CON LA EXCUSA DE UN ECLIPSE SOLAR
HUELLAS ABANDONADAS EN LA SIERRA DE GUAYAGUÁS Y UN ECLIPSE SOLAR EN EL SALAR DE MASACASÍN
29 de Junio al 03 de Julio de 2019
Hace meses, una charla con Pablito Cirielli, el hijo de un viejo amigo que participa del equipo del programa FENÓMENOS, me puso en conocimiento de la existencia de un eclipse solar en 2 de Julio de 2019, el cual se vería con claridad en la zona del desierto puntano-riojano-sanjuanino.
Siempre tengo disposición a expediciones a cualquier desierto y pese a haber ido a esa zona en particular varias veces, aún permanecen muchos lugares con secretos por descubrir así que se me instaló en algún lugar de mi cabeza la intención de armar un viaje para esa fecha que aunase la contemplación del eclipse y un recorrido por el desierto que enmarca a las Sierra de Guayaguas, Pampa de las Salinas y el Salar de Mascasín.
En particular este desierto guarda especiales recuerdos para mí, puesto que la primera travesía dura por terrenos difíciles fue allí, cuando allá por el 2004 con Pampa 01 recién estrenada participé de la legendaria Bandidos Rurales, donde conocí a varios de mis actuales entrañables amigos como Eduardo Cinícola y Nestor Queralt.
Cuando el tema del eclipse solar empezó a tomar estado de actualidad, no dudé un instante en tirar la idea de hacer el viaje y ahí nomás varios secuaces se sumaron casi en forma instantánea, especialmente Nestor Queralt, que enseguida aportó tracks relevados con las motos de dudosa reproducción con las chatas y de segura capacidad de rayarlas de manera irracional.
No obstante esto último se armó un grupo que al principio era de cinco chatas y finalmente quedó conformado por tres:
Elsa Ons junto con Nestor Queralt (Toyota Hilux)
Johann Arndt (Espantomóvil Toyota SW4)
El que escribe con Eduardo Cinícola (Pampa 02)
La idea fue encontrarnos en algún punto cercano a la RN20 en San Luis el sábado a la noche y después vagabundear domingo, lunes y martes por esos pinchudos y angostos tracks para posicionarnos en algún lugar privilegiado e inaccesible sobre la línea de máxima oscuridad del eclipse en las cercanías de Mascasín para ser testigos de este infrecuente fenómeno natural.
El link a continuación contiene información acerca del eclipse:
SÁBADO 29 de JUNIO: ENLACE FCIO VARELA - PUESTO BALZORA
FLORENCIO VARELA – CONGRESO – CHACABUCO – JUNIN – REALICÓ –NUEVA GALIA – VILLA MERCEDES – SAN LUIS – PUESTO BALZORA
Salí algo después de las cinco de la mañana de mi casa y a las seis ya lo tenía a bordo a Eduardo en Congreso. Un trámite la RN7 modo autopista hasta San Andrés de Giles y luego un tranquilo viaje por la misma ruta hasta Junín, no muy afectada por los trabajos de construcción de los nuevos carriles por ser sábado temprano.
El tramo que la RN7 atraviesa La Picaza continúa aún cortado lo que obliga a desviarse y entonces optamos por la RN188 pasando por Lincoln, Realicó y Nueva Galia; tal vez sea el desvío más largo pero indudablemente es el más tranquilo y finalmente, el más rápido.
En Realicó para paramos a repostar combustible con la grata sorpresa que la nafta súper tenía precio patagónico: milagros de la política, para la ley, La Pampa en toda su extensión es una provincia patagónica y por lo tanto disfruta del precio subsidiado, así que de paso aprovechamos a cargar los bidones suplementarios que el recorrido por el desierto nos demandaría. Allí nos alcanzaron Elsa y Néstor, almorzamos frugalmente con ellos y continuamos viaje.
De Nueva Galia hasta San Luis el viaje es muy tranquilo porque se disfruta de la solitaria autopista puntana AU55 hasta Villa Mercedes y luego por la RN7 también convertida en autopista hace mucho tiempo.
