ACCESO SUDESTE AL GALÁN: CUESTAS ABANDONADAS, CAÑONES, SALARES, DOLINAS, AVIONES Y SOLIDARIDAD
(LA TRAVESÍA DE LA REMOLCADA INCREÍBLE)10 al 18 de Noviembre de 2012
Empecé a escribir este relato el día de la última tormenta fuerte en Buenos Aires, a principios de Diciembre de 2012.
Mientras hacía el inventario de las situaciones riesgosas y adrenalíticas que habíamos experimentado en este viaje, caigo en la cuenta que haber llegado a casa atravesando cuadras y cuadras inundadas en Dock Sud era infinitamente más riesgoso: las cosas que te pueden pasar allí son impredecibles y fuera de control, nada ver con lo que te ocurre en el medio de la cordillera, donde con calma y prudencia, los riesgos no son tan altos, sobre todo si vas acompañado de la experiencia y sabiduría de Eduardo Cinícola.
Esto no significa que salir de travesía a zonas inexploradas de la cordillera sea un paseo de Domingo pero me pareció interesante la comparación, ya que ese día en en Dock Sud, me sentí más temeroso de regresar sano y salvo a casa que en los momentos complicados de este viaje que les voy a contar.
De la vez pasada cuando abrimos la salida sudeste del volcán Galán nos había quedado la duda de si esa ruta era de doble vía, ya que habíamos transitado unas cuantas bajadas de aspecto “sin retorno” que había que verificar. Sumado a que nos habíamos quedado atragantados con los “cañoncitos” de la discordia al oeste del Galán por falta de tiempo, Eduardo no tardó en armarnos un menú, que desandando lo que habíamos hecho en Abril pasado, nos depositaba en San Antonio de los Cobres, después de unos 400 km de offroad y 200 km de precarias huellas, agregando la visita a un extraño cráter (¿aerolito o dolina?) más la búsqueda de dos aviones estrellados 50 o 60 años atrás cerca de la cumbre del cerro Ingamayo (5530 msnm)
Si sobraba tiempo, atravesaríamos las Salinas Grandes y trataríamos de remontar el Gasoducto Atacama para llegar a Tilcara (¿?) y de allí, fin de los servicios…
Un atrapante documento preliminar de Eduardo, nos entusiasmó a muchos muchos meses antes pero el tamiz de las complicaciones personales y laborales, después de infinitas idas y vueltas con las fechas, finalmente nos posicionó para ir en la semana de 10 al 18 de Noviembre pero sólo quedamos tres chatas y sus respectivos copilotos para ser de la partida:
Denis Garione y Aldo García en TLC
Diego Tognetti y Eduardo en la Bartola TLC
Adrian Lentini y Pampa en la Pampa 02
Sobre la hora, sólo una semana antes mi copiloto original, con quien compartí ya muchas travesías y que estaba como número puesto desde el principio, me avisa que el laburo “le cortaba las piernas” y debía bajarse. Viajar solo no está en mis posibilidades físicas y económicas, así desesperadamente salí a buscar remplazo. Curiosamente los dos que consulté me dijeron que imposible no era, así que les dije que quien respondiera primero tenía la plaza en la Pampa 02.
Tensa espera que no duró más de media hora y Matías Fernandez Long (Binlada) literalmente se me subió a la chata desde el teléfono donde me llamó. Al rato me llama el otro candidato, Marcelo Fernandez para decirme que también venía…
Bueno, en pocas horas había pasado de la escasez a la abundancia y con todo el dolor del alma uno se tuvo que quedar: Pampa 02 no se banca una tripulación de tres en un viaje como éste.
Marcelo entendió y se quedó, eran las reglas del juego. Cuando lea el relato me va agradecer un poquito el haberse quedado….
Resuelto el problema de las tripulaciones, solo quedó cargar las cosas y esperar el día de la salida.
