LATIÓ LATITUD 50
Doce confluencias de un saque en el interior profundo de Santa Cruz
28 de Octubre al 06 de Noviembre de 2011
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Estábamos a sólo 10 km de Pico Truncado y atravesamos raudamente un área con una densidad muy grande de pozos petroleros hasta meternos en la ciudad, que por cierto se la ve muy activa y moderna, aunque la entrada esté “adornada” por infinitas bolsas de nylon que arrastradas por el viento se agarran a los arbustos.
En Pico Truncado hicimos dos cosas: repusimos combustible (sin problemas) y visitamos las ruinas de la estación ferroviaria que desapareció casi totalmente por un incendio.
La tarde estaba muy avanzada, así que enseguida salimos con rumbo sur para tratar de capturar la segunda confluencia.
De la varias opciones optamos por la principal, es decir a través del camino que conduce a la Estancia 25 de Mayo, el cual tenía todas las tranqueras felizmente abiertas. Podríamos haber esquivado el casco de la estancia pero preferimos anunciarnos para evitar problemas. Allí, el encargado (que luego supimos era el hijo del propietario) muy amablemente nos dijo que teníamos que venir con un permiso firmado por el dueño para poder entrar a la estancia…
Insistimos en que nos dé algún teléfono para hablar con el dueño y se ve que, desbordado por nuestro entusiasmo, se ofreció a llevarnos con su chata hasta un sitio donde había señal de celular. Mi afonía impidió ser de la partida pero Pablo tomó la posta y se fue con él. No tenemos registros fotográficos pero hubiera estado bueno verlo subido a un molino tratando de explicarle a alguien escuchando a medias que queríamos entrar al campo para llegar a un curioso punto donde no hay nada, bla, bla, bla…
La cuestión que nos dijo que sí, aunque creo que no tenía idea de dónde queríamos ir, porque nos indicó ir por una huella que se dirigía a un vado del río Deseado lejos de la confluencia separado por uno o más alambrados infranqueables, sobre todo ahora que estábamos en blanco. Nuestros tracks iban por otros rumbos pero no podíamos usarlos.
Llegamos al vado, pero amén que no era muy confiable el paso por el barro, nosotros no teníamos porqué cruzarlo, la confluencia estaba de este lado. Allí, por suerte los últimos tres metros de alambrado nos dejaron un pequeño paso y casi metidos en el agua lo evitamos sin violar nada. Estábamos a 4 km de la confluencia por lo que parecía lo que alguna vez fue el amplio cauce del Deseado. Unas pequeñas grietas, algún cauce arenoso, un poco de vegetación cerrada pero al final nos pusimos en línea recta a 3 km de la confluencia.
Casi cayendo la tarde la logramos, esta vez con las chatas directamente encima. Segundo festejo del día y del viaje.
Para salir decidimos arriesgar y salir por alguno de los tracks dibujados que subían a las abruptas bardas del río. La elección estuvo genial ya que tuvimos varias trepadas interesantes y acortamos mucha distancia ya que aparecimos en el track de inicio pero mucho antes de la estancia. Seguramente se habrán preguntado por dónde salimos, seguramente creyeron que vadeamos el río y nos fuimos.
A la noche nos alojamos en un Hotel de Pico Truncado ya que seguir a Gregores de noche por la RP 12 nos iba a privar de apreciar sus interesantes paisajes. De todos modos el día había sido muy fructífero y con mucha suerte: valía la pena descansar un poco.
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DOMINGO 30: UN LARGO PERO ENTRETENIDO ENLACE Y UNA CONFLUENCIA MÁS
No salimos muy temprano porque el día anterior había agotador pero a eso de las 9:00 estábamos en marcha. El enlace hasta Gregores fue largo, ya que son más de 400 km de ripio, pero muy entretenido porque la RP 12 es realmente muy pintoresca, mucho más que las conocidas RN 3 y 40. Incluso su estado es excelente porque la están preparando para pavimentar en algún futuro, alguna vez será el camino natural a Calafate.
A primeras horas de la tarde paramos a comer algo al llegar a la RP25, donde decidimos intentar alterar el recorrido entrándole a la próxima confluencia, la 49°S 70°O, desde el este en lugar de ir a Gregores. Maniobra arriesgada pero si salía bien ganábamos precioso tiempo.
