VOLCANES, CAÑONES, SALARES, DOLINAS, AVIONES Y SOLIDARIDAD
(LA TRAVESÍA DE LA REMOLCADA INCREÍBLE)

10 al 18 de Noviembre de 2012

 

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MARTES 13 DE NOVIEMBRE DE 2012

Pese a que habíamos pasado la tercera noche de campamento consecutiva por encima de los 4200 msnm, el entusiasmo y la adaptación le ganaron fácilmente al cansancio y las incomodidades. Todos nos levantamos temprano y muy bien de salud y de ánimo. Mientras desayunamos mirando al imponente Ingamayo delineamos la estrategia a seguir para vencerlo y sacarle los secretos de sus aviones estrellados

Teníamos un track al sur que nos dejaba bastante cerca de la posición del avión de YPF pero interponiendo sobre el final un paredón que por lo menos con las chatas no era posible; si bien era una clara huella minera su estado de abandono era importante a juzgar por los primeros tramos que habíamos visto ayer por la tarde. La opción norte no usaba huellas existentes sino que era una XX que discurría por los lomos y los filos buscando pendientes accesibles pero de no poder alcanzar la cima nos dejaba bastante lejos del avión, pero si lo lográbamos, le poníamos las chatas encima. Las pendientes en la teoría eran posibles pero siempre dependiendo del piso que fuéramos a encontrar.

Pese a que a simple vista impresionaba, nos jugamos por esta última opción. Desde donde acampamos le pusimos proa al oeste y hacia arriba: en menos de 6 km teníamos que subir 1400 metros, desde 4100 a 5500, sin camino. (mostrar el perfil y chequear alturas y distancias)

Primero un poco de terreno arenoso y coirones antes de llegar al verdadero pie del cerro, donde empezaba  el verdadero desafío. La subida al lomo que habíamos elegido para montarnos ya fue una ardua tarea ya que la subida era muy larga y con mucha pendiente; sin embargo el buen piso ayudó y subimos el primer peldaño. Allí empezamos a tener otra perspectiva de lo que pensábamos hacer ya que lejos de aplanarse la montaña parecía empinarse cada vez más como si se estuviera resistiendo a la invasión.

Pero allá fuimos. Ya por el filo la pendiente era cada vez mayor y los pobres motores venían dando de todo de sí para vencerla. El piso empezó a empeorar y se puso lajoso, a tal punto que no podíamos avanzar sin desinflar las cubiertas. En mi caso las terminé bajando a 8 libras con el riesgo de romperlas, pera era la única opción si quería seguir. Algo parecido hicieron Diego y Denis.

Diego le encontró primero la vuelta para atravesar el manchón de lajas  y se fue para arriba ante nuestra atónita mirada mientras terminábamos de desinflar. Por la radio nos anima anunciando que el piso mejoraba más adelante, así que le dimos nosotros también para adelante y pasamos la parte jodida. Ya estábamos por encima de los 5000…

Ahora el piso era bueno pero se seguía empinando a medida que la cima parece al alcance de la mano. Exprimiendo los motores a fondo (al menos los modestos 95 Hp de la Vitara) lentamente seguimos subiendo: el GPS no para de marcar mis nuevos records de altura: 5100, 5200, 5300, 5350….

Allí llegamos a una pequeña explanada, antesala de la pendiente final que luce imposible tanto por la inclinación tanto por el suelo. Igual, enceguecidos intentamos lo imposible y nos lanzamos a ella.

Logramos subir un poco más pero alrededor de la curva de nivel de 5400 se acabó nuestro ascenso: la combinación de pendiente y piso de lajas apenas si daba para subir a pie. Mi record, mejor dicho el de Pampa 02  quedó en 5392, nada mal para los 1600 cm3 de mi motorcito.

Mirar hacia atrás lo que habíamos subido era impresionante y parecía imposible, incluso daba ciertas dudas por la futura bajada.

La cuestión que teníamos la cima del Ingamayo ahí nomás a 120 metros de desnivel y estábamos a unos 4 km en línea recta del avión de YPF. Increíblemente había señal de celular así que mandamos mensajes y fotos online del logro a los amigos y la familia que por supuesto no creían donde estábamos. Sin embargo la transmisión del SPOT no nos permitía mentir.

