VOLCANES, CAÑONES, SALARES, DOLINAS, AVIONES Y SOLIDARIDAD
(LA TRAVESÍA DE LA REMOLCADA INCREÍBLE)10 al 18 de Noviembre de 2012
Empecé a escribir este relato el día de la última tormenta fuerte en Buenos Aires, a principios de Diciembre de 2012.
Mientras hacía el inventario de las situaciones riesgosas y adrenalíticas que habíamos experimentado en este viaje, caigo en la cuenta que haber llegado a casa atravesando cuadras y cuadras inundadas en Dock Sud era infinitamente más riesgoso: las cosas que te pueden pasar allí son impredecibles y fuera de control, nada ver con lo que te ocurre en el medio de la cordillera, donde con calma y prudencia, los riesgos no son tan altos, sobre todo si vas acompañado de la experiencia y sabiduría de Eduardo Cinícola.
Esto no significa que salir de travesía a zonas inexploradas de la cordillera sea un paseo de Domingo pero me pareció interesante la comparación, ya que ese día en en Dock Sud, me sentí más temeroso de regresar sano y salvo a casa que en los momentos complicados de este viaje que les voy a contar.
De la vez pasada cuando abrimos la salida sudeste del volcán Galán nos había quedado la duda de si esa ruta era de doble vía, ya que habíamos transitado unas cuantas bajadas de aspecto “sin retorno” que había que verificar. Sumado a que nos habíamos quedado atragantados con los “cañoncitos” de la discordia al oeste del Galán por falta de tiempo, Eduardo no tardó en armarnos un menú, que desandando lo que habíamos hecho en Abril pasado, nos depositaba en San Antonio de los Cobres, después de unos 400 km de offroad y 200 km de precarias huellas, agregando la visita a un extraño cráter (¿aerolito o dolina?) más la búsqueda de dos aviones estrellados 50 o 60 años atrás cerca de la cumbre del cerro Ingamayo (5530 msnm)
Si sobraba tiempo, atravesaríamos las Salinas Grandes y trataríamos de remontar el Gasoducto Atacama para llegar a Tilcara (¿?) y de allí, fin de los servicios…
Un atrapante documento preliminar de Eduardo (Word linkeado), nos entusiasmó a muchos muchos meses antes pero el tamiz de las complicaciones personales y laborales, después de infinitas idas y vueltas con las fechas, finalmente nos posicionó para ir en la semana de 10 al 18 de Noviembre pero sólo quedamos tres chatas y sus respectivos copilotos para ser de la partida:
Denis Garione y Aldo García en TLC
Diego Tognetti y Eduardo en la Bartola TLC
Adrian Lentini y Pampa en la Pampa 02
Sobre la hora, sólo una semana antes mi copiloto original, con quien compartí ya muchas travesías y que estaba como número puesto desde el principio, me avisa que el laburo “le cortaba las piernas” y debía bajarse. Viajar solo no está en mis posibilidades físicas y económicas, así desesperadamente salí a buscar remplazo. Curiosamente los dos que consulté me dijeron que imposible no era, así que les dije que quien respondiera primero tenía la plaza en la Pampa 02.
Tensa espera que no duró más de media hora y Matías Fernandez Long (Binlada) literalmente se me subió a la chata desde el teléfono donde me llamó. Al rato me llama el otro candidato, Marcelo Fernandez para decirme que también venía…
Bueno, en pocas horas había pasado de la escasez a la abundancia y con todo el dolor del alma uno se tuvo que quedar: Pampa 02 no se banca una tripulación de tres en un viaje como éste.
Marcelo entendió y se quedó, eran las reglas del juego. Cuando lea el relato me va agradecer un poquito el haberse quedado….
Resuelto el problema de las tripulaciones, solo quedó cargar las cosas y esperar el día de la salida.
Todo fue bien hasta que tuve la maldita idea de cargar el último Mapear en el Montana: después de eso se colgó y la noche anterior, de apuro, tuve que acondicionar el 276 para tener un GPS operativo con lo que acosté como a las dos de la mañana y a las cinco me levanté…
SÁBADO 10 DE NOVIEMBRE DE 2012
Temprano, el sábado a la seis lo pasé a buscar a Matías por Bernal y luego poco después de las 7:00 nos encontramos con Diego y Eduardo en la YPF después del peaje en Panamericana.
Viajamos tranquilos por la RN09 pasando por Rosario y Córdoba, encontrándonos con Denis en Dean Funes poco después de mediodía. La curiosidad del día fue que en Lucio V. Mansilla la policía mediterránea nos paró para un test de alcoholemia a eso de las tres de la tarde. Lo aprobamos, por supuesto.
Sin contratiempos, pasamos por Chumbicha, donde Aldo había llegado en bus unas horas antes desde Tucumán y entonces completamos el equipo. La noche nos tomó sobre la RN40 poco después de Aimogasta pero llegamos a Belén para alojarnos en la Hostería Provincial, todavía con tiempo para ir a cenar a un restaurante como la gente. Ya estábamos en las puertas de la aventura.
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DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DE 2012
Temprano nos preparamos para salir hacia cuatro días por más de 800 km en la alta montaña sin reposición de combustible y sin poblaciones, siempre por encima de los 4000 msnm.
Terminamos de comprar las cosas que faltaban y con esfuerzo, completamos todos los bidones que llevábamos. Todo un tema llenar los bidones ya que últimamente las estaciones de servicio o no te venden o te restringen la cantidad al cargar en bidones. Apenas pueda le pongo un tapón al tanque de combustible así, si no me venden en los bidones, ordeño la chata y voy a cargar de nuevo por el tanque fijo. En mi caso conseguí munirme de 135 litros de nafta que parecían suficientes para el trayecto no atendido, calculando un promedio de 16 litros/100 km.
La caravana salió hacia el norte por la RP40 bordeando el río Belén y empezamos a entrar en clima de montaña; en el cruce a Hualfin aprovechando que había nafta por las dudas repuse los cinco litros que había gastado. Allí tomamos la RP43 y después de atravesar Villa Vil y la Quebrada de Indalecio, llegamos a la moderna Cuesta de Randolfo, donde las ansias ofrounicas nos obligaron a meter la nariz en la antigua cuesta abandonada a su suerte hace muchos años. No era parte del plan pero decidimos invertir un poco de tiempo para ver su factibilidad futura. Es curioso que estando tan a mano nadie se haya animado a meterse y menos a contar algo, salvo el inefable Chugo D’Onofrio, que asomó el paragolpe de su mágico R12 en el primer metro de cuesta pero no pudo ir más allá.
