MI PRIMERA INCURSIÓN AL OJOS DEL SALADO

NOTAS DE VIAJE, UNA VERSIÓN DE BUTACA DERECHA

 04 al 13 de Marzo de 2011

PRÓLOGO

                Es difícil para mi escribir la crónica de este fantástico viaje ya que inevitablemente, antes o después que la publique aparecerá (en realidad ya apareció) la versión del verdadero mentor del mismo y entonces hacer algo que valga la pena seguro se verá opacado por la fina pluma y la prolija edición del maestro Eduardo Cinícola. Intentaré contar lo que se siente y se ve desde la butaca derecha de la legendaria Cherokee, tratando de dejar de lado los detalles geográficos aportando cuestiones más subjetivas. Esta vez no voy a mostrar tantas foto, sólo algunas para intercalar entre los textos.

                 Hecha la aclaración, va mi versión de este viaje, que en líneas generales, partía de movida hacia objetivos imposibles, pero yendo con Eduardo nunca se sabe…

1)      Escalar el Ojos del Salado

2)      Rodear  el volcán Solo

3)      Entrar a Corona del Inca por el este, entre el Bonete y el Pissis

                Para mí, era primera experiencia tan alto, ya que mi techo estaba en los 4600 msnm y ahora escasamente ese sería el piso sobre el cual nos moveríamos.

                Catamarca: Allá vamos!!!!!!!!!!!!!!!!

VIERNES 4 DE MARZO: Primera larga noche de viaje

                Después de una intensa semana de trabajo, finalmente llego el día. Acordamos salir desde Congreso después de las 22:00 horas para que el malón de turistas del fin de semana largo se aplaque un poco. Dejé la Pampa 01 en la cochera de Eduardo, donde acomodamos los bártulos y salimos. A pocas cuadras armamos la Molotov rodante, llenando los nuevos bidones del techo, dos bidones de 30 litros interiores y alguna que otra botellita de Coca Cola. Nunca se sabe que puede pasar con el combustible en nuestras rutas.

                Primera prueba que debo superar: La Chero no quiere arrancar por falta de batería y entonces tengo que empujar.    

                                    Prueba superada, el nuevo copi tiene algunos HP disponibles para emergencias” - pensó Eduardo.

                Fiel al “más con menos”, la Chero no le anda el aire acondicionado y entonces nos tenemos que arreglar con aire condicionado por el ambiente exterior. El entusiasmo del viaje hace olvidar el calorcito y empezamos a devorar kilómetros y nafta rumbo al objetivo, turnándonos cada tanto para evitar el cansancio. Dormimos un rato bajo un puente de la AU Córdoba- Rosario y al amanecer nos encontramos en Jesús María con Néstor Queralt y dos motoqueros más: Marcelo Villano y el gallego Vicente, compartiendo el desayuno en el hotel donde ellos pararon. El grupo ya tenía cinco integrantes juntos.


Plaza de Chumbicha un sábado a la hora de la siesta

SÁBADO 5 DE MARZO: Enlace a Fiambalá

                Después del desayuno, tomamos la ruta con tranquilidad embocando la inefable RN60 después de Dean Funes. Verificamos que los demás integrantes se venían acercando desde los distintos puntos de salida y salvo los bahienses Christian Germain y Pablito Anastasio y el dúo Pepe Samassa y Pablo Pexa, nos encontramos todos en Chumbicha, donde los que llegamos primeros hicimos un picnic en plena plaza del pueblo bajo un inmenso palo borracho. Por supuesto éramos los únicos en la calle a la hora de las siesta

                 Allí se sumaron Denis Garione, el Doc Jorge Alonso y Jaime y el otro motoquero, el santiagueño Arturo. Ya éramos nueve.

                El clima presagiaba lluvia a partir de allí, la que finalmente solo fue un amago. Sin problemas llegamos todos a Fiambalá  bastante temprano, con excepción de los otros cuatro que llegaron un poco más tarde: el grupo quedó conformado por el nada tranquilizador número de trece integrantes.

                Nos alojamos en lo de Doña Pocha temprano y nos fuimos a relajar y a cenar a las Termas, lo cual no fue tan sencillo debido a que el río Abaucán venía crecido, preanuncio de los problemas que podríamos encontrar  por el mal tiempo de las semanas previas.

                No muy tarde, en mi caso contento por el triunfo de Racing 4 a 3 sobre Olimpo, nos volvimos a dormir para salir temprano hacia los volcanes más altos del planeta.