En San Luis volvemos a llenar los tanques ya que luego hasta atravesar el desierto y llegar a Chepes no tendríamos posibilidad de reponer combustible salvo en algún poblado donde alguien venda combustible suelto en forma precaria, pero eso lo dejaríamos para alguna emergencia.
Allí se nos unió Johann para completar la caravana. Omití comentar que por culpa del eclipse, conseguir alojamiento en la zona en estos días fue una misión imposible y es así como Néstor, haciendo gala de su profundo conocimiento de la zona, consigue que en el Puesto Balzora, el agente policial allí destacado nos ofrezca las cómodas instalaciones de la comisaría del lugar, calabozo incluido, con el fin de evitar el armado de carpas. Además también ofrece recibir a los “huéspedes” con un chivo de bienvenida, situación que no podíamos desperdiciar en modo alguno.
Puesto Balzora es un pequeño caserío perdido en el monte puntano unos 60 km al norte de la RN20 que aloja un puñado de familias dedicadas a actividades ganaderas en pequeña escala y que soportan estoicamente el clima siempre hostil de la zona: calores infernales en verano y fríos glaciales en invierno. Una escuela y un destacamento policial completan el cuadro.
Respecto a la vez que pasé por allí en 2004, ahora al menos tienen energía eléctrica, agua corriente y sorprendentemente también señal de internet. Por suerte se acordaron de esos sufridos pobladores.
Llegamos a Balzora de noche y allí nuestro nuevo amigo, el agente policial Mimas Medina nos estaba esperando con el chivo marchando a la parrilla y además de facilitarnos las instalaciones del destacamento nos recibió en su casa con la mesa servida, calefaccionada con un brasero que nos reconfortó del frío reinante, que ya rondaba los O°C.
Mientras se terminaba de asar el chivo, estuvimos conversando animadamente con él y su familia sobre sus experiencias de vivir allí y nosotros les comentamos nuestros planes para los días venideros. Fue un placer escuchar a su abuela Leonarda de 94 años, contarnos de primera mano que escucho hablar de la legendaria Martina Chapanay así como a curiosos personajes como el novio de la burra del pueblo…
En las fotos van a apreciar sin que haga falta que describa nada más, la exquisitez del chivo que degustamos, acompañado de chanfaina elaborada con los menudos del propio chivo http://www.folkloredelnorte.com.ar/costumbres/chanfaina.htm y por supuesto todo regado con los buenos vinos que Elsa y Johann aportaron como es su costumbre.
En la sobremesa, los sorprendí con una especie de torta de cumpleaños armada con muffins con velitas y todo que mi esposa preparó para festejar mi cumpleaños #59, esta vez en un remoto lugar acompañado de mis excelentes amigos.
Sólo quedó movernos hasta el destacamento para tirar las bolsas de dormir en el suelo, cerrar las puertas y echarse a los brazos de Morfeo para dormir “cómodamente” para estar bien descansados para los días venideros. Nadie se animó a dormir en el calabozo…
Población Puesto Balzora, de noche y de día - FOTOS: Sergio ZEREGA
Esperando al chivo en la acogedora casa de don Dimas Medina - FOTOS: Johan ARNDT
El protagonista del día: ¡Qué rico chivo! - FOTOS: Johan ARNDT y Sergio ZEREGA
No me van a negar que soy original para festejar mi cumpleaños. Y con torta y todo! - FOTOS: Johan ARNDT
Nuestro alojamiento cinco estrellas: la comisaría en desuso - FOTO: Sergio ZEREGA
De afuera parecía impecable... - FOTOS: Sergio ZEREGA
Adentro, algún mobiliario había: dos camitas, el cómodo calabozo y una silla.
