El frío y los compromisos varios de todos y cada uno de los expedicionarios del Samborombón nos demoraron casi un mes para retornar a la las andadas, tal vez distendidos un poco de haber logrado el primer hito de llegar a los puentes de la Autovía 2, completando el primer tercio del objetivo, que incluyo todo el Alto Río Samborombón y parte del Curso Medio.
Teníamos por delante ahora el resto del Curso Medio, entre la Autovía 2 y la Ruta Provincial 20, del cual una parte ya conocíamos, a tal punto que fue donde germinó la idea de esta loca aventura pseudoacuática.
El sábado 28 a las 10 de la mañana nos citamos en la estación de servicio del ACA que está al sur del peaje en el paraje que toma el nombre del río y como es habitual todos los convocados en condiciones de venir estuvieron allí puntualmente: siete ciclistas para el tramo siete.
Esta vez, además de la habitual plantilla compuesta por Elsa, Matías, Fabio, Enrique y Pampa se sumaron Javier y Raúl, quienes pese a leer los relatos previos igual quisieron sumarse. Ausentes con aviso mi hijo Pablito (en vísperas de viajar a Bariloche de fin de curso) y Ana (que aprovechó la excusa de una cena cuando escuchó algo acerca de unos posibles vadeos)
La idea original era ir hasta el Puente de la L a lo largo del río (18 km, la mayor distancia verdaderamente offroad cubierta hasta el momento ) y volver por caminos rurales al punto de partida (23 km). En total, nada despreciables 41 km de pedaleo.
De las dos márgenes posibles, la norte tenía más riesgo ya que incluía cuatro vadeos de afluentes de cierta importancia y no tenía salidas intermedias, pero justamente se hacía más atractiva por eso y porque evitaba desandar tramo alguno, lo que si ocurría por el sur. Obviamente nos jugamos por la margen norte, como correspondía.
Con el intenso frío matinal, nos encolumnamos por la mano hacia Mar de Plata hasta bajar por el ancho cantero central de la Autovía entre los dos puentes, pasamos debajo del puente viejo que corresponde a la mano que va hacia Buenos Aires y comenzamos a circular por nuestro querido río entre su costa y los alambrados, que en este tramo mayoritariamente demarcan lo que sería el camino de sirga. En realidad, como la ribera tiene bastante barranca, supongo que los alambrados son para evitar que los animales se metan en el agua y luego no puedan subir; no creo que alguien haya pensado en el sirgado de este río, pero parece...
El invierno hace su trabajo y los pastizales están muy aplacados permitiendo un cómodo andar; solamente en algún caso debimos pasarnos del lado de adentro de los campos debido a que no había espacio para andar entre el alambrado y el agua. El día, despejado y soleado, estaba espectacular y pronto debimos ir quitándonos los abrigos.
Nos llamó poderosamente la atención la cantidad de botellas de plástico diseminadas por las riberas en esta zona de difícil acceso, que seguro vienen flotando, posiblemente provenientes de la zona de Brandsen, una verdadera afrenta a la naturaleza.
Después de una extensa explanada un poco blanda para pedalear, tuvimos enfrente el primero de los vadeos, el arroyo Invernada, el cual si bien tenía agua y barro, pudimos sortear sin bajarnos de las bicicletas directamente en su desembocadura.
Luego, tuvimos la primera de cuatro pinchaduras durante el pedaleo entre los pastizales mientras empezaban a aparecer en escala real algunas de las islas que habíamos visto en el Earth Google.
El siguiente vadeo, el del arroyo San Luis, no tenía mucha agua pero si bastante barro, así que nos obligó a meternos un poco tierra adentro para remontarlo y cruzarlo un poco más en seco.
Se venía ahora el vadeo que lucía más complicado en el GE, el de arroyo Sin Nombre, el cual efectivamente tenía un poco más de caudal que los otros pero lo sorteamos igual que el anterior sin grandes dificultades.
Ya casi estábamos enfrente del camino por donde debíamos regresar a pocos kilómetros del puente metálico de la L, casi darnos cuenta. Paramos a descansar debajo de una añosa arboleda, justo enfrente de una nueva y coqueta construcción muy cercana al río en la costa de enfrente.
