trece es un número de mal augurio, así que no intentaríamos más.
Sin novedades seguimos hacia el norte y la nochecita nos sorprendió en San Antonio Oeste, donde nos alojamos en el motel que está sobre ruta.
Domingo
Por la mañana desayunamos todos juntos y alí nos separamos. Christian y Pablo se iban para el Alto Valle y nosotros seguíamos a Buenos Aires.
Sin contratiempos, salvo un poco de tránsito después de Cañuelas, a la nochecita estábamos de vuelta en Buenos Aires, después de dos amortiguadores, dos cubiertas, doce confluencias, diez días y 6480 kilómetros de profunda Patagonia
Hasta la próxima