Igualmente mucho mejor que armar la carpa con 0°C - FOTOS: Sergio ZEREGA
Downtown de Puesto Balzora - FOTO: Sergio ZEREGA
DOMINGO 30 de JUNIO: EL DIA DE LA HUELLA RÚSTICA A GUAYAGUÁS
PUESTO BALZORA – PUNTA DEL MÉDANO - BARREAL COLORADO - ABRA DE LOS COLORADOS - ESTANCIA GUAYAGUÁS
Amaneció medio tarde con signos de mucho frío durante la noche. Sacar agua de la canilla del agua corriente fue imposible y calentar el desayuno con las garrafitas de butano se volvió medio difícil. El registro del termómetro marcó 5°C bajo cero de mínima nocturna y todavía, a las nueve de la mañana, no había llegado a sobrepasar el 0°C. No obstante se vislumbraba un día despejado tal como el pronóstico nos había indicado para estas jornadas; apenas el sol levanta, el frío cesa inmediatamente dando paso al calor, pese a estar en pleno invierno.
Nos despedimos de Dimas y salimos hacia el oeste rumbo a Punta del Médano por una polvorienta huella transitable que finalizaba donde mora el último poblador antes del espinoso desierto que pretendíamos atravesar por una vieja y abandonada picada sísmica de YPF que se utilizó hace decenas de años para llegar en forma directa a la otrora importante estancia Guayaguás, hoy también tan abandonada como esta huella. Vaya a saber por qué está indicada en Viajeros4x4 como “Muy rústica”…
Al consultar al poblador sobre el estado de la huella nos dijo que no podríamos avanzar mucho más que un par de kilómetros ya que de allí en adelante no se puede pasar ni a caballo. Se imaginarán que decirnos eso y mojarnos la oreja fue un solo acto así que le agradecimos la información y nos largamos convencidos del éxito, sabiendo que si no lo lográbamos el buen hombre se iba a deleitar con nuestro regreso sin gloria. De todos modos pocas veces les damos el gusto a los agoreros...
Efectivamente los primeros kilómetros veníamos a buen ritmo sin inconvenientes pero al cabo de los mismos, entramos en una picada claramente visible pero invadida por la vegetación lateral hasta tocarse ambos lados en muchos lugares. Por supuesto no era vegetación muy amistosa sino que eran una sucesión de arbustos espinosos y pinchudos dispuestos a acabar con la pintura de nuestros vehículos.
Sin embargo todos los integrantes de esta expedición experimentamos el extraño placer masoquista de escuchar el constante chirrido del ramaje contra la chapa de las chatas, así que el avance en esas condiciones no nos amilanó y acabó siendo un sonido familiar, casi una melodía salida de Spotify.
Por supuesto el avance se hizo más y más lento a medida que penetrábamos en el monte dado que el ramaje se iba haciendo cada vez más grueso, a tal punto que debimos echar mano de las motosierras para abrir aquellos sectores donde además de la pintura, se podía comprometer la integridad de chapa misma. Algún límite tenemos. Así seguimos avanzando hasta que en un claro del monte, la vegetación nos dio un respiro y nos detuvimos a picar algo.
Más adelante además del grosor de las ramas laterales, algunos atrevidos arbustos osaron crecer sobre la picada y entonces además de rayar las chatas debimos comenzar a pecharlos de frente. La chata de Elsa fue la que más sufrió las consecuencias ya que los plásticos frontales cedieron ante la resistencia de los resistentes arbolitos. Johann y yo no sufrimos mayores daños, ponele…
Desde que habíamos partido de Puesto Balzora, habíamos recorrido 34 kilómetros en algo más de ocho horas, a la fantástica velocidad media de 4 km/h, así que imaginen lo fragoroso del avance. En algún momento dejamos San Luis y nos adentramos en San Juan, zigzagueando en el monte.
Aproximadamente a cinco kilómetros de la estancia, aparecieron unas serranías que además de los arbustos, agregaron la necesidad de sortear algunos desvíos por los faldeos a campo traviesa interesantes e inéditos, ya que la picada sísmica, como es normal, sigue derecho sin importar las pendientes que debe superar puesto que son abiertas por bulldozers con orugas que no le hacen asco a nada. Superamos la dificultad y seguimos acercándonos al objetivo del día otra vez metidos entre los matorrales espinosos y ahora cruzando cauces secos que denotaban la cercanía de un río colector que debería depositar en la estancia.