 

Denis, Matías, Aldo y yo nos jugamos a hacer cumbre, ya que era temprano y el clima estaba estupendo. Llevamos la radio, GPS, abrigo y un poco de agua ya que el recorrido no era muy largo y casi todo a la vista de las chatas, aunque claro está, por encima de los 5400 msnm

Lentamente, con esfuerzo pero sin dificultades los cuatro conseguimos hacer cumbre a 5532 msnm. Primero Denis, que enseguida bajó y luego los tres restantes nos pudimos parar encima de la pirca que marca la cumbre del cerro y sacarnos fotos que permanecerán para siempre en nuestro recuerdo, ya que ninguno de nosotros éramos andinistas y esto sonaba como hazaña.

Hasta acá todo bien, pero el diablo metió la cola y nos traicionó la ambición. Tan fácil habíamos llegado allí que no se por qué motivo irracional se nos ocurrió salir buscar el avión, que estaba a sólo 2400 metros en línea recta y 200 metros más abajo que nosotros. Desde allí no se veía pero lo teníamos en el GPS.

Hablamos con Eduardo por VHF y le informamos que iríamos hasta el avión con el compromiso que caminaríamos una hora hacia el objetivo. Si llegábamos bien y si no, cualquiera sea la distancia que faltase nos volvíamos. En eso quedamos y salimos.

Como se imaginarán, caminar a esa altura no es sencillo aunque los tres nos sentíamos excelente. A poco de andar nos dimos cuenta que en una hora no llegaríamos pero al menos podríamos rescatar unas fotos a distancia. Si bien era en bajada, el piso de lajas sueltas hacía difícil caminar más la necesidad descansar cada tanto hacía muy lento el avance. Nos dimos cuenta que probablemente íbamos a necesitar más agua que la que teníamos pero unos tenues indicios de los que serían los restos del avión nos hicieron seguir. A 705 metros del objetivo se cumplió la hora pactada y con todo el dolor del alma cumplimos la promesa de volvernos, al menos con una foto más o menos buena de los restos. La verdad que fue difícil no seguir teniendo el objetivo tan a mano pero era lo correcto, por respeto a nuestros compañeros y por nuestra seguridad.

Hasta acá habíamos hecho todo lo correcto aunque debo reconocer que no había sido la mejor idea salir a esta aventura sin haberlo planeado del todo: no llevábamos el SPOT, no llevábamos suficiente agua, no teníamos un segundo Handy, no llevamos comida ni abrigo extremo: a favor teníamos señal de celular y el clima estaba muy bueno.

Al darnos vuelta y ver a lo lejos y 250 metros más arriba la cima del Ingamayo, nos dimos cuenta que la hora que habíamos tardado a la ida iba a ser mucho más larga: sería en subida, cansados y con poca agua. Y allí cometí un error: razoné que estando a 5300 msnm, apenas por debajo de las chatas no tenía sentido subir hasta los 5530 y bajar. Simplemente había que desplazarse por la curva de nivel rodeando el cerro y listo….

La idea era buena y se reforzó porque la imagen que tenía del cerro mientras subíamos con las chatas era que las pendientes eran “caminables” y porque en el GPS las curvas de niveles se mantenían siempre bien separadas. Además la zona por donde comenzaríamos a rodear el cerro, a la postre el escote por donde el piloto seguramente quiso embocar el avión para evitar estrellarse, resultó que era muy sencilla de recorrer y hasta pareció que encontramos sendas de animales (¿?)

Tanto Matías como Aldo pusieron algunos reparos pero al final los convencí. Nos comunicamos con las chatas y les informamos de nuestro propósito.

Empezamos la caminata sin mayores dificultades salvo que empezó a aparecer el cansancio y el agua se empezó a  acabar. Más adelante la ladera se inclinó un poco más pero se podía andar y tuvimos que sortear algunas quebradas con dificultad. Cada quebrada parecía la última pero las chatas nunca aparecían y la distancia se acortaba pero no tan velozmente como queríamos. Cada Tanto nos comunicábamos con las chatas para informar la posición.

