OTRO VIAJE AL LEJANO OESTE DE CHUBUT
LUGARES NO MUY FRECUENTADOS POR EL TURISMO MASIVO AL SUR DE ESQUEL
14 al 22 de Febrero de 2014
MIÉRCOLES 19 DE FEBRERO
LAGO 4 – RÍO PICO – LAGUNA LA PAVA – CASCADAS DE OPAZO – RÍO PICO – LAGO LOS NIÑOS – LAGO VINTER
Una hermosa pero fría mañana nos despertó. El termómetro registró una mínima de -1°C pero parecía bastante menos; ameritó avivar las brasas del fogón de la noche para calentarse un poco mientras desayunábamos y desarmábamos el campamento.
Casi que daba ganas de quedarse a pastorear aquí pero en estos viajes no es cuestión de desaprovechar el tiempo para conocer.
El plan original era abandonar la zona para dirigirnos hacia Gualjaina y Piedra Parada, lugares que por un motivo u otro siempre postergamos. Esta vez nos darían la chance de acercarnos a Puerto Madryn sin darnos cuenta. Con ese plan partimos de nuevo hacia Río Pico.
Mientras charlábamos animadamente en el trayecto se nos ocurrió porque no profundizar un poco más en la zona y dejar otra vez postergado el valle del río Chubut. Además del lago Cinco frustrado ayer, estaba el Lago Dos y unas lagunas al sur del Lago Uno que tal vez fueran interesantes.
Después de reaprovisionarnos en Río Pico, decidimos cambiar el plan y le apuntamos a la Laguna La Pava, que simplemente conocía por un cartel sobre el camino al Lago Uno que siempre había desestimado. No tenía ninguna otra referencia, podía ser un fiasco total pero qué mas daba?.
El mismo cartel citaba una Cascada de Opazo que tampoco nunca había sentido nombrar. Encaramos la bifurcación; poco transitada y llena de tranqueras, se fue elevando lentamente brindando unas especiales visiones del pueblo de Río Pico y de rincones ocultos de la margen sur del Lago Uno, al cual le pasamos muy cerca. Primero fue estepa hasta que al ganar altura empezaron a aparecer las lengas y el camino se hizo entretenido, aunque salvo el nombre de los accidentes geográficos no sabíamos bien lo que buscábamos.
Apareció un lago encajonado que según el GPS se llamaba Constanza, bonito pero de difícil acceso por la cantidad de juncos. Mas adelante, siempre disfrutando del paisaje, llegamos a la laguna del cartel, La Pava, bastante grande y pintoresca, debe ser un lugar de pescadores. Si era sólo por esto no valía la pena los tortuosos 25 km que habíamos hecho. Seguimos adelante pensando en la Cascada de Opazo pero ahora no figuraba ni en el GPS así que era una apuesta incierta.
El único río importante que conocía por allí, contra la cordillera, era el río Nilson, así que supusimos que las cascadas estarían allí, que más o menos era donde según los mapas moría el camino. Mientras avanzaba se me ocurrió que podría ser buena idea meterse por las huellas que rodeando todos estos lagos terminaban en Alto Río Pico.
Apenas dejamos atrás el lago La Pava, la huella atravesó un sector muy amplio con bosques quemados hacía mucho tiempo de aspecto dantesco, que me hicieron acordar los bosques quemados intencionalmente durante la colonización del sur chileno en la zona de Aysén.
El camino, en buen estado pero poco transitado, terminó a unos tres kilómetros del río según GPS, en una estancia modesta y allí preguntamos por la cascada. Un señor mayor nos atendió amablemente y nos indicó que estaba efectivamente a unos tres kilómetros pero a pié, que no se podía seguir con vehículo y que no eran una sino dos cascadas consecutivas.