Cuando hablo de picada visible y transitable después del último puesto, era esto - FOTOS: Sergio ZEREGA
Como pueden apreciar, la picada era una autopista... - FOTOS: Sergio ZEREGA
Elsa avanzando por la picada visible, cuando todavía no teníamos contactos muy cercanos con la vegetación - FOTOS: Néstor QUERALT
"¿Adónde carajo nos querés llevar, Queralt?" inquirimos - FOTO: Sergio ZEREGA
"Sigamos que está despejado" nos mintió arteramente y concientemente nos dejamos engañar - FOTOS: Néstor QUERALT
Las chatas antes de entrar al tratamiento "ready to paint" - FOTOS: Néstor QUERALT y Sergio ZEREGA
Entrando a la "cámara de despintado" - FOTOS: Sergio ZEREGA
La picada visible y despejada se convirtió en historia: ni una cosa, ni la otra - FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT
La motosierra empezó a trabajar a full - FOTO: Johan ARNDT
Increíble por donde hacíamos pasar los vehículos - FOTO: Johan ARNDT
Johan pasando con su chata por este rallador, mientras disfrutamos su video - FOTO y VIDEO: Johan ARNDT
Pampa haciendo lo propio - VIDEO: Sergio ZEREGA
Elsa disfrutando el manejo defensivo con Queralt de panelista - VIDEO: Nestor QUERALT
Paramos a picar algo en el monte justo donde encontramos un mojón de la vieja picada de YPF - FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT
Y ahora, adónde vamos? Si con estos dos no encontramos la salida, no existe! - FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT
Sobre el "final" de la picada, unas serranías le agregaron desniveles y zanjones a los molestos arbustos
FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT
Serranías multicolores se interpusieron al objetivo de llegar Guayaguás al fin del día - FOTO: Sergio ZEREGA
Era un laberinto de cañadones, tapizado de arbustos espinosos que no mostraba una salida clara hacia nuestro objetivo.
Nuestros tracks teóricos no se compadecían con la realidad, seguramente el desuso había desfigurado todo - FOTOS: Sergio ZEREGA
Cínicola disfrutando a Pampa 02 trepando las pequeñas serranías - VIDEO: Sergio ZEREGA
El antes y después de la chata de Elsa, pobrecita... FOTOS: Néstor QUERALT y Johan ARNDT
Pampa 02 y sus daños colaterales - FOTOS: Sergio ZEREGA
Tampoco mis piernas salieron indemnes de andar entre los arbustos - FOTOS: Sergio ZEREGAEl ancho río arenoso apareció y así bordeados de altos acantilados rojizos, al caer la tarde llegamos a la mítica estancia Guayaguás donde armamos nuestro primer campamento.
La estancia Guayaguás es bastante particular, ya que su construcción fue muy elaborada para los estándares de estas zonas. Sólidas paredes de mampostería con ladrillos a la vista, instalaciones embutidas y techos de hormigón contrastan con las precarias instalaciones que uno está acostumbrado a ver. El aislamiento y el clima seco han conservado muy bien todo esto pero también, como suele ocurrir, el injustificado vandalismo de quienes la visitan consiguen irla destruyendo de a poco. Poco se sabe de la historia de esta estancia, que indudablemente debe haber tenido su razón de ser y su momento de esplendor, allá por los años '50, supongo.
Desperdigados por el predio y escondidos tras la vegetación, que lentamente se va comiendo todo, hay varias herramientas y equipos para abrir picadas con tracción a sangre, como palas cargadoras y hasta una motoniveladora. No me queda muy clara cuál era la explotación principal ya que una balanza para camiones bastante moderna no parece consistente con ganadería y tampoco se observan vestigios de minería. Agricultura, ni hablar. Tal vez haya habido explotación maderera. Se sabe que Estrada es el apellido del titular original de las 11800 ha de superficie que la componen y que en el 2017 hubo intento de usucapión por la familia Ruarte. Un cementerio bastante importante denota que debió albergar una población de cierta importancia.