Las dificultades generaron dudas sobre cuestiones no consideradas y empezamos a preocuparnos: y si uno de nosotros se tuerce un tobillo o se cae? y si la próxima quebrada es infranqueable, y si se nos acaban las baterías? Y si el GPS deja de andar?

 

Las chatas no aparecían y una quebrada con una pendiente más pronunciada nos acobardó a solo 1500 metros de las chatas. Y ahora? Maldije mi genial idea y evaluamos que hacer: no había mucho para elegir: retroceder era impensable así solo quedaba bajar a costa de alejarnos de las chatas pero al menos nos poníamos a una altura menor y por lo que veíamos hasta conseguiríamos agua. Hablamos con las chatas y le comunicamos la nueva decisión que además implicaba que ellos empiecen también a bajar para luego tratar de encontrarnos más abajo. Eduardo fue ungido piloto de la Pampa 02.

La bajada a pie era larga y bastante violenta pero sin riesgos, así que lentamente nos encaminamos al fondo de la vega donde veíamos agua corriendo. Bajamos unos 700 metros de un saque  y con la lengua afuera bebimos el agua fresca más deseada de nuestras vidas.

Estábamos a unos 6 km del campamento pero metidos en un valle alejado del lomo por donde bajarían las chatas a 4500 msnm. Al encajonarnos perdimos la comunicación por radio y tampoco llegaba la señal de celular. No obstante, al estar mucho más abajo estábamos tranquilos porque ahora “sólo” se trataba de caminar rio abajo.

Llenamos nuestras botellitas con preciada agua  y comenzó el largo peregrinar hacia abajo por entre mallines sin contacto con las chatas. Realmente estábamos muy cansados ya que sumábamos más de 6 km a semejante altura y faltaba otro tanto.

Cada tanto encendíamos la radio y nada. Lo mismo le pasaba los muchachos que nos buscaban y no sabían por dónde andábamos. Entre nosotros y ellos había por lo menos tres valles tal como vimos luego en el Earth Google aunque ni ellos ni nosotros suponíamos eso.

En uno de los intentos lo escuchamos a Denis y ahí nos tranquilizamos. Le volvimos  a pasar la posición y a partir de allí solo fue cuestión de  tiempo. A las cinco de la tarde, cinco horas después de haber partido de la cima del Ingamayo y después de 10 km de caminata nos volvimos a encontrar  unos 3 km del campamento de anoche. Cansados pero en buenas condiciones.

Los “rescatistas” gracias a nosotros se habían hecho otra panzada de offroad porque atravesaron tres o cuatro quebradas para llegar a la nuestra y de hecho la última bajada hacia nosotros no era remontable, así que no quiero imaginar lo que hicieron tratando de procurar encontrarnos…

Primero nos felicitaron por el esfuerzo y después nos reputearon con toda la razón.

Aldo, Matías y yo, lejos de estar orgullosos de la “hazaña” estábamos arrepentidos por lo que habíamos preocupado a nuestros compañeros y porque podríamos habernos puestos en real peligro. Todo esto lo cuento para que todos nosotros lo releamos y aprendamos para otra ocasión, lo que a su vez se los pido a los lectores. Pese a que todos teníamos experiencia, igual nos dejamos engañar por la montaña y no la respetamos. Por suerte salió bien.

Sin duda lo volvería hacer, pero tomando mucho más recaudos. Al fin de cuentas, no llegamos al avión, solo le robamos algunas fotos de lejos, así que el desafío sigue en pie.

En fin, una situación linda de contar, que no hay que repetir en las condiciones que la hicimos, pero también para destacar que tanto durante como después de la situación vivida el grupo estuvo a la altura de las circunstancias, tanto los caminantes, como los “rescatistas”.  Prueba superada!

 

Ya en las chatas, repuestos del cansancio y habiendo repuesto energías en mi caso a puro mantecol,  intentamos salir por donde habían entrado pero no fue posible, así que le agregamos un poco más de interrogantes al día, ya que la quebrada por donde bajamos a pie, ya convertida en un ancho mallín tampoco era muy transitable que digamos.

La cuestión que le fuimos buscando la vuelta y después de algunas severas encajadas de las TLC en los mallines, encontramos una huella minera destruida, pero huela al fin y llegamos al lugar del campamento anterior. Un día bastante movido, pum para arriba, para arriba de los 5500!!

