ESCAPADA FERROVIARIA A TANDIL
02 y 03 de Julio de 2011
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VÍA RAUCH: DE LAS FLORES A TANDIL
Nos quedaba todavía el tramo Las Flores-Tandil que si bien es recto y no muy extenso, atraviesa una zona anegadiza repleta de arroyos y canales. En varios lugares el GPS me indicaba largos rodeos y en otros directamente los caminos se interrumpían inexplicablemente sin opciones. Se venía algo de aventura offroad?
Ya nomás en las afueras de Las Flores, el GPS me metió a vadear un arroyo con unos 50 cm de profundidad; lo podría haber evitado pero ya todos me conocen…
Salimos luego por un momento a la RN03 y de allí nos zambullimos rumbo a PLAZA MONTERO (#10) por un camino paralelo a las vías que nos condujo a ella en forma directa.
En este paraje sólo hay una vivienda habitada, aunque no estaban los moradores. La estación discurre sus días completamente abandonada atravesada por lustrosas vías recorridas por trenes que seguro no se detienen en ella.
Está bastante en pie pese a todo y en esta época del año el deterioro está disimulado por la gran cantidad de doradas hojas secas que la cubren casi completamente, ideal para fotografías. Tranquilidad y silencio total, resultó un lugar ideal para tomar fotografías.
La próxima escala sería COLMAN (#11) , para lo cual tendría que salir a la RP30 y recorrer casi 50 km pese a que en línea recta sólo había 29 km, una distancia inusualmente grande entre estaciones. EL GPS indicaba una huella pero mi olfato me decía que era dudosa e íntimamente esperaba tener que desandar hasta la RN03. Sin embargo la seguí hasta que aparecieron tranqueras, por suerte sin candado, pero con el inconveniente que no había huellas mas allá. Decidí seguir adelante “cortando” campo buscando el track del GPS, total siempre había chances de retroceder. Aparecieron más y más tranqueras y las seguimos cruzando siempre a la espera que la gente de los campos nos venga a interceptar, cosa que no ocurrió.
Finalmente reapareció la huella real coincidiendo con la teórica y una última tranquera nos devolvió a un camino vecinal entre alambrados a pocos km de la RP30, la cual alcanzamos enseguida, indemnes.
Después de cruzar el puente del arroyo Gualicho, de nuevo nos apartamos del asfalto por un intrincado camino lleno de zigzags, que me trajo la buena noticia de viejos carteles camineros apenas legibles donde podía adivinar los nombres de los próximos destinos hasta Rauch, lo que desmentía los “cortes” visibles en el GPS. Bonitos paisajes con muchos arroyos nos condujeron a Colman, uno más de los pequeños poblados generados alrededor del tren que respetan a rajatabla el esquema de estación y almacén de ramos generales. La estación está abandonada, sólo alberga un contenedor que alimenta una gigantesca antena de comunicaciones y como otras se conforma con ver pasar trenes que no se detienen.
Me acerqué a fotografiar el viejo edificio del almacén ya que me llamó la atención unos carteles de Goodyear y descubrí que se trataba de CASA ECHANDI, fundada en 1907. Hay algunas viviendas dispersas alrededor del cuadro de la estación y se respira una tranquilidad total.
El camino hacia la que sigue se pegó a las vías y siguió cruzando encantadores arroyos arbolados. En uno de ellos nos detuvimos para tratar de adivinar de que se trataba una extraña construcción tipo estación de aforo que se escondía en una de sus márgenes. La puerta estaba trabada así que no pude ver que había adentro, excepto una asustada paloma que salió por algún agujero cuando hice algo de barullo.
Así llegamos a MIRANDA (#12), otro poblado centenario con una estación similar a la anterior pero con algo más de pueblo a su alrededor, ya que triplica a Colman: tiene 80 habitantes contra los 27 de su vecina. La misma estación está viva cumpliendo funciones de escuela rural, como Centro Educativo para la Producción Total y se nota que todo está muy cuidado: el andén está limpio y el parque tiene el pasto cortado.
