ESCAPADA FERROVIARIA A TANDIL
02 y 03 de Julio de 2011
Varios viajes entre “hombres” solos durante este año requieren conformar de vez en cuando a la patrona. El primer fin de semana de Julio 2011 anunciaba nieve en Tandil, así que le propuse hacernos una escapada con esa excusa. De paso, seguíamos profundizando el método de trasladarnos por caminos de tierra, visitando pueblos y estaciones ferroviarias normalmente dejadas de lado por las veloces rutas de asfalto. Esos encantadores y solitarios caminos que tanto me gustan que están perfectamente resumidos por el juego de palabras en inglés "lonely and lovely roads".
Al margen, estoy empezando a pensar seriamente en que me voy a proponer visitar todos los pueblos y estaciones de la provincia de Bs. As., como un modo de tener algún objetivo desafiante por delante. Ni por asomo es una competencia con el amigo Adolfo "Recorriendo Pueblos", que hace un admirable trabajo de fotografía con la misma materia prima.
Sin muchos preparativos, reservé una cabaña para el sábado por la noche y a eso de las 10 de la mañana la Pampa 02 partió rumbo a Tandil, a ritmo ferroviario ya que recién arribaríamos a destino a eso de las 18:30, al igual que los trenes del año 1946 y un poco menos que los actuales de FerroBaires.
Fíjense: Temperley-Las Flores: 4h 20m + Las Flores - Tandil: 3h 55 m, Total: 8 h 15 m sin contar transbordos......
El itinerario de la ida sería completar el tramo de la Vía Ranchos (Altamirano-Las Flores) que me faltaba entre Ranchos y Las Flores y luego seguir el ramal Las Flores – Rauch – Tandil. El domingo, en función del clima, veríamos qué hacer.
Salimos de casa por la RP53 hasta la RP06, donde accedimos al primer tramo de tierra para volver al asfalto de la RP29 recién después de Coronel Brandsen y antes del Samborombón. Nos sorprendió la bruta helada que siendo casi mediodía se había conservado en las zanjas al lado de los caminos con una capa de hielo de grosor respetable.
Mate va, mate viene, la RP29 nos depositó en RANCHOS (#01), donde fuimos a la estación para marcar el inicio del viaje, continuación del que había hecho con Coco casi un año atrás.
Primera escala, VILLANUEVA (# 02), donde la estación está bastante bien mantenida y utilizada su playa de maniobra como depósito municipal. Unas cuantas fotos y me doy cuenta que del lado este está la clásica construcción del Almacén de Ramos Generales del pueblo, por supuesto abandonado y en este caso invadida por la vegetación. Curioso destino común de estas muestras de otras épocas de esplendor comercial.
Seguimos bordeando las vías y, antes y después del río Salado, dos apeaderos que seguro nacieron al amparo del turismo y los pescadores de fines de semana. El primero de ellos es precisamente RÍO SALADO (#03), que si bien está desactivado luce orgulloso pintura reciente en medio del modesto caserío que abastece y aloja pescadores.
Cruzamos el río por el puente carretero, observando la hermosa estructura del puente ferroviario y apenas salimos del la zona inundable apareció BONNENMENT (#04). En realidad no aparece, ya que lo poco que queda del viejo apeadero, escombros nada más, están escondidos en el medio de un denso bosque que lo esconde con celo. Lo encontramos porque teníamos el waypoint y porque nos metimos por la vía a investigar.
Cabe acotar que pese a no ser utilizadas hace mucho, se nota que a las vías le hacen algún mantenimiento mínimo (corte de pasto y podado de árboles) ya que es considerada una alternativa en caso de problemas en el corredor Altamirano-Mar del Plata.
Seguimos por un encantador camino arbolado y enseguida entramos a GENERAL BELGRANO (#05), dónde por la calle que ingresamos nos encontramos con un galpón con una llamativa escultura en su frente, que por supuesto registramos como correspondía.