Sólo nos quedaba el enlace a San Antonio delos Cobres vías Santa Rosa de los Pastos Grandes y del Abra de Gallo. Entramos fugazmente a conocer Pastos Grandes y a preguntar por potencial alojamiento para otra oportunidad.

Llegamos de noche a San Antonio con la ilusión de una buena ducha y una buena cama pero…. Ni una plaza disponible!!!. Todos los hoteles llenos de mineros y algún que otro turista auguraban la cuarta noche en carpa consecutiva sin bañarse; sin embargo, por suerte alguien de un auto se dio cuenta y nos ofreció una casa que por supuesto agarramos al vuelo.

Nos alojamos, nos bañamos a medias (había cortes de agua de red) y nos fuimos a cenar opíparamente para recuperar energías y rememorar todo lo que había pasado este largo día.

Al volver a nuestro dormidero, siento olor a nafta: otra vez el tanque goteaba. Mañana sería otro día.

 

 

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Para no demorar la partida de los últimos dos días de travesía me levante temprano para reparar el tanque de nuevo ya que previsoramente no había usado toda la resina epoxi. No perdía por la zona reparada sino por otro lado, por las soldaduras de punto de una tacita interior donde se aloja la bomba: mismo motivo, la chapa muy fina se había agujerado.

Como el tanque estaba casi vacío, rápidamente repetí el procedimiento anterior y a la pista de nuevo. Quise conseguir un kit de parches de PRFV por las dudas pero no hubo caso, así que había que prohibir la aparición de nuevas fugas.

Algo sobre el consumo de nafta: Casi todo por encima de los 4000 msnm, con la Vitara, para 655 km utilice 134 litros de nafta, es decir algo más de 20 lts/100 km.  Por suerte el recorrido fue más corto del previsto ya que me había preparado para gastar 16 lts/100 km, que era mi antecedente anterior entre 3000 y 4000 msnm, cuando fuimos a la Laguna del Cuerno.

Después de poner todo en condiciones, a eso de las 10:00 partimos hacia el norte rumbo a Jujuy por la RPN---- : el primer objetivo era cruzar las Salinas grandes por su interior aprovechando que en esta época debería estar seca. Efectivamente era así y nos adentramos bien por su interior pudiendo apreciar el gigantesco trabajo que hace la naturaleza en sus ciclos de lluvias y evaporación para hacer aparecer el cloruro de sodio que tan rica hace las comidas y tan mal nos hace a los hipertensos. Pudimos apreciar la formación del hermoso irregular diamantado que se forma cuando seguramente por efecto del sol se dilata la inmensa superficie blanca del salar dándole un particular toque artístico. Pudimos también ver la fabricación de loas ladrillos de sal destinados a construcciones de la zona y la explotación salinera propiamente dicha mediante la apertura de prolijas piletas de decantación y evaporación. Todo esto bien al interior del salar, lejos de la ruta por donde todo el mundo pasa raudo. Vale la pena la experiencia, cuando está seco claro…

Saliendo de Salinas Grandes lo que nos faltaba era una exploratoria en la zona de Pozo Colorado, por donde el Gasoducto Atacama atraviesa la sierra de ----------.  Al mediodía improvisamos un toldo sobre la traza el gasoducto y nos mandamos una bruta picada además de un memorable postre con queso y dulce de cayote, aportado por Aldo.

Recorrimos algunos ignorados pueblos al pie de la dicha sierra y luego tomamos una XX paralela al gasoducto que discurría por un cauce seco por donde creíamos que podríamos cruzarla pasando de la puna a la Quebrada de Humahuaca.

Avanzamos mucho por un pesadísimo cauce seco muy arenoso que exigió al máximo a los motores y a los pilotos, ya que además hacía mucho calor. Cuando la cosa se empezaba a poner interesante, cerca de la divisoria de aguas en un angosto cañón, un inesperado alambrado nos paró cerca de un puesto.

