Recorrido del décimo tramo, uno de los más duros hasta ahoraYa estamos tomando ritmo nuevamente !!!
Sin mirar si el pronóstico meteorológico era favorable o no, programamos para el sábado 23 un ambicioso recorrido de 35 km de río desconocido y 25 km de enlaces por huellas rurales; la convocatoria tuvo resultado masivo ya que finalmente fuimos ocho participantes, con la novedad del ingreso al selecto grupo de locos samborombonescos de Federico Fernández, que sin conocernos se animó a participar.
El equipo para este tramo se compuso de Matías, Enrique, Elsa, Raúl, Fabio, Pablito, Federico y yo. Ocho en total.
Nos autoconvocamos a las 9:30 en los pilares de la ochava de la estancia El Campero en el acceso a Escribano para luego entrar en conjunto a la estancia La Cinchada, con quienes habíamos contactado y nos facilitaron el ingreso para dejar los vehículos y para circular por su interior.
Más o menos nos encontramos a esa hora, quedando en claro que íbamos a tener que luchar contra el viento que lucía bastante fuerte aunque probablemente nos perdonara un poco el calor.
Con los cuatro vehículos ingresamos en La Cinchada, siendo recibidos muy amablemente por su encargado, Ezequiel, quien nos dio algunos detalles de lo que encontraríamos en el recorrido. Estacionamos cerca del casco de la estancia, a unos tres kilómetros del río, armamos las bicicletas y salimos a bebernos (mejor dicho a atragantarnos con el viento)
Llegar al río no fue sencillo, ya que de movida nomás tuvimos que emparchar cuatro cubiertas, lo cual era un mal presagio, atentos a que prácticamente hasta ahora creo que en total en los nueve tramos anteriores nunca tuvimos tantas averías acumuladas. Además no había huellas de vehículos y el pasto alto y los alambrados nos dieron bastante trabajo; no obstante alcanzamos el final del tramo nueve coincidente con el inicio del tramo diez.
La alternativa de máxima era llegar frente a la estancia Pancho Díaz (Las Pipinas) recorriendo unos 33 km de río para luego volver por 22 km huellas a través de las estancias San Leopoldo y Loma Alta; si se nos pusiese complicado, habíamos previsto una alternativa de escape a la altura de Corral del Indio (Verónica) después de 18 km de río y 20 km de enlaces internos pasando sólo por Loma Alta. Sumados a los 3 km ya hechos teníamos 58 y 42 km totales a recorrer en ambas variantes.
Nos teníamos fe para la vuelta larga…
Empezamos bastante bien porque se continuó repitiendo el terreno del tramo anterior, es decir el río con un cauce pequeño, lleno de meandros y bien marcado sobre una extensa planicie con vegetación muy escasa. En los primeros 10 km sólo tuvimos que atravesar algunos manchones de duraznillo y saltar unos cuantos alambrados, que a la postre no tenían relevancia frente al fuerte viento en contra. Pese a todo podíamos avanzar firmemente en el orden 8 a 10 km/hora, lo que no estaba nada mal para el esfuerzo que demandaba.
Como nos tiene acostumbrado, el río se presenta cada vez más lindo, más agreste, debido a que transitamos por áreas generalmente vedadas al público. Nos llama la atención la cantidad de peces que parecen no ser molestados por nuestra presencia porque por cientos de metros, carpas y lisas nos acompañaban mostrando sus lomos y sus acrobacias en la poca agua que tiene el río. Las riberas están repletas de cuevas de coipos de los cuales sólo pudimos ver uno solo. Nos cansamos de ver pájaros, víboras, sapitos, etc. en un ambiente de extrema tranquilidad.
Ojalá siempre se mantenga así.
Después del descanso en el Paso Las Varillas (o al menos en el punto que así se llamaba en el mapa del IGM), circulamos un buen trecho por una zona de características similares: el río poco profundo pero encajonado, describiendo grandes curvas y con poca vegetación. Sólo molestaba el viento para pedalear. Al acercarnos al Corral del Indio, justo antes de ingresar a la "península" donde está el viejo puente dique de hormigón semidestruido, el cauce se volvió casi plano y no hubiera costado nada vadearlo.