Es una muy linda ciudad del interior con todo muy cuidado donde la estación pasó a formar parte de un prolijo parque, prestando sus edificaciones para diversos usos municipales. Un camión frigorífico con el famoso “Pescado para Todos” estaba vendiendo sus preciados productos populares…
La próxima parada sería CHAS (#06), donde antes las vías se dividían en el ramal a Ayacucho y el ramal a las Flores; el primero fue clausurado y levantado y en teoría lo recorreríamos mañana al regreso, el segundo sigue con las características descriptas de vía de escape.
Chas nos sorprende con un par de curiosidades además de la estación devenida en una posta sanitaria y puesto policial: una construcción de cierta magnitud, abandonada y en ruinas que tiene un enorme árbol en su techo: si, un árbol bastante grande muestra todo su desarrollo, incluidas sus raíces, completamente sobre el techo. Cuesta divisarlo entre la profusa vegetación pero una vez detectado te quedás con la boca abierta. Hasta ahora, lo más llamativo del viaje.
La otra curiosidad es una capilla, abandonada también, pero que luce orgullosa en medio de su humildad, una campana de bronce, inexplicablemente no vandalizada.
Copiando fielmente la traza, un excelente camino de tierra nos conduce al pequeño caserío de NEWTON (#07), donde sobreviven algunas viviendas, un viejo almacén y la estación convertida en Posta Sanitaria, como ocurre con casi todas del partido de Las Flores. Sacamos unas bonitas fotos, siempre con temperaturas inferiores a 10° C y seguimos a la próxima.
De similares características, la próxima es ROSAS (#08), cuyo poblado es un poco más importante que el de la precedente. También acá la estación es ahora una posta sanitaria, engalanada con una prolija plaza, siempre enfrente de la clásica construcción de un almacén de ramos generales. A la salida del pueblo hay una elegante capilla que por supuestos registramos con una fotito.
Pese a que el GPS no indicaba camino paralelo a las vías, éste existía y después de algunos rodeos llegamos a LAS FLORES (#09) completando el recorrido de la famosa Vía Ranchos. Cargamos combustible para prevenir los habituales faltantes en nuestro interior y fuimos a ver la estación ferroviaria.
Fue la única en la cual nos tuvimos que conformar con verla de afuera porque está completamente cercada y cerrada por Ferrosur, que la tiene concesionada. Se nota que tuvo y tiene un gran nivel de actividad a juzgar por sus viejas instalaciones: enormes talleres, dos tanques de agua, mesas giratorias y gran cantidad de material rodante estacionado. Seguramente por el intenso movimiento de cargas el acceso está restringido.
Nos quedaba todavía el tramo Las Flores-Tandil que si bien es recto y no muy extenso, atraviesa una zona anegadiza repleta de arroyos y canales. En varios lugares el GPS me indicaba largos rodeos y en otros directamente los caminos se interrumpían inexplicablemente sin opciones. Se venía algo de aventura offroad?
Ya nomás en las afueras de Las Flores, el GPS me metió a vadear un arroyo con unos 50 cm de profundidad; lo podría haber evitado pero ya todos me conocen…
Salimos luego por un momento a la RN03 y de allí nos zambullimos rumbo a PLAZA MONTERO (#10) por un camino paralelo a las vías que nos condujo a ella en forma directa.
En este paraje sólo hay una vivienda habitada, aunque no estaban los moradores. La estación discurre sus días completamente abandonada atravesada por lustrosas vías recorridas por trenes que seguro no se detienen en ella.
Está bastante en pie pese a todo y en esta época del año el deterioro está disimulado por la gran cantidad de doradas hojas secas que la cubren casi completamente, ideal para fotografías. Tranquilidad y silencio total. Resultó un lugar ideal para tomar fotografías.
La próxima escala sería COLMAN (#11) , para lo cual tendría que salir a la RP30 y recorrer casi 50 km pese a que en línea recta sólo había 29 km, una distancia inusualmente grande entre estaciones. EL GPS indicaba una huella pero mi olfato me decía que era dudosa e íntimamente esperaba tener que desandar hasta la RN03. Sin embargo la seguí hasta que aparecieron tranqueras, por suerte sin candado, pero con el inconveniente que no había huellas mas allá. Decidí seguir adelante “cortando” campo buscando el track del GPS, total siempre había chances de retroceder. Aparecieron más y más tranqueras y las seguimos cruzando siempre a la espera que la gente de los campos nos venga a interceptar, cosa que no ocurrió.
