No voy a repetir la introducción de las razones inexplicables de mis continuos regresos al oeste pampeano. Las menciono cada vez que relato un viaje así que no los voy a aburrir una vez más.
Esta vez, sin embargo había una razón especial: un viejo conocido, el puestero Don Felipe González, el del Puesto El Puesto, me encargó que le compre un grupo electrógeno ya que para ellos es casi imposible salir de allí y lo que consiguen en la zona tiene precios exorbitantes. En realidad hubiera sido más barato comprarlo y despacharlo por algún flete pero quien se resiste a la tentación de comerse un chivo por esos pagos?
Además nos asegurábamos darles la satisfacción de que tengan el grupo electrógeno para las fiestas y que puedan brindar al menos con algo fresco. No se imaginan el calor que hace allí en estas épocas.
Así que una vez que conseguí el equipo y le comenté a Pablo Anastasio, no tardamos nada en armar un fugaz paseo a la zona, esta vez de nuevo con nuestras abnegadas esposas, que pese a saber que literalmente las llevábamos al “horno”, accedieron a acompañarnos.
Las cosas del destino (mejor dicho la dificultad actual para conseguir unos repuestos importados…) me imposibilitaron hacer uso de la Pampa 02, así que como la idea no era ir a hacer cosas raras, eché mano de la Pampa 01, que está viejita pero en condiciones aunque completamente urbana.
Quedamos en encontrarnos el sábado por la mañana en Santa Rosa. Salimos tranquilos el viernes al mediodía y como compensación al sacrificio, sorprendí a mi esposa alojándonos en el bonito Hotel La Campiña de Santa Rosa, donde además tienen una muy buena cocina, así que aprovechamos para cenar.
A las 9:00 estábamos en la YPF al sur de Santa Rosa, donde llenamos todos los bidones. Pablo llegó a horario y sólo nos demoramos porque el tema de la carga de gasoil fue una tortura. Casi media hora para completar el tanque de la Toyota…
El itinerario planeado era dirigirnos al oeste por la RP14, pasando por El Durazno y Jagüel del Monte (hasta donde llega el asfalto) y luego tratar de llegar directo hasta Chos Malal enlazando los parajes de Árbol Solo y Paso de los Algarrobos atravesando los pesados arenales y el cauce seco del Atuel a lo largo del camino.
Ya hacía mucho calor temprano en Santa rosa, así que indudablemente nos esperaba el horno en el "Far West" pampeano.
Tomando mate con el aire acondicionado puesto recorrimos sin problemas los 140 km de asfalto e ingresamos en pesado el camino de arena que seguía. En varios lugares se puso muy pesado así que por las dudas puse la doble tracción y en forma alegre fuimos avanzando bajo un sol abrasador. En una breve detención técnica, al bajar de la chata, pudimos comprobar que el calor “dolía”.
Unos 20 km antes del desvío a Árbol Solo, el camino se volvió entoscado y excelente, escoltado por una nueva línea de media tensión: esto no era así unos años atrás. Recuerdo que en 2005, cuando vine con Pedro Gutovnik, la llegada a Árbol Solo era una verdadera tortura. Y ahora era un trámite.
Entramos a Árbol Solo y no costó nada encontrar a Baldomero Álvarez, que la vez pasada nos había vendido combustible. Estaba todo desierto ya que la actividad principal del poblado es la escuela, que a esta altura del año ya no funciona. Pese a tener ahora un acceso decente y energía eléctrica, no notamos grandes cambios, inclusive la precaria estación de servicio no funciona más. Baldomero se acordó enseguida de aquella fugaz visita y nos atendió muy amablemente, al igual que su esposa. Todo un personaje. Le pedimos nuevamente que nos franqueé el acceso al almacén de Lunaklick y enseguida nos guió con su chata a lo de Mario.
Seis años después el aspecto era igual o peor: el viejo almacén con todos sus bártulos dentro sigue resistiendo el paso del tiempo, pero cada vez más cerca del final. Para bien o para mal Mario, lo conserva intacto, aún sabiendo que posee un tesoro entre manos. Lo malo es que un día la estructura de barro cederá y no existirá más. Algo se debería hacer para que se conserve sin centrifugar su contenido, es un pedazo de historia viviente de la colonización del oeste pampeano.
Cerca de mediodía seguimos hacia el infierno. Salimos de Árbol Solo y el tramo hasta Paso de los Algarrobos estaba realmente muy pesado ya que el entoscado no había sido extendido hasta allí. El río Salado no tenía prácticamente agua confirmando la brutal sequía de la zona.
La incógnita era el cruce del Atuel, que en 2003 me había costado bastante ya que la pretendida RP14 no era siquiera una huella, sólo un alambrado a seguir por el costado.
Felizmente la AVP Administración de Vialidad Provincial parece que hace su trabajo y ahora estaba convertida en una ancha autopista de tierra que atravesaba el bañado, ahora terriblemente seco. Inclusive al llegar a Punta de la Barda, se han tomado el trabajo de rectificar el recorrido por encima de los pequeños cerros que le cortan el paso.
Cruzamos la RN151 y seguimos por la RP14 de nuevo en buenas condiciones, pero ahora subiendo lentamente a la meseta basáltica. Unos 30 km antes del desvío a Chos Malal un extraño alambrado longitudinal en el medio de la ruta nos sorprende pero nos permite seguir a su lado. Con tanto espacio, justo lo van a poner ahí?. Algo que corroboré después es que la RP14 en este tramo inexplicablemente pierde su orientación este-oeste.
Encontramos el desvió a Chos Malal y lo tomamos, siempre bajo un calor infernal. Las nubes tenían un aspecto de lo más llamativo. Por primera vez podemos ver a nuestros pequeños volcanes, digo nuestros porque a los tres los pudimos coronar: El Nido, El Escorial y el Agua Poca.