Está muy abandonada y tiene mucho daño por las lluvias pero los primeros dos kilómetros los pudimos hacer sin grandes dificultades, salvo el lógico cuidado de medir las maniobras para no desbarrancarse. La verdad que si no hubiera sido por el poco tiempo y por las pocas ganas de mover piedras estaba para darle duro pero fieles a nuestro libreto, cumplimos en hacer el breve relevamiento y volvernos. La impresión es que se puede transitar si se va dispuesto a trabajar un poco; habrá que incluirla como objetivo en algún viaje: ese camino DEBE ser “rehabilitado”.
Después de recorrer un par de miles de metros, pese a que la estábamos pasando bien, decidimos volver y dejar este desafío para un viaje específico. Al retomar la nueva cuesta asfaltada, entramos al desvío que evita la inundación de la RP43 debido al desborde de la laguna Blanca.
Desde allí notamos que respecto a Abril pasado, el nivel se había reducido bastante por lo que en algunas lugares se descubría la ruta anegada por lo que siguiendo una precaria huella recién abierta nos arrimamos a la cinta asfáltica que volvía a emerger de las profundidades de la laguna. Interesante espectáculo de la naturaleza mostrando su poderío, ahora dejando “escapar” a la ruta de sus garras.
Poco después, el desvío al poblado de Laguna Blanca, que lo están poniendo muy lindo. Siendo horas del mediodía intentamos almorzar en alguna parte y para nuestra sorpresa, en una casa familiar, nos ofrecieron un exquisito locro al módico precio de 12$ por plato. Marchen dos platos para cada uno !!!
Repuesta la energía con el locro, evitando la clásica picada por el camino, el relativo bajo nivel de la laguna nos permitió ir por la huella este que acorta bastante el camino. En Abril pasado no la pudimos hacer ya que estaba casi toda cubierta por las aguas.
Al llegar al pie de la cuesta que asciende bruscamente a Ciénaga Redonda paramos por algún motivo y allí me percato de olor a nafta en mi chata.
Los bidones - pensé, pero no eran. El tanque de nafta no puede ser, le cambié el fondo hace un año y nunca lo golpeé. Y entonces?
Increíblemente era el tanque de nafta. El fondo nuevo, inmaculado, en uno de los pliegues para darle rigidez se había rajado. Evidentemente un trabajo mal hecho, con chapa demasiado fina: Radiadores Carlitos y la rpmqtrmp! &%#)(‘’’@@@!!
El problema no era menor, ya que mi experiencia con las pérdidas de nafta es muy mala: ni el Poxipol ni la Poxilina solucionan el problema y menos para tres o cuatro días de sacudidas como los que se avecinaban. Y ahora?
La suerte me ayudó: casi sin saber porqué al cargar los bártulos tire adentro de la chata una caja con un kit de parches para fibra de vidrio. Nunca había probado usarlo para nafta pero se me ocurrió que tenía que andar.
Vaciamos el tanque, que estaba casi lleno, para lo cual debimos generar un bidón vacío cargando los dos tanques de las TLC, dejamos secar bien la zona deteriorada, la limpiamos con tela esmeril y le aplicamos la resina con la fibra de vidrio. Esperamos un rato y cuando se secó, pusimos de vuelta la nafta. Mágicamente la pérdida desapareció y seguimos. En menos de una hora habíamos resuelto un serio problema.
En el entretiempo, un lugareño, Paulino, dio el dato de unas pinturas rupestres y Denis con Eduardo fueron a buscarlas y las encontraron.
La cuestión que dimos con Paulino de casualidad: iba en una chata que bajaba la cuesta con destino a Belén a comprarse una moto y allí se dio cuenta que se había olvidado los documentos, así que se bajó para volver seguramente a pie a su casa a buscarlos.
Esa fatalidad nos permitió dar con él y resulta que era el hijo del puestero que está al inicio de la huella que evita meterse en el cauce del río Aguas Calientes que tanto trabajo nos había dado tiempo atrás, así que nosotros le solucionamos el problema llevándolo y de algún modo nos facilitó el acceso, ya que al encontrarnos su padre no parecía muy fácil de convencer de dejarnos pasar frente a su puesto. Seguramente lo hubiéramos logrado, pero así se simplificó.
Sólo nos pidió que le dejásemos algunos medicamentos para la gripe, lo que hicimos gustosos.
Comenzó allí la trepada por los filos para puentear el tramo de río maldito y salir por encima del puesto por donde nos tiramos al río Aguas Calientes desde el cañadón sin retorno.
Lenta y pacientemente por laderas tapizadas de piedras y coirones fuimos subiendo hasta los 4600 msnm siguiendo el track que nos había dado Aldo de su incursión posterior a nuestro atasco.
Al llegar al punto más alto, se abrió, un poco más abajo, la planicie que ya conocíamos desde donde nos descolgamos al río. ¡Qué diferente hubiese sido ese viernes de Abril si en vez de tirarnos al río hubiésemos seguido por los filos! Encima, en bajada hubiera sido un paseo, que, claro está, nos hubiera privado de la hermosa odisea vivida cuando el río nos atrapó.
La planicie estaba a 4400 msnm y había lugares para armar con cierta comodidad las carpas, por lo que decidimos que allí se terminaba el día. El método Cinícola de aclimatación violenta a la altura a full.
La pérdida de mi tanque de nafta, sin rastros de ella y eso que fue sometida a infinitos sacudones.
Armamos las carpas, cenamos algo liviano y al sobre…
Buenas noches
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DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DE 2012
Amaneció muy lindo pero costó desperezarse por el frío. Los sobretechos de las carpas estaban congelados en ambas caras pero al aparecer el sol, todo se volvió amigable nuevamente.
La noche estuvo especialmente fría y húmeda. Pocas veces me pasó tener hielo dentro de la carpa generado por la exhalación de nuestra respiración. Yo no tuve mayores problemas, pero Matías no la pasó muy bien. Se despertó muchas veces y le tuve que suministrar un Ibuprofeno para tranquilizarlo. A la mañana me confesó que estuvo a un tris de pedirme que lo evacue de ahí porque no aguantaba más, cosa que no hubiera sido muy sencilla, por no decir imposible, durante la noche.
