HUELLEANDO Y RAMALEANDO POR SAN LUIS
RECORRIENDO HUELLAS Y ESTACIONES FERROVIARIAS ABANDONADAS EN LA SIERRA Y EL DESIERTO
5 al 9 de Julio de 2014
SÁBADO 5: ENLACE CON FUTBOL MUNDIALISTA
FLORENCIO VARELA - SALADILLO - JUNÍN - ALBERDI - EL TRAPICHE
Este ha sido un año de pocas salidas para todo el mundo. Uno se asoma a los foros y nada que ver con años anteriores, seguramente por el precio de los combustibles y por las complicadas situaciones laborales. Además, en mi caso, he tenido algunos problemas de salud de los que me estoy recuperando, que me la complicaron todavía un poco más.
Por eso tenía enormes ganas de salir aunque sea pocos días y por suerte lo pudimos concretar en compañía de mi esposa y de mi querido amigo Pablo Anastasio, que nos acompañó con su hijo Matías por una linda recorrida por las sierras de San Luis, en una especie de continuación del HUELLEANDO POR SAN LUIS del año pasado con el agregado de un extenso periplo ferroviario por la traza del FCBAP (Ferrocarril Buenos Aires Al Pacífico).
Nos propusimos algo mixto de cabañas y campamento para sacarle el mayor jugo posible viaje y entonces reservamos dos noches no consecutivas en las exquisitas cabañas Siyabona en El Trapiche que conocimos el año pasado y dejamos la noche del medio para pasarla en algún lugar de las sierras, donde pinte. Lo único que nos quedó en el tintero fue poder ir a conocer y acampar en el cráter de El Morro, al cual no pudimos conseguir permiso para ingresar, pese a la ayuda de Juan Panthro de Villa Mercedes.
Pablo y yo salimos a la par de Bahía Blanca y de Florencio Varela la lluviosa mañana del sábado 5 de Julio con la particularidad que nos detuvimos a ver el partido de Cuartos de Final del Mundial, Argentina – Bélgica, lo cual nosotros lo hicimos en una estación de servicio del poblado de Alberdi, en el límite con Santa Fe. Allí con otros simpatizantes desconocidos, hermanados por la celeste y blanca, festejamos el pase a Semifinales después del tempranero gol del “Pipita” Higuaín.
Esta “demora” (Menos mal que no hubo alargue) hizo que el viaje se hiciera un poco largo y al final terminamos llegando a El Trapiche casi de noche. Pablo y Matías llegaron antes porque no vieron el partido completo y porque desde Bahía son unos kilómetros menos. Cenamos algo liviano en el quincho del complejo y nos propusimos salir temprano el domingo a devorarnos las sierras de San Luis.
DOMINGO 6: POR LAS SIERRAS DE SAN LUIS
EL TRAPICHE - LA FLORIDA - LA PUERTA - ESTANCIA MANANTIAL BLANCO - LA VERTIENTE - SALTO BLANCO - RP38 - PTO PEÑALOZA - LAS CHACRAS - SALTO DEL CHISPEADERO
Nos levantamos temprano y a las 8:00 estábamos desayunando. Había hecho mucho frío por la noche y todavía apenas pasaba de 0°C a esa hora. El pasto estaba todo escarchado pero el día estaba radiante.
Cargamos combustible en El Trapiche y nos largamos hacia el norte, buscando finalmente el Salto del Chispeadero pero a través de ignotas huellas no muy transitadas atravesando propiedades privadas, lo que aquí en San Luis todavía es posible. Cuidemos este tesoro por favor!!!!!
No usamos ni la ruta por Carolina (RP09) ni las variantes por Paso del Rey (RP39) sino que nos alejamos un poco al este de La Florida por el camino a Saladillo y luego, después de vadear el río La Bajada, tomamos hacia el norte parte por una “ruta” hasta La Puerta y luego por huellas intermontanas privadas con destino a Las Vertientes.
Hermosos y solitarios paisajes como sólo San Luis puede proporcionar nos acompañaron por el resto de la mañana hasta llegar al extraño y nuevo pueblo de Las Vertientes, ubicado estratégicamente en un sitio de donde se pueden apreciar las sierras de San Luis y las de Los Comechingones. Casi sin querer pasamos a conocerlo y luego seguimos hacia el norte hasta el vado del río de Las Vertientes, lugar que debe ser muy frecuentado en verano, aunque ahora sólo estábamos nosotros. La huella hasta allí es buena pero se nota que está desmejorada por no ser época turística.
Después de cruzar el río torcimos hacia el oeste para llegar a la RP41. Este tramo fue lo más lindo de la mañana, ya que la huella es precaria y varias partes discurre por el cauce de un arroyo lo que proporcionó un poco de barrito divertido. Podría haber sido excelente si hubiera llovido un poco más pero así y todo nos divertimos y disfrutamos.
Antes de llegar al asfalto un cartel que indicaba “Salto Blanco” nos tentó y nos metimos a investigar. Sonaba a una cascada o algo así, por demás interesante. Primero llegamos a un puesto encajonado en una quebrada pero no encontramos a nadie y mucho menos un salto de agua.