En viejos mapas del IGM, a los pies del cerro Guayaguás hay indicada la mina "La Porfía" pero hasta ahora no pudo ser encontrada y no se conoce cual era el mineral que se extraía. Es un enigma a descifrar en futuras expediciones.
Cayendo la tarde armamos un campamento todo desparramado entre los arbustos ya que no hay zonas despejadas muy grandes y bajo el alero de la casa principal, encendimos una fogata comandada por el incendiario Néstor y Elsa se encargó de deleitarnos con un guiso de lentejas que tenía hasta bulones fritos, perfectamente adecuado para soportar el intenso frío nocturno que íbamos a sufrir horas después.
Largas e interesantes charlas bajo un cielo pletórico de estrellas no impidieron que de a uno cayéramos bajo el influjo del cansancio de un duro día de travesías y no más allá de las diez de la noche estaba cada uno en su carpa dispuesto a reponer energías para el día siguiente.
Así, como e la nada, emergiendo de entre la vegetación que todo lo cubre, las ruinas de la estancia Guayaguás nos reciben solitarias
FOTO: Sergio ZEREGA
Construcciones de muy buena calidad no encajan en este remoto lugar y no se encuentran razones objetivas de su existencia
FOTOS: Sergio ZEREGA
Si no fuera por el vandalismo humano, el clima seco las hubiera mantenido indemnes - FOTOS: Sergio ZEREGA
El interior está mucho peor que el exterior, una pena porque hubiera sido bueno poder armar las carpas ahí dentro para paliar el frío
FOTOS: Sergio ZEREGA
Nos instalamos bajo un alero del edificio principal, donde luego cocinaríamos y cenaríamos - FOTO: Sergio ZEREGA
Apenas uno se aleja de los edificios, enseguida desaparecen entre medio a los arbustos espinosos - FOTOS: Sergio ZEREGA
Campamento en Guayaguás, desparramados en el monte - FOTOS: Sergio ZEREGA
Anochece sobre estancia Guayaguás - FOTO: Sergio ZEREGA
El incendiario Queralt nos proporcionó el calorcito necesario para soportar el frío - FOTOS: Sergio ZEREGA y Nestor QUERALT
Elsa nos deleitó con un tremendo guiso de lentejas mientras comentábamos los avatares del día - FOTOS: Néstor QUERALT
Por la mañana pudimos apreciar mejor el rojizo paisaje circundante - FOTO: Sergio ZEREGA
No era un cuadro, era lo que se veía por la ventana de uno de los edificios - FOTO: Sergio ZEREGA
Una pala cargadora de arrastre abandonada entre los arbustos - FOTOS: Sergio ZEREGA
Una reliquia tirada en el medio del monte: motoniveladora tracción a sangre - FOTO: Sergio ZEREGA
LUNES 1 DE JULIO: EL DIA DE LOS CAUCES SECOS
ESTANCIA GUAYAGUÁS - RÍOS SECOS – BARREAL DE LOS HUECOS - BALDE DE LEYES – CERRO EL GIGANTILLO - CAMPAMENTO EN RÍO SECO
Otra vez cielo completamente despejado, con 5°C bajo cero durante la noche y algo cercano a 0°C a la salida del sol, próximo a las 8 de la mañana.
El día de hoy era muy ambicioso: el plan era recorrer sendas de motos por cauces secos de anchura dudosa para conocer la famosa fálica Roca Parada y luego intentar salir a la civilización para dormir en una cama de hotel y poder darnos un baño caliente en Marayes o Chepes.
Esto último tal iba a ser lo más difícil atentos a que las noticias previas de los diarios informaban que solamente en Mascasín (solitario poblado de 35 habitantes) esperaban recibir algo así como 3500 “astroturistas” por el eclipse. Siempre nos pareció una exageración pero el día siguiente comprobamos que muy lejos de ese número no estaban.