Relax en las Termas de Fiambalá

DOMINGO 6 DE MARZO: La aproximación al Ojos del Salado rumbo al Campamento Base

                Hoy teníamos previsto hacer la aproximación al Ojos del Salado armando un campamento base a 4400 msnm, de modo que nos permitiera hacer el intento decisivo el día siguiente. Ir mucho más allá implicaba dormir demasiado alto sin haber hecho nada de aclimatación, lo que podría ser contraproducente. Además cuanto más alto, más duro e impredecible el clima para pasar una noche.

                Tomamos la RN60 hacia el Paso de San Francisco, la cual está dotada de increíble belleza natural que se aprecia sin un milímetro de offroad. Los colores de los cerros son imposibles de contar y se resaltan más aún cuando se ingresa en el Valle de Chaschuil, donde en el embalse Cortaderas un lujoso e insólito hotel invita a quedarse ahí para siempre, si no fuera por lo que cobran.


Los increíbles paisajes de la RN60 con los seismiles de fondo

                Un poco más adelante salimos de la ruta y empezamos a subir en serio aunque ya la RN 60 nos había puesto a 3500 msnm. Ingresamos de lleno al hostil pero maravilloso territorio dominado por los volcanes más altos del mundo. Eduardo nos apabulla con su perfecto conocimiento de cada montaña y empezamos a conocerlas. El Intihuasi, el Fraile, el Ojo de las Lozas, el Negro, el Rojo, el Rasguido y no sé cuantos más nos rodean y transmiten su imponencia. Las cinco chatas y las cuatro motos parecemos hormiguitas en ese gigantesco escenario desierto, todo para nosotros.

            El Ojo de las Lozas, de “apenas” 5200 msnm, propició mi bautismo de cincomiles: estábamos a 4600 msnm y una pendiente empinada pero firme es encarada por Eduardo, quien me deposita a 5000 msnm exactos, ofreciéndome mi primera fuerte emoción del viaje, así como si nada. Las otras chatas esperándonos, ya ni hormiguitas eran, pulgas a lo sumo….


La Cherokee de Eduardo desafiando al Ojo de las Lozas, casi llegando a su cumbre


5000 metros exactos para mi bautismo de cincomiles


Allá, 400 metros más abajo nuestros compañeros esperando nuestro regreso del Ojo de las Lozas

                La función continuó allá arriba rumbo al campamento base, con los motoqueros con los primeros problemas de apunamiento y con el paisaje atacando nuestros ojos hasta cansarlos. Creo que te podés pasar la vida mirando esas montañas enormes y solitarias, testigos y protagonistas privilegiados de la historia de nuestro planeta.


Motoqueros caidos (temporalmente) en combate frente al cansancio y la altura

                A la tardecita, aún de día, armamos el campamento a 4200 msnm sobre una curva de un cauce arenoso acogedor, al menos si no llovía. Estimamos que a esa altura eso no podría ocurrir sin indicios previos y decidimos que era el mejor lugar, que por otra parte ya había sido usado en expediciones anteriores.

                La altura empezó a afectarnos a todos de distintas maneras, unos más otros menos. Los más afectados eran los motoqueros que sumaban el terrible desgaste físico de conducir las motos a la altura.  En mi caso me sentí muy bien y casi no lo noté, pero creo que por simple casualidad.

                Curiosa situación vivió el  experimentado Eduardo, que llenó su calentador Coleman con refrigerante en vez de nafta. Y nos tuvo a todos puteando porque no encendía y no podíamos calentar agua… Así afecta la altura.

                Al caer el sol, todo se empezó a enfriar vertiginosamente y sin otro remedio, nos fuimos a dormir velando las armas para el futuro asalto al Ojos del Salado: mi campamento más alto a la fecha.


Campamento Base a 4200 msnm

LUNES 7 DE MARZO: Escalar el Ojos, primer objetivo

                Casi todos despertamos temprano pero tuvo que transcurrir un buen rato hasta que el sol nos saque del letargo y nos caliente un poco. No todos se recuperaron plenamente de la altura, pero nadie quiso aflojar, especialmente los motoqueros.

                No tardamos mucho en estar listos porque se había decidido dejar el campamento armado y reutilizarlo a la noche, salvo que nuestro regreso fuera muy rápido, en cuyo caso desarmaríamos y nos iríamos a otra parte.


