Paso Morales, en el río Dayman: sin tener datos precisos no era para un paseo familiar, pero había que investigar
De golpe apareció suelo rocoso basáltico acunando el cauce del río
PRIMERAS CONFLUENCIAS CHARRÚAS
17 al 19 de Setiembre de 2011
UN VADEO INTERESANTE EN EL DAYMAN
Pero ya estábamos en el baile, así que avanzamos hasta el río, oculto detrás de un recodo del camino en un profundo cañadón y allí la sorpresa: el vado era muy ancho y se veía correr un caudal respetable. No era para largarse sin investigarlo un poco.
Como se imaginarán las mujeres sugirieron pegar la vuelta pero nosotros fuimos un poco más tozudos. Me puse el short y las botitas de vadeo, muy elegantes por cierto, y me metí a sondear el cruce. Rápidamente el agua me llegó casi a la cintura y costaba avanzar contra la corriente pero el fondo era firme y liso. Mientras relevaba todo el cruce, un par de paisanos se acomodaron enfrente para deleitarse con dos chorlitos que se iban a largar a vadear el Dayman. Me dio mala espina ya que no se arrimaron para nada para decirnos algo, más bien se ubicaron como privilegiados espectadores como esperando que nos inundemos. Sin embargo pero el sondeo a pata había sido promisorio a y decidimos encararlo: Profundidad máxima 80/90 cm durante unos 10 metros y el resto, otros 50 metros de no más de 50 cm.
Me mandé primero yo para hacerme cargo del relevamiento, con todos los elementos en el interior de la chata por arriba de los asientos y un par de eslingas ya instaladas para un eventual rápido rescate. Me olvidaba: también un palo para desmayar a mi esposa si llegaba a quedarme al medio del río. Por suerte las precauciones fueron sobradas y no fueron necesarios: pasé sin problemas y Pablo hizo lo propio.
Los paisanos desaparecieron seguramente decepcionados porque no nos quedamos varados en el río. Posiblemente el cruce, que se llama Paso Morales, sea más sencillo si no llovieron los días previos aunque la satelital lo muestra muy parecido a lo que vimos nosotros.
COMIENZA LA CACERÍA
Seguimos, satisfechos de haber cubierto la primera cuota de adrenalina, y después de unos cuantos kilómetros salimos a la RD 31 que nos condujo a Pueblo Biassini donde tomamos hacia el norte por la RN 04 hasta cruzar el río Arapey, que sin duda no es vadeable. Allí el GPS nos sacó del asfalto para llevarnos hasta Colonia y Pueblo Lavalleja, donde compramos algo de fiambre y recargué combustible en una precaria gasolinera.
Disfrutamos de la paz y tranquilidad de estos pueblos del interior uruguayo, donde todo parece detenido en el tiempo.
A la salida de Pueblo Lavalleja el GPS nos conduce por “Picada Elías” derechito a la confluencia 31°S 57°O; sin embargo se nos cruza otro río de importancia: el Arapey Chico, el cual estaba completamente desbordado presentando un vadeo de por lo menos 150 metros de largo por entre los árboles inundados. Estábamos a sólo 5.5 km de la confluencia.
Ahora le tocó a Pablo ir a hacer relevamiento mientras yo lo filmaba desde la costa. Los resultados de profundidad eran algo parecidos al Daymán: a él le llegaba también a la cintura, sólo que él es un poco más alto que yo…
El problema era que el tramo era muy largo y salirse de la supuesta huella podía hacer que fácilmente la profundidad pasase el metro veinte: Nos exponíamos a amargar el viaje, sobre todo por las esposas si llegábamos a quedarnos en el medio ya que no había forma de rescatarnos pasando de a uno. Consideramos el pasar atados pero finalmente desistimos por la expresión de las caras conyugales; en otras circunstancias era un lindo desafío.
Desandamos la Picada Elías y cruzamos el Arapey Chico por el puente de la RP 4 y por un camino vecinal finalmente nos estacionamos a 800 metros de la confluencia 31°S 57°O . Dejamos las chatas allí y nos fuimos caminando por un campo muy verde, con algunas zonas un poco inundadas, poblado de ganado, por supuesto. Disfrutando del entorno llegamos al objetivo y capturamos la primera presa del viaje.