Todo fue bien hasta que tuve la maldita idea de cargar el último Mapear en el Montana: después de eso se colgó y la noche anterior, de apuro, tuve que acondicionar el 276 para tener un GPS operativo con lo que acosté como a las dos de la mañana y a las cinco me levanté…
SÁBADO 10 DE NOVIEMBRE DE 2012
El enlace hasta Belén
Temprano, el sábado a la seis lo pasé a buscar a Matías por Bernal y luego poco después de las 7:00 nos encontramos con Diego y Eduardo en la YPF después del peaje en Panamericana.
Viajamos tranquilos por la RN09 pasando por Rosario y Córdoba, encontrándonos con Denis en Dean Funes poco después de mediodía. La curiosidad del día fue que en Lucio V. Mansilla la policía mediterránea nos paró para un test de alcoholemia a eso de las tres de la tarde. Lo aprobamos, por supuesto.
Sin contratiempos, pasamos por Chumbicha, donde Aldo había llegado en bus unas horas antes desde Tucumán y entonces completamos el equipo. La noche nos tomó sobre la RN40 poco después de Aimogasta pero llegamos a Belén para alojarnos en la Hostería Provincial, todavía con tiempo para ir a cenar a un restaurante como la gente. Ya estábamos en las puertas de la aventura.
Buenas noches
DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DE 2012
La vieja cuesta de Randolfo y la primera etapa de la subida sudeste al volcán Galán
Temprano nos preparamos para salir hacia cuatro días por más de 800 km en la alta montaña sin reposición de combustible y sin poblaciones, siempre por encima de los 4000 msnm.
Terminamos de comprar las cosas que faltaban y con esfuerzo, completamos todos los bidones que llevábamos. Todo un tema llenar los bidones ya que últimamente las estaciones de servicio o no te venden o te restringen la cantidad al cargar en bidones. Apenas pueda le pongo un tapón al tanque de combustible así, si no me venden en los bidones, ordeño la chata y voy a cargar de nuevo por el tanque fijo. En mi caso conseguí munirme de 135 litros de nafta que parecían suficientes para el trayecto no atendido, calculando un promedio de 16 litros/100 km.
La caravana salió hacia el norte por la RP40 bordeando el río Belén y empezamos a entrar en clima de montaña; en el cruce a Hualfin aprovechando que había nafta por las dudas repuse los cinco litros que había gastado. Allí tomamos la RP43 y después de atravesar Villa Vil y la Quebrada de Indalecio, llegamos a la moderna Cuesta de Randolfo, donde las ansias ofrounicas nos obligaron a meter la nariz en la antigua cuesta abandonada a su suerte hace muchos años. No era parte del plan pero decidimos invertir un poco de tiempo para ver su factibilidad futura. Es curioso que estando tan a mano nadie se haya animado a meterse y menos a contar algo, salvo el inefable Chugo D’Onofrio, que asomó el paragolpe de su mágico R12 en el primer metro de cuesta pero no pudo ir más allá.
Está muy abandonada y tiene mucho daño por las lluvias pero los primeros dos kilómetros los pudimos hacer sin grandes dificultades, salvo el lógico cuidado de medir las maniobras para no desbarrancarse. La verdad que si no hubiera sido por el poco tiempo y por las pocas ganas de mover piedras estaba para darle duro pero fieles a nuestro libreto, cumplimos en hacer el breve relevamiento y volvernos. La impresión es que se puede transitar si se va dispuesto a trabajar un poco; habrá que incluirla como objetivo en algún viaje: ese camino DEBE ser “rehabilitado”.
Después de recorrer un par de miles de metros, pese a que la estábamos pasando bien, decidimos volver y dejar este desafío para un viaje específico. Al retomar la nueva cuesta asfaltada, entramos al desvío que evita la inundación de la RP43 debido al desborde de la laguna Blanca.
Desde allí notamos que respecto a Abril pasado, el nivel se había reducido bastante por lo que en algunas lugares se descubría la ruta anegada por lo que siguiendo una precaria huella recién abierta nos arrimamos a la cinta asfáltica que volvía a emerger de las profundidades de la laguna. Interesante espectáculo de la naturaleza mostrando su poderío, ahora dejando “escapar” a la ruta de sus garras.
