HUELLEANDO Y RAMALEANDO POR SAN LUIS

RECORRIENDO HUELLAS  Y ESTACIONES FERROVIARIAS ABANDONADAS EN LA SIERRA Y EL DESIERTO

5 al 9 de Julio de 2014

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LUNES 7: POR LA MESILLA DEL CURA

SALTO DEL CHISPEADERO - MESILLA DEL CURA - PTO ANDINO - PTO AGUIRRE - LAS CHACRAS - LA CAROLINA - EL TRAPICHE

                Recién nos levantamos al clarear, es decir después de las 8:30. El termómetro de la chata marcaba todavía -3°C pero había registrado una mínima de -7°C. Los sobretechos de las carpas tenían una fina capa de escarcha bastante dura: lo mismo los vidrios y la carrocería de las chatas. Una lata de cerveza que quedó afuera estaba dura como una piedra. Sin embargo dentro de las carpas la pasamos bien, casi sin frío. Sensaciones para el alma únicas acampar en estos lugares, que las fotos no describen.

                Nueva fogata para entrar en calor mientras desarmábamos las carpas y desayunábamos.


Sobretecho con escarcha y un fueguito para desentumecerse


Preparando el desayuno, "disfrutando" del frío - Foto: MATÍAS ANASTASIO


Calentando el agua para el mate, mimetizados con el paisaje


Panorama desde el campamento

                A eso de las 10:00 tuvimos todo listo para salir y por si acaso volvimos al Chispeadero para ver qué onda con las fotos. Mejor que ayer pero igual era muy temprano. Hay que ir justo cuando el sol está en lo más alto así salvo disfrutar con un nuevo sobrevuelo de cóndores que parece que allí hacen función en continuado. Imperdibles.

                Ahora si retrocedimos hasta el desvío hacia Mesilla del Cura, verificando en una lagunita una capa de hielo de casi 5 mm de espesor que confirmaba las bajas temperatura que medimos.


El sobrevuelo del cóndor


Diferentes a las vistas de ayer, pero ahora es muy temprano y entonces también contraluz...


Igual pudimos obtener una hermosa vista de la profundquebrada del Chispeadero


Panorámica de la quebrada del Chispeadero


Las secuelas del frío nocturno: una lagunita con su superficie congelada - Foto: MATÍAS ANASTASIO


Parejita, la superficie tenía una capa de hielo de 5 mm de espesor - Foto: MATÍAS ANASTASIO


El camino al Chispeadero está bastante deteriorado, pero seguro lo arreglan en temporada alta


¡ Qué lindas que son estas pampas de altura en San Luis !

                El camino medianamente mantenido llega hasta la escuela de Mesilla del Cura, un enorme y moderno edificio, que según los lugareños alberga a sólo tres alumnos. Una pena por lo desaprovechado y por el despoblamiento rural.

                La huella sigue hacia el norte por la enorme planicie sobre el filo de las sierras. Primero es claramente visible hasta un establecimiento importante y luego ya hay que seguirla con mucha atención porque zigzaguea entre las rocas y se ve que muy usada no está. Más o menos coincide con lo que había relevado en GE.

                Una derivación clara hacia el este nos lleva a una explanada donde había una “cochera” con una F100 adentro pero por más que buscamos no encontramos a nadie. Raro…

                Hacia el final se vuelve tortuosa y bastante pedregosa, hasta que topamos con una pirca y una precaria tranquera recontra-atada con alambres. Se podía abrir pero preferimos ir un poco a pie para ver que posibilidades brindaba para continuar. De acuerdo al GE no seguía pero en el terreno verificamos que existía muy tenue; lo único que en vez e seguir hacia arriba hacia el norte doblaba al oeste y bajaba. No era lo que queríamos verificar y decidimos no desarmar la tranquera y buscar por el oeste.

                Lo que si se veía, pero no era el objetivo de este viaje , que abandonando la huella se podía subir hasta un filo que prometía poder continuar hacia el norte, pero era más offroad que el que no habíamos fijado. Había poca mano de obra para mover piedras… (y pocas ganas también)

                Retrocedimos un poco para seguir un track no relevado de Mapear. No encontramos el inicio pero caminando un poco lo hallamos separado unos metros de la huella que habíamos recorrido. Lo encaramos y enseguida unos cerrados zigzags también nos llevaron hacia abajo hacia un puesto que lucía abandonado pero muy atractivo. Era hora de almuerzo y podía ser un buen lugar.

                Mientras bajábamos con cuidado apareció un paisano a caballo, como siempre curioso de ver que carajo hacían dos chatas por ahí. Era Don Andino, el dueño de la F100 que estaba preocupado porque andaba en conflicto con alguien por las tierras y temía que tuviéramos algo que ver. Enseguida lo convencimos de nuestra inofensiva presencia y por el contrario, enseguida se ofreció a que lo visitáramos en su rancho, lo que declinamos por falta de tiempo. Nos dijo que anduviéramos tranquilos y que volviéramos cuando gustemos a sola condición que lo visitemos en la próxima. Nos confirmó que huellas hacia el norte no hay pero que si queríamos probar, no tenía problemas.  Ya tenemos el permiso para la acometida final !!!

                Después de este amable encuentro bajamos hasta el puesto abandonado, situado en un increíble lugar y aprovechamos para almorzar a la sombra ya que el frío glacial de la mañana se había disipado y ahora al sol hacia calor.

                Luego del  almuerzo, anduvimos caminado un poco por las montañas para estirar las piernas disfrutando de la paz del lugar, confirmando que desde acá no se puede avanzar a ningún lado, aunque es un excelente lugar para pasar una noche, asado incluido.