¿Es fácil llegar? - preguntamos
Si, sigan ese claro en el monte y cuando lleguen a lo alto van a divisar una de ellas – nos animó para ir
Sin pensar nada y solamente con las máquinas de fotos, salimos a toda prisa para conocer estas misteriosas cascadas. Efectivamente, al llegar arriba divisamos una de las dos y realmente lucía magnífica pero todavía estaba bastante lejos. Al comenzar a bajar, ya metidos en el bosque dejamos de verla y la huella de vacas que veníamos siguiendo se dispersó con lo cual perdimos noción de donde estaba. Incluso empezamos a sentir el ruido de una caída de agua que sin duda no podía ser la que habíamos divisado sino la otra, pero no sabíamos donde estaba.
Empecé a pensar que debíamos tener cuidado para no perdernos en el bosque sin que nadie sepa donde estamos. Me vino a la mente lo del matrimonio de médicos perdidos en Calilegua meses atrás y caí en la cuenta qué fácil es hacer cagadas: en la chata teníamos GPS, agua, SPOT, bastones para trekking, comida, etc. y no se nos ocurrió llevar nada más que las maquinas de fotos.
Decidimos entonces seguir la huellita de animales más clara que iba en franca bajada, dejando marcadas las bifurcaciones, ya que sin duda debía ir hacia el río. Allí veríamos qué hacer, si seguir o volver.
Bueno, tortuosamente llegamos al río, que creíamos que era el Nilson. Un apacible curso agua con fondo de rocas graníticas lleno de pequeñas truchas con un eco de ruido a caída de agua lejana.
Evidentemente teníamos una cascada río arriba y otra río abajo pero se hacía muy difícil transitar por el cauce sin mojarse o por entre la vegetación costera sin lastimarse. Saciamos la sed y decidimos regresar con más elementos: al menos el Spot y un GPS, además de pedirle más precisiones a los puesteros.
Hacía bastante calor pero el entusiasmo nos permitió regresar rápidamente después de poco más de una desde la partida para volver a empezar.
Me acerqué al puesto y me atendió otra persona, que además de indicarme con más precisión se ofreció a acompañarnos: Era Juan Opazo, el hijo de quien nos atendió antes y que “casualmente” lleva el apellido de las cascadas….
Son los dueños de las tierras pero a diferencia de otros propietarios, están orgullosos de mostrar lo que la naturaleza les regaló en su propiedad. Igual agarré el GPS y un poco de agua y salimos a buscar las cascadas, pero ahora con el ancho de espadas.
Recorrimos el mismo sendero hasta arriba y allí Juan nos desvió por un mallín que bajaba violentamente hacia la derecha. Nunca nos hubiéramos metido por ahí ya que lucía peligroso y además no sabíamos adonde iba. A medida que bajábamos comenzó a escuchar claramente una cascada y al cabo de un rato nos puso frente a una increíble maravilla: un salto de unos 30 metros desde una garganta semicircular.
Juan nos comenta que ahora tiene poca agua y que en el deshielo o fuertes lluvias es algo de no creer. Nosotros estamos parados en la base de la cascada, donde se forma una profunda laguna que luego vuelve escurrir mansamente.
Las fotos no tienen epígrafe porque no hay nada interesante que agregar a lo que ellas mismas dicen...
Trepando como arañas Juan nos lleva a disfrutarla desde arriba, lo cual es bastante peligroso ya que no barandas ni nada que se le parezca, todo está como la naturaleza lo creó; encima aguas arriba del salto el arroyito ni remotamente preanuncia semejante desnivel. Como para venir pescando distraído con los auriculares puestos…
La cuestión que desde allí Juan nos aclaró bien cuales eran estos ríos. Las cascadas no están sobre el río Nilson, sino sobre el desagüe del lago Dos. Este arroyo sin nombre es tributario del río Nilson unos mil metros aguas abajo de la cascada que acabábamos de visitar. desde la parte alta de la casca se podía ver el valle que lo aloja
Como Juan la tenía clara, nos llevó parte por el cauce del río y parte por entre huecos de la vegetación hasta el punto donde habíamos llegado antes y a partir de ahí, el sí encontró por donde pasar para ir río arriba y llegar al otro salto que habíamos visto desde lejos.
