NO AL ASFALTO, PERSIGUIENDO TRENES FANTASMA
01 al 03 de Abril de 2010
VIERNES SANTO (Tramo Goyena - Alta Vista)
Empezamos con la costumbre de costear las vías lo que hizo que salir de Saavedra haya sido algo intrincado hasta cruzar la RN 33, debido a algún arroyo y alambrados varios. Pudimos apreciar, donde se abren las vías a Pigué y a Goyena, amabas lustrosas, unos abandonados talleres en el medio del campo, testigos de viejos esplendores.
Después de la RN 33, nos llegamos a GOYENA (#18) por asfalto, ya que la ruta costeaba las vías muy de cerca. Una extraña construcción sobre un cerro hacia el norte nos llamó la atención que luego sin querer la conoceríamos. Desde aquí parecía algo industrial…
GOYENA, perteneciente al partido de Saavedra perpetúa el nombre de Don Pedro Goyena (1843-1892), jurisconsulto de prestigio, legislador y orador eximio, calificado líder del catolicismo social. La estación está completa, bastante bien conservada, pero es claro que aquí los cargueros pasan de largo y los pasajeros brillan por su ausencia. Otra ciudad desierta un mediodía de Viernes Santo que nos despidió del asfalto por un buen rato.
Un extraña curva hacia el norte por caminos poco transitados y con algunos charcos y huellones, nos conduce hacia la próxima estación, ALTA VISTA (#19), cuyo nombre esta muy bien puesto porque desde su emplazamiento hay una hermoso panorama de las sierras a los lejos y de todos los campos circundantes debido a su altura relativa. Pertenece aún al partido de Saavedra, pero no llegó siquiera a ser un pueblo. Algunas construcciones abandonadas hacen juego con la estación, que es la antesala de una nueva bifurcación de ramales, el ramal activo que se dirige a Puán, y el ramal inactivo que va hacia La Pampa, el que seguiríamos. No encontramos a nadie en todo el "poblado".
Tal vez por su aislamiento esta estación es usada para almacenar material ferroviario de rezago: montañas de eclisas, bulones, clavos y demás se apilan libremente sin ningún cuidado especial. No parece haber presencia humana permanente por aquí.
Hacia el final de la estación vemos a una solitaria y típica cabina de empalmes de vías y nos introduce una fuerte curiosidad por visitarla, así que, como chicos, fuimos a verla.
Al acercarnos, entre los pastos descubrimos una mesa giratoria completa y al treparnos a la cabina, que de afuera se veía bastante entera, encontramos que efectivamente tenía todos los mecanismos de cambios de vías incluidos sus contrapesos, pero que alguien había tomado prestado el piso de pinotea. Haciendo malabares alcanzamos la zona de las palancas y nos maravillamos con la ”alta vista” que tenían los operadores desde allí y del tráfico que evidentemente debió haber tenido tener este nudo ferroviario por la cantidad de palancas de cambios que había.
Párrafo aparte para los detalles ingleses de terminación de esta aislada casucha industrial: vean los detalles del cielorraso de madera, aún impecable, la baranda de la escalera hecha con rieles doblados prolijamente y la basecita de hormigón del primer escalón que parecía construida ayer.
Desde lo alto se ven claramente las vías lustrosas hacia Puán y la amplia curva hacia el sur del ramal desactivado que nos conduciría a VÍBORAS.