Finalmente reapareció la huella real coincidiendo con la teórica y una última tranquera nos devolvió a un camino vecinal entre alambrados a pocos km de la RP30, la cual alcanzamos enseguida, indemnes.
Después de cruzar el puente del arroyo Gualicho, de nuevo nos apartamos del asfalto por un intrincado camino lleno de zigzags, que me trajo la buena noticia de viejos carteles camineros apenas legibles donde podía adivinar los nombres de los próximos destinos hasta Rauch, lo que desmentía los “cortes” visibles en el GPS. Bonitos paisajes con muchos arroyos nos condujeron a Colman, uno más de los pequeños poblados generados alrededor del tren que respetan a rajatabla el esquema de estación y almacén de ramos generales. La estación está abandonada, sólo alberga un contenedor que alimenta una gigantesca antena de comunicaciones y como otras se conforma con ver pasar trenes que no se detienen.
Me acerqué a fotografiar el viejo edificio del almacén ya que me llamó la atención unos carteles de Goodyear y descubrí que se trataba de CASA ECHANDI, fundada en 1907. Hay algunas viviendas dispersas alrededor del cuadro de la estación y se respira una tranquilidad total.
El camino hacia la que sigue se pegó a las vías y siguió cruzando encantadores arroyos arbolados. En uno de ellos nos detuvimos para tratar de adivinar de que se trataba una extraña construcción tipo estación de aforo que se escondía en una de sus márgenes. La puerta estaba trabada así que no pude ver que había adentro, excepto una asustada paloma que salió por algún agujero cuando hice algo de barullo.
Así llegamos a MIRANDA (#12), otro poblado centenario con una estación similar a la anterior pero con algo más de pueblo a su alrededor, ya que triplica a Colman: tiene 80 habitantes contra los 27 de su vecina. La misma estación está viva cumpliendo funciones de escuela rural, como Centro Educativo para la Producción Total y se nota que todo está muy cuidado: el andén está limpio y el parque tiene el pasto cortado.
Seguimos costeando las vías buscando la próxima parada, la ignota CHAPALEOFU (#13). Por suerte la realidad fue mejor que el GPS y las huellas no terminaban abruptamente como parecía. Tenía mis dudas por las características anegadizas de la zona pero evidente son sólo errores de los mapas que trataremos de informar. Aquí no hay pueblo, sólo un casco de una estancia bastante venido a menos.
La estación está completamente abandonada pero bastante entera pese a todo. Como en otros casos la vegetación se encarga de cobijarla y protegerla: apenas permite el paso de los trenes que realizan una perfecta poda vertical en los arbustos que la rodean. Conserva todos sus atributos: el nomenclador, el tanque de agua, el galpón y un halo tan extraño como su nombre.
Siguiendo las vías llegamos a RAUCH (#14), una importante ciudad de 15 000 habitantes, de calles anchas donde la estación de ferrocarril se la ve impecable. No pudimos ver a que está dedicado el edificio pero se lo nota muy bien mantenido, aunque conserva un atractivo aspecto antiguo, como si estuviese congelado en el tiempo. No creo que sea utilizado para uso ferroviario. Como ya habíamos consumido más del tiempo del previsto para llegar destino y todavía faltaba un poco sólo tomamos unas fotos y seguimos raudamente hacia la próxima.
Otra vez los caminos se apartaron de la traza de ferroviaria y la distancia a EGAÑA (#15) engaña nuestros sentidos, ya que nos demoramos más de la cuenta, seguramente influidos por el cansancio del viaje.
Egaña es un pequeño pueblo de 44 habitantes que debe haber tenido su esplendor a juzgar porque alguna vez tuvo acceso asfaltado desde la RP 30: hoy es un muestrario de baches insufribles que por suerte debido a que accedimos por accesos no habituales solo nos tocó un corto trecho. La estación está prolijita convertida en una Unidad Sanitaria como ya habíamos visto en otros parajes. Guillermo, uno de sus pobladores más jóvenes con su perro Scooby se nos acerca curioso a preguntar que hacía un par de locos por ahí y nos acompaña a recorrer el andén. No había nadie más por las solitarias y escasa calles del poblado. La temperatura empezó a bajar junto con el sol y enseguida retomamos la marcha.