Seguimos costeando las vías buscando la próxima parada, la ignota CHAPALEOFU (#13). Por suerte la realidad fue mejor que el GPS y las huellas no terminaban abruptamente como parecía. Tenía mis dudas por las características anegadizas de la zona pero evidente son sólo errores de los mapas que trataremos de informar. Aquí no hay pueblo, sólo un casco de una estancia bastante venido a menos.
La estación está completamente abandonada pero bastante entera pese a todo. Como en otros casos la vegetación se encarga de cobijarla y protegerla: apenas permite el paso de los trenes que realizan una perfecta poda vertical en los arbustos que la rodean. Conserva todos sus atributos: el nomenclador, el tanque de agua, el galpón y un halo tan extraño como su nombre.
Siguiendo las vías llegamos a RAUCH (#14), una importante ciudad de 15 000 habitantes, de calles anchas donde la estación de ferrocarril se la ve impecable. No pudimos ver a que está dedicado el edificio pero se lo nota muy bien mantenido, aunque conserva un atractivo aspecto antiguo, como si estuviese congelado en el tiempo. No creo que sea utilizado para uso ferroviario. Como ya habíamos consumido más del tiempo del previsto para llegar destino y todavía faltaba un poco sólo tomamos unas fotos y seguimos raudamente hacia la próxima.
Otra vez los caminos se apartaron de la traza de ferroviaria y la distancia a EGAÑA (#15) engaña nuestros sentidos, ya que nos demoramos más de la cuenta, seguramente influidos por el cansancio del viaje.
Egaña es un pequeño pueblo de 44 habitantes que debe haber tenido su esplendor a juzgar porque alguna vez tuvo acceso asfaltado desde la RP 30: hoy es un muestrario de baches insufribles que por suerte debido a que accedimos por accesos no habituales solo nos tocó un corto trecho. La estación está prolijita convertida en una Unidad Sanitaria como ya habíamos visto en otros parajes. Guillermo, uno de sus pobladores más jóvenes con su perro Scooby se nos acerca curioso a preguntar que hacía un par de locos por ahí y nos acompaña a recorrer el andén. No había nadie más por las solitarias y escasa calles del poblado. La temperatura empezó a bajar junto con el sol y enseguida retomamos la marcha.
Nos esperaba la anteúltima, DE LA CANAL (#16), una estación con dos caras: el frente lucía bastante lindo y cuidado mientras que el andén en cambio mostraba altos pastizales y descuido general. Está inmersa en un poblado un poco más importante que los anteriores, a juzgar por las construcciones y por los comercios, algunos claramente cerrados hace tiempo y otros en actividad. Tal vez la baja temperatura (apenas pasaba los 4°C) y la tarde muy gris nos empobrecieron la imagen que nos quedó de este sitio y no se si soy justo con la apreciación, pero es lo que sentí en ese momento.
Seguimos hasta el destino final del día por un ancho camino vecinal, donde se recortaban claramente en el horizonte las sierras tandilenses. El atardecer nos regaló una puesta de sol espectacular que por supuesto intentamos capturar en fotos.
Siguiendo las vías entramos a TANDIL (#17) por la puerta trasera y para cerrar el recorrido, nos fuimos derechito a la estación. Nos encontramos con un edificio bien conservado del año 1883 con actividad ferroviaria de pasajeros entre otras. Parte de los locales estaban ocupados por una escuela de teatro con muchos jóvenes participando y me llamó la atención la boletería con pizarrones anunciando horarios y tarifas como si hubiera mucha actividad, algo completamente inusual.
Cuando miré con atención resulta que el servicio a Tandil es mixto, es decir ferroautomotor: en micro a y desde Azul y allí tren a Plaza Constitución y/o Bahía Blanca. No llegan trenes de pasajeros a Tandil, sólo de carga.
Cumplido con creces el objetivo del día, nos fuimos a descansar a la Posada del Molino, un hermoso complejo de cabañas en las afueras de la ciudad y con suerte, esperar la nieve anunciada. Hacía mucho frío así que nos quedamos a cenar en el comedor del complejo en lugar de salir al centro de Tandil.