LA MESETA DE LA MUERTE, LA TERCERA FUE LA VENCIDA
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LUNES 23 DE MARZO DE 2015:
EL DÍA QUE CAYÓ LA MESETA DE LA MUERTE
LAGO CARDIEL - ESTANCIA DOS HERMANOS - VADEO DEL RÍO CARDIEL - VADEO DEL RÍO LAVAS - ESTANCIA LA CABAÑA - SUBIDA A LA MESETA DE LA MUERTE - LA MESETA DE LA MUERTE
Cerca del mediodía llegamos a la estancia La Cabaña, una de las primeras de la zona fundada por el pionero Llaneza, la cual estuvo abandonada mucho tiempo y que ahora está volviendo a ser explotada en forma muy incipiente. Los años anteriores nos habíamos tenido que conformar con verla del otro lado del río del Medio, como mojándonos la oreja. Aprovechamos la sombra de los árboles que crecen gracias al arroyo que baja de la meseta para nuestra parada de almuerzo, el mismo arroyo cuyo cauce, de acuerdo a las fotos satelitales nos permitiría saltar al primer escalón de la meseta, la laguna Z11 y luego finalmente pegar el salto final a la inmensa plataforma de +1000 msnm, objeto de la expedición.
Después de curiosear la estancia abandonada (creo que ahora podemos decir que conocemos todas las que rodean la meseta de la Muerte, abandonadas o no: La Angelina, Río del Medio, Rincón de los Toros, La Bernarda, 12 de Abril y ahora La Cabaña) empezó la remontada del arroyo, el cual debimos cruzar varias veces para ir esquivando las piedras y los mallines avanzando rápidamente hacia arriba.
Siguiendo con el inusual clima, casi hacía calor y no había viento, lo que facilitaba mucho las cosas. A 500 metros de la laguna Z11 (hay tantas lagunas que empezamos a numerarlas...) apareció el primer problema serio: una garganta angosta y empinada, como una cascada de piedras, se interpuso y pareció “game over”; sin embargo la excelente lectura del terreno de los copilotos rosarinos permitió encontrar un bypass por un empinado mar pedregoso que con esfuerzo nos permitió superar la garganta y ponernos a tiro de la primera laguna, que por cierto resultó espectacular, sobre todo por la calma chicha que nos regalaba el clima. Hasta daba ganas de pegarse un chapuzón…
Por mi parte empecé a temer por algún problema mecánico ya que Pampa 02 parecía fallar en baja pero por las dudas seguí adelante confiando en que se solucionaría solo. La primera es tan corta que aun andando mal la tira sin problemas. No iba a quedarme en la puerta sin pelear...
El cuenco de la laguna hacia el sur tenía pendientes que, en teoría, permitían subir el último escalón y allí nos dirigimos saltando entre los coirones preanunciando lo que nos esperaba más arriba en la meseta. Lentamente fuimos ascendiendo hasta que nos encajonamos en un rincón que parecía impasable y que requirió que los copilotos se ganen su butaca explorando opciones.
La falla de Pampa 02 persistía y no quedó otro remedio que abrir el capot e investigar. Por suerte la detecté enseguida: un cable del distribuidor, con las vibraciones y saltos, se había soltado y vaya a saber cuánto hacía que venía en tres cilindros. Lo puse en su lugar y santo remedio. Eso !!!!
Los esforzados copilotos caminantes trajeron la buena nueva que detrás de un promontorio que lo escondía, había un cauce seco transitable que nos pondría por fin sobre la meseta.
Y así fue como por primera vez pusimos nuestras chatas ahí arriba después de tres esforzados intentos, una enorme satisfacción que pese a no haber podido estar con nosotros tiene un gran mérito de Pablo Anastasio, dibujando tracks para lograrlo.
Lo que no sabíamos era en lo que nos estábamos metiendo: al final llegar había sido relativamente fácil pero…
Ahora, ante nosotros la enorme planicie que habíamos soñado: a la distancia parecía un billar por lo que supusimos que esa misma tarde nos asomaríamos al remoto Balcón del Arenisca, en su extremo noroeste a 26 kilómetros de donde estábamos ahora y unos 800 metros más arriba. Dos o tres horas de marcha lenta y nos sacaríamos la foto en el punto culminante de la travesía y listo el pollo.
Reagrupamos y comenzamos a avanzar buscando el cauce del arroyo que teníamos visto en Google Earth y Nokia Here y que bautizaríamos "Mogotales".
El billar duró poco y enseguida se convirtió en una tortura que como mucho nos permitía avanzar a 2 ó 3 km/h, no más. Los mogotales que habíamos descubierto el año pasado cerca del lago Cabral como que se habían agigantado y obligaban a una paciencia de monje budista para manejar.
Ocurre que aquí al ser muy plano los arroyos se ramifican mucho y seguramente por acción del viento la superficie va tomando formas muy curiosas lejos de la planitud; se forman como cordones irregulares de cualquier forma de 30 a 50 cm de altura sin solución de continuidad. Por suerte no suelen esconder rocas y no son muy duros pero encontrar 100 metros donde rodar a 10 km/h era la felicidad total, lo que ocurría muy de vez en cuando.
Así a este ritmo, avanzamos unos 12 km durante cuatro horas y media sabiendo que ni de casualidad llegaríamos en lo que quedaba del día al Balcón del Arenisca y, atardeciendo empezamos, a preocuparnos por encontrar un lugar razonablemente adecuado donde armar campamento. Aunque parezca mentira, no había lugar donde poder armar una carpa sobre suelo parejo. Increíble, tan increíble como el clima que seguía excelente. No quiero pensar lo que hubiera sido esto con bajas temperatura y vientos huracanados, como es habitual.
Finalmente una laguna y unos cauces semi-secos nos proporcionaron un pequeño espacio donde armar las carpas y ahí nos quedamos a 18 km del Balcón. Mañana lo conquistaríamos…
El clima benigno, sin frío no viento nos permitió cocinar sin problemas y hasta nos dimos el lujo de truquear a la intemperie hasta altas horas de la noche.
Buenas noches !!!