CONFLUENCIA 29°S 65°O
Entonces empezó el alocado rodeo al salar por hermosas huellas “dakarianas”, dejando al este las estribaciones de las sierras de Ambargasta. Casi 100 kilómetros después volvimos al asfalto de la RN60 en la localidad cordobesa de Lucio v. Mansilla. Allí tomamos hacia el norte, haciendo un fugaz paso por Catamarca, donde en la ciudad de Rodeo, recargamos combustible, mientras mirábamos de reojo el reloj y la hora del atardecer en el GPS.
Seguimos raudamente hacia el norte, entrando de nuevo a Santiago del Estero, buscando alguna de las huellas traqueadas. Únicamente apareció la correspondiente a la Estación de Bombeo #6 de REFINOR (Ex YPF), la que por suerte no tenía candado. No había huellas recientes sobre el ripiado. La distancia a la confluencia se comenzó a reducir rápidamente y cuando creíamos que llegábamos antes de tiempo, otra tranquera, ahora con varios candados nos dejó a 3.5 km en línea recta del objetivo. No quedaba otro remedio que caminar y rápido para sacar alguna foto con luz y si había monte cerrado, poder ver dónde nos metíamos.
El entusiasmo general embarcó a todos en la caminata pese a que quedaba escasa media hora de luz y entre ida y vuelta íbamos a recorrer unos 8 km, que se sumaban a los 7 km que ya habíamos hecho en la anterior. Pero la idiosincrasia de los cazadores es así.
Enseguida apareció la Estación de Bombeo, indudablemente abandonada al estilo del “Mundo sin Humanos”. Resabios del pasado estatal, un barrio completo había sido construido para los operadores: ahora no hay operadores ni operación remota siquiera.
Llegamos a la traza del oleoducto, compartida por un gasoducto de TGN a 2.5 km de la confluencia y nos dirigimos raudamente hacia el sur para encontrar el paralelo 29. De no haber sido por la tranquera, era una papa hasta allí.
El monte, a los costados de la traza, era muy espeso y con la segura oscuridad íbamos a necesitar mucha suerte para poder meternos si no ocurría un milagro.
A 500 metros de la confluencia encontramos un alambrado y un mágico cortafuego prometía arrimarnos un poco más saliendo de la traza. Casi a oscuras, avanzamos por el callejón y a 130 metros el monte espeso y oscuro se interpuso.
Pusimos el bloqueo al sentido común y nos internamos como pudimos en la vegetación para al menos entrar en el círculo exitoso de los 100 metros de tolerancia. Al principio intentamos buscar huecos, pero no existían, así que la opción fue pechar lo que sea y avanzar, como en un scrum.
Digo que bloqueamos el sentido común, porque entramos todos dispersos en total oscuridad, sin saber que podíamos encontrar y con dificultades para ubicarnos si a alguno le pasaba algo. Víboras, arañas, un desmayo, un golpe, cualquier cosa hubiera sido un riesgo innecesario, pero la adrenalina pudo más y todos logramos el objetivo; en mi caso a 40 metros de la confluencia, como refleja la foto. Cómo debería ser de difícil que me conformé…
Las fotos no son muy buenas pero es lo que se podía hacer en la oscuridad. Garantizo que son fehacientes de lo que teníamos alrededor: pura vegetación por todos lados.
Sacamos la foto grupal y festejamos en el silencio del monte el éxito completo de la expedición: los cuatro objetivos del paralelo 29 conseguidos. Retornamos a los vehículos a las 22:30 del domingo, sabiendo que casi todos teníamos que estar trabajando el lunes por la mañana en Rosario y Buenos Aires., a 700 y 1000 km respectivamente.
En Recreo nos reacomodamos, comimos algo, nos despedimos de Pablo Anastasio, que se quedaba allí ya que sólo él no tenía obligaciones laborales el lunes por la mañana; y los demás nos volvimos manejando toda la noche, turnándonos entre todos para manejar un par de horas cada uno y evitar el cansancio.
A las 7:00 de la mañana estábamos en Rosario y en mi caso, a las 11:30, en el trabajo en Bs As., después de un increíble e intenso fin de semana compartido con viejos y nuevos amigos.
Sólo un grupo de locos con buena onda podía hacer este increíble viaje
Hasta la próxima
Pampa
Febrero 2012