Era “vulnerable” fácilmente  pero por si acaso fuimos a preguntar si podíamos cruzarlo y la respuesta fue una rotunda negativa: “no podemos dejarlos pasar, los dueños no permiten que nadie pase”; además nos desanimó respecto a que más adelante no podríamos circular por las piedras y por lo angosto del cañón. Nos quedamos con las ganas de corroborarlo.

No dispuestos a darnos por vencido respecto del cruce, decidimos intentar por la traza del Gasoducto, que trepa por encima de los 4000 msnm. Reculamos por el río hasta encontrarlo y lo comenzamos a seguir. Primero sin problemas al circular por la parte plana, luego se empezó a complicar al llegar las estribaciones de la sierra debido al suelo flojo. Las primeras trepadas nos dieron bastante trabajo y cuando íbamos a encarar la primera pendiente fuerte un zanjón nos detuvo. Lo paleamos para matarles los filos y hacer unas rampas y primero yo y luego Denis intentamos cruzarlo. Denis lo logró pero solo pudo avanzar unos pocos metros más: el piso aparentemente duro se deshacía con el peso de las chatas. Y recién empezábamos..

PAMPA P60242

Casi de noche y con el tiempo no muy auspicioso optamos por abortar: el lugar no era reparado para acampar y el futuro era dudoso para el poco tiempo que disponíamos: un solo día de más de travesía no garantizaba ser suficiente para tamaña empresa. Tal vez hubiera sido mejor…

Comenzamos a volver por la traza con bastante esfuerzo, ya que sin darnos cuenta habíamos bajado algunas arenosas cuestas difíciles de remontar. Pampa 02 sacó hasta su último caballito para treparlas y luego de una muy larga, al bajar el ritmo para reagruparnos, se paró el motor.

Al querer arrancarla, no quería saber nada. Revisamos las cosas obvias y no encontramos nada.

Probamos a hacerla a arrancar remolcando y arrancó, así que seguimos. Parecía andar bien por encima de 2000 RPM pero por debajo parecía fallar.

Llegamos al asfalto y a poco de andar me acuerdo que hay que sacar los cubos. Al detenernos sentimos un burbujeo extraño: al abrir el capot, el reservorio de agua burbujeaba vapor. Miro el termómetro y estaba normal: al sacar con mucho cuidado la tapa del radiador nos damos cuenta que no había agua…

Dejamos enfriar un buen rato, luego le agregamos casi cinco litros de agua y arrancó luego sin problemas. Probamos a andar un poco a ver que pasaba y parecía andar bien.

Sin embargo, pocos kilómetros más a delante al detenerme para revisar se me ocurre mirar la varilla del aceite y entonces fue GAME OVER: el aceite estaba muy emulsionado, señal inequívoca que por lo menos junta de la la tapa de cilindros había sonado…

Así no se podía seguir, así que debimos alterar completamente los planes, terminando virtualmente la travesía. Una forma de decir…

Primero debían llevarme a algún lugar seguro: Susques o Purmamarca. Elegimos el segundo ya que así empezábamos a retroceder. Estábamos más allá de la Cuesta de Lipán, muy cerca de su punto más alto, del lado de Susques. Hasta allí, en subida  me remolcaron con una eslinga sin ninguna dificultad. Hasta nos animamos a pasar varios camiones

El asunto fue a la bajada, ya que generalmente, Pampa 02, sin servofreno debía “aguantar” con su freno a la TLC motora. Los discos y campana no tardaron en ponerse morados…

Íbamos a tardar una eternidad en bajar si seguíamos así, entre la baja velocidad y la espera para enfriar los frenos. Pero Denis tuvo idea genial, apoteótica: Y si ponemos a la Pampa 02 delante y que baje por gravedad aguantada por la TLC con freno motor? El “remolque inverso” parecía poco probable porque cualquier repechada iba a necesitar nuevo remolque pero probar no costaba nada.

Y vaya si funcionó: hicimos mas de 40 km, casi toda la Cuesta de Lipan, sin necesidad de remolque y prácticamente llegamos hasta la puerta de la Hostería donde nos alojamos, en el centro de Purmamarca. Ni quieran imaginarse lo que deben haber pensado los camioneros que sobrepasamos en la bajada, que primero habían visto a Goliath tirando a David y luego a la inversa: Pampa 02 es un chichorro comparada con la TLC. Si los camioneros habían tomado una cerveza, seguro que ahora se asustaron y no beben nunca más.