La zona alrededor de la estancia Guayaguás, al pie del cerro homónimo de 904 msnm es de una belleza extraordinaria ya que el paisaje desértico se combina con las serranías multicolores dominadas por un rojo intenso que remeda las tierras misioneras.
El comienzo de nuestros intentos fue auspicioso ya que los cauces secos enmarcados por esos rojos acantilados eran deliciosos. Algunas angosturas que habían sido marcadas por Néstor fueron sorteadas con el espacio justo y todo parecía que funcionaría el plan. Sin embargo, un escalón de casi un metro de altura impasable sin mucho trabajo de pico y pala nos detuvo y ahí empezó la desenfrenada búsqueda de pasos alternativos por fuera de los cauces que invariablemente terminaban en encerronas entre gruesos arbustos y árboles espinosos de un espesor que no estábamos en condiciones de enfrentar con un grupo reducido y vago como el que formábamos. A diferencia del día anterior aquí nunca había habido sendas previas como para tener una guía para avanzar y la cercanía de cauces con agua temporaria refuerza la lozanía de la vegetación celosa de revelar los secretos de la zona.
Después de varios intentos, el horario nos mostró que no era buena idea insistir por aquí y entonces decidimos salir por el camino “normal” de acceso a Guayaguás e intentar arrimarnos a la Roca Parada desde Balde de Leyes.
El ancho cauce seco que baja hacia el oeste desde Guayaguás hasta los Médanos de la puerta de los Cajones es bastante sencillo de transitar aunque viendo sus dimensiones y el tamaño de los troncos que arrastra en sus estiajes, debe ser un espectáculo digno de ver desde algún lugar seguro. Las aguas se escurren hacia el salar de Mascasín pero no es posible recorrerlo en su totalidad ya que al perder pendiente se ramifica en infinitos estrechos brazos, como siempre celosamente custodiados por los clásicos arbustos espinosos poco amigables. Antes de su final una huellita nos saca al “camino” que une Puesto Balzora con Balde de Leyes pasando por Las Liebres y por el mágico pasaje entre los médanos que remeda la apertura del mar Rojo por Moisés.
El camino es muy poco usado y debido a que termina cruzando el “delta” del rio seco ramificado está plagado de cortes y en épocas de lluvias debe ser completamente impasable.
Lentamente y q los saltos nos acercamos a Balde de Leyes aunque antes de llegar teníamos una huella que nos permitía arrimarnos a la Roca Parada. Sin embargo, un novel alambrado con una tensa tranquera de alambre con candado nos detuvo. Y ahora?
Acá Néstor sacó a relucir su apreciada habilidad negociadora con pobladores rurales y puesteros y sin dudar nos dijo: “Vamos a Balde de Leyes que seguro consigo la llave”.
Un par de “interrogatorios” a unos paisanos cerca del pueblo nos guió a la casa del dueño de las llaves y allí una corta conversación puso un llavero en manos de Néstor, lo cual fue retribuido con una de las últimas botellas de vino que nos quedaba, pero bien valía la pena el precio. No obstante, nuestro buen samaritano nos dijo que no podríamos atravesar la zona de El Gigantillo para llegar a Roca Parada con las chatas: otro más que nos entusiasmaba. Como no le íbamos a regresar las llaves, nos dijo que las dejásemos en la segunda tranquera (había otra más) le pedimos que las deje allí hasta mañana por si debíamos recular.
La despareja huella con las dos tranqueras nos guió hasta otro cauce seco con arenas muy pesadas y muy pisoteadas por animales. Por el mismo rápidamente nos acercamos al cerro El Gigantillo (704 msnm) el cual debíamos contornear hacia el norte para alcanzar Roca Parada. Mientras el tránsito fue por los cauces secos el avance fue sencillo pero al arrimarnos al cerro los mismos se angostaron y debimos empezar a subir y bajar cañadones atravesando sucesivos cauces transversales. Para esta altura, la tarde había comenzado a caer y el tránsito por los filos de las serranías se volvió muy técnico e interesante pero también muy lento y peligroso. No faltaba mucho para que oscurezca y no eran sitios adecuados para acampar y con toda resignación, a 1600 metros de la Roca Parada abortamos el intento y decidimos regresar a Balde de Leyes por donde habíamos venido.