Nos hizo transpirar un poco pero al cabo de un rato nos puso frente al otro salto, que es un poco más bajo que el primero pero mucho más ancho. Como el otro debe ser de fábula verlo con mucho caudal en épocas deshielo. Nos cansamos de sacarle fotos mientras Juan nos deleitaba con historias de la zona.
Le pregunté por el camino que me proponía hacer para llegar a Alto Río Pico y me dijo que existía, que era muy lindo pero que iba a encontrar un par de tranqueras infranqueables de un vecino que decidió por su cuenta cortar el paso, así que no iba a poder ser. Me recomendó que trate de visitar el Lago Dos, pero no sabía si todas las tranqueras estaban accesibles.
El regreso lo hicimos por arriba en lugar de seguir el río y lo hicimos muy rápido gracias al inesperado guía que generosamente nos acompañó. Cuando quise retribuirle sus servicios no quiso saber nada, sólo pude hacer acepte una botellita de vino.
Hay mucha buena gente en el mundo todavía: ¡Muchas gracias Juan Opazo por permitirnos conocer estas, tus maravillas !!!!!
La pequeña expedición de treking (unos 4/5 km en total) nos había consumido buena parte del día y con el interesante dato del Lago Dos, nos dispusimos a descubrirlo y tal vez acampar en sus orillas. Desandamos todo el camino hasta Río Pico rápidamente (siempre los regresos son más rápidos) para tomar la huella que llevaba al Lago Dos. En la estación de servicio de Río Pico, mientras recargábamos nafta, consultamos al playero y nos dice que casi con seguridad no podríamos acceder por las tranqueras con candado que encontraríamos. Por si acaso fuimos a la Dirección de Turismo en la plaza del pueblo y nos confirmaron el fatídico dato, así que no habría Lago Dos en esta oportunidad. En la próxima moveré cielo y tierra por conocerlo, se tiene que poder.
Sin embargo las ganas de quedarnos en la cordillera una noche más nos hicieron rumbear para el norte, de nuevo a la zona del Vinter y lagos aledaños, que era lo que nos había quedado a medio conocer. Si bien no era muy tarde, nos pareció bueno encontrar un buen lugar temprano para acampar y seguir con la tónica del viaje.
El primer sitio que investigamos fue el lago Los Niños, que está cerca de la RP44. No era mal lugar pero no nos convenció pese a que nos metimos en todas las huellas que levaban a las costas del lago. No encontramos a nadie por ahí.
Seguimos hacia el norte y el próximo sitio era el lago Vinter, el cual no creía posible por el viento que siempre encontré por allí; seguramente terminaríamos en alguno de los lagos pequeños de más al norte, incluido el ahora conocido Guacho. Sin embargo, al tomar un desvío de la RP44 que lleva a las cabañas “Nikita”, vimos varias bajadas por entre el bosque y nos metimos a ver una, la que conducía a la Bahía del Aserradero. Allí había una amplia zona despejada, con césped que parecía recién cortado y con excelentes lugares al reparo. No lo pensamos más y cayendo la tarde nos acomodamos ahí, con espectacular vista al enorme lago binacional Vinter/Palena.
Supongo que el nombre de Bahía del Aserradero debe ser porque allí hubo efectivamente un aserradero, a juzgar por los restos de máquinas de vapor desparramadas por el lugar que quedaron como recuerdo. Vimos algunas otras personas acampadas pero cada uno estaba metido en algún hueco del bosque y parecía que estábamos solos.
El atardecer me proporcionó unas muy lindas fotos del lago y del lugar mientras Adriana se encargó de la cena, que pese a lo sencilla (fideos con tuco), estuvo exquisita.
El viento soplaba fuerte pero no molestaba, daba gusto estar en la carpa. Cuarta noche consecutiva de campamento, como en los viejos tiempos. Buenísimo!!.
Hasta mañana!!!
Información extra: si bien no las usé, tal vez a alguien le puedan ser útiles estos datos de cabañas y hospedajes en la zona de Río Pico