ACCESO SUDESTE AL GALÁN: CUESTAS ABANDONADAS, CAÑONES, SALARES, DOLINAS, AVIONES Y SOLIDARIDAD
(LA TRAVESÍA DE LA REMOLCADA INCREÍBLE)10 al 18 de Noviembre de 2012
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DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DE 2012
El Acceso Sudeste al Volcán Galán terminó siendo de doble mano
Amaneció muy lindo pero costó desperezarse por el frío. Los sobretechos de las carpas estaban congelados en ambas caras pero al aparecer el sol, todo se volvió amigable nuevamente.
La noche estuvo especialmente fría y húmeda. Pocas veces me pasó tener hielo dentro de la carpa generado por la exhalación de nuestra respiración. Yo no tuve mayores problemas, pero Matías no la pasó muy bien. Se despertó muchas veces y le tuve que suministrar un Ibuprofeno para tranquilizarlo. A la mañana me confesó que estuvo a un tris de pedirme que lo evacue de ahí porque no aguantaba más, cosa que no hubiera sido muy sencilla, por no decir imposible, durante la noche.
Matías, pese a que no había dormido bien, recobró el ánimo y creo que se comenzó a aclimatar. Es lo normal para la primera vez en la altura.
A partir de ahora, y casi seguramente por el resto del día tendríamos la seguridad de no quedar atrapados porque desandaríamos el track ya probado que habíamos hecho en Abril; la duda era si todas las bajadas de antaño eran remontables: había por lo menos tres dudosas.
Sin dificultades alcanzamos la primer laguna, donde para nuestra sorpresa había muchos animales (¿sería por eso el recelo del padre de Paulino?), una especie de veranada pero de llamas (¿?); enseguida vino la primer subida dudosa, que habíamos bajado antes por una huella de herradura con posibilidad de desbarranco. Esta vez, con otra perspectiva pudimos elegir otra trayectoria y la pudimos transitar hacia arriba sin mucha dificultad.
Apareció la recientemente bautizada laguna Queralt y allí cruzamos las nacientes del Aguas Calientes por el mismo sitio que la vez pasada. Una vega interminable que transitamos por su lado oeste nos llevó a la zona donde habíamos renegado en un mallín con la TLC de Denis encajada hasta los zócalos, pero ahora sabíamos cómo esquivarlo, aunque no pudimos evitar una "pequeña" encajadura de la TLC de Diego en el esquive.
Ahora venía, después de un valle arenoso una de las bajadas más temidas: desde lejos no parecía difícil pero a medida que nos acercamos vimos que desde abajo era imponente. Nuestras huellas de la temeraria bajada estaban ahí pero no parecían reproducibles en subida. Se trataba simplemente de pasar de la cota 4500 a la cota 4600.
Desinflamos mucho, probamos varias trayectorias pero nunca pudimos subir mucho más del 20% del desnivel, unos 70 u 80 metros: el piso arenoso hacía fracasar cualquier intento. Acá nos dimos cuenta de lo temeraria que había sido nuestra decisión del viaje anterior: efectivamente era una bajada sin retorno y en ese momento con futuro por delante incierto. Ahora, en el peor de los casos sabíamos cómo volver pero antes nos podíamos haber quedado a vivir allí…
La cuestión que no íbamos a rendirnos tan fácil. Empezamos a ver como sortear esa subida que nos sacaba de ese profundo valle: retrocedimos bastante, ahora por la margen este de la vega de las encajadas hasta que divisamos una quebrada hacia el este que parecía más amigable porque el piso era más firme e incluso hasta imaginamos un puesto en su interior, que al final era una gran piedra.
Nos mandamos y pudimos avanzar y subir bastante más que en la cuesta fallida inicial pero fatídicamente el último tramo se volvió tan arenoso como el anterior y no hubo caso pese a muchos intentos. Retrocedimos hasta la vega de nuevo.