De nuevo la duda de poder alojarnos en la civilización por el efecto eclipse nos indujo a acampar nuevamente en el desierto y disfrutar de una noche más en la soledad de estas tierras.
Un cauce seco con un grueso colchón de arena con mucha leña seca a mano fue el lugar elegido para armar campamento donde además aprovechamos para que el que escribe deleite al grupo con unos fideos con tuco cocinados al disco.
Al calor del fogón y bajo un cielo completamente estrellado con muy baja temperatura pasamos otra velada especial. La mínima nocturna fue de 8°C bajo cero, pero las confortables carpas y el blandito piso de arena hicieron que todos durmiéramos de un modo muy placentero. Por donde llegaríamos mañana al Salar de Mascasín para ver el eclipse lo consultaríamos con la almohada.
MARTES 2 DE JULIO: LLEGÓ EL DÍA DEL ECLIPSE
CAMPAMENTO EN RIO SECO – BAJOS DEL ESTANQUE – CERRO DEL ESTANQUE – ACCESO A MARAYES – SALAR DE MASCASÍN – MASCASIN –CHEPES – ULAPES – QUINES – LIBERTADOR GENERAL SAN MARTIN
Como no podía ser de otro modo, después de desayunar y alistar las chatas (algún neumático empezó a quejarse de los pinches vegetales) decidimos no regresar por Balde de Leyes. Según Nestor la salida por el este era practicable y nos acortaría camino y de paso no repetíamos recorridos.
El cauce seco muy ancho y con vestigios de agua reciente pese a ser de arena muy pesada nos permitió avanzar muy rápidamente hacia el este y a diferencia del día anterior ahora íbamos río arriba rumbo a una divisoria de aguas. Del mismo modo que ayer, el cauce se desdibujó y comenzamos otra vez una dura lucha contra el monte espinoso, sin vestigios de huella preexistente. Costó mucho seguir el track de Néstor ya que ahora debíamos buscar la naciente del nuevo cauce que se dirigía al oeste siguiendo los múltiples angostos y filosos afluentes llenos de vegetación. Después de mucho bregar, finalmente conseguimos encontrar la salida hacia Marayes.
No paramos a almorzar porque el desafío era instalarnos a ver el eclipse con la zanahoria de degustar los huevos fritos con panceta al disco; sin embargo en vez de dirigirnos rápidamente al Salar de Mascasín aprovechamos para recorrer una huella inédita más pese a que de nuevo era una recomendación motoquera de Néstor. Llegaríamos a ver el eclipse?
Torcimos un poco hacia el este al norte de El Gigantillo desde donde la fálica Roca Parada nos mojó la oreja ya que la pudimos apreciar en toda su dimensión a más de cuatro kilómetros de distancia. Otra vez será!
Luego pasamos por el Puesto de Blanca y nos dirigimos hacia el norte rumbo a Marayes por unas quebradas entre el Cerro del Estanque y el Cerro Morado. Esta vez la huella es transitable sin problemas y pudimos salir a la ruta 141 rápidamente. Cerca del cerro Morado, hacia el oeste, descubrimos que existe otra Roca parada que merecerá visitarse alguna vez.
Al llegar al asfalto, la sorpresa fue la gran cantidad de autos esperando el eclipse en el cruce de las rutas 141 y 510, al igual que en la banquina de la 141 antes de Mascasín.
Nuestro plan ahora era encontrar un lugar exclusivo para asistir al eclipse y para ello necesitábamos algún acceso al Salar de Mascasín, lo que nos ofrecía algunas dudas por los nuevos alambrados que se tendieron sobre la ruta 141. Felizmente donde la ruta 141 tiene un puente sobre el salar, los alambrados estaban caídos y nos pudimos meter sin inconvenientes varios kilómetros adentro del mismo, disponiendo de una ubicación privilegiada sin obstáculos visuales en el horizonte, a pocos minutos del inicio del eclipse.
