HUELLEANDO POR LAS SIERRAS DE SAN LUIS
28 de junio al 01 de julio de 2013
EL VIERNES: Florencio Varela - El Trapiche - Ciudad de La Punta
Se avecinaba mi cumpleaños #53, los chicos andaban ocupados con exámenes universitarios y con Adriana no habíamos tenido las vacaciones de verano como habíamos planeado, debido al desafortunado viaje de los inyectores sucios (Extraño periplo de Valcheta a Beguerie).
Entonces se me ocurrió que tomando dos días de vacaciones en el laburo, podía armar un fin de semana largo artificial y hacer alguna salida de alguna importancia, algo más que una travesía mínima. Así nació este corto viaje “Huelleando por la Sierra de San Luis”, un destino a 900 km de casa que permite llegar cómodamente en el día. La idea la tomé de uno de esos memorables relatos del desaparecido y querido amigo Omar Bianciotto, por suerte aún disponibles en Internet (DE TODO UN POCO).
Omar, en el prólogo de su pagina decía: "Deseo que la lectura de los relatos actuales y de los que seguramente vendrán sirva para que más de una familia se decida a visitar los paisajes incomparables desparramados por doquier a ambos lados de los Andes". Te hice caso, desde allá arriba me habrás visto.
Después de ese viaje de los inyectores sucios, Pampa 02 había retomado la buena senda en mis salidas solitarias pero faltaba que no me fallase saliendo con mi esposa: no toleraba otro papelón mecánico más. Revisé todo a rajatabla, le volví a ratificar la confianza y el viernes temprano salimos rumbo a San Luis con la esperanza de no tener que abrir el capot ni tirarme abajo para reparación alguna.
En particular le apuntamos a pasear por la zona alta de San Luis, por los alrededores de La Carolina, recorriendo alguno de los lugares clásicos (El Trapiche, Río Grande, Nogolí, San Francisco del Monte de Oro) y alguna que otra huella de las que no figuran en los mapas pero que se ven en gran número en el Earth Google.
En vez de ir totalmente por la RN07 desde el Acceso Oeste, hicimos un bypass sureño por Cañuelas, Roque Pérez, Chivilcoy y Chacabuco para escaparnos definitivamente del loco tránsito de Buenos Aires y alrededores. Son unos kilómetros más pero se gana en tranquilidad.
La RN07 no tenía mucho tránsito a partir de allí, aunque sufrimos algunas demoras debido a que están haciendo reparaciones y cada tanto habilitan a circular alternativamente en una sola dirección. Todo se soluciona al entrar al reino mágico de San Luis donde florecen las autopistas de doble mano, sin pozos y completamente iluminadas.
¡Que bueno y que seguro sería viajar si todo el país estuviera en ese mismo estado!
Pero como habiendo alternativas aún más "desparejas" no puedo dejar de usarlas, apenas pasamos Fraga, nos desviamos a la derecha por una pretendida RP31 de tierra que lleva “directamente” a El Trapiche, donde nos alojaríamos la primera noche.
La RP31 es apenas un camino vecinal transitado mínimamente en las cercanías de donde cruza algunas rutas de asfalto (RN07, AURP20 y AURP09); el resto está casi abandonado, con pasto alto al medio de la huella, lleno de guadales y bastante desparejo, es decir una maravilla. Seguramente fui el primer turista que pasó por aquí para llegar a El Trapiche.
Lentamente fuimos avanzando siempre a la espera de tener que volvernos por algún obstáculo insalvable pero no fue así. Se atraviesan un par de vadeos casi secos en esta época, que deben ser difíciles en épocas de crecida, ni hablar del barrial si llueve…
En varios sectores del camino se nos cruzaron esos arbustos rodadores de las películas del Far West, cuyo nombre conocí gracias los amigos Ruy y Juan, que me contaron que se llaman estepicursores o cardos rusos.
