UNA VIEJA ASPIRACION CUMPLIDA
19 al 28 de Febrero de 2016
JUEVES 25 DE FEBRERO DE 2016: LA SIEMPRE ATRACTIVA RUTA 41
Nadie se levantó temprano. De alguna manera el viaje ya se había terminado...
Después del desayuno vinieron las primeras deserciones: Germán venía con un problema en el caño de escape y quería repararlo así que se iría para el lado de Perito Moreno o Comodoro para intentar repararlo.
Los demás de momento quedamos juntos y acordamos recorrer tranquilos la RP41 y si todo venía bien ir a acampar al norte del lago Buenos Aires, en Ingeniero Palavicini, un destino mil veces postergado.
La “reducida” caravana de siete chatas salió rumbo al norte del Lago Posadas para conocer el istmo o península que lo separa del lago Pueyrredón y ver desde abajo y de día los caracoles por donde bajamos la noche anterior. A la pasada nos desviamos para conocer el Arco de Piedra del lago Posadas, anunciado sin estridencias por un perdido cartel en el camino, pero que vale la pena visitar.
A la salida de esta visita seguimos hasta el istmo que divide al lago Posadas del lago Pueyrredón donde nos alejaríamos con rumbo norte a Paso Roballos
Tenía en mente una huella que en 2006 se me negó por culpa de una tranquera con candado que unía el istmo con la RP41 cerca de Paso Roballos; por supuesto que no podíamos dejar de intentar vencerla, por lo que la buscamos, la encontramos y la seguimos. Sube rápidamente por la costa norte del lago Pueyrredón y proporciona hermosas vistas de la costa de enfrente y de las montañas que rodean el cerro San Lorenzo. Estaba muy poco transitada y suponía que cuando llegásemos a la tranquera fatídica correríamos la misma suerte que años atrás pero esta vez no fue así y salimos a la RP41, donde nos encontramos al rato con el Pitufo, que se había vuelto a Lago Posadas en algún momento porque no encontraba su teléfono.
La RP41 es genial en casi todo su recorrido. Al acercarnos al desvío a Paso Roballos, se puede apreciar el lago Columna y una serie de lagunas muy bonitas enmarcadas por coloridos cerros de formas caprichosas.
Como andábamos ya sin planes estrictos, decidimos visitar Paso Roballos donde tal vez en el puesto de Gendarmería encontraríamos algún reparo para almorzar, ya que había mucho viento.
A la pasada vimos un hito fronterizo sobre un pequeño cerro y por supuesto no tardamos en poner las chatas alrededor de él como es habitual cuando podemos acercarnos.
Desde allí nos llegamos al puesto fronterizo y mientras nos acercábamos nos cruzamos con un solitario motoquero en una poderosa moto BMW, que más adelante sería parte de nuestra historia.
Al llegar al puesto, los gendarmes nos atendieron maravillosamente como siempre y nos ofrecieron enseguida su salón de usos múltiples para que almorcemos. Era un buen momento para sacar el disco y hacer de una buena vez los típicos huevos con panceta que ya tenían unos cuantos kilómetros de zarandeo, ya que había un hogar preparado para usar como fogón-cocina.
Un punto saliente para la suspensión de la Pampa 02, ya que al revisar las dos docenas de huevos, no había ni uno solo roto !!
Mientras me encargaba de bajar los utensilios y los ingredientes, los gendarmes nos prendieron el fuego y además se armó una descomunal picada, total ya no había que reservar nada para lo que quedaba de viaje.
Afuera el día estaba espléndido pero había un viento infernal, por lo que ahí adentro era el lugar ideal. Distendidos de las “obligaciones” de la travesía, compartimos un rato muy agradable entre amigos y con los gendarmes que nos contaban anécdotas del lugar y sus visitantes. Valió la pena asomarnos a este remoto paso fronterizo.
Dejamos Paso Roballos y continuamos con nuestro plan por la fantástica RP41. No hay mucho para contar más que es un placer manejar tranquilo por ella disfrutando de su entorno.
A poco de andar nos encontramos al motoquero de la BMW, que se había caído al derrapar en el ripio y por suerte con su experiencia había zafado de lastimarse; con un enorme esfuerzo había logrado levantar su pesada moto para lo cual había descargado todo lo que llevaba encima. Resultó ser un simpático italiano al cual por supuesto ayudamos y para que no se le complicase el manejo el manejo en el ripio le ofrecimos llevarle la carga en alguna de las chatas, al menos hasta Los Antiguos donde volvía el asfalto, lo que aceptó de buen grado.
Continuamos nuestro derrotero y cuando entramos a la parte boscosa del camino, un poco antes de la estancia La Frontera, Pampa 02 volvió a detenerse en seco como días atrás. Una rápida revisión me hizo concluir que otra vez no había presión de nafta, es decir que había vuelto a fallar la bomba…
De nuevo el operativo cambio de bomba ya que por suerte mi corazonada en Gregores (medio en serio, medio en broma) me había proporcionado el repuesto salvador. Me remolcaron hasta un sitio cómodo y en menos de una hora volvimos a ponerla en condiciones. El tanque de Pampa 02 baja y sube solo.
La bomba esta vez parecía haberse trabado ya que al medirla tenía continuidad pero no se movía. Esto confirmaba que en esta travesía la pasamos bomba!!!
La demora hizo que Hugo Perret, que venía manejando solo, decidiera seguir sin nosotros para emprender el regreso tranquilo ya que su plan no era venir con nosotros a Ingeniero Pallavicini.
Sin más contratiempos, seguimos camino y en Los Antiguos nos encontramos con el italiano que nos estaba esperando. La demora por mi inconveniente nos quitó la posibilidad de llegar de día a Ingeniero Pallavicini por lo que reprogramamos y decidimos ir a dormir a Perito Moreno y continuar mañana. Invitamos al tano a que se sume a nuestro grupo así cenábamos juntos, sobre todo si conseguíamos sitio en las cabañas a la vera del río Fénix, que sabíamos tenían un SUM donde cocinar y cenar cómodos. El otro Hugo tenía unas salsas caseras precocidas envasadas al vacío que no podían volverse a origen…
Esta vez, como llegamos de día, por fin me fui a asomar al histórico río Fénix, aquél que alguna vez el Perito Moreno intentó desviar su curso en forma manual para demostrar la poca consistencia y la labilidad del criterio de divisoria de aguas para delimitar la frontera con Chile en esa zona, que de haber prosperado, la zona del lago Buenos Aires, incluyendo Los Antiguos no sería argentina. Recomiendo la lectura de "El límite de las mentiras" de Gerardo Bartolomé, donde en uno de sus capítulos narra la pícara apuesta del Perito Moreno para desviarlo cuando lo pescaron con las manos en la masa...
Durante la cena, el tano “Pino” nos contó su vida arriba de las motos y de su viaje en solitario recorriendo Chile y Argentina, con la idea de llegar al Fin del Mundo, Ushuaia. Un verdadero personaje muy simpático, cuyo sitio de Facebook es Giuseppe Pino Parodi, donde se puede ver su espectacular viaje por Sudamérica.