PRIMERAS CONFLUENCIAS CHARRÚAS
17 al 19 de Setiembre de 2011
CONFLUENCIA DE CAZADORES DE CONFLUENCIAS
Los vadeos nos habían demorado un poco más de la cuenta, así que para la próxima captura desechamos cruzar los dos ríos Arapey, el Grande y el Chico, por trazas no seguras y desandamos por la RP 04, con puentes carreteros conocidos hasta ponernos cerca de Pueblo Biassini. Dejaríamos el relevamiento de los caminos de tropas que teníamos estudiados al este de la RP 04 para otra oportunidad. No nos daban los tiempos.
A partir de allí de nuevo entramos en otro camino de tropas muy poco transitado y también lleno de pequeños vados y charcos, que discurre por entre los profundos valles del interior uruguayo. El paisaje, una maravilla: mil tonos de verde, zonas pedregosas, animales de todo tipo, arboledas añosas, solitario. En inglés “lovely and lonely” Realmente muy hermoso.
Ya cerca de llegar a la RD 26, el Dayman reapareció en el mapa pero al llegar al supuesto vadeo, casi no existía: claro, estábamos en las fuentes del mismo, 100 km más al este del Paso Morales. No obstante el último tramo antes de la RD 26 fue muy molesto ya que nos aburrimos de cruzar charcos y lagunitas, una tras otra. Hasta ahora, no habíamos cruzado tranquera alguna.
Después de la RD 26 el camino de tropas se adentra, guardaganado de por medio, en un extenso establecimiento rural: “El Progreso”. Ya no hay alambrados a lo largo sino que la huella de desarrolla dentro del mismo. Había averiguado antes y me dijeron que era público, así que avanzamos sin temor hasta las cercanías de la próxima confluencia, la 32°S 57°O, para lo cual atravesamos varios guardaganados y tranqueras internas.
La huella, muy tenue, nos posicionó a 1300 metros de la confluencia 32°S 57°O. El trayecto faltante, a campo traviesa, era accesible con los vehículos pero la cantidad de ganado sobre el terreno nos aconsejó ir a avisar al casco de la estancia que habíamos dejado unos kilómetros atrás: estando en otro país sonaba prudente hacerlo para evitar disgustos.
Desandamos esos kilómetros y al llegar al casco nos encontramos con algo llamativo: un forastero como nosotros, con una 4x4 y con un mapa en la mano, interrogando al puestero. No podía ser otra cosa que otro cazador de confluencias haciendo lo mismo que nosotros pero ...¿podía ser tanta casualidad?. Si, lo era.
Un matrimonio de brasileños había decidido el mismo fin de semana hacer las mismas cuatro que nosotros en orden inverso después que desde el 2006 no había habido nuevas visitas en todo Uruguay. ¡ Increíble ! Si hubiéramos querido coordinarlo, no lo hubiéramos logrado.
El encargado del campo no entendía nada: seis extranjeros estaban consultando lo mismo: permiso para ir a ninguna parte en el medio de la nada. Por suerte no se opuso a que lo invadiéramos, aclarando que en realidad permiso no podía darnos porque no era el dueño, pero ante nuestras sanas intenciones sólo nos pidió que no molestemos a los animales, al fin de cuentas el camino era público.
Nos fuimos raudos los tres vehículos por la huella y después nos internamos a campo traviesa, cada uno por donde quiso y al cabo de unos minutos estaban las tres chatas estacionadas exactamente en la confluencia.
Mientras sacamos las fotos de rigor, fuimos rodeados por cientos de vacunos que, curiosos, venían a participar de la captura aunque no los podríamos registrar como visitantes por no saber su nombre. Una verdadera captura multitudinaria, internacional, multirracial e impensada. Una verdadera casualidad en el medio de la nada. Una confluencia donde confluyeron cazadores de confluencias.
Nuestro colega brasileño, Frankie, nos contó que venía de fracasar en los dos intentos previos a las 32°S 55°O y 32°S 56°O y que ésta era su primera captura. No sabemos si él nos quitó la exclusividad o si nosotros se la quitamos a él, pero fue una increíble experiencia compartir la casualidad.
Pensábamos el susto que Pablo y yo nos hubiéramos pegado si ni volvíamos a preguntar y se nos aparecía una chata viniendo hacia nosotros….
Nos despedimos y cada uno siguió su curso, nosotros hacia el sur para tratar de llegar a Tacuarembó y ellos hacia el norte para dirigirse a Salto.
La huella, casi inexistente nos llevó al Paso del Parque, un vadeo sobre el Arroyo Queguay Chico, el cual no ofreció mayor dificultad. Un lugar para acampar espectacular (de algún lado sale el nombre) aunque no nos cuadraba por los tiempos.
Se nos hizo de noche y por un camino vecinal también lleno de charcos y lagunas, salimos después de unos 50 km muy ásperos a la RD 26 desde donde rápidamente llegamos a Tacuarembó a cargar combustible y alojarnos en el coqueto Hotel Carlos Gardel (120 U$S la habitación doble)
El hotel está muy lindo, muy bien ambientado con temas tangueros y con elementos que supuestamente son de Carlos Gardel o de su época.
