EL CENTRO-SUDOESTE BONAERENSE SIGUIENDO LAS VÍAS
RECORRIENDO PUEBLOS DEL CENTRO SUDOESTE BONAERENSE SIGUIENDO RAMALES FERROVIARIOS
6, 7 y 8 de Febrero del 2015
Desde la RP29 un deteriorado camino vecinal nos conduce a este solitario paraje, que como todos los cercanos a las ciudades grandes está ocupado y con mantenimiento pésimo. Sólo está lo que queda de la estación, donde como de costumbre hay corrales con animales, la casa de los auxiliares completamente abandonada pero sin ocupar y una escuela bien mantenida que parece en actividad. No hay mucho para curiosear aquí, sonaba riesgoso meterse ahí.
RAMOS OTERO
El camino hacia la próxima parada paralelo a las vías nos ofrece un atractivo especial: se suceden uno tras otro túneles vegetales que te hacen soñar atravesarlos en un tren. Aquí hay vías y parece que de vez en cuando sienten la caricia de las ruedas de un tren. Hermosos túneles que invitan a fotografiarlos y hacer una caminata por su interior.
RAMOS OTERO es una población pequeña con algo de actividad agrícola que a lo lejos ve dibujar las serranías de Balcarce; es un bonito lugar donde encontramos muchos camiones cargados saliendo hacia la ruta. La estación está completamente abandonada y solitaria en el medio del poblado: dentro de todo, mejor así que usurpada.
El nombre rememora a quien donó las tierras para su construcción, Doña Emilia Noel de Ramos Otero; a raíz de la publicación de unas fotos de este lugar, mi amiga Raine Golab, me acercó la historia del hijo de esta señora, que protagonizó el primer secuestro conocido en la provincia del Chubut, allá por 1911. Les dejo el link por si les interesa: http://www.lanacion.com.ar/222771-el-primer-secuestro-en-chubut-en-1911
No hay camino directo entre Ramos Otero y BOSCH; para ir por la tierra hay que hacer una vuelta muy larga y temíamos por el combustible, por lo que salimos nuevamente a la RP29 por un rato. En el cruce con la RN226 cargamos combustible y de nuevo nos metimos por la tierra.
Los caminos de tierra, siempre atractivos para nosotros, ahora se volvieron maravillosos porque se enroscaban en las serranías balcarceñas, dotadas de mil colores de verdes entre las piedras que afloran por todos lados. Una delicia para pasear mientras nos acercábamos a la solitaria y abandonada BOSCH, otro escenario ideal para filmar “El mundo sin humanos”
La estación BOSCH está siendo devorada por la vegetación aunque posiblemente la mano humana ayudó a la devastación: no hay techo, ni puertas, ni pisos. La naturaleza actúa como si quisiera ocultar la vergüenza ajena y casi lo logra.
Para poder apreciarla hay que caminar por las vías, atravesando un frondoso túnel vegetal que cubre hasta el andén inclusive, donde apenas se distingue el nomenclador; es notable como la pinza de un cambiador está casi integrada al tronco de un árbol. El edificio está destruido pero tiene un halo de misterio como si de repente todo pudiera cambiar y un tren fantasma pudiera levantar pasajeros.
El nombre original de la estación era Juan Bautista Peña pero los terrenos pertenecieron a Rosario Peña de Bosch quien impuso que se cambiase para recordar a su esposo, el Dr. Francisco Bosch.
Dejamos BOSCH con rumbo a Balcarce encantados pese a la natural tristeza de lo abandonado recorriendo caminos de tierra serranos similares a los que ingresamos.
Originalmente habíamos pensado que dormiríamos aquí pero era muy temprano, por lo que decidimos ir en busca de la estación y seguir el recorrido; si no conseguíamos alojamiento más adelante, en el peor de los casos nos volveríamos total las siguientes estaban cerca del asfalto. Ilusos…
BALCARCE es una ciudad muy bonita que seguramente merecerá una visita más detallada pero esta vez el objetivo eran las estaciones y no somos de abandonar un libreto sin una buena razón.
Cruzamos toda la ciudad y la encontramos: no tiene actividad ferroviaria apreciable, pero está en remodelación manteniendo su aspecto original, al menos desde la calle. La están destinando a usos comunitarios, entre otros como destacamento policial, por ese motivo no saqué muchas fotos. Del lado del andén, al menos por ahora no está muy linda, pero tal vez sea cuestión de tiempo. Aquellos viejos tiempos donde existían los trenes Decauville paperos que traían la carga aquí están muy lejos.