El final del tramo de tierra nos depositó en Las Barranquitas, un novel poblado al costado de la AURP09 que parece haber sido remozado recientemente, a muy pocos kilómetros de El Trapiche.
Para alojarnos en El Trapiche, habíamos reservado por Internet unas curiosas cabañas de aspecto africano, dedicadas a alojar parejas exclusivamente, que era nuestro caso. Se trataba del Complejo Siyabona en las afueras de El Trapiche, cuyos interesantes detalles contaré luego.
Antes de las 17:00 ya estábamos instalados y todavía con luz diurna decidimos ir a dar una vueltita hasta la famosa ciudad de La Punta, que hace mucho me había llamado la atención y quería conocer. Estábamos a apenas 50 km de La Punta.
Y nos fuimos rápido por las autopistas pasando por El Volcán y contorneando Potrero de los Funes para poder llegar todavía con luz diurna. Me sorprendió gratamente una ciudad moderna y con mucha amplitud que está como superpuesta al paisaje desértico al oeste de las sierras. Es más grande de lo que pensaba y se nota que está aún en pleno desarrollo. No es muy común ver ciudades completamente nuevas, donde por ejemplo no se ve un solo tendido aéreo.
Uno de sus sitios emblemáticos es la reproducción a escala natural del Cabildo Histórico enclavado al norte de la ciudad, cerca de las áreas universitarias. Realmente llama la atención semejante construcción allí, completamente fuera de contexto. Tal como reza la página web del emprendimiento, la explicación es la que sigue: “En conmemoración del Bicentenario, San Luis, primera provincia como ciudad Cabildo en adherirse al movimiento Revolucionario, construyó en La Punta, ciudad fundada en el Siglo XXI, la réplica exacta del Cabildo Histórico, símbolo por excelencia de la Revolución de Mayo de 1810. Está destinado a actividades recreativas, turísticas, culturales, pedagógicas y de interés histórico. La réplica incluye la Plaza de Mayo, que en la época de la Colonia estaba dividida en dos sectores: La Plaza de la Victoria y la del Mercadeo. Además la réplica de la Pirámide de Mayo, del primer aniversario del 25 de mayo, en 1811.”
Más información aquí: http://www.cabildo.sanluis.gov.ar
Su interior es un interesante museo, con muy logradas réplicas de personajes y situaciones de época que vale la pena recorrer. La construcción está realmente muy bien lograda y es de muy buena calidad.
Casi al atardecer emprendimos el regreso a las cabañas, pero ahora lo hicimos por un nuevo y atractivo camino de montaña que une Potrero de los Funes con La Punta, una delicia para manejar. Desde el mirador de donde se aprecia la ciudad de La Punta y más allá, la sierra de las Quijadas logramos unas excelentes fotos de la puesta de sol.
En Potrero de los Funes aprovechamos y nos dimos una vuelta al embalse por dentro del circuito de carreras embebido en forma permanente dentro del poblado. Al revés de otras ciudades que le prestan sus calles a las carreras, aquí parece ser que el autódromo le cede la pista a la cuidad para que se use como calles. Es lugar es bonito pero extraño; no encaja para mi gusto un autódromo en una villa serrana, pero en gustos no hay nada escrito.
En vez de volver a El Trapiche por la autopista, vi en el GPS unos caminos secundarios y nos metimos por allí pese a la incipiente noche. Accedimos así a la reciente comuna de Estancia Grande y atravesamos El Durazno por lo que ellos denominan el Camino de las Pulperías, un pintoresco recorrido entre las sierras en buena parte empedrado lo que le confiere un toque muy particular que enhebra boliches y restaurantes. Era de noche y mucho no pudimos apreciar por lo que nos propusimos volver a recorrerlo de día.
De noche y ya con bastante frío, llegamos a nuestra cabaña, donde cenamos frugalmente y nos dispusimos a descansar para sacarle el jugo al sábado desde temprano