Dispusimos las camionetas en semicírculo cual anfiteatro, nos instalamos cómodamente en nuestras sillas y mientras el proceso de oscurecimiento comenzó, prendimos el fuego para preparar los huevos fritos con panceta al disco y nos dispusimos a esperar el inusual y desconocido espectáculo.
Mientras degustamos los huevos fritos, el proceso de “oscurecimiento” comenzó aunque los primeros cuarenta minutos sólo era “visible” a través de los vidrios oscuros #14 de las máscaras de soldar.
Sin embargo, el momento mágico e inesperado comenzó a producirse a partir de allí: pese a que el sol no se tapaba, la temperatura comenzó a bajar violentamente y el tono de la luz solar se volvió muy diferente. Todo cobró un extraño brillo como el que a veces se ve en las películas que intentan mostrar los segundos posteriores a una explosión nuclear distante.
Después de esto, nos invadió una penumbra cada vez mayor todavía con el sol aparentemente brillante y finalmente el disco solar se cubrió dejando solo una fina corona de luz y allí la oscuridad fue casi total, pudiendo apreciarse el fenómeno a simple vista. Si la oscuridad no fue total es porque hacia ambos lados parecía producirse una especie de “ataramanecer” simultáneo, difícil de reflejar para fotógrafos aficionados pero no por eso menos impactante.
Debo decir que los dos minutos de oscurecimiento total no fueron tan impactantes como los diez minutos anteriores y posteriores al momento culminante. Al menos de mi parte creo que no olvidaré nunca esos particulares momentos vividos.
La travesía y sus objetivos se habían agotado, faltaba completar aún el largo camino a casa con la misión cumplida, lo que les agradezco de corazón a mis amigos que me acompañaron en esta particular aventura: Eduardo, Elsa, Néstor y Johann.
Vueltos a la ruta 141, todavía pudimos todavía sorprendernos un poco más: atravesar Mascasín siempre es un instante inapreciable de los viajes por la zona, sin embargo esta vez parecía la Avenida 9 de Julio en CABA a las seis de la tarde cualquier día de semana. El anuncio de los 3500 astroturistas no había sido exagerado y si no lo creen vean esta nota de un diario local:
Luego de Mascasín, el tramo a Chepes sólo reveló que un amortiguador trasero se había desprendido del eje y me obligó a retirarlo. En Chepes, nos separamos de Elsa y Néstor que, muy cansados, iban a tratar de alojarse cuanto antes. Nosotros con Johann decidimos seguir hasta Libertador General San Martín, de modo de quedar mucho más cerca de Buenos Aires.
MIERCOLES 3 DE JULIO: EL RETORNO
LIBERTADOR GENERAL SAN MARTIN – LA TOMA – VILLA MERCEDES – BUENA ESPERANZA – NUEVA GALIA – CHAMAICÓ – REALICÓ – JUNIN –CHACABUCO – LUJAN –CABA – FLORENCIO VARELA
Salimos temprano de San Martín aunque renegamos un poco porque otra cubierta apareció desinflada. El viaje fue tranquilo y sin contratiempos salvo que en Chamaicó nos paran en un control rutinario y el agente policial descubre que el comprobante del seguro era de Pampa 01 en lugar de Pampa 02. Por suerte, tenía buena onda y nos facilitó la conexión de WiFi del puesto caminero para tratar de obtener el comprobante correcto. Justo ese día se habían caído Whatsapp, Facebok y Messenger, lo que complicó obtenerlo pero gracias a la aseguradora y a Google Drive pudimos seguir viaje. Curiosamente me labraron un Acta de Comprobación que dice que no portaba seguro pero que había mostrado el comprobante via teléfono celular. Espero no me cobren nada…
A esos de las ocho de la noche dejé a Eduardo en su casa y una hora después legué cansado a casa, satisfecho de la misión cumplida.