EXPEDICIÓN AGUA POCA: LA CUARTA CONFLUENCIOTERAPIA
DIA 1: EL HUMEDAL DEL SALADO O CHADILEUVÚ y LA TAPERA
Parte 1
El Corredor Bioceánico - Limay Mahuida - El rio Chadileuvú - Paso de los Carros - Paso de los Cojudos - Paso del Julepe - El enigma de la tapera
Recorrido por el humedal del Chadileuvú
Esta parte del viaje era la más desconocida ya que las veces anteriores habíamos ingresado desde otros lugares y teníamos mucha curiosidad por lo que había atrás de las fotos satelitales del área, llenas de lo que parecían lagunas, salitrales y brazos del río Chadileuvú. Los mapas del IGM marcaban varios “Pasos”, a la postre vadeos, que alentaban nuestra curiosidad.
Nos encontramos las dos chatas en General Acha a las 8:00 de acuerdo a lo planeado. Nosotros viajamos toda la noche desde Buenos Aires y Pablo había salido de madrugada desde Bahía Blanca. Llenamos todos los bidones con combustible e inmediatamente nos encaminamos hacia el oeste hacia Chacharramendi, donde abandonaríamos el asfalto por varios días.
<<<<< Los arenales de la
solitaria RN 143
El “Corredor Bioceánico” como pomposamente se llama a la RN 143 es una huella mayoritariamente arenosa, que en muchos tramos no es para autos bajos. Un proyecto de terraplenado central lleno de pasto alto y poco compactado obliga a circular por la banquina, con el riesgo que se asome algún animal imprevistamente desde el monte ya que no hay alambrados.
Está bastante abandonada ya que a Limay Mahuida se puede llegar desde La Reforma aprovechando un poco más de asfalto, pero es lindo manejar ahí y si no vean los videos.
Circulando por la
banquina de la RN 143 >>>>
Manejando por la RN 143, desde la Vitara y desde la Toyota
Sin contratiempos, excepto una pinchadura, llegamos a Limay Mahuida, actualmente un verdadero páramo en medio de la nada; no podemos imaginar lo que debía ser cuando se lo fundó, allá por 1906, como informa el arco de entrada al pueblo.
El pueblo tiene una comisaría, un almacén, una escuela, algunas casas y una estación de servicio abandonada y no mucho más. Es admirable que haya gente viva en estos lugares, con climas rigurosos y muy aislados del mundo.
Entrando al
pueblo y downtown de Limay Mahuida
Seguimos nuestro derrotero hacia el oeste, esperando ver el río Salado en Paso de los Carros y develar si había un vado o un puente. Siguiendo la ruta del video, que seguramente debe ser muy difícil con algo de lluvia, encontramos el río y nos sorprendió su caudal y su veloz correntada. Un extraño puente de hormigón armado "almenado" y con una numerosa hilera de caños nos facilitó su cruce, que al menos allí hubiera sido imposible de vadear.
Enlace a Paso de los Carros
El río, caudaloso, en Paso de lo Carros
El ancho Salado en toda su dimensión
La tranquera que nos franqueó el acceso a "La
Cabaña"
El panorama desde el puente nos mostraba otra curiosidad: unas modernas instalaciones con un mangrullo dentro de la estancia "La Cabaña" en el Paso de los Carros; las que se seguramente se utilizarían para alojar cazadores extranjeros en busca de “feroces” jabalíes por unos cuantos dólares diarios.
Más adelante aparecieron otras construcciones del mismo estilo en el medio de la nada, donde había gente trabajando, pero como la huella era clara y copiaba nuestros tracks no nos detuvimos pese a una bifurcación poco transitada que dejamos a la izquierda. Un cartel de una pista de avión, confirmaban las presunciones del uso de estas edificaciones.
Instalaciones
de la estancia Paso de los Carros
Los supuestos vados que teníamos marcados estaban secos y la confluencia se iba acercando con rapidez por esas solitarias huellas que da gusto transitar. Incluso, para nuestro regocijo, apareció el cartel y un pórtico que anunciaba la estancia “Paso de los Cojudos”, donde nos cansamos de sacarnos fotos alusivas, aunque la referencia no era para nosotros.