Matías, pese a que no había dormido bien, recobró el ánimo y creo que se comenzó a aclimatar. Es lo normal para la primera vez en la altura.
A partir de ahora, y casi seguramente por el resto del día tendríamos la seguridad de no quedar atrapados porque desandaríamos el track ya probado que habíamos hecho en Abril; la duda era si todas las bajadas de antaño eran remontables: había por lo menos tres dudosas.
Sin dificultades alcanzamos la primer laguna, donde para nuestra sorpresa había muchos animales (¿sería por eso el recelo del padre de Paulino?), una especie de veranada pero de llamas (¿?); enseguida vino la primer subida dudosa, que habíamos bajado antes por una huella de herradura con posibilidad de desbarranco. Esta vez, con otra perspectiva pudimos elegir otra trayectoria y la pudimos transitar hacia arriba sin mucha dificultad.
Apareció la recientemente bautizada laguna Queralt y allí cruzamos las nacientes del Aguas Calientes por el mismo sitio que la vez pasada. Una vega interminable que transitamos por su lado oeste nos llevó a la zona donde habíamos renegado en un mallín con la TLC de Denis encajada hasta los zócalos, pero ahora sabíamos cómo esquivarlo, aunque no pudimos evitar una "pequeña" encajadura de la TLC de Diego en el esquive.
Ahora venía, después de un valle arenoso una de las bajadas más temidas: desde lejos no parecía difícil pero a medida que nos acercamos vimos que desde abajo era imponente. Nuestras huellas de la temeraria bajada estaban ahí pero no parecían reproducibles en subida. Se trataba simplemente de pasar de la cota 4500 a la cota 4600.
Desinflamos mucho, probamos varias trayectorias pero nunca pudimos subir mucho más del 20% del desnivel, unos 70 u 80 metros: el piso arenoso hacía fracasar cualquier intento. Acá nos dimos cuenta de lo temeraria que había sido nuestra decisión del viaje anterior: efectivamente era una bajada sin retorno y en ese momento con futuro por delante incierto. Ahora, en el peor de los casos sabíamos cómo volver pero antes nos podíamos haber quedado a vivir allí…
La cuestión que no íbamos a rendirnos tan fácil. Empezamos a ver como sortear esa subida que nos sacaba de ese profundo valle: retrocedimos bastante, ahora por la margen este de la vega de las encajadas hasta que divisamos una quebrada hacia el este que parecía más amigable porque el piso era más firme e incluso hasta imaginamos un puesto en su interior, que al final era una gran piedra.
Nos mandamos y pudimos avanzar y subir bastante más que en la cuesta fallida inicial pero fatídicamente el último tramo se volvió tan arenoso como el anterior y no hubo caso pese a muchos intentos. Retrocedimos hasta la vega de nuevo.
Seguimos desandando la vega hacia el sur y no quedó otro remedio que intentar la solución de los filos, que por supuesto tenían un piso mucho más firme pero también mucho más tortuoso y peligroso para los bajos y los neumáticos. Retrocedimos un poco más y encontramos otra quebrada pero ahora en lugar de ir por abajo nos montamos a uno de sus lomos y empezamos a subir por entre las rocas. Lento, pero firme fuimos subiendo, con alguna que otra complicación por las grandes piedras que cada tanto afloraban hasta que alcanzamos el nivel de las trepadas imposibles. A partir de allí, al nivel de 4600 msnm, pudimos llegarle por arriba al punto donde nos habíamos tirado la vez pasada. Aún conociendo la historia y viendo las huellas parecía de locos tirarse por allí y encima lo queríamos subir…
Creo que el lugar se llama Alto de las Lagunas por las dos lagunas enormes que aparecen allí. ¡Segundo escollo superado¡
Siendo pasado el mediodía se impuso el almuerzo de campaña, para lo cual nos cobijamos del fuerte viento en un pequeño corral de piedras que encontramos muy cerca de la laguna mayor.
Ahora venía la zona donde en Abril tuvimos varias encajaduras al circular por un barroso curso de agua que nos evitaba el coironal. Por suerte ahora estaba seco y era prácticamente una autopista.
Autopista que nos depositó en la última gran subida incierta, que si bien no era tan empinada como la anterior era mucho más larga y con alguna inclinación lateral ineludible.
Diego la subió con relativa facilidad, al igual que Denis, pero Pampa 02 y su piloto tuvimos que transpirar mucho para subirla; incluso en un pequeño tramo donde había que girar violentamente no quedó otro remedio que malacatearme ya que mi forma de trepar fue usando la primera de baja muy corta y la inercia no eran suficientes para hacer el retome.
Pero al final subimos y alcanzamos a un abra de 4773 msnm que nos despejaba el camino al cráter del Galán, ya que a partir de allí no recordábamos complicaciones hasta Colifalla.
Sin embargo con el primer desafío de habilitar el carril hacia el norte del acceso sudeste al Galan superado se nos ocurrió transitar por la margen este del río de los Patos, al costado de la Sierra de Vázquez por donde desemboca el Paso del Colifa, en lugar de desandar camino conocido. No íbamos a pernoctar en Colifalla, así que solo Dios (y tal vez Cinícola) sabría donde iríamos a parar...
A esa altura, vadear el río de Los Patos fue muy simple y luego una extensa planicie sin dificultades al pie de la Sierra de Vázquez fue recorrida con rapidez, bajo la atenta vigilancia del omnipresente Galán.
A la latitud de Colifalla, la gran planicie se empezó a plegar como prolegómeno de los bautizados “Cañoncitos”, que no son más que las nacientes del río Blanco que pasa por Tacuil, por donde alguna vez se inició la epopeya del Paso del Colifa.
Una oculta laguna con flamencos fue el último lugar con alguna huella incipiente de vehículos y a partir de allí comenzó un entretenido sube y baja por cañadones transversales en general de buen piso pero con pendientes intimidantes. Comenzaron a aparecer muy extrañas formaciones rocosas talladas por el viento, dignas de un parque nacional y sin nada que envidiarle al famoso Campo de Piedra Pómez, que invitaban a jugar permanentemente con la imaginación mientras las nubes se estacionaban a nuestro nivel al caer la tarde.