Seguimos desandando la vega hacia el sur y no quedó otro remedio que intentar la solución de los filos, que por supuesto tenían un piso mucho más firme pero también mucho más tortuoso y peligroso para los bajos y los neumáticos. Retrocedimos un poco más y encontramos otra quebrada pero ahora en lugar de ir por abajo nos montamos a uno de sus lomos y empezamos a subir por entre las rocas. Lento, pero firme fuimos subiendo, con alguna que otra complicación por las grandes piedras que cada tanto afloraban hasta que alcanzamos el nivel de las trepadas imposibles. A partir de allí, al nivel de 4600 msnm, pudimos llegarle por arriba al punto donde nos habíamos tirado la vez pasada. Aún conociendo la historia y viendo las huellas parecía de locos tirarse por allí y encima lo queríamos subir…
Creo que el lugar se llama Alto de las Lagunas por las dos lagunas enormes que aparecen allí. ¡Segundo escollo superado¡
Siendo pasado el mediodía se impuso el almuerzo de campaña, para lo cual nos cobijamos del fuerte viento en un pequeño corral de piedras que encontramos muy cerca de la laguna mayor.
Ahora venía la zona donde en Abril tuvimos varias encajaduras al circular por un barroso curso de agua que nos evitaba el coironal. Por suerte ahora estaba seco y era prácticamente una autopista.
Autopista que nos depositó en la última gran subida incierta, que si bien no era tan empinada como la anterior era mucho más larga y con alguna inclinación lateral ineludible.
Diego la subió con relativa facilidad, al igual que Denis, pero Pampa 02 y su piloto tuvimos que transpirar mucho para subirla; incluso en un pequeño tramo donde había que girar violentamente no quedó otro remedio que malacatearme ya que mi forma de trepar fue usando la primera de baja muy corta y la inercia no eran suficientes para hacer el retome.
Pero al final subimos y alcanzamos a un abra de 4773 msnm que nos despejaba el camino al cráter del Galán, ya que a partir de allí no recordábamos complicaciones hasta Colifalla.
Sin embargo con el primer desafío de habilitar el carril hacia el norte del acceso sudeste al Galan superado se nos ocurrió transitar por la margen este del río de los Patos, al costado de la Sierra de Vázquez por donde desemboca el Paso del Colifa, en lugar de desandar camino conocido. No íbamos a pernoctar en Colifalla, así que solo Dios (y tal vez Cinícola) sabría donde iríamos a parar...
A esa altura, vadear el río de Los Patos fue muy simple y luego una extensa planicie sin dificultades al pie de la Sierra de Vázquez fue recorrida con rapidez, bajo la atenta vigilancia del omnipresente Galán.
A la latitud de Colifalla, la gran planicie se empezó a plegar como prolegómeno de los bautizados “Cañoncitos”, que no son más que las nacientes del río Blanco que pasa por Tacuil, por donde alguna vez se inició la epopeya del Paso del Colifa.
Una oculta laguna con flamencos fue el último lugar con alguna huella incipiente de vehículos y a partir de allí comenzó un entretenido sube y baja por cañadones transversales en general de buen piso pero con pendientes intimidantes. Comenzaron a aparecer muy extrañas formaciones rocosas talladas por el viento, dignas de un parque nacional y sin nada que envidiarle al famoso Campo de Piedra Pómez, que invitaban a jugar permanentemente con la imaginación mientras las nubes se estacionaban a nuestro nivel al caer la tarde.
En uno de los lomos encontramos que esas formaciones nos ofrecían un excelente cobijo para hacer nuestro campamento y no perdimos la oportunidad de aprovecharlo. Al menos en lo que a mi me toca, nunca acampé en un lugar más atractivo, de nuevo a mas de 4000 msnm, exactamente a 4400 msnm.
Al reparo de esas curiosas formaciones , en una especie de balcón a un profundo valle, cenamos algo liviano, algunos se fueron a dormir enseguida y otros nos quedamos charlando, disfrutando de ese lugar tan especial, "los cañoncitos", degustando cañoncitos con dulce de leche, como no podía ser de otro modo…
Buenas noches