TRES VOLCANES EN MINIATURA
17 al 20 de Junio de 2011
2) ASCENSO A EL NIDO
Tan pronto como paramos frente a la casa, hizo su aparición Don Alfredo Pérez, primero desconfiado pero al reconocernos de aquella vez (tanta gente no pasa por aquí) se puso a conversar animadamente con todos nosotros.
Le contamos de nuestra intención de ir a escalar El Nido y nos informó que no estaba en su campo pero que no tenía problemas en franquearnos el paso para llegarnos hasta lo del puesto vecino, donde Don Moisés Sánchez, si estaba, seguramente nos dejaría entrar. Nos recomendó que si no lo encontrábamos, cosa poco probable, nos volviéramos porque no quería tener problemas con él, lo que le prometimos hacer al pie de la letra aunque nos tuviéramos que volver con las manos vacías. Le dijimos que pasábamos al regreso, aunque nos previno que iba salir a andar a caballo y que tal vez no lo encontraríamos.
Don Alfredo nos indicó por dónde ir, que no tan sorprendentemente, coincidía con nuestro relevamiento teórico. Cruzamos dos tranqueras y nos llegamos al puesto del campo los Piquillines, donde por suerte estaba Don Moisés y tal como nos había dicho con Alfredo, no tuvo problemas en dejarnos pasar; incluso nos invitó a pasar a tomar unos mates lo que dejamos para el regreso.
A partir de ese punto el track teórico era sólo eso ya que las fotos satelitales del Earth Google disponibles son muy pobres. Sin embargo, hay una huella que lleva hacia el norte que si las tranqueras están abiertas permite llegar al Chos Malal pampeano. Por las dudas Don Moisés nos alertó que estaban cerradas y que volviéramos sobre nuestros pasos, aunque de todos modos no era nuestra idea ir por allí.
Esta huella discurre por entre afloraciones basálticas desparramadas que permiten esquivarlas con serpenteantes rodeos mientras íbamos viendo como arrimarnos al Nido. Cuando estábamos a 2,2 km en línea recta, pareció que era la mejor oportunidad de acercarnos y nos largamos a campo traviesa esquivando matas espinosas y más afloraciones basálticas. Luego, desde arriba el cerro, veríamos que en realidad íbamos atravesando bocas volcánicas a nivel de piso perfectamente disimuladas.
Nos arrimamos hasta donde pudimos, ya que el piso estaba tapizado de grandes piedras asentadas sobre arena. Ni la superbaja de la Pampa 02 las podía subir, sólo creo que a malacate sería posible, pero no valía la pena.
Dejamos las chatas y nos fuimos para arriba casi a la carrera. El perfil del volcancito era tan atractivo que todos queríamos ver que había en la cima. Y no nos defraudó: la boca del volcán era una perfecta corona de negra y porosa piedra volcánica de aproximadamente unos 150 metros de diámetro y el cráter en sí, una hoya redonda de unos 20 metros de profundidad, tapizada de vegetación. Sobre el lateral oeste, la corona es un poco más baja que el resto, lo que muestra por donde se derramó la lava, millones de años atrás. La verdad que es una sensación única pasear por dentro de un cráter, pese a que se trata de un volcán en miniatura.
Sobre el borde, en la parte más alta, una típica “mesita” de las que instalaba la gente del IGM para hacer triangulaciones y lo más llamativo, mucha vegetación quemada. Seguramente al ser el punto más alto de la zona, cuando hay tormentas eléctricas todos los rayos caen aquí.
Nos quedamos un buen rato ahí arriba, disfrutando de una hermosa vista de la Payunia y de los otros dos volcanes en miniatura: el Agua Poca y el Escorial.
Al final nos dimos la vuelta completa por la corona, lo que se ve claramente al montar el track sobre el Earth Google y bajamos por el lugar donde desbordó la lava; tal vez por ahí se podría intentar trepar con las chatas ya que la pendiente es un poco menor. No lo vimos desde la cara este donde nos detuvimos un rato antes.
Festejamos nuestra primera conquista volcánica y desandamos el camino, pasando a agradecerle a Don Moisés el habernos permitido darnos el gusto de trepar al Nido. Charlamos un rato con él, nos contó que hacía sólo seis meses que estaba allí (efectivamente el puesto se veía nuevito) y nos sorprendió el enterarnos que en ese campo no había animales ni ningún emprendimiento productivo. Cual será el motivo de una inversión tan grande en nuevos alambrados? Vaya uno a saber.
Volvimos al Puesto Los Piquillines a agradecer a Don Moisés el habernos permitido subir al NidoLe dejamos unas botellitas de vino como regalo y le pedimos que le agradezca a don Alfredo por si no lo encontrábamos en su campo. Volvimos sobre nuestros pasos cerrando prolijamente las tranqueras y nos detuvimos a picar algo en el puesto Jagüel de Maya, donde no encontramos a Don Alfredo, como nos había adelantado.