En uno de los lomos encontramos que esas formaciones nos ofrecían un excelente cobijo para hacer nuestro campamento y no perdimos la oportunidad de aprovecharlo. Al menos en lo que a mi me toca, nunca acampé en un lugar más atractivo, de nuevo a mas de 4000 msnm, exactamente a 4400 msnm.
Al reparo de esas curiosas formaciones , en una especie de balcón a un profundo valle, cenamos algo liviano, algunos se fueron a dormir enseguida y otros nos quedamos charlando, disfrutando de ese lugar tan especial, "los cañoncitos", degustando cañoncitos con dulce de leche, como no podía ser de otro modo…
Buenas noches
LUNES 13 DE NOVIEMBRE DE 2012
Algunas cosas se hacen correctamente sin pensarlo. Después de una noche fresca pero mucho más llevadera que la anterior, amanecimos con otro día radiante. Mientras tomábamos temperatura nos percatamos que aunque hubiéramos querido seguir, el cañadón siguiente no era tan sencillo de encarar porque las bajadas eran sin retorno, pero de veras. Por los lugares que teníamos cerca, no volvíamos más ni a pie.
Mientras desarmamos el campamento y desayunamos aprovechamos para observar de cerca las curiosas formaciones que nos rodeaban compuestas por rocas blandas de color blanco y rosado que componían estructuras y formas inexplicables, seguro que por erosión eólica. Ya lo apreciarán en las fotos.
Salimos a buscar como seguir hacia el norte para cruzar el profundo cañadón que se interponía pero invariablemente no nos animábamos a tirarnos por la fuertes pendientes; al corrernos hacia el oeste una larga pero todavía temeraria bajada nos dio la chance y nos largamos sabiendo que seguramente por allí no podríamos recular, pero que más daba: recién era martes, teníamos cuatro días para salir…
La cuestión que al caer dentro del cañadón nos percatamos que un poco más al oeste una bifurcación nos introducía en los prolegómenos de uno de los cañoncitos, así que sin dudar le apuntamos ahí. Las condiciones de marcha cambiaron: nos metimos en una vega verde, con un pequeño pero molesto arroyito, con mallines, rocas y pendientes laterales. Cada vez más estrecha y profunda, le iba dando forma real a los cañoncitos visualizados en el Earth Google.
Costaba bastante avanzar porque a cada rato había que cruzar el arroyito y obligaba a manejar con precisión para no quedar colgado, cosa que alguna vez no pudimos evitar.
Denis se mandó adelante y avanzó mucho más que el resto, pero realmente se puso muy tortuoso cuando llegamos a la boca del primer cañoncito, un verdadero espectáculo por el cual valió la pena el esfuerzo de llegar a él. Decidimos darnos por satisfechos con haber llegado aquí; continuar era arriesgar demasiado a romper algo y en cierta medida el objetivo se había cumplido y teníamos muchos otros por delante. Indudablemente es una zona que tiene muchísimo para explorar, sobre todo la posibilidad de bajar por el rio Blanco hacia Tacuil como abriendo el Paso del Colifa Norte, que sin duda no debe ser fácil, pero atractivo es atractivo.
El guante ya está echado…
Pese a desistir de avanzar por dentro el cañoncito, nos quedamos con ganas de ver más, así que tratamos de trepar por los filos para asomarnos por arriba. Desandamos bastante hasta encontrar un lugar trepable y seguimos yendo hacia el norte en búsqueda del segundo cañoncito.
Moverse empezó a hacerse complicado porque reaparecieron los coirones y los cañadones eran cada vez más abruptos; no obstante nos asomamos al segundo desde arriba y era tan bonito como el primero. Quisimos bajar pero fue imposible esta vez. Nos aburrimos de sacar fotos a las rarísimas formaciones rocosas que se multiplicaban a nuestro alrededor.
Decidimos salir, satisfechos de haber “descubierto” esta zona, que indudablemente tiene mucho para dar. La salida no fue muy sencilla porque los coironales eran insufribles pero no había otra opción. Teníamos que encontrar una XX pergeñada por Eduardo que nos sacaría por el sur del cerro Bola pero costó bastante encontrarla. Cuando la hallamos la salida se simplificó porque realmente estaba bien inventada, como es habitual.
La XX nos depositó en la base del cerro Bola, después de bordear un extenso mallín salpicado de lagunas, donde la XX no era XX ya que estaba marcada la huella. Ya casi en el rio de Los Patos, un puesto se interpuso en la huella cerrando claramente el paso. Claro está que estaba preparado para cerrar el acceso, no la salida. Enseguida la gente del puesto se asomó porque no entendía como habíamos llegado allí puesto no habíamos entrado por ahí.
Nos explicaron que tienen el paso cerrado porque los pescadores furtivos depredan las truchas de la laguna y a veces molestan a sus llamas. Con nosotros fueron muy amables y nos dejaron salir sin problemas pero no estoy tan seguro que nos hubieran dejado pasar si hubiéramos hecho el recorrido al revés. Como notarán es el segundo caso parecido en este viaje, lo cual es preocupante y exige que nos esforcemos en mantener buenas relaciones con los pobladores locales y que nos portemos muy bien con ellos y con el entorno si queremos seguir disfrutando libremente de estas maravillas.
A partir de allí un largo enlace hacia el norte bordeando y/o atravesando los salares del Hombre Muerto, Centenario y Ratones, donde se puede apreciar una vasta explotación minera.
El plano recorrido sólo se vio alterado por la visita a un supuesto cráter de un aerolito que habíamos visto en el Earth Google. Al mismo accedimos sin dificultad y realmente es algo muy curioso: un círculo perfecto de unos 120 metros de diámetro marcando una olla de unos 30 metros de profundidad en el medio de una planicie arenosa tapizada de coirones. Realmente es enigmático pero después de verlo in situ nos inclinamos por pensar que se trata de una dolina, es decir que se pudo haber generado por el desplome del techo de una cueva a subterránea creada por la disolución química de cierto tipo de rocas al infiltrase agua en ellas.
pampa p60 042
Después de este fugaz “descubrimiento” le pusimos las proas al Cerro Ingamayo, en cuya base debíamos acampar, para intentar su conquista al día siguiente. Dudamos entre ir a Pastos Grandes y volver para repostar combustible porque empezamos a sentir vacíos los tanques. Decidimos jugarnos ya que si en Pastos Grandes no había, la hacíamos aún más difícil.
