EXPEDICIÓN HUARACO Y NAVARRETE
OTRA SEMANA SANTA EN EL NORTE NEUQUINO
CHAU NAVARRETE, HOLA NAHUEVE
El día volvió a amanecer espectacular como los anteriores y para seguir con el costado gastronómico, además de los cafés, mates y galletitas, le llegó el turno al “American Breakfast” al estilo criollo; huevos fritos con panceta cocinados en un disco de arado.
Milagrosamente los huevos habían sobrevivido al traqueteo de tres días de saltos y ahora si los rompimos a propósito para freírlos. Demás está decir que en el entorno en donde estábamos, eran aún más ricos que lo que se pueden imaginar.
Desayuno americano en Pichi Neuquén, que tal ?
Mientras algunos desarmaban el campamento y otros intentaban pescar alguna truchita en el río, los demás nos fuimos a corroborar mi impresión nocturna sobre la continuación de la expedición por el Pichi Neuquén.
Pampa explicando lo que había visto a medianoche, mientras Beto se daba el gusto de pescar una truchita
Los primeros 500 metros eran difíciles con mallines, piedras y algún vadeo pero posibles. A partir de allí había que meterse de lleno en el río para seguir adelante.
Probando profundidad de vadeo
Y a pie, me metí. El cauce estaba bueno para ir vadeando, con piedras chicas y fondo parejo pero el problema que cada tanto había que subir a sus riberas por pozones muy profundos y allí las piedras eran descomunales; un poco más arriba las laderas de los cerros eran muy inclinadas y lo peor es que no se intuía cambio alguno más adelante. No digo que era imposible, pero no era para imaginarse 25 kilómetros de ida y otro tanto de vuelta en un día para llegar a Navarrete, aún cuando la geografía se volviese más benévola.
Entonces, abortamos el segundo objetivo del viaje y enseguida nos fijamos otro: trataríamos de ir desde Las Ovejas hasta Andacollo pero del lado oeste del Nahueve, que era un viejo proyectito que tenía en mi cartera desde el viaje al Buraleo del 2006.
Track al oeste del Nahueve
Saliendo del Pichi Neuquen y un arreo, de los los tantos que se encuentran en esta época del año
Imágenes de Manzano Amargo
Retomamos la marcha no muy temprano, pasando por Manzano Amargo mientras seguíamos siendo testigo del crecimiento sin prisa y sin pausa del caudal del río Neuquén; al llegar a Varvarco, por la RP43 nos desviamos hacia el pueblo para contemplar la confluencia con el río Varvarco, que yo y algún otro no conocíamos.
Paisajes controlados por el Domuyo entre Manzano Amargo y Varvarco
Entrada a Varvarco y puente sobre el ahora desconocido Neuquén, ya verán porque
Desde el mirador al norte del pueblo el espectáculo de las dos venas líquidas es único; el manso y cristalino Neuquén se ve invadido por el lechoso Varvarco y en principio tratan de no mezclarse como si un tabique invisible los dividiera. Pero lentamente el Varvarco se va disolviendo en el Neuquén y “ensucia” sus aguas como un modo de vender cara su derrota por cambiar de nombre, perdiendo su identidad pero no sus características; a veces la turbiedad llega hasta la misma ciudad de Neuquén pese a los muchos aportes cristalinos posteriores. Realmente, al margen del fenómeno puntual, es muy curioso como dos ríos de cuencas tan adyacentes tengan aspectos y características tan diferentes, sobre todo porque el Varvarco, en sus nacientes en la laguna Varvarco Tapia también es cristalino.
Confluencia del Varvarco (a la derecha) con el Neuquen (por arriba)
La extraña mezcla que hace desconocido al Neuquén aguas abajo
Seguimos camino y paramos a comer algo (cuando no) en Las Ovejas, el pueblo de la plaza redonda. A partir de allí buscaríamos donde vadear el Nahueve y después tratar de salir a Andacollo por la vereda de enfrente.
Imágenes del pueblo de Las Ovejas
Avanzamos hasta la pasarela de Bellavista donde suponía posible vadear y allí no era viable; sin embargo la consulta a un poblador nos reveló la existencia de un vado de cierta complejidad aguas arriba, camino a las lagunas de Epulafquen sobre la RP45, cerca del Buraleo, que tal vez podíamos intentar. Lo bueno es que agregaba bastante camino desconocido al que creíamos. Volvimos sobre nuestros pasos y lo encontramos. Primero la SW4 y después Beto con el Samurai renegaron un poco para cruzar y después pasé yo a todo motor…..porque cuando estaba casi del otro lado me percaté que no había puesto los cubos manuales y sólo pasé por las bondades del bloqueo trasero. Los demás pasaron bien.
El vadeo sobre el Nahueve, antes de cruzarlo
Como lo vadeamos
Enseguida aprecio una tranquera que nos metía dentro un puesto. Y entramos basándonos en “tranquera sin candado, se puede entrar”.
Mi copiloto Pepe se preparó para que nos echen cuando apareció enseguida un poblador, pero después de una amable charla con él y su padre, y aprovechando la piedad que genera tener puesta una camiseta de Racing, no sólo nos dejó pasar sino que nos dio las indicaciones para salir a Andacollo.
Don Urrutia y yo
Tranqueras y alambrados dentro del campo de Don Urrutia
La huella primero borrosa copiaba el Nahueve desde lo alto y era entretenida. Un arroyo con una cascada y un piletón bajo los árboles nos detuvo un buen rato para sacar fotografías. Luego la huella se volvió más clara aunque sin duda hacia bastante que no era transitada. Así hasta entrar al caserío de Bellavista, donde está la pasarela peatona.
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Encantador arroyito ideal para las fotos
Entrando y saliendo del arroyito anterior
Huellitas borrosas y muchas tranqueras. Pepe hizo curso acelerado de apertura y cierre
Hermosa vegetación flanqueando el camino
Caserío de Bellavista y su sencilla Iglesia
Cría de gansos y una escuela del poblado
La pasarela de Bellavista donde empezamos este tramo del viaje
En el próximo capítulo me permitiré una sentida anécdota personal relacionada con mis primeras vacaciones de casado.