EXPEDICIÓN HUARACO Y NAVARRETE
OTRA SEMANA SANTA EN EL NORTE NEUQUINO
PARÉNTESIS PERSONAL: INCREÍBLE REENCUENTRO
El primer año que salimos de vacaciones con mi esposa, en 1988 nos vinimos a descubrir el Norte de Neuquén, por simple curiosidad cartográfica. Como me pasa también ahora, ya en aquella época me atraían los lugares desconocidos y sin muchos datos nos llegamos por acá con la idea de ir a las lagunas de Epulafquen. La RP 45 actual no existía y había averiguado de una huella transitable que iba por arriba de los cerros desde Las Ovejas, de la cual me habían advertido la complicación si llegaba a llover.
Al dirigirnos por la RP43 hacia Las Ovejas nos llamó la atención un poblador sentado sobre un bidón a la sombra de un árbol que parecía esperar a que alguien lo llevara. Paramos y le preguntamos si necesitaba algo pero resulta que él se volvía hacia el sur, al revés que nosotros, así que seguimos. Estuvimos comprando algo en el pueblo, averiguamos por el camino a las lagunas y subimos el empinado caracol del camino hasta llegar a la polvorienta pampa que me habían indicado. Ahí arriba, se comenzó a nublar y tal vez con demasiado temor por estar solos (y hace 20 años no había nadie por allí) nos volvimos.
Habían pasado alrededor más de tres horas cuando volvimos a pasar por el sitio donde habíamos visto al poblador y resulta que el paisano aún estaba ahí esperando que alguien lo lleve y entonces ahora, lo subimos. Iba para Bellavista, donde la pasarela, y al bajarse, muy agradecido, nos invita a tomar unos mates a su casa. Habiendo abortado el viaje a las lagunas, teníamos tiempo de sobra y fuimos. Cruzamos el río por la pasarela, caminamos un poco y llegamos a su humilde casa, donde estaba su esposa esperándolo. Nos llamó la atención la prolijidad que había ahí dentro. Nos quedamos un buen rato charlando, nos tomamos unos exquisitos mates y saqué una foto a mi señora con ellos. Nunca más supe de ellos, aunque siempre estuvo anotado su nombre en mi agenda: Manuel Antonio Arévalo.
Las fotos del año 1988 de mi esposa en la pasarela y en la quinta de Don Arévalo.
Veintiún años después, resulta que sin proponérmelo, me doy cuenta que estaba pasando cerca de aquél lugar ya que estábamos del otro lado de la pasarela de Bellavista. Al parar en la pasarela para sacar unas fotos, pregunté a un vecino del caserío por Don Arévalo, temiendo una respuesta no agradable después de tantos años. No era un pibe Don Manuel en 1988. Sin embargo la respuesta fue una sorpresa:
- Acaban de pasar delante de su casa un par de kilómetros atrás donde está la Capilla y seguro los encuentra. Debe estar con los hijos.
Realmente no recordaba que hubiéramos caminado tanto y casi me parecía imposible. Se habrán mudado – pensé.
Dejé a la banda de bahienses pescando en la Pasarela y me fui raudamente a reencontrarlos; me acompañó Pablo.
El lugar no me era familiar, pero claro pasan muchas cosas en 21 años. En la tranquera golpeé y salió quien era su yerno y le conté la historia. Incrédulo, me hizo pasar y allí me encontré de nuevo con el matrimonio Arévalo, más viejos pero iguales a los que conocimos con Adriana, rodeado de sus hijos. También reconocí la casa, ahora en medio de una arboleda.
A Manuel le costó recordarme, pero su esposa lo hizo inmediatamente, a tal punto que se acordaba de que aquella vez le había explicado cómo se preparaba el mate a mi esposa, que por gentileza se había hecho la que no sabía…
También me recordó que nos había contado que la ruta pasaría frente su casa para evitar llevar todo a mano desde la pasarela y que aún estaban esperando la construcción desde 1988….
Realmente me emocionó mucho la situación y lamenté que Adriana no hubiera estado ahí. Volví a tomarles una foto y prometí enviársela junto con la primera apenas llegue a Bs As. Es lo menos que podría hacer.
La familia Arévalo y yo, veintiún años después
Rescato la simpleza de don Manuel, cuando me dijo como si fuera una hazaña: “Quien diría que tengo alguien que me conoce en Buenos Aires”. El sur y su gente te deparan estas pequeñas sorpresas.
Vean que distinta era la zona con 21 años de diferencia
Pampa en la pasarela de Bellavista
Comentando la anécdota, mientras desandaba el camino a la pasarela