Por un bien trazado camino que nos hacía dudar respecto de la presencia de alguna minera que nos cortase el paso, llegamos a la base del cerro el cual se nos presentó imponente. Unos pocos asomos a las primeras huellas que subían al cerro nos aconsejaron esperar al día siguiente para seguir adelante. Casi caía la tarde y estábamos cansados de un largo día.
Un arroyito, suelo arenoso y unos arbustos nos ofrecieron el reparo para el tercer campamento consecutivo de altura, esta vez a “sólo” 4200 msnm. No estábamos solos, ya que a unos centenares de metros aguas arriba se veía un precario puesto del cual se acercó una jovencita a ver qué hacíamos allí. Salvo que uno de sus “atrevidos” perros le tiró un tarascón a Denis que le rompió el pantalón, allí no tuvimos problemas (sólo era curiosidad)
Todos nos fuimos a dormir temprano ya que estábamos ansiosos por la aventura del día siguiente, que vaya si lo fue…
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Pese a que habíamos pasado la tercera noche de campamento consecutiva por encima de los 4200 msnm, el entusiasmo y la adaptación le ganaron fácilmente al cansancio y las incomodidades. Todos nos levantamos temprano y muy bien de salud y de ánimo. Mientras desayunamos mirando al imponente Ingamayo delineamos la estrategia a seguir para vencerlo y sacarle los secretos de sus aviones estrellados
Teníamos un track al sur que nos dejaba bastante cerca de la posición del avión de YPF pero interponiendo sobre el final un paredón que por lo menos con las chatas no era posible; si bien era una clara huella minera su estado de abandono era importante a juzgar por los primeros tramos que habíamos visto ayer por la tarde. La opción norte no usaba huellas existentes sino que era una XX que discurría por los lomos y los filos buscando pendientes accesibles pero de no poder alcanzar la cima nos dejaba bastante lejos del avión, pero si lo lográbamos, le poníamos las chatas encima. Las pendientes en la teoría eran posibles pero siempre dependiendo del piso que fuéramos a encontrar.
Pese a que a simple vista impresionaba, nos jugamos por esta última opción. Desde donde acampamos le pusimos proa al oeste y hacia arriba: en menos de 6 km teníamos que subir 1400 metros, desde 4100 a 5500, sin camino. (mostrar el perfil y chequear alturas y distancias)
Primero un poco de terreno arenoso y coirones antes de llegar al verdadero pie del cerro, donde empezaba el verdadero desafío. La subida al lomo que habíamos elegido para montarnos ya fue una ardua tarea ya que la subida era muy larga y con mucha pendiente; sin embargo el buen piso ayudó y subimos el primer peldaño. Allí empezamos a tener otra perspectiva de lo que pensábamos hacer ya que lejos de aplanarse la montaña parecía empinarse cada vez más como si se estuviera resistiendo a la invasión.
Pero allá fuimos. Ya por el filo la pendiente era cada vez mayor y los pobres motores venían dando de todo de sí para vencerla. El piso empezó a empeorar y se puso lajoso, a tal punto que no podíamos avanzar sin desinflar las cubiertas. En mi caso las terminé bajando a 8 libras con el riesgo de romperlas, pera era la única opción si quería seguir. Algo parecido hicieron Diego y Denis.
Diego le encontró primero la vuelta para atravesar el manchón de lajas y se fue para arriba ante nuestra atónita mirada mientras terminábamos de desinflar. Por la radio nos anima anunciando que el piso mejoraba más adelante, así que le dimos nosotros también para adelante y pasamos la parte jodida. Ya estábamos por encima de los 5000…
Ahora el piso era bueno pero se seguía empinando a medida que la cima parece al alcance de la mano. Exprimiendo los motores a fondo (al menos los modestos 95 Hp de la Vitara) lentamente seguimos subiendo: el GPS no para de marcar mis nuevos records de altura: 5100, 5200, 5300, 5350….
Allí llegamos a una pequeña explanada, antesala de la pendiente final que luce imposible tanto por la inclinación tanto por el suelo. Igual, enceguecidos intentamos lo imposible y nos lanzamos a ella.
Logramos subir un poco más pero alrededor de la curva de nivel de 5400 se acabó nuestro ascenso: la combinación de pendiente y piso de lajas apenas si daba para subir a pie. Mi record, mejor dicho el de Pampa 02 quedó en 5392, nada mal para los 1600 cm3 de mi motorcito.
Mirar hacia atrás lo que habíamos subido era impresionante y parecía imposible, incluso daba ciertas dudas por la futura bajada.
La cuestión que teníamos la cima del Ingamayo ahí nomás a 120 metros de desnivel y estábamos a unos 4 km en línea recta del avión de YPF. Increíblemente había señal de celular así que mandamos mensajes y fotos online del logro a los amigos y la familia que por supuesto no creían donde estábamos. Sin embargo la transmisión del SPOT no nos permitía mentir.
Denis, Matías, Aldo y yo nos jugamos a hacer cumbre, ya que era temprano y el clima estaba estupendo. Llevamos la radio, GPS, abrigo y un poco de agua ya que el recorrido no era muy largo y casi todo a la vista de las chatas, aunque claro está, por encima de los 5400 msnm
Lentamente, con esfuerzo pero sin dificultades los cuatro conseguimos hacer cumbre a 5532 msnm. Primero Denis, que enseguida bajó y luego los tres restantes nos pudimos parar encima de la pirca que marca la cumbre del cerro y sacarnos fotos que permanecerán para siempre en nuestro recuerdo, ya que ninguno de nosotros éramos andinistas y esto sonaba como hazaña.
Hasta acá todo bien, pero el diablo metió la cola y nos traicionó la ambición. Tan fácil habíamos llegado allí que no se por qué motivo irracional se nos ocurrió salir buscar el avión, que estaba a sólo 2400 metros en línea recta y 200 metros más abajo que nosotros. Desde allí no se veía pero lo teníamos en el GPS.
Hablamos con Eduardo por VHF y le informamos que iríamos hasta el avión con el compromiso que caminaríamos una hora hacia el objetivo. Si llegábamos bien y si no, cualquiera sea la distancia que faltase nos volvíamos. En eso quedamos y salimos.
