LA MESETA DE LA MUERTE, LA TERCERA FUE LA VENCIDA
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MARTES 24 DE MARZO DE 2015:
NO NOS PUDIMOS ASOMAR AL BALCÓN DEL ARENISCA
CAMPAMENTO 02 EN LA MESETA DE LA MUERTE - INTENTO DE LLEGAR AL BALCÓN DEL ARENISCA - INTERLAGUNAS DE LA MESETA - CAMPAMENTO 03 A LA VERA DE UNA LAGUNA
Despertamos temprano para disponer del mayor tiempo posible para ir hacia el objetivo: al fin y al cabo en cinco ó seis horas deberíamos lograrlo. Los registros de temperatura durante la noche, sin viento, apenas bajaron hasta 0°C por lo que todos pasamos una noche agradable en las carpas.
Retomamos el camino con entusiasmo: estábamos a a apenas 18 km del objetivo, algo menos del 1% de lo que ya habíamos conducido para llegar hasta aquí. Dejamos el cauce del arroyo Mogotales y la cosa mucho no cambió respecto a la tarde anterior aunque como lentamente íbamos subiendo el paisaje se volvía más atractivo ya que aparecían las lagunas que alimentaban los arroyos y las montañas nevadas de la cordillera se ponían más cercanas y le daban un toque más salvaje al entorno. Lentamente fueron desapareciendo los mogotales y unos campos de piedras de tamaños transitables nos auguraban un aumento de ritmo y la posibilidad de avanzar al objetivo.
Nos dispersamos un poco ya que en un momento los que veníamos adelante nos desviamos del track teórico para subir a un cerro y poder otear el horizonte. Los rosarinos tomaron la delantera y se alejaron un par de kilómetros. Hablando por radio todo parecía estar OK....
Sin embargo la meseta nos estaba tendiendo una trampa silenciosa: el “liso” piso de piedras en realidad flotaba sobre una gruesa capa de barro que no se veía a simple vista y que mientras se mantenía cierto ritmo solamente se dejaba una sospechosa marca sobre la superficie. El entusiasmo de avanzar no nos permitió medir el riesgo.
Y ocurrió lo inesperado: cuando los rosarinos pararon a esperarnos se enterraron hasta los zócalos. Lo mismo le pasó a Guillermo unos kilómetros más atrás y tuvimos que recurrir a los malacates para tratar de poner a las chatas sobre algún sector más firme: un “deja vu” de lo que nos había pasado cuando anduvimos cazando la confluencia del río Tar.
La cuestión que ante ese panorama los rosarinos a 12 km del objetivo nos anunciaron que había que desistir y reagruparnos para regresar, ninguna de las tareas nada fácil.
Desistir es algo complicado cuando tenés tanto entusiasmo por llegar pero lo aceptamos, al final era un digno empate con la meseta. Reagruparnos fue bastante complejo porque los que veníamos más atrás nos habíamos encerrado en un sector sin salida que no nos permitía arrimarnos a los rosarinos sin riesgo de encajarnos feo.
La cuestión es que decidimos no volver por el mismo lugar, ya que implicaba por lo menos un día de tediosa repetición de sufrimiento y sin saber muy bien lo que encontraríamos acordamos tratar de juntarnos sobre el borde norte de la meseta próximo al río Areniscas (ó del Medio) y tratar de salir por el norte de la estancia Río del Medio donde dos años atrás habíamos visto un posible vadeo. Adrenalina pura ya que en el medio se veían algunas montañitas y en las satelitales una serie de lagunas a rodear antes de alcanzar el hipotético vadeo.
Lentamente fuimos retrocediendo buscando por donde subir al filo norte, para lo cual primero debíamos bajar al fondo de un arroyo de piso incierto. A poco de andar empezamos a tener contacto visual los dos grupos ya que los rosarinos habían encontrado como bajar y subir del arroyo y nos miraban de arriba. Nosotros junto con Elsa y Guillermo veníamos retrocediendo por un pedregal buscando la bajada al arroyo hasta que apareció un tobogán que nos puso en su cauce. Allí perdimos casi dos horas ya que Guillermo tuvo la mala suerte de tocar un talón con una piedra y estropeó una cubierta (y era el único con un solo auxilio, lo que le puso más adrenalina a lo que quedaba). La incómoda posición donde ocurrió nos dio mucho trabajo pero al final con el globo inflable y un malacate conseguimos hacer el recambio.
Poco después nos juntamos todos sobre el filo a unos 10 km del vadeo que nos sacaría de la meseta, una vez que pudiésemos bajar de allá arriba.
A poco de andar se nos cruzaron tres lagunas muy grandes apenas separadas por unos istmos de piedra que a lo lejos no se veían muy amigables y de no poder cruzarlos nos obligaban a largos kilómetros de rodeos. Acá empezaron a tener importancia las caminatas de Mauricio y Luis TLC que nos iban guiando a distancia para encarar por los mejores lugares y así los istmos, a la postre fondos de las tres lagunas unidas, nos dejaron pasar.
Todavía estábamos a 1300 msnm y debíamos bajar a los 900 msnm del río por lo que se venían brutas bajadas que no tardaron en llegar. Y las brutas bajadas llegaron, casi todas sin retorno, pero en todas tomamos la decisión de avanzar contra viento y marea pese a lo quebrado del terreno, a los mallines y a las enormes piedras. El recorrido se había vuelto extremadamente técnico, lejos del aburrimiento y stress mental del día anterior.
Después de una muy difícil bajada, a cuatro kilómetros del vadeo, decidimos acampar a la orilla de otra laguna para encarar descansados lo que faltaba. Los que venían al final de la caravana tuvieron que hacer un descenso nocturno con una fuerte pendiente por un pedregal infernal y llegaron felices abajo: ya estábamos a solo 1100 msnm y las fotos satelitales no nos auguraban nada muy complejo, salvo el vadeo. No hay fotos de la bajada y del campamento nocturno porque llegamos muy cansado.
Otra noche espectacular en el Campamento 03 en el medio de la nada aunque en mi caso, cuando me desperté por razones fisiológicas a las cuatro de la mañana, no pude dormir más pensando en que haríamos si el vadeo se nos tornaba imposible, lo cual era una posibilidad real atento a las experiencias de los dos viajes anteriores.
¿Cómo haríamos a desandar todo lo que habíamos hecho? ¿Y si el clima cambiaba? Esto se ponía cada vez mejor.