Nos esperaba la anteúltima, DE LA CANAL (#16), una estación con dos caras: el frente lucía bastante lindo y cuidado mientras que el andén en cambio mostraba altos pastizales y descuido general. Está inmersa en un poblado un poco más importante que los anteriores, a juzgar por las construcciones y por los comercios, algunos claramente cerrados hace tiempo y otros en actividad. Tal vez la baja temperatura (apenas pasaba los 4°C) y la tarde muy gris nos empobrecieron la imagen que nos quedó de este sitio y no se si soy justo con la apreciación, pero es lo que sentí en ese momento.
Seguimos hasta el destino final del día por un ancho camino vecinal, donde se recortaban claramente en el horizonte las sierras tandilenses. El atardecer nos regaló una puesta de sol espectacular que por supuesto intentamos capturar en fotos.
Siguiendo las vías entramos a TANDIL (#17) por la puerta trasera y para cerrar el recorrido, nos fuimos derechito a la estación. Nos encontramos con un edificio bien conservado del año 1883 con actividad ferroviaria de pasajeros entre otras. Parte de los locales estaban ocupados por una escuela de teatro con muchos jóvenes participando y me llamó la atención la boletería con pizarrones anunciando horarios y tarifas como si hubiera mucha actividad, algo completamente inusual.
Cuando miré con atención resulta que el servicio a Tandil es mixto, es decir ferroautomotor: en micro a y desde Azul y allí tren a Plaza Constitución y/o Bahía Blanca. No llegan trenes de pasajeros a Tandil, sólo de carga.
Cumplido con creces el objetivo del día, nos fuimos a descansar a la Posada del Molino, un hermoso complejo de cabañas en las afueras de la ciudad y con suerte, esperar la nieve anunciada. Hacía mucho frío así que nos quedamos a cenar en el comedor del complejo en lugar de salir al centro de Tandil.
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La mañana del domingo amaneció muy fría y llovizando, con 0°C de temperatura a eso de las 10:00 cuando asomamos la nariz afuera para desayunar. En ese momento pareció que se largaba la nevada, pero sólo fue un amago de aguanieve que no llegó siquiera a pintar de blanco el suelo. Desayunamos en el comedor del complejo y empacamos para seguir paseando.
Destaco que la calidad de las instalaciones y de la atención recibida es excelente. Muy recomendable la Posada del Molino.
Ya habíamos estado varias veces aquí en Tandil, así que los lugares convencionales de turismo ya los conocíamos. Entonces, siguiendo el hilo conductor ferroviario, nos propusimos recorrer cualquier camino serrano con la excusa de seguir algún otro ramal.
Elegimos el ramal Tandil-Deferrari que se dirige hacia el sur ya que de ese modo podíamos visitar la zona de Barker, de la cual me habían dado buenas referencias como incipiente destino de turismo serrano.
La primera estación sería AZUCENA (#18), a la cual llegamos después de dar unas cuantas vueltas por pintorescos caminos serranos. A lo lejos nos llamó la atención una gran mancha blanca cerca de la misma, que a la postre sería una cantidad innumerable de silos bolsa acopiados prolijamente frente a la estación. El pueblo es pequeño y bastante prolijo pero está separado de la estación, que por el contrario esta completamente descuidada, convertida en un chiquero de chanchos, donde al acercarme apareció una persona que accedió sin problemas a que tomara unas fotos del naufragio, mientra era rodeado por una jauría de perros que no se cansó de ladrar hasta que me fui.
La siguiente sería BARKER (#19). El camino copia el recorrido de los rieles serpenteando entre las sierras por paisajes muy bonitos engalanados con los colores invernales de los árboles que mutan del gris al violeta pasando por el amarillo. El establecimiento “Siempre Verde” es una muestra de ello. Los cerros, si bien son bajitos tienen formas muy curiosas y llamativas.
