Sábado 14 de Agosto de 2010
La ansiedad y el entusiasmo pudieron más que el frío y las ganas de seguir durmiendo calentitos y entonces, casi al despuntar el sol estábamos desayunados estacionados frente la plaza de Guandacol esperando al baqueano que nos iba a acompañar, Don Jorge Urriche.
Al final lo fuimos a buscar y arrancamos hacia el norte siguiendo primero el cauce del Arroyo de la Flecha hasta Las Juntas por un camino en buenas condiciones que se habilita en forma permanente sólo hasta Zapallar.
En las épocas de lluvias (diciembre a marzo) es virtualmente impracticable de allí en más; sin embargo ahora hasta hay una especie de doble mano existe la posibilidad de seguir directamente por el cauce del río de La Troya o bien trepar por un cañadón y bajar al río más adelante cerca de nuestro próximo destino, el paraje Las Cuevas.
En Las Cuevas existe un disperso caserío alrededor del Puesto de Yuri donde habitan sólo nueve familias. Lugar difícil como muchos en esta zona, sus pobladores están a 50 km de Guandacol pero ninguno dispone de vehículo para trasladarse y dependen de algún visitante ocasional o de “remises” que vienen desde el pueblo que les cuestan una fortuna, siempre y cuando las lluvias se lo permitan: según nos cuentan, el río de la Troya, ahora inofensivo y casi seco, por momentos tiene casi un metro de profundidad y un ancho de más de 100 metros, lo que implica aislamiento total por varios meses en el verano.
El puesto de Yuri, donde existe una modesta Posta Sanitaria, es el más “equipado” y sus moradores nos cuentan que ellos son una de las dos familias que poseen una letrina. Les recuerdo que estamos en el año 2010 DC….
Una modesta pero prolija capilla seguramente les infunde a los pobladores la fe y la templanza para resistir en estas comarcas donde los gobernantes sólo se acuerdan de ellos días antes de las elecciones.
En este lugar, a casi 2000 msnm, pasaríamos la noche, así que dejamos todo el lastre que no necesitaríamos para el recorrido del día, que a la postre sería una especie de aclimatación a la altura, ya que subiríamos hasta 3500 msnm en los barreales de Umango y luego bajaríamos a dormir a lo de Yuri. Como dicen los libros.
De paso hicimos entrega de medicamentos y elementos de primeros auxilios para la posta sanitaria y de unos cuantos bolsones de ropa para que Yuri la distribuya entre las familias de la zona, sugerencia que habíamos recibido a través de Federico Kirbus, pionero en visitar esta zona y viejo conocido de Yuri.
Salimos hacia el norte siguiendo el cauce del río de la Troya por una huella en buenas condiciones hasta que, a la altura de la vega Tambillos, nos descolgamos por un cañadón que aloja al Arroyo La Aspereza siguiendo en su cauce pedregoso una huella apenas visible, guiándonos con el track de la visita anterior de Néstor y las indicaciones de nuestro baqueano.
Empezamos a subir sin prisa y sin pausa con rumbo NE e ingresamos a otro cauce, ahora del Arroyo La Venera. Los paisajes espectaculares se sucedían mientras íbamos ganando altura sin demasiadas dificultades. A los 2900 msnm, el arroyo tuerce al SE internándose en la Quebrada de La Champa, pero nosotros seguimos por un cauce mucho más estrecho manteniendo el rumbo NE con destino a los Barreales de Umango.
A los 3100 msnm más o menos apareció un escalón que parecía complicado pero lo pasamos sin problemas y el cauce se angostó aún más casi para el paso de una sola chata por vez.
El esfuerzo valió la pena porque al llegar a los 3200 m se nos apareció de repente una extensa laguna seca de color blanco totalmente fuera de contexto, con una especie de isla de piedra en el medio. Demás está decir que nos largamos sin pensar hacia ella “navegando” por el barreal a toda la velocidad que el poco oxígeno del aire le dejaba desplegar a nuestras chatas. La digna Vitara Pampa 01, a fondo, llegó a pasar apenas los 90 km/hora ayudada por el sistema de inyección.