Completada la misión, ahora fuimos por Los Pinos
Seguimos hacia el sur hacia LOS PINOS, pueblito conocido ya que es donde nació el famoso imitador Rolo Villar y siempre comenta por la radio, en su tono jocoso, anécdotas y curiosidades de su lugar natal, motivo por el cual teníamos especial interés en conocerlo.
Es un pueblo viejo que seguramente nació al compás del ferrocarril y de las canteras, metido entre las sierras en un paisaje muy bonito. La cantera Los Pinos hoy luce abandonada pero parece que trabajó mucho porque se notan las sierras “comidas” por la explotación.
Los terrenos para la estación fueron donados por Don Juan B. Irayzoz, cuyo establecimiento ganadero se denominaba "Los Pinos" debido a las grandes plantaciones de coníferas que había en el mismo; de allí el nombre. La calle de acceso está flanqueada por un pinar.
Por unos solitarios y preciosos caminos serranos dejamos Los Pinos por detrás de la cantera y zigzagueando entre campos cultivados y esquivando el arroyo Malacara, llegamos a SAN AGUSTÍN, un precioso y prolijo pueblo donde el edificio principal de la estación está perfectamente preservado a tal punto que fue declarado de Valor Histórico por la Municipalidad de Balcarce. Lo merecía, es muy lindo.
En SAN AGUSTÍN, el ramal que viene de Balcarce y Los Pinos se divide (ó dividía) en dos, el que vía Mechongüé se dirige a Mar del Plata y a Miramar y el que pasando por Lobería se dirige a Necochea/Quequén y a Tres Arroyos. Las vías están, pero creo que el que funciona esporádicamente para cargas es el que lleva a Quequén.
Después de San Agustín el viaje siguió paralelo a las vías por solitarios caminos hasta alcanzar LAS NUTRIAS después de cruzar la RP55. Allí sólo hay una estación habitada y mas o menos en buen estado y una cancha abandonada de pelota a paleta, que según me contaron era un anexo de un boliche de campo que fue demolido.
Las Nutrias está al costado de una ruta asfaltada (?) que une la RP55 con Lobería pero cuando accedimos lo hicimos por el otro lado de las vías, donde a juzgar por la vieja cartelería corría antes la vieja ruta. Fiel a mi costumbre seguí por la vieja ruta a los saltos, ya que esta completamente abandonada casi cubierta completamente de pastizales. Adriana me decía porque no me dejaba de embromar y me corría al asfalto que no valía la pena andar a campo traviesa teniendo la ruta a 50 metros.
Le hice caso y apenas pude subimos al asfalto, la sorpresa: era recontramuchísimo peor transitar por aquí que por el offroad que veníamos haciendo, ya que no había forma de esquivar la impresionante cantidad de pozos del asfalto.
Llegando a EL MORO el piso mejoró un poco y entonces el destrozo pasó de la ruta a la estación, que solamente conserva en pie sus paredes, los nomencladores y el galpón, este último como siempre, parece indestructible. No entré a sacar fotos de cerca porque había un boyero conectado y no tenía ganas de recibir una descarga.
No tengo el oro pero ahora tengo EL MORO en mi colección de estaciones...
Reanudamos rumbo a Lobería, pero se había hecho casi de noche al llegar y no encontramos alojamiento, ni siquiera para acampar. Dimos tantas vueltas buscando que se nos hizo de noche y entonces no visitamos la estación de Lobería teniéndola ahí nomás, así que salteando Tamangueyú, Pieres y Quequén, nos fuimos a dormir a NECOCHEA, suponiendo que allí no sería difícil encontrar un lugar decente donde dormir. Después de preguntar en varios lugares al final conseguimos en un hotel céntrico, donde pagamos una fortuna por un servicio mediocre, pero era eso o dormir en la chata.
Salimos a cenar algo, pero tanto andar por lugares solitarios que nos sentíamos incómodos entre la muchedumbre de las peatonales atestadas de gente. En fin, por suerte a todos no nos gusta lo mismo.
Nos acostamos temprano, así mañana aprovechábamos bien el día.
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