Como se imaginarán, caminar a esa altura no es sencillo aunque los tres nos sentíamos excelente. A poco de andar nos dimos cuenta que en una hora no llegaríamos pero al menos podríamos rescatar unas fotos a distancia. Si bien era en bajada, el piso de lajas sueltas hacía difícil caminar más la necesidad descansar cada tanto hacía muy lento el avance. Nos dimos cuenta que probablemente íbamos a necesitar más agua que la que teníamos pero unos tenues indicios de los que serían los restos del avión nos hicieron seguir. A 705 metros del objetivo se cumplió la hora pactada y con todo el dolor del alma cumplimos la promesa de volvernos, al menos con una foto más o menos buena de los restos. La verdad que fue difícil no seguir teniendo el objetivo tan a mano pero era lo correcto, por respeto a nuestros compañeros y por nuestra seguridad.
Hasta acá habíamos hecho todo lo correcto aunque debo reconocer que no había sido la mejor idea salir a esta aventura sin haberlo planeado del todo: no llevábamos el SPOT, no llevábamos suficiente agua, no teníamos un segundo Handy, no llevamos comida ni abrigo extremo: a favor teníamos señal de celular y el clima estaba muy bueno.
Al darnos vuelta y ver a lo lejos y 250 metros más arriba la cima del Ingamayo, nos dimos cuenta que la hora que habíamos tardado a la ida iba a ser mucho más larga: sería en subida, cansados y con poca agua. Y allí cometí un error: razoné que estando a 5300 msnm, apenas por debajo de las chatas no tenía sentido subir hasta los 5530 y bajar. Simplemente había que desplazarse por la curva de nivel rodeando el cerro y listo….
La idea era buena y se reforzó porque la imagen que tenía del cerro mientras subíamos con las chatas era que las pendientes eran “caminables” y porque en el GPS las curvas de niveles se mantenían siempre bien separadas. Además la zona por donde comenzaríamos a rodear el cerro, a la postre el escote por donde el piloto seguramente quiso embocar el avión para evitar estrellarse, resultó que era muy sencilla de recorrer y hasta pareció que encontramos sendas de animales (¿?)
Tanto Matías como Aldo pusieron algunos reparos pero al final los convencí. Nos comunicamos con las chatas y les informamos de nuestro propósito.
Empezamos la caminata sin mayores dificultades salvo que empezó a aparecer el cansancio y el agua se empezó a acabar. Más adelante la ladera se inclinó un poco más pero se podía andar y tuvimos que sortear algunas quebradas con dificultad. Cada quebrada parecía la última pero las chatas nunca aparecían y la distancia se acortaba pero no tan velozmente como queríamos. Cada Tanto nos comunicábamos con las chatas para informar la posición.
Las dificultades generaron dudas sobre cuestiones no consideradas y empezamos a preocuparnos: y si uno de nosotros se tuerce un tobillo o se cae? y si la próxima quebrada es infranqueable, y si se nos acaban las baterías? Y si el GPS deja de andar?
Las chatas no aparecían y una quebrada con una pendiente más pronunciada nos acobardó a solo 1500 metros de las chatas. Y ahora? Maldije mi genial idea y evaluamos que hacer: no había mucho para elegir: retroceder era impensable así solo quedaba bajar a costa de alejarnos de las chatas pero al menos nos poníamos a una altura menor y por lo que veíamos hasta conseguiríamos agua. Hablamos con las chatas y le comunicamos la nueva decisión que además implicaba que ellos empiecen también a bajar para luego tratar de encontrarnos más abajo. Eduardo fue ungido piloto de la Pampa 02.
La bajada a pie era larga y bastante violenta pero sin riesgos, así que lentamente nos encaminamos al fondo de la vega donde veíamos agua corriendo. Bajamos unos 700 metros de un saque y con la lengua afuera bebimos el agua fresca más deseada de nuestras vidas.
Estábamos a unos 6 km del campamento pero metidos en un valle alejado del lomo por donde bajarían las chatas a 4500 msnm. Al encajonarnos perdimos la comunicación por radio y tampoco llegaba la señal de celular. No obstante, al estar mucho más abajo estábamos tranquilos porque ahora “sólo” se trataba de caminar rio abajo.
Llenamos nuestras botellitas con preciada agua y comenzó el largo peregrinar hacia abajo por entre mallines sin contacto con las chatas. Realmente estábamos muy cansados ya que sumábamos más de 6 km a semejante altura y faltaba otro tanto.
Cada tanto encendíamos la radio y nada. Lo mismo le pasaba los muchachos que nos buscaban y no sabían por dónde andábamos. Entre nosotros y ellos había por lo menos tres valles tal como vimos luego en el Earth Google aunque ni ellos ni nosotros suponíamos eso.
En uno de los intentos lo escuchamos a Denis y ahí nos tranquilizamos. Le volvimos a pasar la posición y a partir de allí solo fue cuestión de tiempo. A las cinco de la tarde, cinco horas después de haber partido de la cima del Ingamayo y después de 10 km de caminata nos volvimos a encontrar unos 3 km del campamento de anoche. Cansados pero en buenas condiciones.
Los “rescatistas” gracias a nosotros se habían hecho otra panzada de offroad porque atravesaron tres o cuatro quebradas para llegar a la nuestra y de hecho la última bajada hacia nosotros no era remontable, así que no quiero imaginar lo que hicieron tratando de procurar encontrarnos…
Primero nos felicitaron por el esfuerzo y después nos reputearon con toda la razón.
Aldo, Matías y yo, lejos de estar orgullosos de la “hazaña” estábamos arrepentidos por lo que habíamos preocupado a nuestros compañeros y porque podríamos habernos puestos en real peligro. Todo esto lo cuento para que todos nosotros lo releamos y aprendamos para otra ocasión, lo que a su vez se los pido a los lectores. Pese a que todos teníamos experiencia, igual nos dejamos engañar por la montaña y no la respetamos. Por suerte salió bien.
Sin duda lo volvería hacer, pero tomando mucho más recaudos. Al fin de cuentas, no llegamos al avión, solo le robamos algunas fotos de lejos, así que el desafío sigue en pie.
En fin, una situación linda de contar, que no hay que repetir en las condiciones que la hicimos, pero también para destacar que tanto durante como después de la situación vivida el grupo estuvo a la altura de las circunstancias, tanto los caminantes, como los “rescatistas”. Prueba superada!
Ya en las chatas, repuestos del cansancio y habiendo repuesto energías en mi caso a puro mantecol, intentamos salir por donde habían entrado pero no fue posible, así que le agregamos un poco más de interrogantes al día, ya que la quebrada por donde bajamos a pie, ya convertida en un ancho mallín tampoco era muy transitable que digamos.
