MÁS ALLÁ DE LA RN40
CAMINOS, HUELLAS OLVIDADAS Y TRAZAS INEXISTENTES EN EL OESTE PATAGÓNICO
11 al 20 de octubre de 2013
MARTES 15
RICARDO ROJAS - ARROYO CHALIA - RIO MAYO - PERITO MORENO - LOS ANTIGUOS - RUTA 41 - ESTANCIA LA FRONTERA - CERRO ZEBALLOS - PERITO MORENO
El ambicioso objetivo del día era llegar a la zona del desconocido lago Guitarra en la Pampa del Asador, siempre esquivando todo el asfalto posible, sin pisar la RN40.
El itinerario consistía en salir de Ricardo Rojas por la RP51, pasar por Lago Blanco, dirigirse al Hito 50 por la RP55 en Valle Huemules, bajar por la frontera hasta Ingeniero Palavicini pasando por El Portezuelo, rodear el lago Buenos Aires por el norte, tocar Perito Moreno y Los Antiguos, tomar la RP41 a Paso Roballos (El camino del Zeballos), luego ir a Lago Posadas y finalmente subir a algún lugar de la Pampa del Asador y acampar en el lago Guitarra, al lado de un fogón…
En realidad era delirante, pero de eso se tratan nuestros viajes. Sabíamos de la existencia de al menos tres potenciales problemas:
1) El parte de transitabilidad de la Provincia de Chubut anunciaba desde hacía tiempo que la RP51 era intransitable por desbordes del arroyo Chalía y por huellones. La suerte y las dificultades sorteadas el día anterior más la información de los locales nos hicieron desestimar lo que decía dicho parte. Más de una vez habíamos comprobado que la información vertida en los mismos está escrita para inducir a que los desaprensivos no se metan y de ese modo no tener que ir a rescatarlos sobre todo si se meten solos. En el peor de los casos, no sería para nosotros un problema sino una diversión.
2) El enlace entre Valle Huemules, El Portezuelo e Ingeniero Palavicini no existe en los mapas aunque se ve clarito en el Earth Google. Podía ocurrir que alguna tranquera infranqueable en zona de estancias importantes nos frenase. En este caso la solución era desandar unos 30 km y volver a la RN40 a Paso Río Guenguel y abandonar el tramo de Ingeniero Palavicini: perdíamos un objetivo pero hasta ahorraríamos tiempo.
3) El parte de transitabilidad de la Provincia de Santa Cruz decía que la RP41 entre Los Antiguos y la Estancia La Frontera era transitable con precaución pero sólo 4x4 (sin problemas entonces) pero el tramo siguiente entre dicha estancia y Paso Roballos lo daba intransitable por acumulación de nieve. Tampoco lo quisimos creer, nosotros podríamos pasar igual.
Desayunamos, dimos una pequeña vuelta por Ricardo Rojas (ex centro Río Mayo) y nos largamos por la RP51 hacia el sur. La ruta, típicamente patagónica, tiene un aire a la vieja RN40: sube por un cañadón a una amplia meseta y luego baja hacia el valle del Chalía.
A los pocos kilómetros, al bajar al valle, encontramos un vadeo corto y profundo del arroyo Chalía Medio: mucha correntada pero lo pasamos sin darnos cuenta. Supuestamente, según la gente de Ricardo Rojas, era el obstáculo a vencer. El arroyo Chalía principal aún no se veía dentro del fondo del ancho valle, hasta que casi en el borde sur apareció y allí se nos vino el mundo abajo: un torrente de impresionante velocidad y de más de 100 metros de ancho pasaba por encima del supuesto vado de hormigón formando una especie de vertedero de aguas marrones que daban miedo.
No queríamos aceptar la realidad de tener que recular, así que me calcé los wader para catearlo; apenas caminé 10 metros sobre el fondo de hormigón con el agua a la rodilla y sentía que el agua me arrastraba hacia el “vertedero”. Me volví casi convencido que era imposible.