Faltaban pocos kilómetros para dejar el río y volver y todo venía muy fácil hasta ahora. Empezó a circular la idea de seguir un poco más allá del Puente de la L…
Dejamos atrás la larga arboleda costera y el último vadeo apareció: el arroyo de la L, el cual estaba prácticamente seco. Allí pinchó una cubierta Raúl, la segunda del día.
Finalmente como ninguno de los vadeos nos complicó y como el avance fue bastante cómodo, entonces el Puente de la L fue alcanzado sin dificultad en menos tiempo de lo previsto. Esto hizo que la idea de seguir se consolidara, aunque al no haber cargado los tracks en mi limitado Garmin 12, no estábamos seguros de la distancia al próximo puente, los Caños de Vergara.
Yo me acordaba algo así como 8 km, pero sin seguridad. Tanto fue el entusiasmo que nos los creímos y sacamos la cuenta que yendo y viniendo por el río, si el terreno seguía como hasta ahora, en dos horas estábamos de regreso…
Elsa y Raúl venían heridos por haberse acostado tarde así que decidieron no sumarse y seguir el recorrido previsto. Los demás, presos de un injustificado optimismo, seguimos…
Resumiendo, el terreno nos dejo avanzar fácilmente casi los 8 km imaginados; el río comenzó a ensancharse y enlagunarse como anunciando la presencia del pseudo dique de los Caños de Vergara pero así todo no aparecía en el horizonte. Tal vez los 8 km eran en línea recta y el río en este tramo está lleno de meandros. Seguramente hicimos algún km de más al no darnos cuenta de alguna curva a 180° del río.
En este trayecto, Enrique también pinchó una cubierta y nos llamó la atención un inesperado atracadero de lanchas con un muelle dentro de una estancia.
La cuestión que a partir de aquí, el terreno se complicó y volvieron los siempre temidos altos pastizales que redujeron brutalmente nuestro ritmo y aumentaron en la misma medida nuestro cansancio. Los últimos 4 km tardamos casi lo mismo que para los primeros 8 km. En esas condiciones llegamos a las Caños de Vergara, consumiendo el tiempo calculado originalmente para ir y volver. Llevábamos 6 horas sobres las bicis.
Mientras nos sacamos las fotos y nos tomamos y comimos todo lo que nos quedaba, evaluamos que hacer. Volver por el río era imposible por el cansancio y la hora. Volver por los caminos llevaba el total del recorrido a poco más 80 km totales: tampoco era muy fácil. Igual se nos ocurrió el plan C, ya que felizmente había señal de celular: llamamos a Elsa, diciéndole que volveríamos por los caminos rurales y pidiéndole que venga a nuestro encuentro con la camioneta vacía para levantarnos a todos.
Así, nos encaminamos a Vergara, donde en el viejo almacén de 1916 reaprovisionamos líquidos y de pasado nos mandamos una linda picada de queso, salame, mortadela y queso de chancho. Ya estábamos como para hacer el recorrido completo!
De paso, recordamos que en realidad, allí empezó toda esta movida en bici, allá por Febrero 2012.
Lentamente, sabiendo que en algún momento aparecía Elsa al rescate, tomamos el camino a Ferrari, mientras éramos testigos de un atardecer espectacular y mientras yo me cargaba la cuarta pinchadura del día.
Cuando rozábamos los 50 km totales apareció la Toyota salvadora, cargamos las cinco bicis en la caja y así, con un poco de ayuda, completamos el circuito extendido del tramo 07, incluyendo lo que iba a ser el tramo 08.
Esta vez no hubo tiempo ni ánimo para el clásico disco de arado y los churrasquitos ya qu era muy tarde y estábamos muy cansados; cargamos las bicicletas en los vehículos de cada uno y nos fuimos derechito a casa, con la satisfacción de haber llegado casi a la mitad de nuestra gran travesía por el río, considerando que el tramo 08 entre los Caños de Vergara y la RP 20 será opcional, puesto que en realidad ya lo transitamos en Febrero pasado en nuestra primera incursión al Samborombón. Tal vez termine siendo una especie de merecido "wild card" del proyecto.
Nos vemos entonces en el replay del tramo 08 o en el desconocido tramo 09, aún por definir.
Pampa
Agosto 2012