Subimos a la meseta por una empinada cuesta pero al llegar a al estancia 8 Hermanos el propietario no nos dejó pasar invocando que no había caminos más adelante. Huellas seguro había pero no había forma de esquivarlo, así que el ahorro de tiempo se convirtió en gasto y volvimos al plan original. De nuevo bajamos a la RP25 hasta que antes de Gregores nos desviamos hacia el sur por la margen izquierda del río Chico buscando la huella que nos volvía aponer sobre la meseta.
La encontramos pero estaba muy borrada, mucho más a medida que subíamos. Sólo la pudimos ver en Earth Google porque las fotos eran muy viejas. No obstante la seguimos con bastante precisión pero estaba extremadamente despareja, mucho más al llegar arriba, donde los guanacos la habían elegido para hacer sus dormideros. Era salir de un pozo para entrar en otro y fuera de la huella estaba lleno de piedras. Lo que sufrieron las chatas no tiene nombre, aunque luego le cabría uno.
Un par de alambrados caídos, muestra total del abandono por ahí arriba y finalmente logramos llegar a la confluencia que tal como se veía en Earth Google yacía en las orillas de una pequeña laguna. Otra vez le pusimos las chatas encima.
Nos planteamos volver por alguna de las otras variantes estudiadas por el oeste de la confluencia pero no le encontramos la punta al ovillo y nos volvimos por donde vinimos, es decir por el mismo penoso track.
De nuevo estábamos mal con el cronograma, así que decidimos arriesgar y salir a hacer la siguiente confluencia sin pasar por Gregores; acamparíamos donde pudiéramos al hacerse de noche.
Al salir de las huellas complicadas y con Gregores a tiro de señal de celular, sobrevino un inconveniente complicado: el amortiguador delantero derecho de Pampa 02 decidió separar su vástago del pistón y se desenhebró del cilindro. Imaginen qué ocurre con una suspensión parrillera en esa situación; para colmo al salirse el vástago se apoyó en el cilindro y arrancó la goma de la cazoleta. Un verdadero kilombo.
Ante el problema, que trastocó todos los planes, en primer lugar tratamos de ubicar repuestos por teléfono aprovechando a todos los patagónicos conocidos y mientras esperábamos analizamos como llegar al menos hasta Gregores, que ahora sí se había convertido en el único destino posible.
Armamos el amortigador como pudimos de un modo muy precario: volvimos a meter el silent block en la cazoleta y luego el vástago enfilado suelto en el cilindro. Andando muy despacio podíamos hacer los diez kilómetros hasta el poblado.
Mientras tanto, desde Trelew, el amigo Ruy me confirmaba que tenía un par de amortiguadores de Grand Vitara, supuestamente iguales, y que los despachaba apenas supiéramos de su equivalencia. Desde San Julián, mi amigo Lada había ubicado otro amigo en Comodoro que iba a tratar de ubicar uno por lo menos. Recordé que en casa tenía un par casi nuevos. La solución estaba en marcha. Christian y Pablo se fueron rápido a Gregores a ver si conseguían algo además de alojamiento mientras e yo, seguido de Guillermo a corta distancia, me moví lentamente a no más de 20 km/hora. Paramos varias veces a verificar y poner el silent block en su lugar, pero antes de anochecer, estábamos en Gregores en la hermosa Hostería Lago Cardiel.
Desarmé todo mientras los demás desensillaban y dejé todo listo para ver que conseguíamos al día siguiente, ya que hoy al ser domingo, no encontramos nada abierto. Tal vez el lunes...
Mientras tanto, en el Suzuki Club 4x4 se movilizaron varios a través de RoloLP para verificar si los amortiguadores de Grand Vitara servían, cosa que se confirmó. Entonces avisé a Ruy que despache el juego a San Julián y por las dudas a Eduardo Lada que compre uno en Comodoro. Faltaba ver cómo nos reuníamos con ellos.
Para despreocuparnos, cenamos y bebimos opíparamente en el hotel. Al día siguiente decidiríamos las acciones a seguir. El sufrimiento que no tenía nombre para las chatas por transitar la penosa huella de la meseta sí lo tenía: la muerte de los amortiguadores .