UNA VIEJA ASPIRACIÓN CUMPLIDA
19 al 28 de Febrero de 2016
SÁBADO 20 DE FEBRERO DE 2016: ENCUENTRO EN TRELEW
BAHÍA BLANCA - RÍO COLORADO - GENERAL CONESA - SAN ANTONIO OESTE - SIERRA GRANDE - PUERTO MADRYN - TRELEW
Temprano por la mañana pasé a buscar a mi copiloto por la casa y salimos tranquilos rumbo a Trelew que era el lugar de encuentro del heterogéneo grupo. Pese a que no le pusimos mucho ritmo, nos fuimos enterando a través de Whatsapp que íbamos delante por lo que al pasar por Puerto Madryn hicimos un desvío para darnos un chapuzón, ya que el día estaba excelente y caluroso.
Increíble la cantidad de gente que había en la playa, a tal punto que la otrora solitaria Playa Paraná estaba atestada (el asfalto ya llega hasta allí). Para poder cambiarnos tranquilos, nos tuvimos que alejar todavía un poco más, pero valió la pena porque el agua estaba sensacional. Además pasé a ver el lote que compré en Estilo Solana aprovechando para salir a la RN3 por la traza del acueducto Trelew-Madryn.
La parada fue suficiente para que los demás nos alcancen y es así como a eso de las 20:00 las seis chatas que debían estar en Trelew, estaban allí, sin inconvenientes. Guillermo Loza y el Pitufo por partir del lado de la cordillera irían directamente a La Oriental.
Aproveché para registrar una estación ferroviaria de las que me faltaban, que sin querer se me cruzó por el camino, la hermosa y muy bien conservada estación TRELEW, integrada a una plaza en el medio de la ciudad.
No había sido la idea original alojarnos en Trelew porque habíamos pensado en un asadito en el Dique Florentino Ameghino pero como ya nos pasó otras veces, justo embocamos un día de fiesta popular (Día de la Energía) y no pudimos ni siquiera reservar lugar para camping.
Cenamos en una pizzería y quedamos en salir temprano de modo de comenzar el tiempo de aventuras a la brevedad. No había que dejar que los enlaces nos cansen.
DOMINGO 21 DE FEBRERO DE 2016: EL DESEADO RÍO DESEADO
TRELEW - COMODORO RIVADAVIA - CALETA OLIVIA - FITZ ROY - ANTONIO DE BIEDMA - PASO GREGORES - RIO DESEADO
Salimos temprano desde Trelew por la aburrida RN3 rumbo a la aventura. Todo venía bien excepto unas vibraciones por encima de los 120 km/h producto del Slime que le tuve que poner a las cuatro cubiertas para tapar los infinitos agujeritos conseguidos en la anterior incursión al desierto puntano, hasta que al llegar a Comodoro Rivadavia, un poco antes del Chenque, Pampa 02 se plantó de golpe. De andar perfecto no quiso arrancar más.
Sin desfallecer, seguí el protocolo de revisar si había chispa y si llegaba nafta a los inyectores, comprobando que esto último era el problema. Muy extraño ya que en forma precautoria, había puesto una bomba de nafta nueva antes de salir…
La cuestión que, como tenía una idéntica a bordo (la compré junto con la que iba a cambiar, recuerden este detalle para mas adelante) bajé el tanque de nafta, la reemplacé con la inestimable ayuda de mi copiloto y en una hora estábamos de vuelta en camino. Un amigo del trabajo, Jorge Guilenea, al enterarse de mi problema, se arrimó para ver si necesitábamos ayuda.
Los demás aprovecharon a hacer las compras en Comodoro para el primer campamento, que sería en el mar, si nos alcanzaba el tiempo. Esta detención había comprometido un poco el objetivo.
Seguimos raudamente adelante y en Fitz Roy dejamos la RN03 para tomar en forma fugaz la RN281 que se dirige hacia Puerto Deseado y dejarla en Antonio de Biedma para tomar la RP66 (ex RP1203) rumbo al puente sobre el río Deseado sobre la antigua traza de la RN03, ahora RP47.
Apenas tomamos el ripio, tuve el segundo incidente con Pampa 02: otra vez se detuvo instantáneamente y me entraron todas las dudas ya que ahora parecía haber presión de nafta. La cuestión que no quería arrancar por las buenas y se nos ocurrió remolcarla un poco a ver si así lo hacía. Y arrancó nomás, pero me dejó con una espina clavada enorme respecto a que iba a pasar en el futuro si esto ocurría en algún lugar comprometido. Hay momentos en que hay que jugarse y me jugué, reseteando mis dudas: Dios me iba a ayudar.
Al llegar al puente del Paso Gregores, viendo que el río estaba seco decidimos “acortar” camino yendo directamente por el cauce en lugar de usar las huellas que habíamos estudiado prolijamente en el Earth Google y que trabajosamente Eduardo había volcado en sus mapas. Naturalmente por el río era mucho más corto en distancia y podía ser una buena posibilidad de recuperar las dos horas que le había hecho perder a la caravana. Ilusos...
Bueno, más corto era, pero eso no significó que fuéramos más rápido aunque indudablemente por los paisajes valió la pena. Como en la mayoría de los cauces secos, la tentadora superficie seca y lisa del cauce se transforma en una pegajosa trampa de barro que nos fue atrapando a todos prolijamente, por suerte de a uno.
Como era de esperar los Miradores de Darwin no llegaban nunca porque el avance era muy lento: no solo por las encajadas sino porque empezamos a curiosear en la infinitas cuevas que se sucedían en las paredes basálticas que encierran el cauce.
Se fue acercando el anochecer y nos abocamos a buscar un buen lugar para acampar al reparo del viento, que era bastante molesto e insistente. Teníamos previsto un pollo al disco así que era vital un lugar adecuado para cocinar.
Después de andar bastante, en un brazo secundario del río, al costado de unas imponentes paredes de pórfido donde se agolpaba un poco de espesa vegetación producto de cuando el río trae agua, encontramos el lugar adecuado y armamos el campamento.
Visto de lejos las carpas y las chatas eran minúsculas al lado de los acantilados donde nos asentamos, como si la naturaleza salvaje de la Patagonia nos ignorase. Pensábamos cómo debían sentirse Darwin y Moreno siglo y medio atrás cuando se aventuraron por estos desolados lugares sin más que sus botes o sus caballos.
Mientras algunos se ocuparon de armar las carpas, otros nos ocupamos de la cocina mientras se hizo completamente de noche. El pollo al disco a la cerveza con papas y cebollas se cocinó lentamente mientras le entramos a una buena picada y mientras desfilaban las primeras botellas de vino para festejar el inicio formal de la travesía.
Demás está decir que no sé si por el hambre o por el lugar ó porque realmente estaba bien hecho, todo el mundo se chupó los dedos y si sobró algo fue porque habíamos cocinado como para un batallón.
La noche agradable nos agolpó al lado del fuego, aprovechando el momento para que varios de los integrantes se terminen de conocer y para que los viejos conocidos recordemos viejos tiempos.
No muy tarde nos fuimos a acostar sabiendo que estábamos prácticamente dentro de los Miradores de Darwin.