Tratando de entrar en calor después de la dura noche de la puna

                Una muy amigable quebrada parecía conducirnos a primera vista en forma directa a la base del Ojos, pero expediciones anteriores de Eduardo indicaban descartarla porque tenía por lo menos dos puntos conflictivos para el ascenso, no así para el retorno. La opción fue cruzarlo, a través una trepada infernal que nos puso a prueba a todos y luego circular por arriba, del lado sur del cañadón, hasta sortear esos pasos imposibles y ahí si retomarla. Tiempo después esa hermosa quebrada la bautizaríamos con el nombre de alguien acorde a su belleza: la recordad Marlú Kirbus.


Indescriptible sensación de libertad (condicional)  en el reino de los volcanes

                La terrible subida fue la antesala de una penosa circulación ente enormes y filosas piedras ocultas por la nieve mientras ganábamos altura lentamente. Las motos y sus pilotos palmaron al llegar a 5300 msnm y decidieron regresar sin llegar siquiera a ver el Ojos. Desarmarían campamento, nos dejarían todo ordenado para hagamos de  porteadores y se volverían al hotel de Cortaderas a descansar.

                Difícil decisión después de tanto esfuerzo para llegar hasta acá, pero a la postre, sabia: con la montaña no se puede joder.


A 5300 msnm apareció la nieve para enmascarar las filosas piedras y ponerle más adrenalina a la aventura

                Dejamos atrás los bloqueos de la quebrada de Marlú esquivándolos por arriba y llegó el momento de tirarse hacia abajo, en una bajada “sin retorno”. El retorno sería por la quebrada, que había sido relevada un par de años antes: sin embargo un derrumbe, una grieta, una gran piedra o cualquier otro imponderable y nos quedábamos a vivir en el barrio cerrado Ojos del Salado. Así y todo bajamos y nos encaminamos a ver por primera vez al coloso de 6878 m, el cual todavía no se quería mostrar.

                Finalmente el “gorro frigio” que caracteriza al Ojos se mostró en el horizonte y nos incentivó a acercarnos lo más posible, cruzando lagunas y peleando con el barro de mallines originados por sus glaciares. Metro a metro fuimos ascendiendo hasta alcanzar la para mí increíble altura de 5688 msnm, que nos hacía parecer que lo estábamos tocando.


Y ante nuestros ojos, el Ojos....

                Ahí terminó el acercamiento: las nieves eternas impedían avanzar con las chatas, pese a un intento desesperado de Eduardo que trató de seguir y todavía no sé como pudimos zafar de la trampa de nieve y barro en que se había metido ahí rondando los 5700 msnm.

                GAME OVER para la escalada al Ojos del Salado, pero con la infinita satisfacción de saber que muy pocos mortales han tenido la oportunidad de verlo tan de cerca. Un lujo.


No cabía dentro de mi por la alegría de haber llegado hasta allí

                El regreso por el cañadón fue sencillo, excepto los dos obstáculos conocidos, que también lo eran para el descenso. Con un poco de ingenio y audacia los pasamos y la paga fue un increíble paisaje de coirones amarillos digno de un cuadro de Van Gogh.


Van Gogh hubiera tenido que pintar otra cosa si hubiera conocido esto, porque no hubiera soportado el plagio

                Cayendo la tarde, llegamos al campamento base dónde las motos nos habían dejado sus petates. No valía la pena desarmar y trasladarse, todos estábamos muy cansados. Sin embargo el estado de algunos no era el mejor y entonces Pepe y Pexa decidieron bajar solos a Cortaderas y encontrarnos mañana en el mirador de Laguna Verde, pese a que tenían que descender de noche. Pablo Anastasio también estaba mal pero decidió quedarse. No nos tranquilizó mucho la opción de irse solos pero hacer que se queden a la fuerza tampoco era buena.

            Comimos frugalmente y nos metimos rápido en las carpas y en las chatas a pasar una larga noche.

            Por radio Pepe y Pexa nos informan que un poco de lluvia y algo de nieve los había pillado por el camino y que ambas nos llegarían a nosotros en breve. Por suerte todo iba bien para ellos.

            Por la dudas me llevé un termo para el caso de desvelarme por la noche, lo que me permitió disfrutar unos mates a la madrugada mientras afuera caía algo de nevisca. Una sensación única, mientras escuchaba mis canciones preferidas de Serrat con mis auriculares. Una noche inolvidable en la montaña.


