VIEJAS ASPIRACIONES CUMPLIDAS, PASÁNDOLA BOMBA
19 al 28 de Febrero de 2016
MARTES 23 DE FEBRERO DE 2016: ESCUCHANDO LA MÚSICA DEL IGNOTO LAGO GUITARRA
El día había sido largo y costaba mover la tropa; sin embargo era imperioso salir lo más temprano posible ya que las chances de recuperación eran ciertas siempre que el lago Guitarra no fuera inexpugnable.
Para inducir la partida rápida, tomé la delantera y me largué solo por la RP25 con la consigna de esperarlos en la YPF de Gregores después de comprar provisiones.
Esta salida anticipada, con desayuno “on board” permitió andar tranquilo por el ripio aprovechando para disfrutar el paisaje sin preocuparse por la velocidad. No es que hay mucho para ver en este enlace, pero guanacos y ñandúes hay todos los que uno quiera, cosa que entretuvo a mi copiloto que estaba ávido de fotografiarlos.
En menos de dos horas y media estábamos en Gregores, donde aprovechamos a comprar algunas vituallas en La Anónima (especialmente huevos y panceta para la receta infaltable del Pampa) y después nos fuimos a la estación de servicio YPF a esperarlos. Durante la espera se me ocurrió que no sería mala idea comprar una bomba de nafta de repuesto, más por cábala que por necesidad y aproveché la espera para conseguir una. Fanático yo? No, no voy a quemar dos bombas en un mismo viaje…
Al rato cayeron todos, poco antes de mediodía y en poco tiempo nos pusimos nuevamente en marcha. Tomamos la RN40 hasta Las Horquetas (con bastantes parches aunque la carpeta es nueva) y luego nos desviamos por la RP37 que conduce al Parque Nacional Perito Moreno.
Al aproximarnos a la estancia Sierra Andia tomamos contacto con Guillermo Loza, que puntualmente nos esperaba en el lugar convenido. Allí reagrupamos y enseguida, ya inflados de ansiedad le apuntamos al casco de la estancia por los tracks que habíamos sabido conseguir.
A poco de andar una chata nos alcanza para ver que hacíamos por allí: era Fabián el encargado de Sierra Andia, quien al mencionar que éramos amigos de Eduardo Lada no tuvo problema alguno en dejarnos continuar y además darnos algunas indicaciones que podrían ser de utilidad por si nuestro plan A fallaba. Según él, alguien había subido alguna vez al Guitarra pero por Cerro Pampa, no por donde planeamos nosotros, que a su parecer sería muy difícil por las piedras que hallaríamos. En las satelitales se veía muy lisito….
La estancia está metida en un profundo cañadón antes del primer escalón para subir a la meseta del Asador donde se enclava el lago Guitarra. El primer escalón es empinado pero fácil ya que hay una huella bien marcada utilizada por la estancia.
Una vez que alcanzamos el primer escalón la cosa se complica porque el segundo es muy pedregoso y presenta el característico borde acantilado de las mesetas santacruceñas; como en otros casos hay que hallar la grieta que permita alcanzar el plato de la meseta.
Sin haber visto satelitales, en el terreno es muy difícil encontrarlas a simple vista pero por suerte teníamos dos o tres lugares detectados que podían darnos la chance de subir y tortuosamente fuimos subiendo hasta pegarnos a los acantilados. Desde la RP37 ya habíamos subido unos 500 metros en un corto trecho.
Mágicamente, las grietas aparecieron y si bien no eran sencillas de transitar, con paciencia y algo de habilidad, las pudimos sortear para posicionarnos en la meseta del Asador a 1250 msnm, a siete kilómetros del desconocido lago Guitarra.
Como en toda meseta patagónica sin huellas marcadas previamente, transitarlas es aterrador pero es el precio a pagar por descubrir las maravillas ocultas que venimos a buscar.
Llevó casi una hora recorrer ese trecho, terriblemente alargado por la ansiedad, pero el esfuerzo valió la pena: por primera vez siete vehículos pudieron asomarse a los acantilados que encierran al lago Guitarra unos 70 u 80 metros más abajo del plano de la Meseta del Asador.
Desde esta altura es posible verlo en su totalidad, con sus diez kilómetros de largo, sus tres kilómetros de ancho máximo y su curioso contorno que efectivamente rememora la silueta de una típica guitarra criolla, con clavijero y todo. El azul intenso de sus aguas, que cambia su tonalidad con las nubes que se mueven a toda velocidad es sencillamente extraordinario. Valió la pena el esfuerzo de llegar aquí, un anhelo postergado por años, solo empañado por la ausencia de Pablo Anastasio que tanto trabajó para estudiar su acceso. No te preocupes Pablito que la próxima vez venimos y acampamos en sus orillas.
El plan era seguir el contorno y bajar por el este del lago pero dado la hora y el éxito logrado, decidimos no arriesgarnos a meternos en una ratonera y no poder llegar a una hora prudente a La Oriental: Guillermo me confirmó que Eduardo Lada había respondido a mi pedido e iba estar asando un guanaco de bienvenida y no era cuestión de desaprovecharlo.
Volvimos sobre nuestros pasos y bajamos a la RP37 por el mismo camino que habíamos accedido, no sin antes imaginar nuevos desafíos ya que la zona pinta lindo: por ejemplo todo indica que también se podría llegar al pueblo de Lago Posadas visitando los ignotos lagos Olnie I y II.
La bajada nos permitió apreciar tres cerros muy pintores que enmarcan la meseta del Asador por el sur: el cerro Iglesia, el cerro Ventana y el Cerro Pampa (el nombre no le puse yo, estaba de antes…)
Pasamos a agradecer a Fabián contándole que ahora tiene acceso directo al Guitarra sin irse a Cerro Pampa y nos dirigimos raudos a La Oriental, previo paso por el control de acceso al Parque Nacional Perito Moreno.
Llegamos a La Oriental y efectivamente en el quincho, el mentado guanaco (en realidad un chulengo) estaba en pleno proceso y lucía muy pero muy bien, al comando de mi querido amigo Eduardo Lada.
Habíamos llegado a tiempo y lo mejor, que el programa de viaje después de casi 3000 km estaba en fecha y el tiempo previsto para el cruce de La Oriental a Lago Posadas estaba intacto.
Nos acomodamos en las carpas y en los dormis de la estancia acto seguido nos dispusimos a degustar el guanaco, regado por mucho y buen vino, con ensaladas de la huerta del invernadero de la estancia cultivadas por la querida Sully.
La sorpresa de todos, Lada incluido ya que nunca lo había cocinado así, fue que nuestro guanaco resultó exquisito y encima es una carne magra. Una maravilla para festejar la llegada al lago Guitarra y para templar el ánimo para los días venideros.
Terminado el asado nos mudamos a la casa principal a comer el postre, donde el amigo Hugo Berry nos deleitó con unos postres de origen galés con los que nos chupamos los dedos, del mismo modo que con los whiskies escoceses que aportó. A mí no me gusta tomar whisky pero esta vez pude hacerlo de buena gana.
Nos fuimos a dormir y hacía frío, pero nadie lo sintió….