Nos alojamos en una bonita hostería mientras a mi me caía la ficha y estaba a las puteadas. Si bien de nuevo la suerte había hecho fallar a Pampa 02 en zona segura, estar a 1800 km de casa con una rotura de este tipo es complejo: no es viable llevarla con una grúa por el costo, buscar como llevarla con un mosquito lleva su tiempo y un montón de molestias, ni hablar de intentar reparar por aquí. Me preguntaba porque no me dedico a coleccionar estampillas en lugar de ir a escalar montañas con la chata. Llego a casa y la vendo, se me cruzó por la cabeza…

Eso fue durante la cena, que pese a estar exquisita (comimos bifes de llama, una delicatesen), estar regada con buen vino y con todos mis compañeros tratando de levantarme el ánimo, no disfruté mucho. Diego se ofreció llevarme a remolque hasta casa, lo que me pareció una locura…

A la mañana ya mi ánimo había cambiado, como era de esperar. El generoso ofrecimiento de Diego del remolque imposible no sólo ya lo veía con buenos ojos sino que pasaba a ser un desafío más de la travesía. Ya estaba pensando en como la arreglaría y donde iría a probarla después. Soy incurable…

Igual no todo estaba resuelto. Necesitábamos, para empezar, por lo menos una cuarta de remolque como la gente y luego, mucha suerte para que en ninguno de los infinitos controles camineros y peajes no nos molesten.

En Purmamarca no solo no conseguimos una cuarta: ni siquiera logramos conseguir un mísero pedazo de caño para fabricar algo, así que tuvimos que salir a la RN09 eslingados.

Por suerte en la primer gomería que paramos a preguntar había una cuarta casera colgada de una pared y con esfuerzo conseguimos que el reticente gomero nos la venda por trabajosos 300$.

Ahora si, nos largamos a bebernos los kilómetros y a cruzar los dedos en cada control caminero. Denis iba adelante oteando el horizonte y por radio nos venía previniendo de los problemas y pensando en la estrategia de cómo pasar inadvertido.

Como se imaginarán la tensión nerviosa de ir remolcado es terrible pero nos turnábamos con Matías para “manejar” un poco cada uno  y estar bien atento a las frenadas y los sobrepasos.

La cuestión que dejamos Jujuy, atravesamos Salta y entramos a Santiago del Estero sin contratiempos, excepto que al no tener el motor en marcha la batería se empezó a morir y en alguna estación de servicio, le tuvimos que hacer alguna transfusión para poder tener las luces de posición encendidas y operar la radio. El ritmo era muy bueno: entre 80 y 90 km/h y lo mejor de todo que Pampa 02 ni movía la aguja del combustible!!!

Por la noche decidimos no andar y paramos a cenar ya  dormir en ….

A la mañana del sábado amaneció nublado y empezó a llover por tramos. Denis se hizo cargo de remolcarnos y el ritmo aumentó un poco, sin problemas. Sin darnos cuenta apenas pasado el mediodía estábamos en Sunchales, donde la señora de Denis nos agasajó con un impensado y excelente almuerzo.

La idea era seguir remolcado hasta Rosario y ahí pedir la grúa del seguro, pero llegamos tan bien allí que nos jugamos a meternos dentro de la zona de traslado gratuito. Como en el peaje de Au Rosario-Bs As no nos dijeron nada seguimos así hasta Zárate, donde terminaron los geniales servicios de remolque de Diego, a quien no tengo como agradecerle la infinita mano que me dio.

No solo invirtió su tiempo comiéndose un lento regreso sino que corrió los riesgos propios de una remolcada como ésta; lo mismo para Denis.

Enseguida vino la grúa del seguro y a medianoche estábamos en casa, casi un día antes de lo previsto, de regreso de otra sensacional aventura por el NOA.

Que pasó con mi chata: no fue la junta de tapa de cilindros sino que se fisuró la tapa de cilindros, posiblemente algún mal congénito que apareció en las severas condiciones a la que fue sometida. Ya está reparada, lista para encarar de nuevo cualquier desafío como éste.