En mi carpita, nevando

Para leer la detallada narración de Eduardo en su página, clickear    >>>> ACÁ  <<<<<

LO DEL PAMPA VOLCÁN SOLO  >>

 

 

 

 

MARTES 8 DE MARZO

 

No fue una noche buena para todos, sobre todo para Pablo Anastasio que le venía pegando fuerte la altura. La mañana amaneció muy nublada con una tenue nevada que se hizo más intensa mientras desarmábamos el campamento y pintó todo de blanco.

Del lado de la Cherokee vino la mala noticia que tenía dañado el puente de la caja y entonces deberíamos andar con más cuidado (¿?).

 

La idea era bajar al cauce del río Cazadero, remontarlo hasta sus nacientes y una vez arriba, dirigirnos al mirador de la laguna verde donde nos encontraríamos con Pepe y Pexa y tal vez con los motoqueros. Ellos sabrían lo que estábamos haciendo ya que en Cortaderas hay Internet y tenían la página del SPOT que transmitía online nuestra posición cada 10 minutos.

 

Salimos hacia el sur en medio de la nevada que nos reducía mucho la visión, pero como recorreríamos un track conocido no era gran problema. De hecho nos simplificó la vida al no poder apreciar la pendiente y la longitud del alocado tobogán en que nos tiramos para llegar al valle del Cazadero.

 

Eduardo notó que la huella que esperábamos ahí abajo fuera apenas incipiente, ya que el accesos desde la RP60 remontando el Cazadero tenía un par de obstáculos insalvables hasta el momento, por eso entrábamos por ahí; sin embargo estaba muy marcada, lo que denotaba algún cambio, así que decidimos ir a curiosear al menos el obstáculo más cercano, comprobando que alguien anduvo trabajando por allí y tal vez ahora sea “fácil” ingresar. Esta huella se usaba con mulas para aproximarse al volcán Nacimiento o Walter Penck.

 

Mientras tanto todos se despejó y el sol comenzó a derretir rápidamente la capita de nieve fresca; al retomar nuestro camino volvimos a pasar por la bajada donde nos tiramos y ahora, toda visible, parecía increíble que hubiéramos entrado por ahí.

 

El rio Cazadero, lleno de mallines traicioneros y de aleros en sus márgenes nos dejó avanzar tranquilamente hasta sus nacientes, una inmensa planicie que oficia de divisoria de aguas a 4800 msnm. Siguiendo un poco el “Contra cazadero” (la otra vertiente opuesta de la divisoria) nos dirigimos  al mirador de la laguna Verde mientras por VHF nos enteramos que Pepe y Pexa nos esperaban, pero sin las motos, ya que habían decidido evitar la altura porque mucho había sido el sufrimiento de los días anteriores.

 

En el mirador, además la laguna Verde se puede apreciar la otrora “bajada imposible”, a la luz de las huellas por doquier, convertida en a lo sumo subida “complicada”.

Allí nacía nuestro intento de rodear al volcán Solo.

 

Bajamos a la laguna Verde por esa interminable pendiente hasta que al llegar a la laguna misma, comenzamos a remontar hacia el norte encadenando sucesivamente la laguna Verde, luego la sucesiva Salina de la Laguna Verde y más tarde la laguna de la Salina o Tres Quebradas. Allí hubo que dejar lastre: Pablo Anastasio muy afectado por el mal de altura necesitaba recuperarse y entonces, Christian que solidariamente resignó la acometida al volcán Solo y se quedó a acompañarlo.

 

El resto seguimos internándonos por el cauce del río xxxxx, el cual primero se encajona en el sector donde Eduardo había plantado bandera en el viaje anterior por mal tiempo.

Luego el cauce se convierte en un anchísimo arenal con sectores de barro salitroso, que recoge el agua de todas las quebradas adyacentes. Nosotros seguiríamos la que baja del Solo hasta que encontramos una interminable rampla ondulada que nos llevó sin escalas hasta los 5300 msn, justo a la cornisa circular que habíamos visto en GE para rodearlo.

 

Otra vez es indescriptible tener “ahí”, al alcance de la mano un coloso nevado de 6205 metros.  Para un andinista hubiera sido pan comido llegar a la cima desde ahí.

 

El intento de rodearlo fracasó a poco de acerarnos al límite internacional, donde las nieves eternas, cual carabineros chilenos nos impidieron ingresar “ilegalmente” al país trasandino. De hecho Denis estuvo un buen rato retenido por una filosa piedra de la que quedó colgado….