Igual quise probar a verlo desde arriba de la chata y fue peor: apenas el agua pasó los zócalos se sentía la fuerza del torrente, agravada por la velocidad que se notaba hacia adelante que hacía perder toda referencia. Por acá no se iba a poder pasar sin serios riesgos. Tal vez con las puertas abiertas...
El riesgo era ser arrastrado de costado por la correntada y caer en el escalón del vado de cemento, que irremediablemente hubiera conducido a rodar por el río con riesgo de vida.
Miguel probó con el Torito Rojo más pesado y sintió la misma sensación. Y eso que estábamos a pocos metros de la margen; lo que sería en el medio, posiblemente más profundo, ni puedo imaginarlo.
Frustrados intentamos ver si río arriba o río abajo había algo mejor, ya que aquí el riesgo mayor era el escalón. Pero al buscar lugares más tranquilos sólo conseguíamos alargar el cruce sin saber lo que había abajo. Game Over: el parte de transitabilidad era correcto y no tuvimos otro remedio que recular. El temprano inconveniente nos obligó a descartar la incursión por Valle Huemules ya que ahora implicaba hacer más de 150 km con la duda de las tranqueras y eso sólo nos hacía perder el día casi completo.
Una verdadera lástima no poder asomarnos a esa injustamente desconocida y olvidada zona del oeste chubutense que fue escenario de varios intentos de colonización con rasgos muy similares a los del Far West americano. Recomiendo la lectura del libro de Alejandro Aguado, “La conquista del Oeste del Chubut” donde se cuenta la rica historia y muchas anécdotas jugosas y macabras de lo acontecido allí a principios del Siglo XX. Tierra de aventureros, pioneros y de bandoleros, casi como nosotros…
Al regreso, ya en casas, contacté por Facebook a Alejandro Aguado y al comentar esta situación me dijo que jamás había visto el Chalía tan bravo y me sorprendió al decirme que aguas abajo, en la reserva Indígena del Chalía había un nuevo puente de hormigón, que si bien no conduce a ninguna parte (típicamente argentino), seguramente a nosotros nos hubiera servido. En Earth Google todavía no es visible...
Como siempre debían quedarnos al menos tres días para la travesía al oeste del Cardiel, si seguíamos intentando con recorridos fuera de programa, los afectaríamos irremediablemente, así que lo descartamos con todo el dolor del alma.
Volvimos a Ricardo Rojas, desandamos la RP26 hasta Rio Mayo y con todo el dolor del alma tuvimos que pisar la RN40, casi toda asfaltada hasta Perito Moreno, donde retomamos el recorrido planeado, sin demoras pero con un pedazo del itinerario descartado, el primero hasta el momento.
Desde Perito Moreno, tomamos la RP43 hasta Los Antiguos, donde vimos que los arroyos que bajaban de la meseta del lago Buenos Aires corrían furiosos hacia el lago, como confirmando que algo pasaba en la cordillera con el clima, ya que no era lo esperado.
Hacía mucho no visitaba Los Antiguos, desde 2006, y me sorprendió lo remozado y moderno que está y cuesta creer lo que había ocurrido allí en 1991, cuando el Hudson lo sepultó en vida. Ha resurgido con fuerza y ahora tiene cierto aire al San Martín de los Andes de sus comienzos.
Raudamente encaramos la RP41 y pese a lo que nos había pasado en Chubut empezamos a descreer nuevamente de los partes de transitabilidad: el primer tramo decía que era “sólo 4x4” y la realidad es lo que lo podría estar haciendo con mi Honda Fit. Seguro que lo del segundo tramo era sólo para desalentar por si acaso. Como siempre, esta ruta regala paisajes de locura, para mi gusto es la más pintoresca del país y eso que aún no la conocía con aspecto invernal…
En el puente del río Zeballos, donde la Estancia La Frontera, había un cartel de “Ruta Intransitable”, pero obviamente, lo obviamos y seguimos.