Mirando bien al recular, encontramos una muy tenue huella que subía, apenas dibujada y la seguimos. Trepamos bastante adivinándola entre la vegetación hasta que llegamos a un punto alto donde se cortaba, justo donde había unos tajos en el granito que denotaban una vieja y abandonada explotación de una cantera. El “Salto Blanco” se los debemos aunque disfrutamos de una buena perspectiva de las sierras circundantes.
Siendo pasado el mediodía había que buscar algún lugar piola para almorzar y lo encontramos después de hacer unos kilómetros por el asfalto y tomar la RP38, a la vera un pintoresco arroyo que tuvimos que vadear. Primera picada oficial del viaje, posiblemente a la vera del río Grande (es difícil encontrar datos para identificar los cursos de agua en San Luis).
A partir de allí teníamos que encontrar los tracks imaginados para llegar al Chispeadero sin usar la ruta conocida por Las Chacras. La RP38 de ripio se enrosca entre redondeadas formaciones graníticas rosadas y nos deposita frente a una tranquera que era el inicio del track. Al bajar para abrirla encontramos lo que no queríamos encontrar: un bruto candado, raro para San Luis, pero real.
¿Y ahora? Sin dudar salimos a buscar una alternativa. Unos kilómetros antes habíamos visto una huella que más o menos iba en la misma dirección norte. La encontramos y nos metimos.
Efectivamente iba en la misma dirección y en algunos tramos nos acercamos a 400 metros de la que teníamos estudiada, aunque en el medio había una quebrada dificultosa. Seguimos hacia el norte varios kilómetros donde encontramos un puesto importante pero con la mala suerte que no había nadie: seguro que siendo Domingo se habían rajado al pueblo…
No vimos claramente por donde seguir y menos se nos ocurrió seguir adelante sin hablar previamente con el puestero. Estábamos a solo 7 kilómetros en línea recta de la huella conocida al Chispeadero y a unos 1500 metros de la traza que habíamos dibujado. Desde allí el terreno parecía amigable en lo inmediato pero lo extraño es que no se veía nada que permitiese intuir la huella salvadora.
Nos volvimos mirando atentamente hacia el oeste cualquier posibilidad de entrar al track teórico.
Un cañadón más o menos transitable apareció y me mandé con Pampa 02, sintiendo que bajo el pasto había barrito. Avancé bastante, digamos unos 600 metros hasta que también apareció la quebrada que habíamos visto previamente, que era muy difícil para dos chatas solas en tren de paseo. Marcha atrás me volví hasta que pude girar y entonces abandonamos momentáneamente la idea de entrar al Chispeadero por aquí y nos fuimos “pa Las Chacras”. Tal vez podríamos intentar al revés mañana…
Desandamos la RP38, tomamos el asfalto de la RP41, pasamos por Las Chacras y tomamos el camino normal. Hasta llegar al desvío a la Mesilla del Cura, está bueno pero después se ve que está temporariamente abandonado. Se puede pero no es aconsejable si no es un auto alto, al menos en esta época. Seguro que hacia el verano le pasan la máquina y entonces no hay problema. Pero claro: ¿a quien se le ocurre venir acá en pleno invierno???? Ya saben la respuesta.
La cuestión que entrada la tarde llegamos al estacionamiento del balcón del Chispeadero. Digo el Chispeadero y no el Salto del Chispeadero porque en rigor no es muy fácil llegar a ver el salto en sí.
La quebrada por donde corre el arroyo es muy profunda (unos 100/150 metros) y los saltos están un sector muy escarpado de unos cinco ó seis metros ancho cortados completamente a pique, al noroeste del estacionamiento. No hay senderos ni señalización: hay que buscar el arroyo aguas arriba y luego seguirlo aguas abajo hasta encontrar el salto. El arroyito antes del salto es inofensivo y no deja entrever lo que viene.
Para ver los saltos hay que acostarse boca abajo sobre las piedras y asomarse con mucho cuidado. Sacamos algunas fotos pero la contraluz nos mató y no salieron buenas: parece que hay que venir cerca del medio día para fotos mejores…
Lo que si fue un espectáculo fue el sobrevuelo muy cercano de tres o cuatro cóndores que no tuvieron un muy buen rato extasiados con sus impecables piruetas sobre el profundo cañadón.
Si bien todavía había bastante luz solar, ya se empezaba a notar la baja de la temperatura. Estábamos a 1400 msnm y teníamos la intención de acampar en la zona, así que enseguida nos abocamos a buscar un lugar antes que la noche y el frío nos sorprendan. Reparo y leña eran indispensables.
No muy lejos del Chispeadero encontramos reparo en un cauce seco de un arroyito que nos proporcionaba un lindo piso para las carpas y además había abundante leña seca.
Nos metimos con chatas y todo ahí dentro, armamos las carpas, preparamos un cuidadoso fogón haciendo un pozo rodeado de piedras y fuimos preparando la cena mientras caía la tarde y la temperatura bajaba drásticamente bajo un cielo completamente despejado, sin nada de viento.
Pablo nos sorprendió con un guiso de lentejas casero congelado, el cual devoramos mientras nos calentábamos alrededor del fogón, mientras compartíamos las vivencias del día.
Apenas cayó el sol ya teníamos apenas 1°C, así que apagamos esmeradamente el fuego y a las 20:15 ya estábamos metidos en las carpas, dispuestos a pasar una larga noche invernal ensobrados en las bolsas de dormir. Sólo se escuchaba el silencio…
Buenas noches, hasta mañana
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