 

Lo avanzado de la tarde, nos hizo desistir de hacer locuras, amén que nos preocupaba cómo se encontraría Pablo para sacarlo de allí. Volvimos sin contratiempos, tomando algunos atajos “sin retorno” y con las huellas marcadas el retorno fue un paseo.

 

Pablo estaba mejor pero era prudente hacer algo por él y de común acuerdo decidimos intercalar una neutralización en Fiambalá para recuperación. También era prudente reparar el puente de la caja de Eduardo antes de seguir tratando de romperlo…

 

La bajada “imposible” en reversa no fue muy difícil sino fuera porque en el afán de salir del pozo de la laguna Verde algunos nos equivocamos de quebrada y tuvimos que desandar bastante. Casi de noche nos reagrupamos en el mirador y vía laguna de los Aparejos nos dirigimos a La Coipa (un kilombo andar por los caracoles y sus atajos de noche) y de ahí por la RP raudos hacia Fiambalá.

 

Milagrosamente, ya que es difícil conseguir alojamiento, a las 23:00 hs conseguimos alojarnos en dos departamentos decentes, con tiempo de sentarnos a cenar algo decente en una mesa. Mañana veríamos cómo seguía la cosa.

 

 

MIERCOLES 9 DE MARZO

 

Neutralización en Fiambalá

La noche anterior habíamos pensado que descansando esa noche y aprovechando la mañana para las reparaciones, a la tarde nos largábamos de nuevo a las alturas, pero lo que no habíamos considerado que habiendo bajado la adrenalina de los tres primeros días todos estábamos fusilados y queríamos descansar. Se impuso entonces un día de “neutralización” en Fiambalá para reponer energías.

 

Mientras arreglamos el puente de la caja de Eduardo (quedó una pinturita), los demás se ocuparon de reaprovisionarse y organizar un asadazo con baños termales incluidos en las termas de Fiambalá. Tan exitoso fue que ya algunas voces pedían quedarse allí lo que quedaba del viaje…

 

No obstante a media tarde los más impacientes conseguimos empujar a todos a dar unas vueltas por los alrededores. El Doc Alonso tenía el dato de por dónde accedió el Dakar a las dunas desde la ruta a San Francisco y fuimos a investigar.

 

Encontramos unas muy bonitas lomadas, ideales para jugar, donde nos entretuvimos toda la tarde recorriéndolas como chicos con 4x4 recién comprada…

 

No fuimos a los médanos porque se levantó viento y se armó una fuerte tormenta de arena que prometía esmerilados varios.

 

A la noche nos juntamos en uno de los departamentos para comer todos juntos y planear nuestro desafío del día siguiente: Inca Pillo por el este. ¿Podremos?

 

 

JUEVES 10 DE MARZO

 

Rumbo a Inca Pillo

 

Salimos temprano pese al acostumbramiento a la comodidad, desandando la conocida RN60 hasta  La Coipa y luego nos internamos en el serpenteante y empinado camino lleno de atajos que lleva a la laguna de los Aparejos, que anteanoche habíamos recorrido en plena oscuridad.

 

Sin demora llegamos a la laguna e hicimos una breve detención en el humilde complejo minero abandonado. Torcimos hacia el sur hacia la laguna de Las Tunas, hasta más o menos donde existen viejas huellas mineras.

 

A partir de allí empezaba la búsqueda del paso entre el Pissis y el Bonete que nos debería depositar al oriente de Inca Pillo.

 

Más allá de Las Tunas un ancho valle nos permite avanzar sin problemas hasta la quebrada que aloja al río Punilla y sus afluentes, hasta dónde Eduardo había llegado tiempo atrás remontando el tortuoso río Bonete desde el sur. La idea era remontar por los filos hasta encontrar el escote desde donde bajar a Inca Pillo en lugar de hacerlo por el cauce del río como habían intentado antes. Igual había que bajar al Punilla para remontar los filos.

 

El Punilla lo veíamos allá abajo desde una pendiente de lajas imposible de remontar (y también de bajar). Eduardo sabía que si lograba bajar había salida, así que se entusiasmó con tirarse por el tobogán con diodo para la subida. Como buen copi, no dudé un instante me agarré bien de las manijas de las puertas y acompañé a Eduardo en el intento.

 

Que duro poco, porque después de primeros 100 metros la pendiente se inclinó muuuuucho más y las lajas del piso se desplazaban en masa a la par de la chata.