Sin darnos cuenta, llegamos al patio trasero de BARKER, la misma estación ferroviaria recostada sobre una sierra.Para acceder a ella tuvimos que rodearla y meternos en la ciudad por el frente de la misma. Seguramente hay mucha actividad cerealera a juzgar por la gran cantidad de pájaros que revolotean por sus terrenos y galpones. La estación está habitada y se nota que pasan trenes con frecuencia, seguramente de carga. No se ve nada relacionado con Loma Negra como esperaba, posiblemente tenga una terminal interna de FERROSUR dentro de la planta, cuyas chimeneas se ven en dirección a VILLA CACIQUE.
Continuamos hacia VILLA CACIQUE y allí si apareció la actividad cementera, incluso se ve un ramal ferroviario que se introduce dentro de la planta de LOMA NEGRA, prolijamente ocultada detrás de una gran arboleda. La estación es una construcción más o menos moderna usada como Oficina de Turismo Municipal y su nombre actual es ALFREDO FORTABAT (#20), seguro en homenaje a quien llevó adelante todo el emprendimiento industrial desde sus inicios. No creo que sea parada ferroviaria de ningún tipo desde hace tiempo, aunque pude detectar que no hacía mucho acababa de pasar un tren por las marcas de la pestañas de las ruedas de un tren en el piso húmedo.
VILLA CACIQUE es un poblado que indudablemente vive de LOMA NEGRA, ya que se nota que es una población industrial: las casitas son todas iguales, modestas pero prolijas. Ayuda a su aspecto el carácter serrano de la región y las profusas arboledas. Igualmente imagino que las chimeneas de la cementera no deben emitir cosas agradables.
Casi estábamos a punto de desandar el camino para volver a Tandil, pero una consulta a los mapas me mostró que si seguíamos hasta la estación sucesiva, LA NEGRA (#21), podía volver a Tandil por caminos serranos diferentes a los que habíamos usado a la ida, lo que nos resultó muy atractivo.
A partir de ALFREDO FORTABAT, el ramal está desactivado desde hace mucho, aunque creo que no han levantado las vías. El terraplén luce muy elevado y va serpenteando entre las sierras y los caminos no lo acompañan de cerca en la mayor parte del trayecto. Salimos por el lógico acceso de hormigón de Villa Cacique (Auspicia Loma Negra…) y luego tomamos la ruta provincial 80, de tierra, que se dirige a Claraz.
Encontramos a LA NEGRA tan solitaria como muchas otras. Una vieja construcción tipo almacén de ramos generales y unos enormes silos son su única compañía. La estación debe estar habitada ya que había un automóvil bajo el alero del andén pero nadie salió cuando nos asomamos a curiosear. Un enorme cerdo tiene su corral casi sobre las vías. Y una tranquilidad de otro planeta.
Dejamos LA NEGRA y nos internamos por muy pintorescos caminos serranos, mientras nos acercábamos a Tandil. Lindos para conducir ya que están llenos de curvas y subidas y bajadas, aunque lejos de tener dificultades offroad. Los campos generalmente están cultivados y se presentan multicolores ante nosotros.
Ya cerca de Tandil nos subimos fugazmente al asfalto de la RP30, pero un bypass falso que vi en el GPS (digo falso porque era para alargar camino, no para ahorrar) nos reintroduce al ripio, mostrándonos de nuevo unos encantadores paisajes, ahora con más piedra, donde hay algunas estancias enclavadas en lugares increíbles.
Volvimos al asfalto y ahora nos dirigimos derecho a Tandil, donde teníamos una parada obligatoria en Época de Quesos para llevar algunas cosas típicas de regalo. Resumo: el lugar está muy bueno, tienen cosas exquisitas de todo tipo, los precios no son baratos y algunos empleados (al menos la que nos atendió) parece que tenían instrucciones de espantar a los clientes. Compramos algo, menos que lo que estábamos dispuestos y comenzamos el franco regreso, aunque todavía recorreríamos algún ramal ferroviario más.