La cuestión que le fuimos buscando la vuelta y después de algunas severas encajadas de las TLC en los mallines, encontramos una huella minera destruida, pero huela al fin y llegamos al lugar del campamento anterior. Un día bastante movido, pum para arriba, para arriba de los 5500!!
Sólo nos quedaba el enlace a San Antonio delos Cobres vías Santa Rosa de los Pastos Grandes y del Abra de Gallo. Entramos fugazmente a conocer Pastos Grandes y a preguntar por potencial alojamiento para otra oportunidad.
Llegamos de noche a San Antonio con la ilusión de una buena ducha y una buena cama pero…. Ni una plaza disponible!!!. Todos los hoteles llenos de mineros y algún que otro turista auguraban la cuarta noche en carpa consecutiva sin bañarse; sin embargo, por suerte alguien de un auto se dio cuenta y nos ofreció una casa que por supuesto agarramos al vuelo.
Nos alojamos, nos bañamos a medias (había cortes de agua de red) y nos fuimos a cenar opíparamente para recuperar energías y rememorar todo lo que había pasado este largo día.
Al volver a nuestro dormidero, siento olor a nafta: otra vez el tanque goteaba. Mañana sería otro día.
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Para no demorar la partida de los últimos dos días de travesía me levante temprano para reparar el tanque de nuevo ya que previsoramente no había usado toda la resina epoxi. No perdía por la zona reparada sino por otro lado, por las soldaduras de punto de una tacita interior donde se aloja la bomba: mismo motivo, la chapa muy fina se había agujerado.
Como el tanque estaba casi vacío, rápidamente repetí el procedimiento anterior y a la pista de nuevo. Quise conseguir un kit de parches de PRFV por las dudas pero no hubo caso, así que había que prohibir la aparición de nuevas fugas.
Algo sobre el consumo de nafta: Casi todo por encima de los 4000 msnm, con la Vitara, para 655 km utilice 134 litros de nafta, es decir algo más de 20 lts/100 km. Por suerte el recorrido fue más corto del previsto ya que me había preparado para gastar 16 lts/100 km, que era mi antecedente anterior entre 3000 y 4000 msnm, cuando fuimos a la Laguna del Cuerno.
Después de poner todo en condiciones, a eso de las 10:00 partimos hacia el norte rumbo a Jujuy por la RPN---- : el primer objetivo era cruzar las Salinas grandes por su interior aprovechando que en esta época debería estar seca. Efectivamente era así y nos adentramos bien por su interior pudiendo apreciar el gigantesco trabajo que hace la naturaleza en sus ciclos de lluvias y evaporación para hacer aparecer el cloruro de sodio que tan rica hace las comidas y tan mal nos hace a los hipertensos. Pudimos apreciar la formación del hermoso irregular diamantado que se forma cuando seguramente por efecto del sol se dilata la inmensa superficie blanca del salar dándole un particular toque artístico. Pudimos también ver la fabricación de loas ladrillos de sal destinados a construcciones de la zona y la explotación salinera propiamente dicha mediante la apertura de prolijas piletas de decantación y evaporación. Todo esto bien al interior del salar, lejos de la ruta por donde todo el mundo pasa raudo. Vale la pena la experiencia, cuando está seco claro…
Saliendo de Salinas Grandes lo que nos faltaba era una exploratoria en la zona de Pozo Colorado, por donde el Gasoducto Atacama atraviesa la sierra de ----------. Al mediodía improvisamos un toldo sobre la traza el gasoducto y nos mandamos una bruta picada además de un memorable postre con queso y dulce de cayote, aportado por Aldo.
Recorrimos algunos ignorados pueblos al pie de la dicha sierra y luego tomamos una XX paralela al gasoducto que discurría por un cauce seco por donde creíamos que podríamos cruzarla pasando de la puna a la Quebrada de Humahuaca.
Avanzamos mucho por un pesadísimo cauce seco muy arenoso que exigió al máximo a los motores y a los pilotos, ya que además hacía mucho calor. Cuando la cosa se empezaba a poner interesante, cerca de la divisoria de aguas en un angosto cañón, un inesperado alambrado nos paró cerca de un puesto.
Era “vulnerable” fácilmente pero por si acaso fuimos a preguntar si podíamos cruzarlo y la respuesta fue una rotunda negativa: “no podemos dejarlos pasar, los dueños no permiten que nadie pase”; además nos desanimó respecto a que más adelante no podríamos circular por las piedras y por lo angosto del cañón. Nos quedamos con las ganas de corroborarlo.
No dispuestos a darnos por vencido respecto del cruce, decidimos intentar por la traza del Gasoducto, que trepa por encima de los 4000 msnm. Reculamos por el río hasta encontrarlo y lo comenzamos a seguir. Primero sin problemas al circular por la parte plana, luego se empezó a complicar al llegar las estribaciones de la sierra debido al suelo flojo. Las primeras trepadas nos dieron bastante trabajo y cuando íbamos a encarar la primera pendiente fuerte un zanjón nos detuvo. Lo paleamos para matarles los filos y hacer unas rampas y primero yo y luego Denis intentamos cruzarlo. Denis lo logró pero solo pudo avanzar unos pocos metros más: el piso aparentemente duro se deshacía con el peso de las chatas. Y recién empezábamos..
PAMPA P60242
Casi de noche y con el tiempo no muy auspicioso optamos por abortar: el lugar no era reparado para acampar y el futuro era dudoso para el poco tiempo que disponíamos: un solo día de más de travesía no garantizaba ser suficiente para tamaña empresa. Tal vez hubiera sido mejor…
Comenzamos a volver por la traza con bastante esfuerzo, ya que sin darnos cuenta habíamos bajado algunas arenosas cuestas difíciles de remontar. Pampa 02 sacó hasta su último caballito para treparlas y luego de una muy larga, al bajar el ritmo para reagruparnos, se paró el motor.
Al querer arrancarla, no quería saber nada. Revisamos las cosas obvias y no encontramos nada.
Probamos a hacerla a arrancar remolcando y arrancó, así que seguimos. Parecía andar bien por encima de 2000 RPM pero por debajo parecía fallar.