Bajando hacia la escuela de la Mesilla del Cura


Un gran edificio que luego nos enteraríamos que sólo lo aprovechan tres alumnos...


Superada la escuela, ya la senda es más precaria y por supuesto más bonita


La huella serpentea por una pampa de altura y de repente se nos cruza un arroyito que corre sobre granito


El cual me proporcionó una de las fotos más lindas del viaje


Aislados establecimientos y tranqueras se van sucediendo a media que la huella se borra y sube lentamente.


Por la altura, hacia el este se asoman los Comechingones entre la bruna


Circular entre las piedras, un placer - Foto: PABLO ANASTASIO


Deliciosas huellitas puntanas- Foto: PABLO ANASTASIO


A seguir descubriendo, adonde las huella nos lleve - Foto: PABLO ANASTASIO


Y en una de las tantas vueltas de la senda, de repente nos regala este
fabuloso paisaje brumoso de las sierras de San Luis y de los Comechingones.


En otro recodo de la huella, la ventana es hacia el oeste, donde muy tenuemente se podía
divisar la Pampa de las Salinas, donde yace el punto tripartito de San Luis, San Juan y La Rioja


Miren que cochera hallamos en la Mesilla del Cura !!!!


El final teórico de nuestro track coincidió con la realidad: una pirca y una tranquerita. Una inspección a pie
 mostró que la huella seguía pero iba hacia abajo, que era lo contrario a lo que queríamos, que era seguir subiendo.
A buscar por otro lado.


En estas soledades, los cóndores no saben de sustos, así que se quedó mirándonos como si nada - Foto: PABLO ANASTASIO


Nos tentó una huella de Mapear no relevada que subía pero nos costó hallarla.
También bajaba pero la seguimos porque el destino sonaba atractivo...


Un puesto abandonado que parecía inexpugnable dentro de un oasis verde que seguro albergaba un arroyito, era ideal para almorzar
 
 
La verdad que no estaba muy claro por donde ingresar, pero la zigzagueante huella invisible nos fue llevando a la abertura que lo permitía


Un angosto tajo en el cerco natural de piedras con un improvisado portón nos puso a tiro de entrar


Y entramos al puesto abandonado, como diciendo "ábrete sésamo" (en realidad esta foto es a la salida)


Ante nuestros ojos, un viejísimo e importante puesto abandonado, en un lugar paradisíaco



La construcción es muy importante, con gruesas paredes de piedra


Detalles constructivos. Cuanto trabajo e ilusiones han quedado sepultados aquí

 
Algunas curiosidades del puesto: un mortero de piedra y muchas botellas para combatir el frío


La infaltable tacita enlozada que siempre encontramos por ahí y tunas llenas de frutos por todos lados


Perfecto lugar de almuerzo al costado del puesto - Foto: MATÍAS ANASTASIO



Alrededores del puesto, sierras a full - Foto: MATÍAS ANASTASIO


Terrible trabajo debe haber dado construir este corral de piedras - Foto: MATÍAS ANASTASIO


Investigando un poco los alrededores


Volviendo, satisfechos de lo relevado


Árbol solo

                Desandamos la huella de la Mesilla del Cura ya con la idea de volver temprano a las cabañas de El Trapiche aprovechando el quincho para un asadito. Sin embargo al pasar por el final del track que no habíamos podido verificar se nos ocurrió intentarlo al revés con la esperanza que la tranquera se pudiera abrir ó de sorprender a un puestero para que nos la abra ó de encontrar el bypass a la huella sin tranquera.

                Así, en vez de ir a Las Chacras nos mandamos hacia el sur por un laberinto de piedras graníticas con una huella visible.  A tres km del puesto donde no habíamos encontrado a nadie desde el sur, encontramos otro puesto, el de Don Aguilar que, como siempre ocurre, tenía unas ganas bárbaras de charlar así que pasamos a “interrogarlo” sobre nuestro propósito de salir a La Carolina por aquí.

                Bueno, nos confirmó que la huella, en malas condiciones, existe y que motos y 4x4 la pueden  recorrer sin grandes problemas. El problema serio era el que nosotros conocíamos: la tranquera con candado y que para colmo no vive nadie en ese campo sino que el dueño o los puesteros están en la Estancia Las Lomas, ya sobre la RP38. Tampoco veía viable llegar hasta el puesto  que nosotros visitamos ayer, el de Don Peñaloza, ya que poco más adelante hay dos profundas quebradas que, según él, solo se pueden pasar a pie (y eso que le insistí…)

                En definitiva tuvimos que pegar la vuelta y salir por Las Chacras, aunque nos quedó la espina de si por algún lado no será posible pasarse a la huella sin tranqueras, ya que la separación oscila entre 400 y 1500 metros.  Por algún lugar se debe poder…

                Sin más le pegamos duro por el asfalto hasta El Trapiche, pasando por La Carolina, comprobando que algo debe estar pasando con la finanzas en San Luis ya que se nota que hay poco mantenimiento: es  la primera vez que encuentro algún bache y el pasto en las banquinas está altísimo.

                Llegamos a El Trapiche con el tiempo justo para comprar un poco de carne y poder comernos un rico asado en el quincho de Siyabona, donde compartimos una larga e interesante charlas con los amables propietarios del complejo, Gabriela y Pieter.

                Sin tanto frío como la primera noche, nos fuimos a dormir penando en como hilvanar un interesante regreso.


Demás está decir que salió riquísimo: ¡Un aplauso para Pablito, el asador!

LO DEL PAMPA A SALINAS DEL BEBEDERO   >>