Seguir hubiera terminado seguro rodando de costado hasta al fondo, pese a la indiscutible pericia de Eduardo al volante.

 

No saben lo que costo sacar esa chata de la última posición inferior, porque andando en marcha atrás ni soñando. Malacates, chatas eslingadas entre sí, eslingas múltiples para llegar hasta esa posición, etc… todo eso a más de 4000 msnm es siempre complicado. Pero al final la sacamos.

 

Un minucioso análisis de las curvas de nivel y del Earth Google nos permitió encontrar más al este otra quebrada más suave, por supuesto mucho más larga que caía a la cuenca del Punilla. Y allá fuimos, descendiendo lentamente por la infinita garganta hasta aterrizar en los suaves mallines del Punilla, como siempre dispuesto a tragarse todo que lo pisa….

 

El resto del día (era apenas algo después de mediodía) fue consumido para avanzar unos pocos kilómetros por los mallines hasta el filo que teníamos seleccionado como de pendientes “potables”. Todas las chatas cayeron más de una vez en las traicioneras aguas del Punilla, que aparentemente indefensas, paraban nuestro avance más que las patadas del tano Pernía en su mejor momento. Eslingadas, malacates de a uno o de a dos, planchas, palas, hi-lift, de todo tuvimos que usar para ir zafando y avanzar, todo a la módica altura de 3900 msnm.

 

Al final encontramos el “suave” filo copiado del Earth Google: tenía una pendiente infernal pese a que las curvas de nivel decían otra cosa. Les recuerdo que la opción “cañadón” fue abortada por Eduardo en el viaje pasado por celosos y gigantescos coirones que atrapaban cualquier camioneta exenta de orugas….

 

Ya entrada la tarde hicimos el intento y con mucho esfuerzo subimos unos 300 metros hasta una explanadita a 50 metros de la cresta, donde decidimos hacer otro campamento de altura y continuar a la mañana siguiente. Lo de campamento fue un decir, ya que la única carpa fue la mía, los demás se amontonaron en las chatas. Vagos…

 

La verdad que disfruté esa noche en la montaña. Me desperté en algún momento por el viento que sacudía la carpa, me puse los auriculares y me puse a escuchar a Serrat mientras me tomaba unos mates que me resultaron de los más placenteros que he disfrutado…

 

VIERNES 11 DE MARZO

 

Otra vez NO

 

Por la mañana hacía mucho frío y costó desentumecerse pero a las 8:00 estábamos en marcha, Había un largo día por delante con éxito o sin él.

 

Los intentos por subir los escasos 20 metros que faltaban fueron en vano: roto el suelo la tarde anterior, ahora era peor. Hacer algún operativo egipcio no tenía sentido ya que no sabíamos que seguía. Y si continuaba así?

 

Las curvas de nivel indicaban menos pendientes pero la realidad no coincidía, mejor dicho la escala no era la apropiada. Se nos ocurrió probar por el otro costado del filo, unos kilómetros aguas abajo del Punilla, como única y última opción.

 

Rodeamos el morro insubible y entonces por el sur, apareció la pendiente buscada: no era fácil, pero ofrecía chances de éxito. Bueno, con esfuerzo y pericia de lso pilotos, nos montamos sobre el filo, todavía a lejanos veinte y pico km de Inca Pillo. En lo inmediato era auspiciosa, pero estábamos a 4600 msnm y debíamos alcanzar un abra de 5400 msnm para pensar en tener éxito. Seguimos prolijitos por los filos, en algunos sectores llenos de piedras complicadas, con el Pissis y el Bonete de custodia distrayéndonos con los fenomenales paisajes andinos.

 

De todos modos alguien anduvo por acá ya que a veces vimos algunas incipientes huellas y además encontramos una gran alpacheta en una altura estratégica, al acercarnos a los nevados.

 

Hasta aquí podría decir que fue “fácil”. A partir de aquí empezaron los problemas, finalmente insolubles. A simple vista, lo que era la parte alta del cañadón que Eduardo no pudo subir por los coirones, parecía una perfecta rampa al abra que queríamos. Sin embargo al acercarnos todos los elementos se volvieron en contra: terreno suelto, pendientes elevadas, piedras enormes dispuestas estratégicamente nos hicieron intentar por muchos lados con cero éxito. De nuevo la única chance era trabajar a 4800 msnm y mucho…  Con todo el dolor del mundo decidimos abortar porque seguir era arriesgarnos a una penosa travesía de altura a Inca Pillo sin garantías o complicar el regreso si teníamos alguna dificultad de peso. 

