MÁS ALLÁ DE LA RN40
CAMINOS, HUELLAS OLVIDADAS Y TRAZAS INEXISTENTES EN EL OESTE PATAGÓNICO
11 al 20 de octubre de 2013
MIÉRCOLES 16
PERITO MORENO - GOBERNADOR GREGORES - LAGUNA HONDA - LAGO CARDIEL - ESTANCIA LA ANGELINA - CAMPAMENTO CERCA DEL RÍO DEL MEDIO
Al llegar al río Infante no encontramos la estancia tal como los mapas del IGM decían, pero la huella seguía hacía el norte y la seguimos. Pocos km después divisamos la estancia así como también los vestigios de la huella que buscábamos del otro lado del río. Mientras buscábamos por donde vadearlo, terminamos metiéndonos en la estancia, que se la ve en actividad pero desierta debido a que es un establecimiento de invernada. Su veranada es la estancia “Dos Hermanos” en la costa del Cardiel.
Si bien para entrar a la estancia vadeamos el río, no encontramos como conectarnos con la huella que se veía arriba a lo lejos. Christian y Miguel que venían más atrás encontraron un lugar de vadeo que permitía acceder a la huella y reculamos para ir por donde ellos.
Después del vadeo nos montamos a los vestigios de huella, que al principio coincidía casi plenamente con el track imaginado; después de trepar un rato se empezó a abrir rumbo al norte y la seguimos porque curiosamente no se veía como subir el último tramo hacia la meseta entre el río del Medio y el Infante: la vieja huella seguro lo sabía.
Avanzamos un buen trecho hasta que nos pareció que se alejaba definitivamente de nuestro rumbo oeste y encima nos pareció ver una trepada que si era posible abandonándola. Y la abandonamos a cambio de campo traviesa. Efectivamente la primera trepada era posible pero al llegar más arriba vimos que todavía no accedíamos a salvar el labio superior acantilado de la meseta, por lo que empezamos a rodearla muy lentamente, con rumbo NO. Se puso complicado por las grandes piedras pero a fuerza de coraje pasamos hasta que encontramos el escote redondeado que buscábamos para subir. El asunto fue que cuando llegamos a él, la vieja huella que abandonamos al principio también pasaba por ahí: evidentemente quien la trazó sabía las dificultades…
Así que nuevo nos montamos a la vieja y abandonada huella, que por momento debíamos dejar por lo dañada que estaba pero nos llevaba claramente hacia el oeste, hacia nuestro imaginado vadeo del río del Medio. Al llegar a una laguna hicimos contacto con el track dibujado que aún hoy mirando las satelitales no me doy cuenta porque no pudimos recorrerlo ya que se ve claramente.
La cuestión que finalmente la huella dobló hacia el sur hacia la estancia Río del Medio, probablemente el motivo de su pasada existencia. A partir de allí por unos 7 u 8 km habíamos previsto circular por una picada sísmica muy vieja que tenuemente se podía ver.
Vadeamos un zanjón y seguimos la picada, que en realidad más que picarnos nos trituró: si bien no tenía piedras, la vegetación había vuelto sobre ella y creo que logró que nunca tuviésemos cuatro ruedas apoyadas encima subiendo y bajando sin rodeos ya que era 100% rectilínea.
Empezaba a atardecer cuando la picada atravesó un cañadón por el cual ahora había dos hilitos de agua pero se notaba que había circulado mucho más no mucho tiempo atrás y era un tremendo lodazal escondido bajo una tenue capa de barro seco por el fuerte viento y el sol. Abajo era todo barro así que cuando los primeros lo pisamos nos enterramos irremediablemente.
A duras penas nos desencajamos y en vista de lo que se venía más adelante decidimos acampar como se pudiera en los sectores planos: no tenía sentido peludear en el barro para luego tener que desensillar de noche sobre la ladera inclinada que seguía, así que decidimos buscar los pocos sitios más o menos secos y arrancar a la mañana siguiente. Estábamos a unos 5 km del río del Medio: las distancias no son muy largas pero toman mucho tiempo por las dificultades.
Al anochecer el viento arreció y medimos ráfagas de hasta 90 km/m sobre una base constante de 50/60 km/h. Sólo armamos las carpas Adrián, Mauricio y yo, el resto decidió dormir en las chatas.
Preparar la cena fue un kilombo: no había reparo que permitiese que los calentadores funcionasen así que cada pareja se metió en su chata y cocinó como pudo. Por suerte teníamos las sobras del guiso de lentejas de Marcelo que facilitaron la cocción y nos dieron el calorcito que hacía falta ya que la noche, sumada al fuerte viento, auguraba mucho frío.
Esta noche, pese a ser temprano, no hubo sobremesa, ni siquiera radial. Cada uno se metió en su "cucha" y a dormir, arrullados por el vientito que nunca paró de soplar. ¡Que lindo es dormir en una buena carpa cuando hay mucho viento!!!