TRES VOLCANES EN MINIATURA
17 al 20 de Junio de 2011
3) CUEVA DE HALADA Y CAMPAMENTO
La idea ahora era ver si podíamos ir a acampar en el cráter del Agua Poca, aunque me habían asaltado algunas dudas en función de la profusión de nuevos alambrados respecto del 2008.
Tomamos la RP16, a esa altura sólo un ancho cortafuego; la silueta del Agua Poca se iba agigantando delante de nosotros alimentando la ilusión de lograr el objetivo. Sobre la izquierda del camino, entre el monte, vemos un grupo de jinetes dispersos que nos hacen señas y pienso, resignadamente: "Empiezan los problemas de accesibilidad".
Todo lo contrario: para mi sorpresa se acerca uno de ellos, resultando ser Don Felipe González, a quien no veía desde el 2005 cuando anduve por aquí con el legendario Pedro Gutovnik y mi hijo Pablo, en la Expedición Halada.
- Gusto de volver a verte, Sergio. Te reconoció mi hijo Lucas por la camioneta – abrió el diálogo Don Felipe, sorprendiéndome.
- Igualmente Don Felipe, lo hacía por Puelén de acuerdo a lo que me había dicho su hijo David la última vez que anduve por acá – le contesté.
- Supongo que van a pasar por el Puesto a visitarnos – me dijo, haciendo gala de su habitual hospitalidad
- Por supuesto, es un placer y una obligación hacerlo – devolviendo la gentileza
Le conté de nuestras intenciones de acampar en el Agua Poca y me desalentó contándome que sus vecinos habían alambrado el campo y eran reticentes a las visitas. No me asombró, porque la última vez que estuvimos habíamos detectado problemas entre ellos, cosas d vecinos seguramente. Ese alambrado nos obligaba a un largo rodeo para ir a pedir permiso y la hora era muy avanzada como para no estar seguro de obtenerlo. Hacía bastante frío y la idea era armar cómodamente el campamento.
Cambiamos de planes y nos dirigimos al puesto de González (Puesto El Puesto); allí decidimos acampar en algún lugar retirado para no molestarlos y entonces elegimos hacerlo en las cercanías de la Cueva de Halada, un lugar tan emblemático como el Agua Poca.
Antes de armar las carpas y comenzar la travesía gastronómica, no pudimos sustraernos de asomarnos a la espeleología y meternos dentro de la cueva. Ya estuve cinco veces pero ser “tragado” por la tierra es irresistible así que nos metimos todos adentro y nos volvimos a maravillar de las cosas que puede hacer la naturaleza. Les recuerdo que ese modesto agujero de menos de un metro de diámetro te da acceso a más de 300 metros de galerías de roca volcánica. Para más información clickear aqui.
Después de saciar la curiosidad espeleológica nos abocamos a armar el campamento, juntar leña y preparar el pollo a disco comunitario de la cena. Pusimos las chatas rodeando las carpas y el fogón, cual carretas del lejano oeste, mientras caía la noche y el frío se hacía más intenso.
El pollo al disco con papas y cebollas, esta vez estuvo regado con sidra, vino tinto y cerveza y además le agregamos salchichas de viena; no sé si por el hambre y el frío, todos dijeron que estaba exquisito. Varias botellas de vino se vaciaron inexplicablemente durante la cena.
Luego armamos una sobremesa alrededor del fogón y al rato nos vinieron a visitar los “vecinos” de El Puesto, que gentilmente trajeron su chata cargada de leña para mantener el fuego.
Pese al cansancio, nos quedamos mucho tiempo conversando con los puesteros, tomando café y el exquisito guindado que había traído de mi anterior viaje a El Bolsón, mientras el fueguito nos calentaba bajo las infinitas estrellas del oeste pampeano. Nos contaron lo duro que se les puso en los últimos años debido a la sequía, que les mató muchísimos animales. De la charla quedó claro que mañana intentaríamos subir al Escorial con las chatas y si nos quedaba tiempo (dudoso) iríamos caminando al Agua Poca. Cerca de medianoche nos acostamos con temperatura cercana al 0°C