 

De todos modos ya subimos la varilla un poquito más…

 

El regreso hasta el Punilla fue muy rápido (salvo Edu que intentando un atajo  tuvo que hacer un enorme rodeo para volver al mismo lugar). Allí deliberamos si volver por el traicionero mallín con su sencilla subida posterior o usar la salida improvisada por Eduardo el viaje anterior. El recuerdo de las múltiples encajadas nos hizo decidir por la segunda aún sin saber que era peor.

 

Bueno, puedo decir que fue más rápido pero no se si mejor: primero hubo que cruzar un ancho cono de deyección con infinitas grietas, luego empezar a subir por una pedregosa quebrada donde el tamaño de las piedras era directamente proporcional al ascenso. Al llegar al filo era insufrible moverse. A la izquierda el suave cañadón por el que bajamos estaba encajonado por pendientes imposibles, aún para insanos.

 

Seguimos arrastrándonos entre las piedras hasta que un poco porque la pendiente digamos que bajó un poco de 90° y la paciencia de los conductores se agotó.

 

Primero Denis y luego Eduardo se tiraron por un empinado tobogán de piedras lajas decorado con rocas d gran tamaño. Todo se movía junto con las chatas como una inmensa cinta transportadora de piedras. Para colmo a nosotros se nos soltaron las planchas que estaban en el techo y para que tengan una idea de la inclinación, pese a que nos movíamos sobre la “cinta transportadora” volaron hacia delante y apenas rozaron el capot…. Otro kilombo para juntarlas.

 

Finalmente llegamos abajo y pudimos hacer que algunas cosas que vienen de pares bajasen de la garganta. La verdad que si me hubiera tocado bajar a mí con mi chata, me hubiera costado bastante decidirme. Lo mismo le pasó al los otros tres equipos, pero como siempre, con cuidado tuvimos final feliz y retomamos la buena senda.

 

Una vez en la rampa de bajada pero en subida, regresar a las Tunas y a los Aperejos fue un trámite. Bajar los caracoles a La Coipa de noche por segunda vez no evitó equivocarnos en algún atajo, pero lo hicimos con facilidad.

 

A alguien se le ocurrió porque no alojarnos en el Complejo Cortaderas en lugar de volver de noche tarde a Fiambalá y hacia allá fuimos. Todo el complejo impecable, casi sin estrenar para nosotros fue un placer impensado para estos dos largos días por apenas 100$ por persona (están en promoción).

 

Cenando, nos enteramos lo del terrible terremoto de Japón. Se nos ocurrió pensar que hubiera pasado si hubiera habido un temblorcito adentro d algunas de las ratoneras en que nos metimos…..

 

SABADO 12 DE MARZO

 

Tatón, Rio Grande, Mesada de los Zárate

 

La gran travesía había terminado. Ya algunos como los bahienses y el Doc emprendieron el regreso después de desayunar en el Hotel de Cortaderas.

Los que quedamos nos dirigimos a Fiambalá sin planes precisos.

 

Eduardo descubrió que uno de los tensores del diferencial delantero se había roto, así que tendríamos que hacer escala otra vez en lo del mecánico. Pexa se sentía bastante mal por una especie de fuerte gripe, así que decidieron también comenzar el regreso.

Quedamos Denis, Eduardo y yo. Con un día de “sobrante” nos tentó aprovecharlo y entonces Eduardo propuso ir a Rio Grande, ese famoso lugar que tuvo un camino debido al sonado hecho periodístico de un poblador que debió traer a su hija a caballo por la montaña para salvarle la vida.

http://laverdaderaintencion.blog.arnet.com.ar/archive/2010/04/17/catamarca-emotiva-inauguraci%C3%B3n-del-camino-hacia-r%C3%ADo-grande.html

De paso, en mi caso aprovechaba para conocer Medanitos y Tatón, que no estaban en mi stock.

Nos metimos a investigar xxx y luego Medanitos, acercándonos a los bordes de las gigantescas dunas, limítrofes con los plantaciones de uvas y demás, vadeando el rio Abaucán que todavía venía con bastante agua.

Luego desandamos el camino con rumbo a Tatón, donde me maravillaron las inmensas dunas de arena blanca, que de casualidad estaban enmarcadas por montañas nevadas y atravesadas  por un desusado caudal en el rio xxxxx. Todo un fantástico contraste.