Lamentablemente a medida que llegábamos a Corral del Indio el panorama agreste cambió. La facilidad de acceso desde Verónica hace que se acerque mucha gente y se sabe lo que ocurre: pescadores desaprensivos y basura no son una buena combinación. Encontramos tramallos cruzando el río de costa a costa que seguro se llevan todo lo que encuentran. La costa más afectada es la norte, por donde se puede acceder con vehículos, pero también hay basura sobre la costa sur. No se nota tanto debido a la muy alta vegetación que llega hasta el borde la barranca, que en esta zona es bastante más marcada.
Acá se complicó mucho nuestro avance con las bicicletas ya que no había alternativa: las pequeñas playitas tenían mucho barro así que había que andar por arriba. Fueron varios kilómetros donde a veces ni siquiera veíamos el manubrio dela bicicletas, inmersas en la vegetación: imaginen lo que es pedalear por allí, muy duro y muy lento, raspándonos permanentemente las piernas con una especie de abrojos escondidos tras las hojas con constantes detenciones para descanso e hidratación. La calificación de este sector fue “impiadoso y despiadado" para con los ciclistas.
Justamente en Corral del Indio, el río hace un gran meandro de 1,5 km de longitud y vuelve paralelo separado por no más de 400 metros. Recorrer la periferia de esa lengua de tierra fue terrible hasta que finalmente alcanzamos los restos del viejo dique-puente de hormigón parcialmente destruido por alguna creciente del río.
Dado lo avanzado de la hora (habíamos tardado más de cuatro horas para hacer los primeros 20 km) y por la pinta de cómo venía lo que seguía, decidimos abortar aquí el tramo 10 ya que se nos iba a hacer de noche en el supuesto que soportáramos el cansancio. Además nadie quería postergar el varias veces postergado disco del “tercer tiempo”
Llevamos una bici simbólicamente sobre el puente y nos sacamos la foto grupal para el recuerdo.
Salir de allí hasta la estancia Loma Alta no fue muy sencillo ya que la alta vegetación continuaba y no había senderos. Después de un par de kilómetros de luchas contra el pastizal, encontramos primero una huella de herradura que nos permitió avanzar mejor y luego apareció una huella vehicular decente. Curiosamente, lo que había dibujado desde el Earth Google era la huella de herradura, increíble la definición…
Por fin entonces pasamos de los tortuosos 6/7 km/h a casi 20 km/h ayudados por el viento que ahora no estaba del todo en contra. Así recorrimos los caminos internos de Loma Alta y La Cinchada para volver adonde habíamos dejados los vehículos.
En La Cinchada, mientras volvimos a guardar las nobles bicis para el regreso, reapareció el inefable disco de arado donde cocinamos hamburguesas, churrasquitos, verduras, huevos y otras yerbas para reponer las energías gastadas en siete horas de duro pedaleo.
Mientras tanto nos visitaron el propietario de La Cinchada y su encargado Ezequiel que, como de costumbre, nos ilustraron con curiosidades e historias de la zona, siempre muy jugosas, como por ejemplo el muelle “en seco” que construyeron para cuando una vez al año el río crece e inunda todo, la salvación para acceder que es nuestro conocido terraplén de Escribano para cuando llueve mucho, el consejo para que la próxima visitemos el casco de la estancia Santa María, los cuidados que debemos tener cuando lleguemos a los cangrejales, etc…
En definitiva, casi oscureciendo nos despedimos y quedamos en volver para realizar el tramo 11, que discurre casi todo dentro de la estancia Loma Alta.
Catorce horas después de partir por la mañana, todos estábamos en casa para recibir nuestro merecido descanso.
Hasta la próxima, en el tramo once !!!
Pampa
Marzo 2013