NO AL ASFALTO, PESIGUIENDO TRENES FANTASMA

 01 al 03 de Abril de 2010

JUEVES SANTO (Tramo Saladillo - General Alvear)

                Salimos desde casa el jueves a la madrugada con la idea de ir paseando y encontrarnos en la estancia a la tardecita. Como 12 horas es mucho tiempo para 500 kilómetros, la propuesta fue hacer mucho recorrido por caminos de tierra y por supuesto elegí seguir algún ramal de ferrocarril para no perder la costumbre.

                Para la ida, me “monté” sobre la trocha ancha del Ferrocarril del Sud (FCS), ramal Saladillo - Huanguelén Sud  y luego un tramito por el Ferrocarril de Rosario a Puerto Belgrano (FRPB) entre Huanguelén y Coronel Suárez, todo por caminos de tierra.

                La elección no pudo ser mejor: encantadores y misteriosos pueblitos y ciudades por excelentes caminos rurales que me hacen pensar en usarlos más seguido, en lugar de arriesgarse al tráfico y la monotonía del asfalto.


El horario del FCS en una Guía Peuser de 1946: Saladillo-Huanguelén Sud 259 km en 6h 09m

                Entramos temprano a la ciudad de SALADILLO para buscar la punta del recorrido en su estación ferroviaria, cuya construcción data de 1884. A diferencia de otros viajes, aquí encontré vías lustrosas y una estación bastante cuidada, que no está del todo muerta: además de trenes de carga hay cuatros servicios de pasajeros por semana que llegan aquí y dos continúan hasta General Alvear, unos 50 kilómetros más adelante, todos provenientes de Plaza Constitución. Interesante viajecito para hacerlo alguna vez; ya lo agendé para un viernes a la noche. Acá se pueden consultar los horarios reales vigentes Constitución - Saladillo - Gral Alvear.

                El partido de SALADILLO fue creado por Rosas en 1839 y el pueblo por el gobernador Mariano Saavedra en 1863; veinte años después tuvo su primer contacto con los trenes a través del Ferrocarril del Sud y unos años más tarde apareció el segundo tendido ferroviario, con el Ferrocarril Provincial; por eso hay dos estaciones, aunque la de éste último no la buscamos en este viaje. Debe su nombre al arroyo que cruza el partido y éste a su vez, al sabor salado de sus aguas.

                La estación SALADILLO (#1) está pintada de rosa y blanco, lamentablemente con algún idiota graffiti que no merece, pero está entera. Se nota que era mucho más importante en el pasado por la envergadura de sus instalaciones de carga y la playa de maniobras.

 
Si no fuera por los graffiti, SALADILLO estaría impecable con su simpático color rosa


Conserva galpones y orgullosa luce sus 125 años

                Aquí comenzamos a costear las vías rumbo al sudoeste, primero por los arenosos caminos de la zona por donde supo pasar el Dakar 2008.  A poco de cruzar la RN 51 apareció una construcción ferroviaria intrusada que era el empalme La Barrancosa, del levantado ramal a San Enrique, el cual recorreré en otra ocasión.


Caminos arenosos y primera curiosidad: El desvío del ramal  a San Enrique, desactivado e intrusado


La zona es baja y tiene muchos canales y puentes
LA BARRANCOSA

                 Después del típico paso a nivel vías con curva y contracurva cerradas que preceden a todas las estaciones para rodear el cuadro, entremedio de un bosquecito que se la está comiendo, apareció LA BARRANCOSA (#2), que nos volvió a la realidad ferroviaria actual: edificio principal y galpones abandonados, instalaciones parcialmente depredadas, todo cubierto por la vegetación. Sólo los nomencladores denotan su identidad y las vías brillosas alargan su agonía. Hasta un vagón descarrilado inexplicablemente transversal en un paso nivel confirma su total abandono.

 
Con ustedes, La Barrancosa, escondida y atrapada por el monte y la vegetación


Apenas está despejada la zona de vías, que se mantiene así por los dos trenes semanales a Alvear


La edificación, de diseño muy señorial, apenas permanece en pie por su vieja solidez


Todavía queda algo para depredar, aunque no mucho


Pampa y Señora en la Barrancosa

 
El tanque de agua y una casilla de mantenimiento muestran lo noble que es el fierro...

 
Un vagón descarrilado tirado por ahí confirma el abandono total

                La denominación de LA BARRANCOSA viene desde la época colonial de la laguna del mismo nombre situada en el partido de Saladillo, cuyos bordes son quebrados a pique; una estancia de las inmediaciones lleva también ese nombre y en ese lugar existió un cantón militar.


El "Camino de las Cortaderas" y una típica entrada arbolada a una estancia
JOSÉ MARÍA MICHEO

                El camino sigue costeando las vías del lado sur, pudiendo denominarse “Camino de las Cortaderas” ya que por muchos kilómetros lo bordean continuamente sus gallardos penachos. Alguna escuela rural, puentes sobre varios canales y alguna imponente entrada arbolada a estancia cortan la monotonía que conduce a la próxima estación, JOSÉ M. MICHEO (#3), que lleva el nombre del primitivo dueño de los campos que la rodean, en el partido de General Alvear.

                Esta se encuentra habitada por una familia y nos atiende, con recelo, una señora que recolectaba zapallos calabaza en la banquina. "Andamos medio asustados cuando aparece algún desconocido porque andan merodeando por la zona unos ladrones cordobeses. Como su tonada no es cordobesa, todo bien…"- me dice cuando me bajo a pedirle permiso para sacar fotos.

                 J. M. MICHEO está bastante completa y el brillo de los rieles la hace parecer viva. Acá me enteré lo del tren semanal de pasajeros a Alvear por boca del esposo de la mujer que nos atendió, que estaba reparando un tractor. En el cruce de caminos, hay un destacamento policial y una escuela rural.



Las vías lustrosas y una familia que la habita, la mantienen viva
GENERAL ALVEAR

                Seguimos rumbo a GENERAL ALVEAR (#4) por el costado del terraplén, sólo alterado por el curso del arroyo Las Flores que tiene el puente caminero alejado de las vías y nos enfila hacia el centro de la ciudad dejando momentáneamente la traza ferroviaria.



El arroyo Las Flores, en las cercanías de General Alvear

                La ciudad se denomina así en homenaje al general Carlos de Alvear (1789-1852), gobernante, político, caudillo, comandante en jefe durante la guerra del Brasil y luego diplomático. La estación, el pueblo y la estación perpetúan su memoria.



Prolijos edificios, calles y plaza muy limpias y muchas bicicletas "tiradas" por las veredas: interior típico

                Frente a la plaza inmaculada, rodeada de prolijísimos edificios públicos, cargamos nafta antes de ir a ver la estación, que de algún modo nos defraudó. Debido a los dos trenes semanales y al aspecto general de la ciudad esperábamos que estuviera más cuidada y prolija, pero no fue así. Una triste punta de rieles, que respira con dificultad el aire de trenes de pasajeros dos veces por semana, los viernes y los domingos.

 


Curiosamente, la estación no se condice con el cuidado y la prolijidad de la ciudad, pese a estar activa

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