EXPEDICIÓN AGUA POCA: LA CUARTA CONFLUENCIOTERAPIA
TRIBUTO A MI VIEJO
El lunes después del viaje fui a trabajar medio "zombie" por el cansancio del regreso y a la noche pasé por lo de mi viejo a verlo; no andaba muy bien pero estaba intrigado por los detalles del viaje, como siempre. Ya no me acompañaba porque su salud se lo impedía, pero disfrutaba leyendo los relatos. El martes lo internamos por precaución y el miércoles, feriado, lo visitamos en la clínica todos juntos y lo encontramos mucho mejor. Seguía interesado en el relato del viaje y al regreso, me senté a escribir.......
Cuando la crónica de este extraño viaje estaba recién iniciada, la vida me pegó uno de esos habituales y brutales golpes que uno sabe que alguna vez va a recibir pero que uno cree que siempre serán más adelante. La madrugada del 10 de julio de 2008, parafraseando la “Elegía” de Serrat : “se me fue como el rayo mi viejo a quien tanto quería…..”
No hace falta que explique lo que siente un hijo al perder a su padre, porque todos lo saben o lo imaginan, pero no quiero empezar este relato sin hacerle un modesto homenaje al “culpable” de mi pasión por los viajes, por la aventura y por la naturaleza, la cual no es para nada casual.
Mi viejo, cuando vino de Italia por el 1952, aprendió a conocer el país acompañando a mi abuelo, en un viejo camión Alfa Romeo, viajando al sur, por la angosta y peligrosa Ruta Nacional 3. Ahí empezó su historia y por supuesto, la mía.
Mi abuelo y mi viejo, posando con su camión, un viejo Alfa Romeo italiano
Desde chico, allá por los años 70, cuando no había ni celulares, ni GPS, ni vehículos 4x4, ni cámaras digitales, ni fotos satelitales, mi viejo nos llevaba todos los años un mes de vacaciones a recorrer la Patagonia, con la sola ayuda de los mapas de Shell y del Automóvil Club, con un “poderoso” Torino 4 puertas y una casa rodante.
Así recorrimos toda la Ruta 40 sur cuando el asfalto sólo asomaba en un pequeño tramo de Chubut; corriendo piedras a mano en la ruta que se estaba abriendo amanecimos a la orilla del río de las Vueltas cuando todavía el pueblito de El Chaltén era sólo un proyecto con el imponente espectáculo del Fitz Roy que se asomó un ratito para ver quienes habían tenido la osadía de aparecerse por ahí con un auto de calle; nos fuimos en carpa hasta Ushuaia hasta en las playas del lago Fagnano; nos cansamos de pescar truchas en el todavía ignoto lago Cardiel en el reino del viento, atravesamos el Cañadón de la Mosca cuando el camino era una huellita con verdaderos precipicios que pasaba por la ladera de enfrente del moderno camino actual; cruzamos en balsa muchos ríos que ahora pasan desapercibidos por modernos puentes como el Santa Cruz, La Leona, el Aluminé cerca de Rahué.
Me acuerdo todavía de la brutal bajada al lago Aluminé con esa casa rodante sin saber si había otra salida, o de la primera vez que fuimos a Puerto Madryn cuando era solamente una curiosidad en los mapas que casi nadie conocía o cuando se le ocurrió ir a Gobernador Gregores desde Pico Truncado por el medio de la nada para “cortar camino”, o el asomo al Paso Roballos, o al lago Fontana y así muchos lugares más que hasta hoy tomaría recaudos para ir con mi fiel Suzuki Vitara .….
Me afloran interminables los recuerdos de esos hermosos viajes familiares que me marcaron para siempre uno tras otro……
La última vez, no hace mucho, que mi viejo leyó mis relatos de los viajes a Neuquén y al Desaguadero, recuerdo que me dijo “vos sos más loco de lo que era yo”. No sé si tenía razón pero lo que no puedo dejar de hacer es decirle muchas gracias por haberme inculcado esta pasión. Se que desde allá arriba me va a seguir guiando en mis viajes como siempre lo hizo en la vida.
No sé cómo me saldrá, pero este relato, con todo cariño, se lo dedico a él.
Balseo del río Santa Cruz (1975) y Campamento en alguna playa de Bahía San Blas (1974)
Gracias viejo !!!!!!