Poco después, el desvío al poblado de Laguna Blanca, que lo están poniendo muy lindo. Siendo horas del mediodía intentamos almorzar en alguna parte y para nuestra sorpresa, en una casa familiar, nos ofrecieron un exquisito locro al módico precio de 12$ por plato. Marchen dos platos para cada uno !!!
Repuesta la energía con el locro, evitando la clásica picada por el camino, el relativo bajo nivel de la laguna nos permitió ir por la huella este que acorta bastante el camino. En Abril pasado no la pudimos hacer ya que estaba casi toda cubierta por las aguas.
Al llegar al pie de la cuesta que asciende bruscamente a Ciénaga Redonda paramos por algún motivo y allí me percato de olor a nafta en mi chata.
Los bidones - pensé, pero no eran. El tanque de nafta no puede ser, le cambié el fondo hace un año y nunca lo golpeé. Y entonces?
Increíblemente era el tanque de nafta. El fondo nuevo, inmaculado, en uno de los pliegues para darle rigidez se había rajado. Evidentemente un trabajo mal hecho, con chapa demasiado fina: Radiadores Carlitos y la rpmqtrmp! &%#)(‘’’@@@!!
El problema no era menor, ya que mi experiencia con las pérdidas de nafta es muy mala: ni el Poxipol ni la Poxilina solucionan el problema y menos para tres o cuatro días de sacudidas como los que se avecinaban. Y ahora?
La suerte me ayudó: casi sin saber porqué al cargar los bártulos tire adentro de la chata una caja con un kit de parches para fibra de vidrio. Nunca había probado usarlo para nafta pero se me ocurrió que tenía que andar.
Vaciamos el tanque, que estaba casi lleno, para lo cual debimos generar un bidón vacío cargando los dos tanques de las TLC, dejamos secar bien la zona deteriorada, la limpiamos con tela esmeril y le aplicamos la resina con la fibra de vidrio. Esperamos un rato y cuando se secó, pusimos de vuelta la nafta. Mágicamente la pérdida desapareció y seguimos. En menos de una hora habíamos resuelto un serio problema.
En el entretiempo, un lugareño, Paulino, dio el dato de unas pinturas rupestres y Denis con Eduardo fueron a buscarlas y las encontraron.
La cuestión que dimos con Paulino de casualidad: iba en una chata que bajaba la cuesta con destino a Belén a comprarse una moto y allí se dio cuenta que se había olvidado los documentos, así que se bajó para volver seguramente a pie a su casa a buscarlos.
Esa fatalidad nos permitió dar con él y resulta que era el hijo del puestero que está al inicio de la huella que evita meterse en el cauce del río Aguas Calientes que tanto trabajo nos había dado tiempo atrás, así que nosotros le solucionamos el problema llevándolo y de algún modo nos facilitó el acceso, ya que al encontrarnos su padre no parecía muy fácil de convencer de dejarnos pasar frente a su puesto. Seguramente lo hubiéramos logrado, pero así se simplificó.
Sólo nos pidió que le dejásemos algunos medicamentos para la gripe, lo que hicimos gustosos.
Comenzó allí la trepada por los filos para puentear el tramo de río maldito y salir por encima del puesto por donde nos tiramos al río Aguas Calientes desde el cañadón sin retorno.
Lenta y pacientemente por laderas tapizadas de piedras y coirones fuimos subiendo hasta los 4600 msnm siguiendo el track que nos había dado Aldo de su incursión posterior a nuestro atasco.
Al llegar al punto más alto, se abrió, un poco más abajo, la planicie que ya conocíamos desde donde nos descolgamos al río. ¡Qué diferente hubiese sido ese viernes de Abril si en vez de tirarnos al río hubiésemos seguido por los filos! Encima, en bajada hubiera sido un paseo, que, claro está, nos hubiera privado de la hermosa odisea vivida cuando el río nos atrapó.
La planicie estaba a 4400 msnm y había lugares para armar con cierta comodidad las carpas, por lo que decidimos que allí se terminaba el día. El método Cinícola de aclimatación violenta a la altura a full.
La pérdida de mi tanque de nafta, sin rastros de ella y eso que fue sometida a infinitos sacudones.
Armamos las carpas, cenamos algo liviano y al sobre…
Buenas noches