Un brazo seco del Salado, aunque no hace tanto
Postales del camino
Los "cojudos" (?????), felices antes de ver el portón más adelante,,,,,,
Sin embargo unos pocos kilómetros más un enorme portón y un cerco bastante más alto que el tradicional de 7 hilos nos cortó el paso con unos hermosos candados. La aproximación directa a la 37°S 67°O había fallado, lo que siendo cerca de mediodía implicaba que nuestros planes generales se iban a atrasar ya que se venía un largo rodeo. De tanta bronca, entre los cinco, no nos acordamos de registrar el momento, en el acceso a la estancia "Paso de los Cojudos".
Volvimos sobre nuestros pasos hasta las cabañas en construcción donde nos atendieron muy amablemente y nos dijeron que nos estaban esperando porque sabían que no podríamos pasar. Nos confirmaron la presunción de los cazadores extranjeros y nos indicaron que para ir a Árbol de la Esperanza, poblado cercano a la confluencia que usábamos para explicar adonde íbamos, debíamos tomar la bifurcación poco transitada, donde deberíamos vadear un brazo del Salado y atravesar una serie de bajos y salitrales secos.
Tomamos la bifurcación y seguimos transitando soledades donde evidentemente pasan muy pocos vehículos: si bien había huellas, no había marcas recientes.
Huellas
interminables para atravesar el desierto
Más y más
huellas interminables para seguir atravesando el desierto
Salitrales y
lagunas secas se fueron sucediendo hasta que un brazo del Salado apareció
Pablo
encaró primero el vado, atravesándolo sin ningún problema
El brazo oeste del Salado apareció y lo vadeamos sin dificultad. Según algún relato este vado se llama el Paso del Julepe, debido a que muchos años atrás, una comisión de Vialidad Provincial lo intentó cruzar con mucha más agua y parece que se llevaron buen susto, de ahí el nombre. El “camino” ahora se desvió al sur siguiendo la costa del río y allí vimos lo que en algunos mapas se llama el Paso de las Piedras, una especio de dique de piedras que debió usarse para cruzar tiempo atrás aunque ahora estaba medio derrumbado posiblemente por alguna crecida. Nos llamó la atención un bote dado vuelta un poco más adelante, que curiosamente no fotografiamos.
Los vadeos desde la Vitara
Un puesto más o menos importante se nos apareció al alejarnos un poco del río, lo que explicaba lo del bote pero muy grande fue nuestra sorpresa al encontrarlo completamente deshabitado de un modo extraño: parecía como si sus moradores se hubieran ido de compras al pueblo y no hubieran vuelto nunca más, pero sin llevarse nada. La mayor parte de las pertenencias estaban allí pero se notaba que hacía mucho tiempo que nadie andaba por allí. Una palangana, una muñeca, ropa colgada, un termo…, todo estaba allí intocado, como esperando a sus dueños.
Allá lejos, un
puesto
El
puesto lejano, ahora ahí nomás
Llegamos a el
enigmático puesto
Sin duda, era
tapera (es decir lugar deshabitado)
Sacamos un montón de fotos pero respetuosamente no tocamos nada ya sentimos la obligación de dejar eso como estaba. Vaya a saber que historia, tal vez terrible, explicaba este enigma, muy similar al que Néstor Queralt en La Rioja, en la Pampa de Agua del Medio, al norte de Amaná, en el Distrito Minero de Talampaya.
Un artículo de hace unos años del diario La Arena en el 2001, "Pasada por el Oeste" cuenta de un viaje parecido al nuestro, donde encontraron de un rancho que casi seguro era éste, habitado por los Quiroga: un hombre soltero con su madre anciana y sus dos niñas pequeñas, biznietas de la dueña de casa, eran sus habitantes, destacándose los paneles solares que le proporcionaban electricidad y un radiograbador que les musicalizaba la soledad. Pero, ahora no había nadie y por lo visto tampoco era muy visitado: pensar que algo así en la civilización de Buenos Aires hubiera sido vandalizado instantáneamente.
Todo estaba ahí,
congelado en el tiempo
Objetos huérfanos: dónde estarán sus propietarios?