 

Tatón es un rinconcito maravilloso; acorralado entre las sierras y las dunas, emerge un pequeño oasis de de vegetación atravesado por el río Grande. Allí nace el famos so camino que mencioné.

 

Al encararlo vimos que no había huellas recientes, que a la luz de las últimas lluvias era un indicio inequívoco que estaría cortado en alguna parte. Pero quien nos iba a privar de comprobarlo?

 

Nos metimos y primero llamo la atención la profusa cartelería vial, extraña para un sendero como éste. Primero no estaba tan mal, pero a medida que avanzamos empezaron los infinitos vadeos del arroyo sin nombre que lo acompaña en los primeros tramos, los que se iban complicando cada vez más. En uno de ellos tuvimos que trabajar bastante para sortear las piedras que el arroyo había dispuesto prolijamente en el cruce.

Al llegar al punto donde se comienza a subir a un filo, el camino no nos dejó seguir: las lluvias lo habían socavado muchísimo por unos 300 metros y si bien tal vez hubiera sido posible pasar, hubiera demandado mucho tiempo y éramos sólo tres personas para trabajar; además no sabíamos que había un poco más allá, tal vez hubiera sido de todos modos inútil. Al menos para nosotros, Rio Grande seguía tan inaccesible como antes del camino…

 

Al regreso encontramos un poblador que venía acarreando duraznos de su chacrita y se los canjeamos por algunas de nuestras provisiones sobrantes.

 

Cancelado Río Grande, y no conformes con todo lo hecho en la semana, fuimos a curiosear un poco más al norte, por la zona de Punta del Agua y mesada de los Zárate, maravillados por el extraordinario y poco frecuente verdor de la zona, debido a las lluvias torrenciales del último mes. Los ríos que confluyen al Grande todavía ahora bajan furiosos y no quiero imaginar lo que debe ser el acceso a Las Papas.

Allí dimos por terminada la investigación catamarqueña final, la “yapa” y comenzamos el regreso. Terminamos alojándonos en Aimogasta bastante tarde por la noche donde nos había alcanzado una fuerte tormenta de viento después de renegar con la ruta angosta y mucha gente caminando por las banquinas.

 

DOMINGO 13 DE MARZO

 

Como venir desde La Rioja sin bateria

 

A las 5:00 am estábamos en marcha con destino a Sunchales para Denis y Buenos aires para nosotros. Nos separaríamos en Dean Funes.

 

No fue tan fácil. Primero Denis tuvo que cambiar una cubierta antes del amanecer y después nosotros nos quedamos sin batería… Aparentemente no cargaba el alternador.

 

Generosamente Denis nos cedió su batería, arrancamos la Chero, luego arrastramos el TLC para arrancarlo y seguimos camino: nosotros descargando una batería y Denis cargando la otra. Por supuesto empezamos andando sin luces bajas para economizar, total Denis iba adelante y avisaba por radio si había controles.

 

Varias veces hicimos el recambio, lo que obligó a que lo “siguiéramos” hasta Sunchales. En el medio, cerca de Brinkman, con las luces encendidas ante la proximidad de un destacamento, nos paran y nos multan (y nos demoran un buen rato) por andar sin luces: un patrullero que os cruzó d frente avsió por radio que veníamos sin luces y nos cagó. A los dos, porque Denis también las traía apagadas momentáneamente para cargar más rápido la batería descargada…

 

En Sunchales, Denis nos consiguió que nos atienda un revendedor de baterías amigo de él (era domingo hora de la siesta) y no sólo nos vendió una nueva batería, sino que nos “prestó” otra para que pudiéramos llegar. Habíamos calculado que podíamos andar unos 150 km con una batería cargada sin alternador y ahora llevaríamos tres: la vieja y dos más.

 

Y así fue nomás, con el corazón en la boca, contando cada km fuimos avanzando y hasta estiramos un poco esa duración con una de las baterías nuevas. El único problema fue andar con las luces apagadas de noche cuando entramos Bs As, casi siempre “chupados” atrás de alguien que andaba a nuestro ritmo. Pero llegamos.

 

A las diez de la noche, descargamos los bártulos de la chero en la cochera de donde partimos y me fui a casa con la Pampa 01, silbando bajito, después de 9 días increíbles escalando volcanes.

 

Gracias a Eduardo por invitarme y a todos los compañeros de travesía que me permitieron disfrutar de su grata compañía. Como siempre, ¡Que se repita!