Muchas veces criticamos las nuevas tecnologías porque nos atrapan entre teclados y pantallas, dejando de lado algunas costumbres más humanas. Sin embargo, a veces, nos ayudan a “descubrir” curiosas historias que al menos para los mortales como yo, casi seguramente estarían vedadas. Alguien publica, otros contestan y así se van armando las historias…
Un hermoso viaje en el “Tren de la Nostalgia” como en su momento titulé a un recorrido que hicimos con mi amigo Coco emulando el viejo Compañía General Buenos Aires (CGBA) entre General Villegas y Patricios, visitando todas las estaciones ferroviarias intermedias, me hizo conocer el paraje Larramendy.
Allí una estación sin pueblo, en el medio de la nada, languidece junto con una hermosa iglesia y una especie de abadía de impecable construcción, de la cuales sólo quedan las imponentes paredes y sus techos. Por bastante tiempo intenté averiguar de donde había salido tamaña edificación y el porqué de su construcción y evidente abandono, pero sólo pude rescatar que se había construido a principios de siglos, más o menos con el ferrocarril y que se había usado unos pocos años. Nada más pude saber....
Un día, recibo un mail de un lector de mi sitio, Héctor Benedetti, autor de un bonito blog “El Sextante de Hevelius” que recomiendo visitar, diciéndome que en el pueblo de Bellocq encontró una iglesia exactamente igual a la de Larramendy, edificio de abadía incluido. Me envió unas fotos y compruebo que son dos gotas de agua: dos imponentes e idénticas construcciones de principios de siglo, separadas unos 60 kilómetros, en aquella época, en el medio de la nada.
La abadía de Bellocq y su gemela de
Larramendy
En Bellocq, a diferencia de Larramendy, la semilla del ferrocarril germinó, creció un pueblo y luego comenzó a morirse como en la mayoría de los casos similares. Pero el pueblo aún existe, aunque aún no lo conozco personalmente.
Con estos bríos, retomé la búsqueda de la historia de las iglesias pensando que a través de pobladores de Bellocq, la conseguiría. En el blog “Pueblo a Pueblo” de Clarín algo encontré respecto a unos monjes en Bellocq y consulté por mail al autor, Federico Pagella, quien al cabo de un tiempo, me respondió.
Y la historia apareció gracias ala ayuda de Federico: Doña María Larramendy, viuda de Bellocq, muy religiosa ella y dueña de muchas tierras en la zona, tenía en mente donar alguna infraestructura y recursos para establecer una comunidad religiosa en sus estancias, en el pueblo de Bellocq. Su propuesta le llegó a unos monjes silenses originarios de Méjico a través de sus pares de Niño Dios de Victoria (Entre Ríos) y aceptaron venirse a la Argentina, posiblemente “engañados” por lo que vieron en Buenos Aires como imagen de la Argentina.
En Bellocq, María les construyó la iglesia y la abadía frente a la estación y les cedió 100 hectáreas de campo para que cultivaran además de una mensualidad por los primeros dos años. Si bien no se menciona en ninguno de los documentos a los que tuve acceso es obvio que algo similar debió ocurrir en Larramendy, dada la similitud constructiva y la antigüedad de las construcciones.
Todo esto en 1914, así que imagínense el páramo del que estamos hablando: en esas pampas recién empezaban a crecer los árboles plantados por los colonizadores, puro desierto, bastante diferente a la ciudad de Buenos Aires en donde tomaron la decisión de venirse. No era igual toda la Argentina.
Siete monjes fueron destinados a la misión al mando del Padre Fermín de Melchor,
llegaron en uno de los tres trenes de pasajeros semanales del CGBA (¿?) y se
establecieron en Bellocq.
Entre otras
cosas daban misas en Larramendy y en otros poblados, bautizaban,
educaban gratuitamente en la escuela a los hijos de los empleados de la estancia
de María y de los campesinos de la zona,
araban la tierra, plantaban árboles,
etc., pero sólo aguantaron las duras condiciones del lugar por menos de dos
años. En 1916 hicieron las valijas y se las tomaron medio como huyendo,
recalando en Buenos Aires. Por otros motivos, algo parecido les había pasado en
Méjico antes de venirse a estos pagos.
No sé que ocurrió entre 1916 y hoy, pero actualmente la iglesia de Larramendy está abandonada completamente y la de Bellocq ha sido reconstruida, aunque le falte la cúpula que se voló con un tornado allá por 1960.
Mudos testigos de algo que no pudo ser…
PD 1: Agradezco a Héctor y a Federico la información que aportaron para poder contar esta pequeña historia.
PD
2: Me falta ir a ver personalmente la iglesia de Bellocq, lo que seguro será
parte del “Tren de la Nostalgia II” entre Victorino de la
Plaza y Patricios,
también del CGBA. Fotos de Bellocq sacadas por Héctor y Federico, clic
aquí
PD
3: Texto original del Diario del Padre Mahave,
uno de los monjes que estuvieron en Bellocq, clic aquí. Es medio largo, pero si
les
interesa la historia vale la pena.