Llegamos al asfalto y a poco de andar me acuerdo que hay que sacar los cubos. Al detenernos sentimos un burbujeo extraño: al abrir el capot, el reservorio de agua burbujeaba vapor. Miro el termómetro y estaba normal: al sacar con mucho cuidado la tapa del radiador nos damos cuenta que no había agua…
Dejamos enfriar un buen rato, luego le agregamos casi cinco litros de agua y arrancó luego sin problemas. Probamos a andar un poco a ver que pasaba y parecía andar bien.
Sin embargo, pocos kilómetros más a delante al detenerme para revisar se me ocurre mirar la varilla del aceite y entonces fue GAME OVER: el aceite estaba muy emulsionado, señal inequívoca que por lo menos junta de la la tapa de cilindros había sonado…
Así no se podía seguir, así que debimos alterar completamente los planes, terminando virtualmente la travesía. Una forma de decir…
Primero debían llevarme a algún lugar seguro: Susques o Purmamarca. Elegimos el segundo ya que así empezábamos a retroceder. Estábamos más allá de la Cuesta de Lipán, muy cerca de su punto más alto, del lado de Susques. Hasta allí, en subida me remolcaron con una eslinga sin ninguna dificultad. Hasta nos animamos a pasar varios camiones
El asunto fue a la bajada, ya que generalmente, Pampa 02, sin servofreno debía “aguantar” con su freno a la TLC motora. Los discos y campana no tardaron en ponerse morados…
Íbamos a tardar una eternidad en bajar si seguíamos así, entre la baja velocidad y la espera para enfriar los frenos. Pero Denis tuvo idea genial, apoteótica: Y si ponemos a la Pampa 02 delante y que baje por gravedad aguantada por la TLC con freno motor? El “remolque inverso” parecía poco probable porque cualquier repechada iba a necesitar nuevo remolque pero probar no costaba nada.
Y vaya si funcionó: hicimos mas de 40 km, casi toda la Cuesta de Lipan, sin necesidad de remolque y prácticamente llegamos hasta la puerta de la Hostería donde nos alojamos, en el centro de Purmamarca. Ni quieran imaginarse lo que deben haber pensado los camioneros que sobrepasamos en la bajada, que primero habían visto a Goliath tirando a David y luego a la inversa: Pampa 02 es un chichorro comparada con la TLC. Si los camioneros habían tomado una cerveza, seguro que ahora se asustaron y no beben nunca más.
Nos alojamos en una bonita hostería mientras a mi me caía la ficha y estaba a las puteadas. Si bien de nuevo la suerte había hecho fallar a Pampa 02 en zona segura, estar a 1800 km de casa con una rotura de este tipo es complejo: no es viable llevarla con una grúa por el costo, buscar como llevarla con un mosquito lleva su tiempo y un montón de molestias, ni hablar de intentar reparar por aquí. Me preguntaba porque no me dedico a coleccionar estampillas en lugar de ir a escalar montañas con la chata. Llego a casa y la vendo, se me cruzó por la cabeza…
Eso fue durante la cena, que pese a estar exquisita (comimos bifes de llama, una delicatesen), estar regada con buen vino y con todos mis compañeros tratando de levantarme el ánimo, no disfruté mucho. Diego se ofreció llevarme a remolque hasta casa, lo que me pareció una locura…
A la mañana ya mi ánimo había cambiado, como era de esperar. El generoso ofrecimiento de Diego del remolque imposible no sólo ya lo veía con buenos ojos sino que pasaba a ser un desafío más de la travesía. Ya estaba pensando en como la arreglaría y donde iría a probarla después. Soy incurable…
Igual no todo estaba resuelto. Necesitábamos, para empezar, por lo menos una cuarta de remolque como la gente y luego, mucha suerte para que en ninguno de los infinitos controles camineros y peajes no nos molesten.
En Purmamarca no solo no conseguimos una cuarta: ni siquiera logramos conseguir un mísero pedazo de caño para fabricar algo, así que tuvimos que salir a la RN09 eslingados.
Por suerte en la primer gomería que paramos a preguntar había una cuarta casera colgada de una pared y con esfuerzo conseguimos que el reticente gomero nos la venda por trabajosos 300$.
Ahora si, nos largamos a bebernos los kilómetros y a cruzar los dedos en cada control caminero. Denis iba adelante oteando el horizonte y por radio nos venía previniendo de los problemas y pensando en la estrategia de cómo pasar inadvertido.
Como se imaginarán la tensión nerviosa de ir remolcado es terrible pero nos turnábamos con Matías para “manejar” un poco cada uno y estar bien atento a las frenadas y los sobrepasos.
La cuestión que dejamos Jujuy, atravesamos Salta y entramos a Santiago del Estero sin contratiempos, excepto que al no tener el motor en marcha la batería se empezó a morir y en alguna estación de servicio, le tuvimos que hacer alguna transfusión para poder tener las luces de posición encendidas y operar la radio. El ritmo era muy bueno: entre 80 y 90 km/h y lo mejor de todo que Pampa 02 ni movía la aguja del combustible!!!
Por la noche decidimos no andar y paramos a cenar ya dormir en ….
A la mañana del sábado amaneció nublado y empezó a llover por tramos. Denis se hizo cargo de remolcarnos y el ritmo aumentó un poco, sin problemas. Sin darnos cuenta apenas pasado el mediodía estábamos en Sunchales, donde la señora de Denis nos agasajó con un impensado y excelente almuerzo.
La idea era seguir remolcado hasta Rosario y ahí pedir la grúa del seguro, pero llegamos tan bien allí que nos jugamos a meternos dentro de la zona de traslado gratuito. Como en el peaje de Au Rosario-Bs As no nos dijeron nada seguimos así hasta Zárate, donde terminaron los geniales servicios de remolque de Diego, a quien no tengo como agradecerle la infinita mano que me dio.
No solo invirtió su tiempo comiéndose un lento regreso sino que corrió los riesgos propios de una remolcada como ésta; lo mismo para Denis.
Enseguida vino la grúa del seguro y a medianoche estábamos en casa, casi un día antes de lo previsto, de regreso de otra sensacional aventura por el NOA.
Que pasó con mi chata: no fue la junta de tapa de cilindros sino que se fisuró la tapa de cilindros, posiblemente algún mal congénito que apareció en las severas condiciones a la que fue sometida. Ya está reparada, lista para encarar de nuevo cualquier desafío como éste.