Cargamos nafta, cruzamos la RN226 y atravesando Tandil Norte, salimos en busca de IRAOLA (#22), una estación del ramal que une Tandil con Maipú, conformando otra vía de escape del troncal Constitución – Mar del Plata, denominada Vía Ayacucho, que al igual que la Vía Ranchos, se encuentra mínimamente mantenida por las dudas de alguna contingencia.
Entretenido camino con muchos zigzags nos conduce a IRAOLA, un pequeño pueblo con algunos habitantes, donde la estación luce muy bien mantenida y habitada por algún lugareño que la dotó de un alambre de púas paralelo a las vías para que los animales no se crucen con el tren. Se ve que de vez en cuando alguno pasa…
Volvimos al camino de enlace más o menos paralelo a las vías y fuimos en busca de un ignoto apeadero KM 360 según el IGM. El GPS me indicaba una pequeña localidad de perímetro triangular, llamada LA CONSTANCIA en el mismo sitio. Y eso encontramos, un pequeño pueblito oculto entRe una cerrada arboleda de álamos, con muchas construcciones abandonadas pero con un comercio, una escuela, un destacamento policial y algunas casas dispersas. El apeadero lo encontramos entre los yuyos, con su andén de chapa canaleta, junto con el nomenclador que resistía estoicamente la gravedad y que con más precisión lo bautizaba como AP KM 359.760 (#23). Unos caballos se arrimaron curiosos a ver que pasaba…
Seguimos rumbo a la anteúltima que nos habíamos propuesto, CANGALLO (#24), la cual encontramos rápidamente ya que no estaba muy lejos de La Constancia.
CANGALLO parecía habitada pero desde afuera no vimos a nadie. Como la tranquera estaba abierta entramos con la chata y estacioné cerca del edificio. Bajé a tomar las fotos habituales, tratando de ver a alguien para pedir permiso porque al acercarme me di cuenta que efectivamente alguien vivía ahí.
Veo venir una mujer mayor con un atado de leña, me acerco a ella y le comento de mis intenciones, a lo que accedió inmediatamente. Adriana se bajo y se puso a conversar con ella mientras yo me dedicaba a fotografiar como es costumbre. Luego se arrimó el marido, que se puso a charlar conmigo de la historia de esta estación y me contó que hacía 30 años que vivían allí, cuando el poblado tenía cierta actividad. Hace tiempo que viven ellos solos, desde que cerró el clásico almacén de enfrente. Sus hijos se distribuyen entre La Constancia y Ayacucho, justamente estaba de visita una de sus hijas, que vive en la última.
Como te vas para tu casa? – le preguntó Adriana
Siempre pasa alguien que va para Ayacucho los domingos, así que es cuestión de esperar – respondió tranquilamente y agregó: Antes me iba en el tren, que si bien no tenía parada, le hacía señas y me levantaban.
Por supuesto le ofrecimos llevarla ya que el Expreso Suzuki terminaba en Ayacucho, así que le hicimos un poco de lugar y nos despedimos de los dos únicos habitantes de Cangallo y nos rumbeamos a nuestra estación terminal, AYACUCHO (#25).
AYACUCHO es una ciudad de campo típica, que sólo conocía por la propaganda de la Fiesta del Ternero y por la epopeya de los caballos Gato y Mancha en su periplo desde Buenos Aires a Nueva York en el año 1925.
Dejamos a nuestra pasajera en su casa y fuimos a buscar la estación para dar por terminada nuestra tarea del paseo. Como imaginaba tenía amplias instalaciones y estaba medianamente mantenida con muchos de sus locales asignados a diversos usos municipales. Terminaba de completar una cadena más de 25 estaciones que no conocía, bastante para menos de un fin de semana. A lo Pampa.
Igual había un poco más: al buscar la salida a la ruta 29, encontramos un hermoso monumento bastante reciente en homenaje a Gato y Mancha que por supuesto registré en fotografías.
Como corolario, la RP29 paralela a un ramal clausurado entre Chas y Ayacucho que relevaré en alguna otra oportunidad, nos regaló un atardecer pampeano impresionante, broche de oro de un paseo familiar genial. Antes de las 20:00 ya estábamos de nuevo en casa.
Pampa
Hasta la próxima !!!!!!
Enero 2012
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